- Me llamas al llegar, ¿eh?, que no se te pase.
- Pero papá, si os llamo siempre.
- Pues eso, que lo sigas haciendo…
- Cuidado con la carretera, que hay cada loco al volante…
- Mamá, ya sabes que yo soy muy prudente.
- Eso es lo que tú te crees…
- A ver si te da el sol, porque menuda cara de folio tienes…
- Es que yo trabajo, mamá.
- Anda, y yo, ¿qué te crees?
- Pero si te has pasado un mes en la playa y estamos en abril.
- Es que no veas cómo cansa el sol…
- ¿Y dices que estás a régimen? Pues suelta el pan, que así vas mal…
- Mamá, que el régimen sólo lo hago los meses impares.
- Pues deberías ampliarlo y meter los pares.
- ¿Eso les vas a dar de comer a los niños? Se te van a poner como bolas…
- ¡Pero si es fruta!
- Uffff con lo que engordan los plátanos…
- En mi época no había tantas cosas y éramos el doble de felices…
- ¿Te refieres a que os metíais ocho en un coche para cruzaros España y los niños se hacinaban en el suelo?
- De “hacinados” nada, que ibais bien cómodos.
- Pero es que ahora, te pilla la Guardia Civil y te hunde las vacaciones.
- Sabrán esos lo que es aprovechar el espacio… si van sólo dos personas en ese cochazo que se gastan…
- Ay, hija, si es que te pasas todo el día con la maquinita y ya no me cuentas nada…
- Es que el ordenador es imprescindible para mi trabajo, papá.
- Pues os deja una cara de gilipollas…
- ¿Has felicitado a tu primo Leoncio?
- No, mamá, porque no suelo llamar a todos mis primos-segundos. No ganaría suficiente para eso.
- Me da igual. Llámale, que se va a poner muy contento…
- ¿Que cómo hago el redondo? Pues muy fácil, pones la carne en la olla express y ya está.
- Pero antes harás más cosas, digo yo, ¿no?
- ¿Antes? Pues la compra.
- ¡Digo justo antes de meter la carne!
- Qué va, si la olla lo hace todo sola…
- Nooo, yo no he tocado nada. Debe ser la tele, que se ha vuelto tonta… ¿te importa pasar por casa y me la arreglas, que me empieza “Amar en tiempos revueltos”?
- Mamá, es que estoy preparando la comida de los niños.
- Pues que esperen, que es el último capítulo y la abuela nunca pide nada. Por una vez que no coman, no se los va a llevar el viento.
- Mira tu prima, qué mona va siempre. Y tú, hecha un cromo…
- Es que ella viene de la pelu y yo de la oficina.
- Cualquier día te echan, por llevar esas pintas al trabajo.
- Acompáñame al Banco, que quiero que me actualicen la libreta y la cajera siempre me lía… así se lo explicas tú todo, que yo estoy ya muy mayor.
- No tengas morro, que sé que vienes de tus clases de Pilates.
- Ya, pero eso no se lo decimos a la cajera y arreglao…
- Anda, sácame el dinero de la cartera, que me acabo de hacer las uñas…
- Mamá, que yo también me he hecho las uñas. Estaba al lado tuyo, ¿no te acuerdas?
- Ya, pero a ti no te importa que se te apegotonen, total, para cuidar niños no te hace falta la manicura.
- Te he comprado ya el regalo de cumpleaños, pero no te lo cuento porque es una sorpresa… ¿qué número de pie dices que tienes?
- El 37, ¿por?
- Porque espero que las alpargatas cedan un poco. No tenían un número más…
- Vale, ya me has cascao el regalo.
- Ay, hija, qué más dará, si lo ibas a ver en cuanto lo abrieras…
- Pero papá, si os llamo siempre.
- Pues eso, que lo sigas haciendo…
- Cuidado con la carretera, que hay cada loco al volante…
- Mamá, ya sabes que yo soy muy prudente.
- Eso es lo que tú te crees…
- A ver si te da el sol, porque menuda cara de folio tienes…
- Es que yo trabajo, mamá.
- Anda, y yo, ¿qué te crees?
- Pero si te has pasado un mes en la playa y estamos en abril.
- Es que no veas cómo cansa el sol…
- ¿Y dices que estás a régimen? Pues suelta el pan, que así vas mal…
- Mamá, que el régimen sólo lo hago los meses impares.
- Pues deberías ampliarlo y meter los pares.
- ¿Eso les vas a dar de comer a los niños? Se te van a poner como bolas…
- ¡Pero si es fruta!
- Uffff con lo que engordan los plátanos…
- En mi época no había tantas cosas y éramos el doble de felices…
- ¿Te refieres a que os metíais ocho en un coche para cruzaros España y los niños se hacinaban en el suelo?
- De “hacinados” nada, que ibais bien cómodos.
- Pero es que ahora, te pilla la Guardia Civil y te hunde las vacaciones.
- Sabrán esos lo que es aprovechar el espacio… si van sólo dos personas en ese cochazo que se gastan…
- Ay, hija, si es que te pasas todo el día con la maquinita y ya no me cuentas nada…
- Es que el ordenador es imprescindible para mi trabajo, papá.
- Pues os deja una cara de gilipollas…
- ¿Has felicitado a tu primo Leoncio?
- No, mamá, porque no suelo llamar a todos mis primos-segundos. No ganaría suficiente para eso.
- Me da igual. Llámale, que se va a poner muy contento…
- ¿Que cómo hago el redondo? Pues muy fácil, pones la carne en la olla express y ya está.
- Pero antes harás más cosas, digo yo, ¿no?
- ¿Antes? Pues la compra.
- ¡Digo justo antes de meter la carne!
- Qué va, si la olla lo hace todo sola…
- Nooo, yo no he tocado nada. Debe ser la tele, que se ha vuelto tonta… ¿te importa pasar por casa y me la arreglas, que me empieza “Amar en tiempos revueltos”?
- Mamá, es que estoy preparando la comida de los niños.
- Pues que esperen, que es el último capítulo y la abuela nunca pide nada. Por una vez que no coman, no se los va a llevar el viento.
- Mira tu prima, qué mona va siempre. Y tú, hecha un cromo…
- Es que ella viene de la pelu y yo de la oficina.
- Cualquier día te echan, por llevar esas pintas al trabajo.
- Acompáñame al Banco, que quiero que me actualicen la libreta y la cajera siempre me lía… así se lo explicas tú todo, que yo estoy ya muy mayor.
- No tengas morro, que sé que vienes de tus clases de Pilates.
- Ya, pero eso no se lo decimos a la cajera y arreglao…
- Anda, sácame el dinero de la cartera, que me acabo de hacer las uñas…
- Mamá, que yo también me he hecho las uñas. Estaba al lado tuyo, ¿no te acuerdas?
- Ya, pero a ti no te importa que se te apegotonen, total, para cuidar niños no te hace falta la manicura.
- Te he comprado ya el regalo de cumpleaños, pero no te lo cuento porque es una sorpresa… ¿qué número de pie dices que tienes?
- El 37, ¿por?
- Porque espero que las alpargatas cedan un poco. No tenían un número más…
- Vale, ya me has cascao el regalo.
- Ay, hija, qué más dará, si lo ibas a ver en cuanto lo abrieras…