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sábado, 31 de julio de 2010

Conversaciones paterno-filiales (o "diálogo para besugos", como prefiráis)

- Me llamas al llegar, ¿eh?, que no se te pase.
- Pero papá, si os llamo siempre.
- Pues eso, que lo sigas haciendo…

- Cuidado con la carretera, que hay cada loco al volante…
- Mamá, ya sabes que yo soy muy prudente.
- Eso es lo que tú te crees…

- A ver si te da el sol, porque menuda cara de folio tienes…
- Es que yo trabajo, mamá.
- Anda, y yo, ¿qué te crees?
- Pero si te has pasado un mes en la playa y estamos en abril.
- Es que no veas cómo cansa el sol…

- ¿Y dices que estás a régimen? Pues suelta el pan, que así vas mal…
- Mamá, que el régimen sólo lo hago los meses impares.
- Pues deberías ampliarlo y meter los pares.

- ¿Eso les vas a dar de comer a los niños? Se te van a poner como bolas…
- ¡Pero si es fruta!
- Uffff con lo que engordan los plátanos…

- En mi época no había tantas cosas y éramos el doble de felices…
- ¿Te refieres a que os metíais ocho en un coche para cruzaros España y los niños se hacinaban en el suelo?
- De “hacinados” nada, que ibais bien cómodos.
- Pero es que ahora, te pilla la Guardia Civil y te hunde las vacaciones.
- Sabrán esos lo que es aprovechar el espacio… si van sólo dos personas en ese cochazo que se gastan…

- Ay, hija, si es que te pasas todo el día con la maquinita y ya no me cuentas nada…
- Es que el ordenador es imprescindible para mi trabajo, papá.
- Pues os deja una cara de gilipollas…

- ¿Has felicitado a tu primo Leoncio?
- No, mamá, porque no suelo llamar a todos mis primos-segundos. No ganaría suficiente para eso.
- Me da igual. Llámale, que se va a poner muy contento…

- ¿Que cómo hago el redondo? Pues muy fácil, pones la carne en la olla express y ya está.
- Pero antes harás más cosas, digo yo, ¿no?
- ¿Antes? Pues la compra.
- ¡Digo justo antes de meter la carne!
- Qué va, si la olla lo hace todo sola…

- Nooo, yo no he tocado nada. Debe ser la tele, que se ha vuelto tonta… ¿te importa pasar por casa y me la arreglas, que me empieza “Amar en tiempos revueltos”?
- Mamá, es que estoy preparando la comida de los niños.
- Pues que esperen, que es el último capítulo y la abuela nunca pide nada. Por una vez que no coman, no se los va a llevar el viento.

- Mira tu prima, qué mona va siempre. Y tú, hecha un cromo…
- Es que ella viene de la pelu y yo de la oficina.
- Cualquier día te echan, por llevar esas pintas al trabajo.

- Acompáñame al Banco, que quiero que me actualicen la libreta y la cajera siempre me lía… así se lo explicas tú todo, que yo estoy ya muy mayor.
- No tengas morro, que sé que vienes de tus clases de Pilates.
- Ya, pero eso no se lo decimos a la cajera y arreglao

- Anda, sácame el dinero de la cartera, que me acabo de hacer las uñas…
- Mamá, que yo también me he hecho las uñas. Estaba al lado tuyo, ¿no te acuerdas?
- Ya, pero a ti no te importa que se te apegotonen, total, para cuidar niños no te hace falta la manicura.

- Te he comprado ya el regalo de cumpleaños, pero no te lo cuento porque es una sorpresa… ¿qué número de pie dices que tienes?
- El 37, ¿por?
- Porque espero que las alpargatas cedan un poco. No tenían un número más…
- Vale, ya me has cascao el regalo.
- Ay, hija, qué más dará, si lo ibas a ver en cuanto lo abrieras…

viernes, 30 de julio de 2010

Qué larga es la noche

03:30 AM, mi "santo" roncando y yo con los ojos más abiertos que una lechuza con sobredosis de LSD.

Pues pongo la radio.

… Estás escuchando radio-Buenaventura, dime qué te pasa y te daré la cura… tenemos una amiga al teléfono. Veamos, amiga Pontevedra, cuéntanos tus problemas…

- ¿Oiga? ¿Es la radio?
- Sí, díganos qué le ocurre.
- Verá, es que yo soy un hombre.
- Ah, que usted se siente un hombre encerrado en un cuerpo de mujer…
- Nonono, que soy “amigo Pontevedra”, no “amiga Pontevedra”, que se lo han dicho mal sus compañeros.
- Bien, bien, no pasa nada amigo, le atenderemos igual. ¿Qué le sucede?
- Es por mi hijo, que lo está pasando muy mal.
- ¿Y para qué nos llama?
- Pues… pa que se lo solucionen todo, claro…
- Hmmm… déjeme decirle algo… aquí no solucionamos nada, sólo escuchamos sus problemas y le aconsejamos cómo puede usted sobrellevarlos.
- Pues vale, entonces… ¿se lo cuento o no se lo cuento?
- Claro, claro, díganos lo que quiera, tenemos toda la noche por delante.
- Bueno, pues resulta que mi hijo se ha separado de la mujer y la muy zorra se ha largado con…
- Un momento, amigo Pontevedra, vamos a evitar los insultos gratuitos, que la gente está relajada en su cama, escuchándonos, y no queremos que se desoriente, ¿le parece?
- Pero si es que es una puta, de verdad se lo digo, señorita, si le ha dejado sin…
- Insisto, por favor, amigo Pontevedra, no siga por ese camino, que no le hace ningún bien. Cuéntenos la historia tranquilamente y sin maquillarla con palabras soeces.
- Vale, vale, se lo cuento despacito, pero ya me dirá usted cuando termine si es o no es una pilingui de campeonato, porque resulta que…
- Oiga, amigo Pontevedra, respire profundamente diez segundos antes de continuar, verá cómo lo ve todo distinto.
- ¡Si yo ya respiro, sólo quiero que me deje contarle lo de la furcia de mi nuera!
- Caballero, me está usted obligando a cortar esta entrevista. O cambia de actitud, o me temo que esta conversación habrá llegado a su fin.
- ¿Entonces a quién le cuento lo de la pelandusca?
- Buenas noches, amigo Pontevedra.
- ¡Que no me está entendiendo, que es una fulana, de verdad, si lo dice todo el barrio!
- Compañeros, cortadle el micro, por favor.
- Nooo, japutaaaaaaaaaaa… pip pip pip…

Nada. Esto no me adormece lo más mínimo.
Pues enciendo la tele de la cocina (la única que queda “viva” en casa, después del estropicio de la súper pantalla plana que acabó en la basura).

Chumpa chumpa, requetechumpa (léase como si fuera música bakalata a mil decibelios). Y ahora, la pregunta de la noche. Atentos, que es un poco complicadilla y hay que pensársela bien, ¿vale? Ahí os la lanzo:
Tenéis que acertar una palabra de cuatro letras que rima con “claraboya”.
Venga. Dadle al coco. Tic tac tic tac. El primero que me llame se llevará la friolera de…. ¡¡¡10 eurosssssss!!! Qué subidón, ¿eh, eh? Tic tac tic tac. Ánimo, que ya sé que está difícil, pero vosotros podéis. Es ahora o nunca. Y este dinerillo viene muy bien para tapar agujeros. ¿A que sí? Tic tac tic tac. A ver, creo que me entra una llamada…

- ¿Oiga?
- Dígame una palabra de cuatro letras que rime con claraboya.
- Es que me da vergüenza…
- No, esa no es. Lo sientooooo. ¿Otra llamada?
- ¡¡¡Nooooo, que iba a decir pollllll…. Pip pip pip…


Dios mío, ¿la peña es capaz de llamar a la tele y soltar obscenidades por 10 míseros euros? Me voy a la cama, que ya veo que hay gente pasándolo peor que yo.

04:45 AM… ¡Mierda! Ya sabía yo que había una…
¡¡¡Joya!!! ¡La palabra de cuatro letras era “joya”!
Pues no soy yo nadie cuando me pongo a darle al bolo…

Y mañana, madrugón para llevar a los niños al campamento y arrastrarlos a natación por la tarde… con mis bolsas como alforjas, los ojillos hundidos y la sonrisa perenne.

¡Si es que soy pa comerme!

jueves, 29 de julio de 2010

¡Carlota tiene novio!


Y su madre no da crédito.

Se ha comprado la pamela y la mantilla (“ya escogeré entre las dos llegado el momento”) en las liquidaciones de Julio, para meterle presión a su hija y que el “futuro yerno” vea que las relaciones, en esa casa, se las toman muy en serio.

El tema es que Carlota siempre ha estado muy controlada por su familia.

Su madre no le dejaba volver más tarde de las diez y media (había que acompañarla, por si algún listo le tocaba el culo de camino a casa) y era de la opinión de que “las que se van con el novio de vacaciones son unas frescas”.

Ahora, en cambio, llegada esa edad en la que doña Juana considera que el reloj biológico de su hija va atrasado, todo son prisas.

Les compra los billetes a un destino romántico con los ahorros generados por el plan de pensiones de su marido y afirma sin contemplaciones “¡¡¡es que me he vuelto una modernaaa!!!”.

Seguro, modernísima

- Por eso obliga a su hija a organizar una comida en casa con la nueva “adquisición”, porque tiene que pasar el visto bueno familiar y, si no, puerta.

- Por eso le insinúa a Carlota que “lo normal en estos casos es que el novio llegue con una planta o unos bombones bajo el brazo”, no vaya a ser que quede como un cochero a las primeras de cambio y sea incapaz de remontar la imagen generada.

- Por eso ha dispuesto la mesa, como si fuera un convite en el Palacio Real, según dicta el protocolo más rancio, con el yerno a su derecha y la hija a la derecha de su padre, separados por unos prudentes cuatro metros que evitarán cualquier salida de tono del maromo.

- Por eso ha escrito en el cartelito colocado junto al plato del susodicho “Don Francisco Simancas” y no “Pacorro” (como todos le llamamos), ya que Don Francisco sí tiene empaque y lo de Pacorro le suena a nombre de mascota de la EXPO.

- Por eso ha sacado la mantelería de hilo y la cubertería de plata que le regalaron en su boda (allá por el Cretácico) y ha hecho bordar las iniciales de ambos apellidos (el de Carlota y el de Pacorro) en una docena de servilletas, “para que se vaya haciendo una idea de lo que esperamos de él”.

- Por eso ha contratado una señora (con su cofia y todo), que les sirva el consomé y el pavo relleno con toda la pompa y el boato que la ocasión requiere, como si fuera “lo más normal en esta casa, que siempre hemos sido de familia-bien”.

Vamos, una moderna de manual…


miércoles, 28 de julio de 2010

Si funciona, ¿pa qué lo tocas?

Tenemos tele nueva en el salón.
Rectifico: teníamos.

Mi “santo” me vendió la moto de la famosa “pantalla plana de 42 pulgadas tirada de precio y con todo incluido” y yo no veo los daikiris por ningún sitio. Si viene con todo incluido, quiero eso: todo, que para algo he dejado el riñón izquierdo en prenda a la cadena esa de “yo no soy tonto, pero me lo hago”.

Pues no. Resulta que tenía “casi” todo incluido. Hemos tenido que integrarle la TDT a mamporros y colocar el aparato de canto porque los brillos, se ve, son la última moda en lo que a electrodomésticos se refiere. Y tan contentos, oye. Que era un chollazo y no podíamos dejarlo escapar…

¿Por qué en la tienda se veía tan bien y en casa no distingo si son los teleñecos o los del Club del Chiste los que se ríen a carcajada limpia? La imagen tiene una neblina sospechosa y los niños se niegan a ver el canal Disney porque dicen que les da miedo. Es cierto que todo se ve un tanto oscuro y pudiera parecer que va a salir un zombie de la casita de Mickey Mouse en cualquier momento, pero tampoco es pa tanto… ¿o sí? Espera un momento… ¿Nicole Kidman es mulata? Porque le estoy notando un color raruno y no sé si es que se ha pasado con el autobronceador o si es la tele haciendo de las suyas…

¡Pues menuda ganga de mierda!
Me dice mi “santo” que él lo arregla en un plis-plas, que no me preocupe ni una miajita.
Después de cacharrear con los mandos (tienes dos, nos ha salido ambiciosa) y convencerse de que eso no se arreglaba por la vía cívica, ha empezado con el destornillador. Se ha puesto la pantalla sobre los muslos y venga, a desatascarla se ha dicho.

- Esto lo cambio por lo otro, aquello va a verse mejor desde allá, aquí meto un poco de cinta aislante y con una gotita de loctite sujeto ese cable al marco-la-tele y… ¡como nueva!

Bien, bien, si me parece de miedo. Pero, una vez colocado el aparato en el mueble… ¿por qué nos han sobrado tres piezas de colores con sus cables a juego?

- Serán piezas de recambio,- me dice el MacGyver que tengo en el salón- como cuando te cosen dos botoncitos al forro del abrigo por si los pierdes.
- ¿Y ese ruidillo de fondo?- pregunto yo asustada.
- ¿Qué ruido? Yo no oigo nada- me dice chillando.
- No me oyes por culpa del pitido, so listo.

Pero tranquilos, que sólo ha durado diez segundos.
Lo que ha tardado el bicho en fundirse a negro y dejar de latir. Para siempre.

Así que coge el coche, vuelve a la tienda e intenta hacerle ver a la dependienta que la tele se ha destripado ella solita, sin ningún tipo de ayuda exterior y dejándose parte del intestino delgado en la alfombra.

-Ehhh ya lo siento, pero se han quedado sin garantía- me dice la del uniforme.
- Pero... ¿qué era, una garantía de cinco minutos? ¡Si la hemos comprado esta mañana!
- No, verá, es que si ustedes manipulan el aparato, la garantía desaparece ipso facto.
- ¿Cómo que “ipso facto”? ¡Eso tiene que volatilizarse poco a poco, no puede ser que se auto destruya en medio día!
- Pues sí… así es…

Vale. Pues ahora tenemos un cuadro abstracto frente al sofá y los niños han dicho que lo van a reconvertir en pizarrita. Están de contentos…

Y yo, por joder, le suelto a mi “santo” cada media hora… “Honorato, Honorato, ¿ponemos la tele un rato?”

No veas qué cara de juerga se le ha quedado…

martes, 27 de julio de 2010

Ligoteo frustrado


MI VECINA MARIPAZ: Hola, guapo. ¿Vienes mucho por aquí?
EL GUAPO: Hmmm… tú dirás, trabajo aquí…
MI VECINA MARIPAZ: ¡Ah, vaya, no me había dado cuenta!
EL GUAPO: Pues sólo hay que fijarse en el uniforme. ¿Tú crees que suelo ir así por la calle, con una camisita estampada de manga corta y una placa de El Corte Inglés clavada en el pecho?
MI VECINA MARIPAZ: Ehhh, no, supongo que no…
EL GUAPO: ¿Necesitas que te eche una mano?
MI VECINA MARIPAZ: No lo sabes tú bien…

Este tipo de bochornos son el pan nuestro de cada día entre las singles de mi pandilla.

Tío potable que ven, rifa que se monta.
Las veo cacarear y es como si tuviera delante a las gallinas sorteándose al gallo: ¡¡¡Mío, mío, que no, que es míoooooo!!!

Yo me quedo apartada, contemplando a la manada en celo a dentellada limpia por el macho alfa. Es muy divertido. E instructivo, no os penséis.

MI VECINA MARIPAZ: ¿Te apetece tomar una copita en mi casa?
EL MACHO ALFA: Estooo… no, deja, que mañana madrugo.
SU AMIGA BEA: Si quieres te acerco yo a casa, que tengo el coche en la puerta.
EL MACHO ALFA: No hace falta, si me encanta ir andando…
LA QUE UNA VEZ HIZO UN CASTING Y SE CREE TOPMODEL: Pues yo te puedo acompañar dando un paseo, que vivo cerca de tu casa.
EL MACHO ALFA: Uyyy, no. Hoy duermo en casa de mis padres, así que voy en sentido contrario al tuyo.
EL AMIGO GAY DE MARIPAZ: Chicas, ¿nos vamos a otro antro, que aquí no hay tíos decentes?
EL MACHO ¿¿ALFA??: Vale, te acompaño si quieres, guapísimo…

Así que están desencantadas con el género masculino.
Dicen que el que te sale agraciado, es un soberbio de cuidado. El divertido, suele acabar siendo bipolar. El tímido, se arruga en según qué situaciones. Y el charlatán, pues eso, que mucho lirili y poco larala

Como están convencidas de que los hombres están más despistados que ellas y que por eso no se lanzan, han decidido dejárselo claro de la forma más “visual” posible y se han hecho unas camisetas con las que esperan triunfar a lo Nadal: es decir, comiéndoselo todo.

Yo ya las he avisado: cuando os pongáis ese atuendo, no contéis conmigo, que no quiero tener que llevar el Cucal en el bolso para tomarme un triste cubata.
Panda de lobas hambrientas…

lunes, 26 de julio de 2010

¡Aparta esas tetas, que me tapas el sol!


Nos vamos a la playa toda la cuadrilla a pasar el día.

Como somos un grupo cuadriculado y plagado de topicazos, nos repartimos de la siguiente manera: los niños, al agua embadurnados de protección 50. Las madres, a la tumbona a chafardear sobre los socorristas. Y los padres, al chiringuito con el Marca tatuado en el sobaco por la sudada.

En plena ola de calor, vuelven los hombres (como en el anuncio de colonia) a preguntarnos si queremos unas cervecitas (un detallazo), pero se quedan como hipnotizados, junto a mi bolsa-de-playa, sin acabar la frase y con la boca en modo “muñeca hinchable”.

Yo me giro, busco en lontananza y me percato de los dos balones de Nivea que se gasta la de al lado. Ni me había dado cuenta de que habían instalado un par de mojones señalizadores junto a la caseta de las duchas, oye. ¡Qué tersura! ¡Qué tamaño! ¡Qué pureza en las formas! ¡Qué moreno bicolor! ¿Dónde vas, imprudente-de-la-vida, con semejante anatomía expuesta a los ojos más necesitados? ¡Has tenido la suerte de tu vida! Porque tengo al crío en el agua, que como se acerque te puede meter un chutazo a gol en plena ubre que te la manda a la escuadra y ni te enteras. Pues no es nadie mi niño cuando pilla una pelota de ese tamaño…

Lo cierto es que no ha calculado bien la delicadeza de esa piel que exhibe hacia el Norte sin recato y se le han puesto (ambas) de color cangrejo. Pero los tíos no reparan en colores. Como los perros: sólo distinguen el “blanco y negro” en estas situaciones. Y el “grande y pequeño”, eso también.

Y éstas, os lo digo yo que sé de lo que hablo, son grandes. Muuuy grandes.
De ese tipo de “grande” que le quedaría claro incluso a un ciego que pasara por la orilla.

- Chicas, que hemos decidido que nos venimos aquí, con vosotras, que estamos muy blancos y en el chiringuito no nos ponemos igual…
- Ya, ya… ¿quién decís que no os pone igual?
- Pues el sol, ¿quién va a ser?
- Nadie, nadie… ¿pero a vosotros no os molestaba el sol?
- Eso era antes, ahora no nos importa nada. Es que hemos leído en la Cosmopolitan que el moreno adelgaza…
- Pues es lo que me faltaba- insisto yo. Como me digan que a “esa” (señalando disimuladamente a la de las sandías) le adelgaza el moreno, imagínate el tamaño de sus globos terráqueos en pleno invierno…
- ¿De quién habláis?- pregunta uno de ellos con cara de “uy-qué-tonto-soy-que-no-me-entero-de-nada”.
- Sí, encima disimulad, que se os da de fábula…
- ¿Y a vosotras no os apetecen unas cervecitas? Podéis iros tranquilas al bar, ¿eh? Que ya les echamos un ojo a los niños nosotros…
- ¡Ni hablar, que entonces se nos ahogan todos a la vez!- suelta Mónica, que ve peligrar seriamente la integridad de sus tres niños por los ojos desorbitados que le ha notado a su marido.
- Allá vosotras… chicos, ¿nos vamos a las dunas a echar una partidita de palas?- pregunta el más atlético de todos. (Nota aclaratoria: las dunas están a unos 35 centímetros y medio del extremo-sur de la toalla de la del melonar).
- Ojito al parche dónde mandáis la pelotita, no vaya a ser que no la recuperéis… se han dado casos…- les digo yo toda repelente.
- Descuida, que nosotros somos de atinar bien…- dice el del ojo vago, caminando hacia atrás porque se le escapa la manada.
- Ya te digo, majo, pero saca el pie del balde del chaval, que lo están usando como retrete de emergencia y te has puesto perdidito…

A la media hora, desesperados porque la anatómica-potente no les hacía ni caso (y eso que la pelotita bordeó la tragedia unas cuantas veces), se volvieron al chiringuito a ver la final de etapa del Tour de Francia y no se ha vuelto a hablar del asunto.

Al menos, hasta el verano que viene...


domingo, 25 de julio de 2010

A tortas con la vida


No sé qué tienen tus ojitos que me vuelven loco, que me vuelven loco…

Esto se lo acabo de escuchar a un cabronazo en plena calle.

Y no, no me lo cantaba a mí, sino al chaval de la ONCE que nos ofrecía cupones a todos los viandantes.

A ver si no es pa matarlo.

Cada día me cruzo con gente de este tipo.
Viven entre nosotros, aparentando una normalidad ficticia que los esconde entre el tumulto. Cuando la realidad es que se trata de personas tan comunes, vulgares y anodinas que necesitan herir a alguien para que sus vidas tengan el más mínimo entretenimiento.

Y casi siempre suelen ir a por el más débil.
Claro que no siempre atinan en su elección.

Como es el caso del chico de la ONCE, quien, emulando al “tío de la vara”, ha levantado el bastón hacia el cielo y le ha arreado al tunante en todo el lomo, para que le vaya a hacer la gracieta a su madre.

Hace unos días me pasó algo similar en el restaurante chino de mi barrio.
Escucho al típico jocoso, guarecido por sus compañeros de trabajo, que le dice a la china:

- Pala mí, lollito y pa los demás, lata…. ¡¡¡de la que cole pol la talima!!!
- El señor quiere rollito de primavera y sus compañeros tomarán entonces… ¿agua?
- le respondió la mujer toda digna.

Hay que ser idiota.
Soy yo y te juro que le escupo en el plato.

Todavía recuerdo la que se montó en el parque cuando una niñita se acercó a su madre, que charlaba tranquilamente con todas nosotras, y le dijo “de parte de aquel señor, que a ver si tenemos los papeles en regla, que me dice que si no, no me puedo subir al tobogán”.

Y el tío, esperando la reacción de la mujer, a carcajada limpia y levantando el pulgar como si la broma le hubiera quedado redonda.

La madre, oriunda de Guatemala (esto lo supe después), le hizo tal corte de mangas que todavía debe dolerle el pliegue del codo. Menos mal que la cría no entendió la “broma” (la gracia en el culo, por cierto) y siguió jugando tan contenta.

Mira que me tengo por una persona civilizada, pacífica y buenrollista, ¿eh?
Pero es que hay veces que me brota ponerme a dar mamporros y no parar hasta que se les caiga la cara de vergüenza.

Me pasa un poco como cuando voy conduciendo y veo a algún garrulo haciendo una pirula y fardando con el coche a mil por hora, que siempre me digo: “y que a estos no los pillen nunca...”

Pues lo mismo: y que a estos otros la vida nunca les ponga en su sitio…
¿O sí lo hará?


sábado, 24 de julio de 2010

Fiesta de disfraces

Mi amigo Segis ha cumplido 40 años y ha decidido darse un homenaje.

Como nadie le invita a nada (según él mismo te cuenta entre sollozos cada vez que se pilla una cogorza de anisete o cualquier otro licor dulzón) y está hasta las narices de ser el triste de la cuchipandi, ha concluido que lo mejor va a ser organizar una fiesta de disfraces, que eso le gusta a todo el mundo.

En pleno mes de julio.
Sudo sólo de pensarlo.

Y aquí me tenéis, decidiendo con mi amigo qué trapo me voy a echar al cuerpo y cuánta gente caerá en esta trampa mal parida desde sus comienzos. Porque no sé a vosotros, pero a mí me gusta tanto una fiesta de disfraces como que me claven chinchetas en toda la córnea.

Que ya diréis… “pues menuda aburrida, con lo divertido que es vestirse de Cleopatra o de Espinete”. Ya, ya. Pero es que no es tan fácil. Porque Segis ha tematizado su fiesta. Vamos, que no puedes pedirte “yo voy de Barbie-playera y le planto a mi santo un pareo y digo que es mi Ken-ribereño”, porque el tema principal es Personajes del cómic de los años treinta.

Y yo que pensaba que en esas épocas ni siquiera existían los cómics… es lo que tiene acudir a un jolgorio organizado por un friki de pro. Que no sabes si has acertado hasta que te presentas vestida de La Mujer Maravilla y te mandan a tu casa porque “es de sobra conocido que a esa señora la dibujaron en los años cuarenta”. Bien, pues me voy pero ya no vuelvo, ¿eh? No esperes que regrese tuneada de algo dibujado una década antes, porque me ha costado una semana meterme en estos pantaloncitos ridículos ( a base de agua y lechuga sin aliñar) y dudo que encuentre en el armario una alternativa viable que case con la horquilla de tiempo que manejas, chato.

Para evitar este tipo de situaciones, hemos decidido facilitar una lista de personajes de esa época a todos los asistentes potenciales. Es decir, a unas cinco personas.

Puedes ir de: Flash Gordon, El Príncipe Valiente, Spirou, Globi y Superman. Punto.

Ya verás la de Astérixes, Obélixes y Tintines que me voy a encontrar en el rellano quejándose de que no les han dejado pasar por no informarse bien en la Wikipedia…

Mi "santo" me ha comunicado que él no piensa asistir. Que se queda con los niños y así nos ahorramos la canguro. Que se imagina a sí mismo con la capita almidonada, las mallitas azules y el fardagüevos rojo-pasión y le dan los siete males. Que ni hablar del Príncipe valiente ni de Flash Gordon (los otros dos de la lista ni le suenan), que vaya sola de lo que quiera y me saque unas fotos para reírse a mandíbula batiente.

Así que estoy en un sin-vivir.
Me veo haciendo el ridículo de Spirou (que, por si no lo sabéis, es una especie de botones-de-hotel en versión enana) y poniendo los cubatas a todo el personal, porque voy a ser lo más parecido a un camarero con traje alquilado que habrá por esos andurriales.

Ya empiezo a sudar… pero del bochorno…

viernes, 23 de julio de 2010

Busca que te busca


Sigo alucinando con las frases que introduce la gente en el buscador para llegar a mi blog.

En esta segunda entrega (ver la primera: Todos los caminos conducen a Roma), me he encontrado búsquedas tan ingeniosas como las siguientes:

- “Tomamos limonada a cascoporro”: pues qué bien. Está genial esto de que la gente meta en el buscador su plan del fin de semana y acabe visitándote. Voy a poner yo “me llevé a los niños al parque y dimos de comer a los patos” y a ver dónde aterrizo… pues no, el sitio no me ha convencido. Es un blog sobre mascotas llamado “el pato como animal doméstico”. Apasionante, pero no es lo que buscaba. Seguiré intentándolo (cuando mi finde haya sido excitante, casi mejor).
- “Tetas perfectas”: esto sí que me ha provocado un subidón de autoestima. Alguien grita al viento “tetas perfectas” y ¡alehop! aparezco yo como por ensalmo. ¡A ver si no es para emocionarse! Tengo que investigar bien el asunto, no vaya a ser que pongas “culito en pompa” o “carita de muñeca” y también llegues a mi blog. ¡Lo que me voy a ahorrar en cirugía, Virgen de la Encarnación Perpetua!
- “Soy hombre, busco hoy 11 de mayo hombre en satélite que me coge”: vamos a ver, amigo desesperado, ¿esto qué significa? ¿Que buscas un astronauta que te ponga mirando pa Cuenca? ¿Que te ofreces como voluntario para el próximo anuncio de Tulipán? ¿Que pides encarecidamente a los de Google Earth que tomen en consideración tu situación y te instalen un satélite en la azotea? Es que hay cada pazguato…
- “Se me ha caído la tapa del bolígrafo dentro de una botella de agua, cómo puedo cogerla sin tocar ni romper la botella”: ehhh…. estoy desconcertada. Esto tiene que ser una adivinanza. O que la gente se dedica a hacer gymkhanas dejando las pistas diseminadas por los buscadores del mundo. Además, es imposible a todas luces sacar la tapa del boli de la botellita de marras sin tocarla ni romperla. ¿O no? Me da que el tío lo ha hecho adrede y ahora quiere reírse de nosotros… ¡Pues abre la ventana, aprovecha la corriente y, cuando se caiga la botella, coges la tapa con los dientes y arreglado! Hay que ser torpe y tener tiempo, que teclear todo eso en Google le ha debido llevar media mañana…
- “Quién inventó la conga”: pues mira, chato, no tengo ni idea, pero como lo pille, lo voy a dejar pal arrastre… Fijo que fue alguno de la SGAE y se está haciendo de oro a costa de las señoras que te empujan hacia la pista al son de “a ella le gusta la gasolina, dale más gasolinaaa”.
- “Porque nos meten los cereales por los ojos”: pues será a ti, salao, que menudo estropicio te estás dejando hacer. Yo, por los ojos, colirio y poco más. Imagínate salir a la calle con los chokocrispis pegados a las legañas… ¡un drama!
- “Cumpleaños infantil del Zorro”: pero… ¡pero si el Zorro nunca fue niño! ¡Eso lo saben hasta en la China! El Zorro nació ya con su capita, sus pantalones pegados, su pecho-lobo al viento y su máscara talla-universal. ¿La gente no ve la tele, o qué?
- “Huevo cocido como consolador”: ya empezamos con la legión de pervers… Pero chiquilla… ¿tenía que ser un huevo cocido? ¿No tenías en la nevera algo más “real” que echarte a las ingles? Y cállate, que al menos lo ha pasado por agua… sólo le habría faltado una salmonelosis en salva sea la parte por la broma del huevo crudo… como te pillen los de Sanidad, te va a caer un puro que… ¡anda! El puro te va a venir bien, ahora que lo pienso…
- “Lo que los ojos no ven, en el fútbol se les sale el pene”: buenooo, que los ojos no lo ven, dice. Todavía guardo en mi retina a Butragueño con todo al aire y me provoca un parrús ocular… Leyendo a esta persona, cualquiera diría que en el fútbol dedican los 90 minutos a darse mamporros unos a otros con la manguera en la mano… aunque bien mirado, con eso sí que aumentaría el porcentaje de féminas que hacen la quiniela, ¿verdad? Es como para pensárselo…
- “Me he transformado en otra persona”: ¡pues enhorabuena! Primer caso conocido y comprobado de transformer humano. Esto del Google es una mina. Te encuentras súper héroes por todas las esquinas. Una pena que no explique cómo ha conseguido la metamorfosis. Porque supongo que los gusanos de seda no usan Google, ¿no? Seguiré investigando…


jueves, 22 de julio de 2010

¿Hablar? Mucho. ¿Comunicarse? Poco.

¿Os acordáis la de veces que he repetido que los tíos son muy simples y que no se complican bajo ningún concepto? ¿O las múltiples conversaciones que he oído (y os he relatado con todo lujo de detalle), en las que los monosílabos son el rey de la fiesta?

- Paco, que te digo que a ver si has comprado todo lo que te apunté en la lista-la-compra.
- Psí.
- ¿Pero todo, todo?
- Psí.
- ¿Incluso mis compresas y la garrafa de aceite?
- Nop.
- ¿No a mis Evax, o al Carbonell?
- Ambos.
- ¡Mecago-en-tós-toítos-tus-muertos! ¡Que me voy a tener que meter un corcho!
- Fetén.

Bueno, pues ahora tengo que tragarme mis palabras con patatuelas.
Me suele pasar, no os angustiéis.

Aparece en casa mi primo, todo emocionado, que se ha comprado un coche nuevo.
Yo, como soy muy expresiva, enseguida salto con lo de “¡¡¡ayyy, y cómo esssss???”.
Gran error.
Prometo no volverlo a cometer.

- Pues es un buga dotado de tecnología híbrida, con unas mínimas emisiones de CO2 y un consumo equivalente al de un mechero bic. Tiene 16 válvulas y 4 cilindros en línea que suman 1.798 centímetros cúbicos. La caña.
- Ahhhh…
- Espera, espera, que lo vas a flipar… batería de níquel e hidruro metálico con 28 módulos, tracción delantera con control electrónico y aceleración de 0 a 100 en 10,4 segundos.
- Sí flipo, sí…
- Eje torsional con sistema de corrección de convergencia y geometría anti-levantamiento en las frenadas.
- ¿Mande?
- ¡Ah! y suspensión delantera MacPherson.
- ¿Y ese quién es?
- Motor de inyección electrónica y llantas de aleación de 17 pulgadas. ¿Cómo te quedas?
- Pues tocadísima… con decirte que yo sólo quería saber el color…
- Blanco perla. ¿Algo más?
- No, gracias, ya tengo suficiente para este lustro…

Rectificando y resumiendo: los tíos hablan poco, somero y sucinto cuando lo que tú les cuentas les importa un carajo.
Ahora bien, como el tema verse sobre coches, deportes o las tetas de la Carbonero, no los callas ni debajo del agua.

Es lo contrario a mi caso: cuanto menos me importa una conversación, más me enredo a hablar, a ver si aburro al personal y me dejan a mi aire.

Por ejemplo, cuando alguna lagarta me pregunta:

- Oye, tú supongo que reciclarás toda la basura que generas en casa, ¿verdad?
- Uyyy, sísísí, por supuesto, faltaría más. Yo separo los poliestirenos de los polímeros y los agrupo por grado de Ph, a la vez que clasifico los monómeros y polisacáridos según su fórmula biomolecular y no veas cómo domino la selección de poliésteres para no confundirlos con las poliamidas. ¿Quieres que te lo explique?
- No, no, deja, que ando con una prisaaaa…

¿Qué te creías, que me ibas a pillar? ¿Que me iba a quedar muda?
¿Pero no ves que para cuando tú vas, yo ya he vuelto tres veces a la pata coja?
Tordas a mí…

miércoles, 21 de julio de 2010

Be water, my friend...


Estoy hasta la curcusilla de beber agua.

La gente no se pone de acuerdo en la cantidad a ingerir, pero he llegado a oír que el mínimo son 3 litros al día… ¿Dónde vas, so loco? ¿Se supone que voy a adelgazar metiéndome 3 litros (hasta yo, siendo de letras, sé que esto son 3 kilos) de lo que sea? ¿No sería mejor evitar los excesos y chupetear unos hielos para que la cosa se quede en “unos gramitos de nada”?

Tres litros… ¡qué barbaridad! Si al menos fueran de vino, o coca-cola… pero el agua, con lo sosa que es, ¡no me motiva en absoluto!

Yo me pongo a pensar y a darle a la calculadora: 3 litros, por 30 días al mes, por los 12 meses del año, más los bisiestos y demás fiestas de guardar… vamos, que me tengo que empapuzar unos 1.095 litros al año. Bien, bien. Con razón no me ata ni un pantalón… el año que viene, por estas fechas, podré decir que he bebido una tonelada de agua insípida y tan contenta. Me van a hacer cantares…

La culpa de mi incredulidad la tiene mi abuela, que nunca ha confiado en la macroeconomía ni en las ciencias alternativas (porque esto tiene que ser “medicina alternativa” por mis muertos, ya me dirás quién se bebe el Ebro por gusto, más que el que no tiene otra “alternativa”).

- Niña, ¿por qué arrastras a todas partes la botella de Solán de Cabras? –me suele preguntar sospechosa
- Es para adelgazar, abuela.
- Ahhh, ¿que adelgazas cargando peso? Pues no sé yo, no sé yo… mira cómo están las mulas de la Rosita, que ya ni le caben en la cuadra…
- Que no, abuela, que me lo bebo y así elimino todo lo malo.
- Y lo bueno, hija, y lo bueno… si te he visto ya tres botellas pasando por el gaznate… tienes que tener la tripa como el estanque-la-Antonia
- Es la moda, abuela, no eres nadie si no vas con la litrona de agua bajo el brazo.
- Seréis tontas las modernas de hoy en día… os dicen que cualquier cosa adelgaza y os lo creéis como borregas… te mandaba yo a podar hierba y a recoger la paja y ya ibas a ver cómo te bajaba el culo…
- Ya, abuela, pero eso no tiene nada de “glamuroso”.
- Pues anda que el pandero que te gastas es muy “glamuroso”…

¡Qué manía con que hay que bebérselo todo!
Menos mal que mi problema no es la retención de líquidos, porque de lo contrario, iba a ser más fácil saltarme que rodearme. Ahora bien, estoy por llevarme el retrete portátil colgado del hombro (tendrá que ser del derecho, porque el izquierdo está ocupado por el bolso y el bidón de H2O). Es que hay veces que tengo serias dudas sobre si llegaré o no llegaré a tiempo…

Pobres riñones míos… más que hidratados, creo que los tengo inundados.

Si por lo menos notara que tanto líquido en el estómago me quita el hambre… pero qué va, ¡si yo creo que me lo potencia y todo! Es tan escurridiza (el agua) que debe culebrear entre las células y demás tejidos, hasta acabar depositándose en el dedo gordo del pie. Y venga, a rellenar el hueco que ha dejado con hidratos y grasas… pa que luego digan que el 50% del cuerpo es agua… seguro… ¡El mío no!

Me da que todo esto es un mito… o un timo auspiciado por las embotelladoras, ya que estamos… ¿Para qué existe la sed, si no? Con lo lista que es la naturaleza, por Dios, que nos ha puesto la “alarma” de serie… ¿Que te estás quedando seco por momentos? Nada, nada, para eso está tu cabeza, que te grita: “sedddd, tienes sedddd, haz algooo” y vas tú, tan pancha, y te cascas una cerveza bien fresquita, que te calma como por dentro y todos tan contentos.

Pues ya la hemos liado.
Ahora van y me dicen que si tienes esa sensación, es que algo estás haciendo mal.
Vamos, que no hay que darle opción al cuerpo a quejarse de la sequía.
Entonces, ¿para qué existe la sed? ¿Otra creación inútil, tipo el apéndice y las amígdalas?
¿Pero nadie ve que me estoy diluyendo de dentro hacia afuera? ¿Que tengo el hígado que parece un canto rodao?

¡Que se me va a empezar a ver como borrosa por culpa de tanta agua, leches!

martes, 20 de julio de 2010

¿De qué sabor lo quiere?

- Muy buenas, ¿de qué tiene los helados?
- De lo que lee.
- Ehhh… ya, ya veo, pero…. ¿de qué es ese sabor?
- ¿Cuál de ellos?
- Ese de ahí. El que pone “tuchi-fuchi
- Pues de tuchi-fuchi
- Ya, ya, pero… ¿a qué sabe?
- ¡¡¡A tuchi-fuchi, a qué va a saber, es el sabor tuchi-fuchi de toda la vida!!!
- Ehhh… vaya, es que no me suena de nada y mire que compro helados todos los veranos, ¿sabe?
- ¿Me va a decir de una vez de qué lo quiere, que no tengo todo el día?
- Ah, sí, perdone es que…. ese otro tampoco me queda claro… ¿puede ser que lea “estalchatela”??
- Claro, sabor estalchatela. ¿Ese quiere?
- Hmmmm no, no, ni de broma, que a saber qué lleva…
- ¿Me está tomando el pelo, señorita?
- Nonono, es que me cuesta escoger… ¿está bueno ese de “estrómborri chisquike”?
- Es el más solicitado. ¿Lo quiere?
- Pues tampoco, no me inspira confianza. ¿Cuál me recomienda?
- Ehhh…¡éste, mismamente!
- ¿El de “bruoni con cukis”?
- Sí. ¿Se lo pongo?
- No me toree, que ya veo que me va a colocar el que no quiere nadie…
- ¡Pero si es casero, de lo mejorcito que hay!
- No me convence… ¿y el de “yugú con topins”?
- Muy fresquito y nutritivo. Puede elegir entre tres tipos de “topins”.
- A saber…
- Pues los que ve: “emanés, fistrachos y cherris al quich”.
- Ya, ya… ¿sabe lo que le digo?
- Dígame.
- Que me ponga un granizado, que así acierto seguro…
- ¡Al fin! ¿De qué lo quiere?
- ¿Cuáles tiene?
- De nojito, jrosellas y moras, gufre con sirupe y de limón.
- ¡Acabáramos! ¡Póngame uno de limón, que así voy a caballo ganador!
- ¡Marchando!

Qué divertido. Lo cierto es que no me apetecía ninguno, pero ver al del gorrito blanco intentando explicar esos carteles imposibles no tenía precio. Era algo irresistible para mí…

Señores heladeros: ¡el auto corrector, por Dios, pasen el auto corrector!

lunes, 19 de julio de 2010

Dormir en bolas... he ahí la cuestión...

Acabo de descubrir, no sin estupefacción, que mi amiga Elvira duerme en bolas.

No es que yo lo haya comprobado (Dios me libre de llevarme esa imagen mental a la tumba), sino que se lo he oído comentar en el Antro’s, a eso de las 3 de la madrugada, a un pasmado que no hacía más que mirarle de reojo los flancos y la retaguardia.

Cuando el hombre, emocionado y ya entrando en “modo taladro”, se ha ido a la barra a por más copas para acabar de narcotizarla y ver si aquello era cierto, me he acercado a ella y se lo he preguntado a bocajarro.

- Pero Elvi, ¿de verdad que duermes sin camisón?
- Hoy sí, creo… bueno, espero, más bien…
- ¡Qué susto! Con lo friolera que tú eres, ya me parecía raro…
- Es que a los tíos les pone que no veas…
- Vale, vale, te dejo, que te trae un barril de cubata. Tú a lo tuyo. Improvisa, miente o lo que haga falta, ¿eh?
- En esas estamos, hija, en esas estamos…

Vale. Lo que aprendo con Elvira una noche cualquiera no lo enseña ningún Master.

Ahora me entero que a los tíos les motiva que les digas que duermes en pelotas, con lo antihigiénico que es… ya puedes ser un orco de Mordor, que si les dices “yo es que con pijama no sé dormir, tiene que ser desnudita”, ellos salen en chombo a la farmacia más cercana a comprarse los durex en formato familiar. No reparan en nada más. Para ellos es como oír el grito de guerra, en plan:

- ¿Qué somos?
- ¡¡¡Espartanoooosssss!!! ¡Au Au Au!
- ¿Cuál es nuestro oficioooooo???
- ¡¡¡Follaaaaaaaaaaarrrrr!!!

O algo así.

Vamos a ver, almas de cántaro, venid un poco que os voy a aclarar las ideas: las tías, digamos lo que digamos (aunque os lo juremos por nuestro bolso de marca), NO DORMIMOS EN BOLAS.

Una cosa es acabar como Dios te trajo al mundo por las circunstancias y la suerte del momento y otra bien distinta es hacerlo, por ejemplo, un lunes cualquiera porque “me molestaban muchísimo los pespuntes de las bragas y no encontraba postura que me aliviara”. No.

Todas sabemos de sobra que los efluvios, gases, salivas y demás líquidos corporales están mejor contenidos. Nada de desparramarlos por las sábanas que te regaló tu madre ni de arrebujarte las ingles porque como te entre el frío por ellas, ya tienes el gripazo garantizado. Esto es de primero de parvulitos, chavales. En invierno, es imposible recuperar la temperatura corporal con la funda de la almohada por toda bufanda. Me imagino a mí misma metiendo los pies azulados en el embozo para que reaccionen y me pongo mala.

Y ya, en verano, ni te cuento, moreno.
Toda sudada, con la colcha pegoteada a los sobacos y las ventanas abiertas para hacer corriente… te entra un mosquito y te desgracia. ¿Estáis locos? ¿En qué mente cabe semejante desatino? ¿Es que os lo tenéis que creer todo?

Y vosotras, dejad de liarles, que están desubicados por vuestra culpa.
Sed claras y no creéis falsas expectativas, o vengo yo a largar por esta boca lo del pijamita de franela que te trajeron los Reyes y las pantuflas de forro polar con las que te acuestas en plena ola de frío.

No me provoquéis, que bastante tengo ya con lo mío…

domingo, 18 de julio de 2010

Como loca por la vida

No llego a nada.
Voy por la vida sin frenos y a lo loco. Y así me va.

Tengo tres bodas programadas en los próximos dos meses y ni siquiera sé qué voy a ponerme. Ni si entraré en la ropa que ya tengo, que esa es otra…

Miro alrededor y me encuentro con amigas y familiares que no sólo tienen pensado el modelo que lucirán en esos mismos eventos… ¡es que se han comprado hasta los complementos a tono! Y yo ni he pensado a quién encasquetaré los niños siquiera… ¡soy un desastre!

Organizamos un viaje para el fin de semana y hago todo lo necesario en las dos últimas horas. ¿Por qué no seré como esas previsoras que compran las cosas dos semanas antes y pueden destinar los últimos minutos a acicalarse y esperar a que las recojan?

Creo que va en mi naturaleza.
Siempre dejo todo para el final y luego me entra el agobio. No falla. Llego a todas partes sudada por las carreras que me meto a última hora. Y cabreada como una mona, claro. Si por lo menos me luciera el pelo... ¡Pero qué va! ¿Cómo me va a lucir si acabo tan agotada que no me da tiempo ni a lavármelo?

Es desesperante encontrarte en un jaleo con la típica estupenda que te muestra la manicura francesa, el cuerpo bronceado de forma uniforme (“chica, con un par de sesiones UVA y unas toallitas Comodynes, quedas de fábula”), el pelo recién moldeado y en su punto exacto de color, el maquillaje sin atisbos de “corronchos” ni efectos-máscara y una depilación tan rotunda que le deja las extremidades como si llevara el PhotoShop instalado en su anatomía.

No es justo. Yo, así, no juego.
De modo que he decidido irme a un spa con mi hermana, a ver si conseguimos salir de este bucle de agobio y descontrol en el que estamos sumidas.

Pero fue poner un pie en aquel sitio y empezar a pensar en la de cosas que había dejado en casa a medio-hacer y a temblar del sofocón. Se ponían las masajistas a trastearme los pies y yo les daba patadas para que terminaran antes de tiempo y así meterme rapidito en el jacuzzi mientras mandaba un SMS a mi “santo” recordándole que tenía que hacer el pedido o se quedaban sin comida para el finde.

Me arrastraban a un circuito de chorros de agua y yo los sorteaba, como si estuviera en “el Gran Prix del verano”, para llegar antes a meta y poder hacer una llamadita a mi madre y recordarle que esta vez le tocaba a ella recoger a los niños del colegio y llevárselos a mi “santo”, o de lo contrario iban a pasar los pobres las 48 horas que van del viernes al domingo sentaditos en el patio a verlas venir…

Con deciros que me ventilé en 3 horas las actividades a las que otras dedican dos días…

Creo que tengo el record del balneario, porque me han pedido que pare tres segundos para hacerme una foto que van a poner en la orla que tienen en la entrada...

Mi hermana, que no me ha dejado sola ni un minuto en este decathlon asfixiante (ni os imagináis cómo me seguía con la lengua fuera) y que es más lista que los ratones coloraos, me ha dicho que la foto la van a poner en ese apartado que tienen destinado a “cosas prohibidas en este centro”, junto a los móviles tachados y las Whopper rodeadas de asteriscos de colores.

Y os preguntaréis ¿qué has sacado en limpio de todo esto?
Bien, pues me ha dicho mi hermana que no me vuelve a acompañar a un sarao de estos. Que ha acabado más estresada que cuando entró y que si lo sabe, se viene con mi madre, que ella sí que entiende lo que es “tirarse a la Bartola” y gozar del sosiego del momento. Que vaya dineral tirado a la basura.

En una palabra: he perdido el tiempo, el dinero, (casi) a mi hermana y he vuelto a casa antes de tiempo y más cansada que si me hubiera presentado al Giro de Italia con un triciclo.

Vamos, que esto lo repito yo por mis muelas…

sábado, 17 de julio de 2010

The Dragones

Tengo unos amiguetes que han montado un “conjunto” musical (sé que esta palabra está en desuso desde los setenta, pero yo animo a resucitarla).

Como está la cosa fatal y todos se han quedado en el paro, han decidido dar salida a sus aptitudes musicales de la forma más barata posible y, tras juntar unos céntimos del primero, un mp3 del segundo, los altavoces que se llevó de la empresa el tercero y el micro que han robado en la parroquia del barrio del cuarto en discordia, han considerado que ya estaban preparados para triunfar por todo lo alto y grabar una “maqueta” prometedora.

Como no tienen ni dinero ni paciencia para conseguir temas propios (la SGAE les ha dicho que no está para estas tonterías), han decidido hacer versiones. De los Beatles, para ser más exactos. Ya ves tú qué modernos…

Quedan todos los sábados a ensayar. Dejan a las novias en casa y se juntan en el trastero que les ha prestado la suegra de uno de ellos. Apartan las bicis y la barbacoa, enchufan a la red un organillo-Casio con melodías pregrabadas y se ponen a dar berridos de una forma peculiar. Digo “peculiar” porque, como lo del inglés no lo dominan, más que practicar, perpetran tonadillas que suenan a Chiquito de la Calzada cantando en japonés. Yo fui una vez a verles y me pasé aplaudiendo toda la mañana. Por no oírles, claro. Es que si aplaudes lo suficientemente fuerte, puedes llegar a evadirte del ruido que te rodea. Comprobado por mis propias orejas.

El problema viene cuando les llaman de una emisora de radio local y les dicen que se han enterado de que son un grupo nuevo, del barrio, con mucha ilusión y expectativas halagüeñas y que a ver si quieren tocar algo en las fiestas de verano. Ellos, encantados con esta fama tan imprevista, aceptan el encargo y comienzan a preparar el repertorio con toda la ilusión.

Lo primero que hay que hacer es ponerse un nombre. Ha de ser comercial, sonoro y contundente. Tras mucho discurrir, votan 3 a favor y 1 en contra de la que ha resultado su marca definitiva: The Dragones. Un primo por parte de padre del teclista les ha dibujado un dragón encaramado a un bafle que va a ser la mascota del grupo y no se hable más. No permiten opiniones ni críticas (y eso que el dragón más bien parece un pekinés, yo no digo nada...). Es lo que hay y el que no esté de acuerdo, que se monte su propia banda. Y tira millas.

El día del estreno-mundial de esta pandilla calamitosa, toda la cuadrilla se desplazó a las oficinas de la emisora, para vitorearles como merecían y agradecerles el esfuerzo.
Lo primero que vieron al llegar fue la mesa de bocadillos. Ellos, que llegaban como con hambre, se abalanzaron sobre los platos y dieron con la merienda que habían montado para todos los invitados. Siguieron con el vino, las cervezas y demás licores. Hasta el punto de que acabaron metiéndoles en una sala incomunicada para que se les pasara la cogorza. Llegado el momento cumbre, tras el pregón, les dijeron que tocaba empezar el concierto.

No he pasado más vergüenza en mi vida. Y mira que me han pasado cosas, ¿eh?
Se arrancaron con el “Love me do”, que sonaba más bien “lof mi dou” (ya os digo que, de inglés, poco) y sólo atinaban con el estribillo:

- Looof lof mi douu yu … la la laaaaaaaaaaa laaaaaaaaaa
- Uh uhhhhh (el de la segunda voz, manda huevos, no se sabía ni siquiera el estribillo)
- Sou pliiiiiiiiiissssssss loffff miiii douuuu

Bien. Se han comido todas las estrofas y han salvado tres estribillos. La canción ha durado poco más que un estornudo. La gente les mira con los ojos abiertos como platos y no saben si aplaudir, porque se les nota que buscan con la mirada la cámara oculta. Toda la cuadrilla perpleja (os juro que en el trastero no sonaba tan cutre) y abochornada. Paqui ha agarrado a Segis por el cogote, porque se estaba escapando disimuladamente por la otra puerta para pasar el apuro en la intimidad. “Tú te quedas aquí, con todos, a pasar la vergüenza comunitaria, que para eso somos pandilla”, le ha dicho. Qué momento, madre del amor hermoso. Me faltó el canto de un duro para echarme a llorar. Pero ellos seguían impertérritos, agarrados al micro, a por la segunda: “Can’t buy me love”. Claro que esto es la pura teoría. La realidad hacía que sonara más bien “cambao milof”.

- Cambao miloooof, looof
- Cambao milooooffff
- Nana nana na na na nana naaaa na nana naaaaaa

Nos fuimos. Los dejamos solos y nos largamos con viento fresco, porque nos temíamos que la organización empezara a tomar cartas en el asunto y nos reclamara el importe de los bocatas.

Creo que han decidido dejar el mundo musical y dedicarse al cine. Ha dicho el del teclado que tiene un cuñado que alquila una cámara de vídeo por un módico precio, así que andan pidiendo ideas para cerrar un guión decente y que alguna se preste a protagonizar la película “a cambio de unas telepizzas y unas coca-colas”.

A mí que ni me miren, que una está ya muy mayor para descubrir su vocación.
Esto es ser emprendedor y lo demás es cuento...



viernes, 16 de julio de 2010

¿Qué voy a ser de mayor?

Mi niña, a sus tiernos siete años, anda pensando qué va a ser de mayor.

Supongo que todos habréis pasado por esa época.
Yo no.

A mí nunca me dio por pedirme ser astronauta, granjera o peluquera. Yo iba a mi aire y no me metía en semejantes berenjenales. Me imagino que, de haberlo pensado, habría elegido las profesiones más peregrinas, como modelo (jate tú, si llego a saber entonces que no iba a pasar del metro sesenta…), misionera o trapecista (pues tengo yo un equilibrio, que es para troncharse de la risa), pero nunca me dio por ahí.

Mi hija, en cambio, tiene casi finiquitado el plan de negocio de toda su vida profesional.
Sueña con ser bailarina de ballet o, en su defecto, gimnasta.

Calcadita a su madre, vaya.

Yo la miro, tan segura a su edad, y me cago de miedo. Porque como la cosa se tuerza y se haga un esguince (de esos que se hacen todos los que “iban para deportistas de élite y se quedaron en contertulios por un accidente de rodilla”) se me va a frustrar entera y a ver cómo le levanto el ánimo. Que ella es muy terca, os lo digo yo.

Me paso la vida dándole alternativas:

- Mira qué bien se te da el inglés, criatura. Lo mismo puedes ser traductora de mayor…
- Que no, mami, que ya sabes que yo lo que tengo que hacer es practicar el clavo y el pino-puente, para poder actuar en el polideportivo delante de todo el mundo.
- Ya, hija, pero eso es para ahora, que eres pequeña. Cuando seas mayor…
- Y dale, que ya soy mayor, mamá. ¡Y yo quiero hacer esto siempre!
- Bueno, hija, pero es que “siempre” es mucho tiempo.
- Pues eso: quiero hacerlo TODO el tiempo.

¡Qué cruz!
Su hermano, en cambio, es otra cosa.

No se complica la vida en absoluto. Salvo que escuche a su hermana con estas cosas y empiece a darle a la mollera.

- ¿Yo, qué sé hacer bien, mami?
- Pues dibujar, hijo. ¡Si dibujas de miedo!
- Ya, pero eso es para pequeños… los mayores no dibujan.
- ¿Cómo que no? ¿Y los pintores, qué hacen entonces?
- Pintar casas… y eso es muy aburrido.
- Tranquilo, hijo, que ya encontrarás algo que te guste.
- No sé… es que yo sólo sé comer, jugar y ver la tele. ¿De mayor se puede ver la tele trabajando?

Dios de mi vida, qué inocencia… ¡pues claro que se puede!
Conozco ya varios casos, que hacen como que curran y se están tragando el magazín de Anachocha.

Pero eso no se lo digo al chaval, no vaya a ser que se emocione y mande los libros a la porra. Sería la leche, tener viviendo en casa hasta los cincuenta años a una gimnasta en paro y un televidente sedentario. ¿Te lo imaginas?

Estos hijos míos… ¡me van a buscar la ruina!


jueves, 15 de julio de 2010

¡Di "NO" a los perroflautas!


Yo tenía una compañerita en el colegio que era la envidia de todas las madres.

A esta criatura la parieron con su glamour en vena y su estilo innato, de modo que era capaz de combinar el estuche y la goma del pelo con las medias del uniforme. Siempre iba monísima y, mientras las demás nos ensuciábamos en los recreos, ella se mantenía impoluta hasta que su madre la recogía a la salida.

Pero, a veces, la vida te sorprende. Como hoy mismo, que me la he encontrado en la calle, luciendo un pantaca cagao, unas sandalias con calcetos, sus rastas enredadas y el palestino raído al cuello. Estaba en un parque, con el Don Simón abierto en canal, haciendo malabares con unos kiwis y dándole lechuga a un perro pulgoso que le meaba la guitarra. Toma ya: como la pillen las monjas vestida de perroflauta (con perdón de los perros) la corren a boinazos.

Sé que éste es un asunto delicado.
No me gustaría ofender a nadie, así que… ¡perroflautas del mundo, fuera de aquí, que voy a seguir hurgando en la herida a placer!

Bien. Dicho lo cual (y como os iba comentando) me pregunto si esta gente se verá guapa en el espejo. No sé, me gustaría saber si cada mañana se ponen a escoger y dudan “si acicalarme con la camiseta agujereada o con la de lamparones”; o si, llegado el verano, por aquello de aliviar a los pinreles del sufrimiento de las eternas botas de monte, concluyen que “hoy mejor las sandalias de goma de neumático, que parece que viene el siroco”; o si cuidan su alimentación macrobiótica escogiendo los mejores plátanos pochos de la chino-frutería de la esquina regados por los mejores caldos de las bodegas SanDevid.

Lo gracioso de todo esto es que los libros los consideran “una tribu urbana (también conocidos como piesnegros, lo cual me parece prometedor) caracterizada por peinados basados en las rastas de aspecto elaborado y muy rococó”.

Buenoooo… “rococó”, dice… y yo, como una ridícula, pensando que el movimiento rococó se definía por el gusto (empezamos mal) por los colores luminosos y suaves y se inspiraba en la naturaleza, la mitología y el arte oriental… Siempre lo he asociado a cosas refinadas, sensuales, exóticas y agradables a la vista. Vamos, calcadito al look perroflauta.

Ya que me pongo (y me expongo), señalaré una serie de elementos que no pueden faltarle a todo buen perroflauta:

- Un par de pantalones de cuadros escoceses. Pitillos, por favor, nada de comprarlos anchotes, porque te arriesgas a parecer el payaso-Micolor y ese es de otra tribu…
- La camiseta más destrozada que puedas ponerte sin que se te deshaga en el intento. Si consigues llenarla de barro y escupitajos, mejor: serás el rey del parque.
- Unas botas tipo Dr. Martens o las de monte que te compraste para las convivencias del colegio, pero rotas y con costras y costras de mugre. Si cambias los cordones por tiras de colores, serás la envidia de la tribu okupa (no confundirlas).
- Un par de brazaletes con pinchos colocados estratégicamente por tu cuello y/o extremidades. Y sí, tranquilos, vale el collar del perro. Que ya sé que es más barato y total sólo aprieta un poquico
- El diábolo de tu padre y el yo-yo de tu madre, que harán las delicias de los más pequeños por las calles de tu ciudad.
- La flauta. Ese instrumento que da sentido a toda esta sinrazón. Una maderilla con tres agujeros con la que lo mismo interpretas la “Patética” de Beethoven que te arrancas con la última de Melendi.
- La vinocola y la cerveza-Cifuentes del LIDL. En cantidades industriales, que no veas la sed que da tragar fuego en pleno verano.
- Una bolsa para transportar todo esto. De tela, a poder ser de rayas de colores y con algún adorno, tipo canuto, hoja de maría o similar cosido en plan parche.
- Y, por supuesto, tu compañero infatigable: el perro garrapatero. Ese saco de huesos mil-leches que no tiene fuerzas ni para ladrar y que ya no te pide comida porque sabe que te la has fumao.

¿Entendéis ahora por qué rompo a llorar de alegría cada vez que mi hija me pide las Lelli-Kelly por su cumpleaños???


miércoles, 14 de julio de 2010

Campaña de marketing materno-agresiva


Tengo a mi madre en plena campaña-veraniega de marketing vandálico.

Sitio al que va, cuñita que te mete: “tengo una hija muy graciosa que escribe en un bloddd”.

Me suele llamar desde cualquier punto-caliente de la geografía española y nuestra conversación gira siempre en torno a lo mismo:

- Nenaaaaa, mira, que te voy a pasar a una señora, ¿eh? Le dices por favor como llegar a tu blosss, espera un segundito, valeee???
- Mamá, pero... ¿de quién estamos hablando???
- ¡¡¡Vengaaa, te la pasooooo!!!
- Mamá que me digas quién es esa señññ…
- Chaítoooo, viste?? Mirá, vos, soy una amiguita de tu mamá, de acá, de la playa, que me disse tu mamá que vos escribís en un blokkk… yyssyya tengo acá la libretita, donde apuntar cómo llssllegar, me indicás?
- Ehhh… sí, sí, apunte, apunte, amiga-de-mi-madre…

¿Es pa cagarse o no es pa cagarse?
Joder, que era la camarera argentina del chiringuito...

Otras sufridoras: las chicas de la peluquería, que se tiraron una semana (las pobres…) para encontrar mi página, porque mi madre les había dado el nombre del blog a su aire (en plan “si yo te lo contara, ya lo creo que te lo creerías.com”) con una dirección inventada. Así, sin más maquillaje: in-ven-ta-da. Porque a ver si es muy normal que alguien te dé una web “súper segura te lo digo, si lo sabré yo, que me lo leo todos los días” y la empiece con un “arroba puntoes seguidodedosbarraspallá”. De locos.

- Hija, que dice el abuelo que te quiere leer. Mándale por carta (con un par) la dirección del blofff, que ya sabes que por el móvil no te oye nada.
- Mamá, si el abuelo no tiene ordenador, ¿cómo crees que va a entrar al BLOGGG? (recalcando bien la “g”, a ver si lo pilla). ¿Orientando la tostadora hacia el pararrayos de la Iglesia?
- No seas así, que está el hombre con una ilusión…
- Mamá, que suelto tacos y todo, que me va a desheredar
(por quincuagésima vez, lo menos) en cuanto escuche alguna blasfemia. No me hagas esto…
- ¡Pues le digo que no has querido dárselo, ya verás qué disgusto se lleva!
- A ver, no llores; dime su dirección, que ya se lo mando…

Es que ya no sé qué hacer.
Toda mi familia-por-parte-de-madre está al quite de lo que escribo.
Se pasan la dirección del blog unos a otros como si estuvieran trapicheando con la mejor farlopa. Y yo, cada vez, con menos temas que tratar. Porque puedo herir susceptibilidades y no me parece de recibo. En buena hora le dije nada a mi madre… la tengo cada día, en el café de las 11, con la misma cantinela:

- ¿De qué has escrito hoy en el blowww, hija?
- De la prima Maruja.
- ¿De la prima Maruja? ¿Maruja, la de Cornalejos?
- Hmmm…. sí, la misma, no tengo más que una prima Maruja, ¿no?
- No me digas, no me digassss… ¡No habrás hablado de lo del cura del pueblo!, ¿verdad?
- Hombre, pues claro, es que tiene miga la cosa, no me digas que no es de risa que le tire los trastos a la prima y que…
- ¡¡¡Noooooooooooooooooooooooooooooooo!!!
- Pero mamá, qué te pasa. Tranquilízate, … No, no se preocupen, es que a veces ve cosas, ya la atiendo yo, que se habrá olvidado de tomar la pastillita- les digo a los de la mesa de al lado, que se han levantado como un resorte por el grito de mi madre.
- ¡¡¡Noooooooo, por favor, nooooooooooo!!!
- Mamá, que nos están empezando a mirar raro, cállate la boca y vámonos de aquí…
- ¡¡¡Que se lo di, ay hija, que se lo di el otro díaaaaaa!!!!
- ¿Que le diste qué a quién, mamá, que no te entiendo nada???
- ¡Tu blozzzz!!! ¡Que se lo di al cura el otro día al salir de Misa para que se echara unas risas!!!

- Pues mira, así aprendes algo. Te va a costar la broma diecisiete Avemarías. Y levanta el culamen, que nos vamos.

Y a mí que me parece escuchar las risotadas de Don Leandro desde aquí…
Lo cierto es que me juego las vacaciones a que le ha dado mal la dirección, así que tampoco me preocupa.
Pero “por si las moscas”… Don Leandro, si está usted leyendo, le digo lo siguiente: ¡Bienvenido a mi bloppp! ¡Pero deje en paz a Maruja, que cada vez que le intenta tocar el culo, se me planta en casa de visita, acogotada por la angustia!

He dicho.
A ver si zanjo este tema en plan radical, porque está acabando con mis nervios…


martes, 13 de julio de 2010

Para hacerse el harakiri...

Que te lleves a los niños al restaurante chino de tu barrio y, por la vorágine de hambre desmedida que te acompaña en estos días de “operación bikini”, sumada a la connivencia de tu “santo”, que en estas cosas siempre hace equipo contigo, le sueltes a la china perpleja: “ponme lo que sobra para el perro, por favor” a la vez que los niños, locos de alegría, se ponen a gritar a mil decibelios: ¡¡¡Bieeeennnnn, mamá por fin nos va a comprar un perritoooo!!!

Que vayas toda tiesa por la terminal 4 de Barajas, con tu carrito de Louis Vuitton a juego con tus cuñas de esparto y, en un momento tonto de despiste, cuando sabes que todos te miran con envidia, no te des cuenta que la cinta transportadora ha llegado a su fin y tus cuñas salten libres al viento, pasando por delante de tu cara y dejándote las bragas al aire porque las piernas se han puesto en modo “cucaracha” subiendo el Tourmalet pero a la inversa.

Que acudas a un bodorrio de postín con toda tu parafernalia, incluyendo bisutería a juego con abanico y, llegado el momento-cumbre en el que hay que jugársela y utilizar tu mejor arsenal para posar junto a los amigos y que se note dónde está el nivel-Maribel, te dejes la punta de los zapatos en el trípode del fotógrafo y aterrices con el morro a los pies de la cuadrilla, que rompe en vítores y aplausos e insiste en que esa “es la mejor foto y no se repite porque es insuperable”. Ya te digo, porque queda fetén salir con el tanga al aire (a juego con la pamela, casi nada), con la nariz sangrando a chorros por ambos orificios y el labio partido por tres sitios.

Que vayas al baño del bar y, al salir, todo el mundo se gire y te señale sin que tu mente abotargada comprenda nada. Pero ahí tienes a tu Paqui, que te mira como diciendo “serás tontainas” y te grita por encima del volumen del bafle: ¡¡¡MÍRATE EL ZAPATOOOOOO!!! Para caer en la cuenta de que llevas 25 metros de papel higiénico pegado a la suela, como si fueras la novia llegando al altar, pero con la diferencia de que tu “cola” lleva lamparones de algo parecido a nocilla (ejem) y no hay forma de despegarla con el otro pie.

Que tus hijos decidan ir al Burger King por el regalito que trae su menú infantil y tú le digas a la de la caja “y para mí un McPollo”. No, verá, señora, es que aquí no tenemos de eso. “Ah, pues una Big Mac”. Tampoco. “Póngame entonces un McRoyal”. Que no, señora. “¿Qué coño les queda entonces?”. Es que esto no es un McDonalds, sino un Burger King… perfecto, ya he vuelto a hacer el oligofrénico y sin cobrar por ello. Soy la diversión de todos los saraos.

Que te pongas las extensiones último modelo que anuncian todas las actrices de Hollywood, (pagando un carajal porque son de pelo natural y no el pelo de muñeca que se gastan en las pelus de barrio) y que, llegada la conga, la vecina de tu prima se las lleve entre los dedos y no te las devuelva porque se ha percatado que le van perfectas con sus mechas a tres tonos y que “el que se la encuentra, se la queda”. Liarte a continuación a leches con la susodicha, canturreándole en la oreja lo de “te voy a dar unas hostias que no te las va a quitar ni Santa Rita”, mientras el cura intenta mediar en el jaleo, llevándose las idems puestas de regalo.

O que te pongas a hacer el “soy el Rey del mundo”, al más puro estilo Titanic, y la salada de tu prima te retrate y lo publique (y etiquete) en el Facebook porque le parece que la broma “está muy bien traída”. A la mierda tu cacareada operación bikini…

lunes, 12 de julio de 2010

La cámara que todo lo ve (o de cómo Eufrasia se convenció por la vía rápida)

Tengo una amiga (llamémosla “Eufrasia”) en estado de shock post-traumático por culpa de su (ya, por fin) exnovio, quien le ha puesto unos cuernos que ríete tú de los de Bambi-ya-adulto-en-el- papel-del-Rey-del-Bosque.

La pobre Eufrasia no hacía más que llorar y llorar, porque no entendía la razón del abandono. Hasta que Paqui, práctica como es, le enseñó un par de fotos sacadas en flagrante delito, donde la “razón” quedaba expuesta a todo color a la sombra de un castaño que han plantado frente a la casa del susodicho.

El mamarracho, a plena luz del día, sobeteaba a placer a una rubia con minifalda, que lo daba todo sin reparar en la colgada que, armada con su Nikon último modelo, les fotografiaba cual paparazzo a la caza del bikini de doña Letizia. Paqui permanecía apostada tras el macetero del portal del infiel, retratando sin pudor una lengua de medio metro que buscaba con denuedo algo que tragar, deshidratada como estaba (supongo yo) por el calor de la tarde. De película.

Lo peor del caso es que Eufrasia todavía dudaba de lo que sus ojos le mostraban. Nos llegó a preguntar si estábamos seguras de que ése era su novio, porque no le recordaba ella semejante apéndice extralargo y juguetón. Si te digo yo que el amor es ciego…

La foto, para mayor padecimiento de mi pobre amiga, estaba fechada: miércoles, 2 de junio de 2010. Se da la circunstancia de que a ella la habían abandonado el lunes, 2 de julio del mismo año, esto es: un mes después de las labores de introspección bucal del energúmeno y la rubichi. Con el agravante de que el listo le había asegurado que “no hay terceras personas de ninguna de las formas, no te hagas pajas mentales, Eufrasia”.

Claro que no las había. El tercero en esta ecuación brillaba por su ausencia desde hacía semanas. A esas alturas del cuento, sólo estaban el iluminado y la minifaldera. Eufrasia había sido borrada del mapa hacía tiempo, así que el desgraciado no mentía. Aunque, claro, Eufrasia no lo veía igual que nosotras.

Así que aquí nos tenéis, a Paqui y a la menda, acompañando a Eufrasia a comer a un restaurante que hay al lado del portal del descastado, para hacernos las encontradizas e intentar pillarle con la fresca y que pase un mal rato. Si os digo que Eufrasia es tonta, me quedo corta. Pero que nosotras hayamos claudicado con semejante planazo, tampoco es que nos deje en muy buen lugar en lo que a inteligencia supina se refiere…

En fin, que llegado el segundo plato, apareció el tío acompañado. Pero (agárrate la faja, que vienen curvas…) ¡por una pelirroja!. Eufrasia se hizo la sueca y las que tuvimos que pasar el papelón de nuestras vidas fuimos Paqui y yo misma, que estábamos sentadas de cara a la pareja (no sabe nada mi Eufrasia en lo que a colocación se refiere) y tuvimos que sortear las miradas asesinas del libertino como pudimos. Creo que todavía me dura el estrabismo de tanto mover los ojos hacia la pared, como si fuera una biroja de pro. Paqui venga a darme patadas y el tío dudando si soltarle la mano a la peliteñida o si montárselo sobre el mantel para dejárselo claro a la concurrencia.

Pasado el postre, nos levantamos y tiramos pa la puerta a todo lo que nos daban las piernas, menos Eufrasia que, mira tú por dónde, se quedó rezagada y estancada a la altura de la mesa en cuestión.

Con todo su cuajo, giró la vista hacia el dúo dinámico (no os imagináis cómo se movían para darse cucharadas de fabada el uno al otro) y le soltó a la del pelo coloreado: “ve comprándote una Nikon, que te va a faltar carrete para completar la colección de cromos del chaval. Buenas tardes y que aproveche.”

¡Esa es mi niña! Nos ha hecho pasar una vergüenza que ni cuando nos pillaron con el disco de “Mola mazo” en el bolso, pero al menos ha servido para algo (lo del restaurante, no lo del disco, aclaro, que se lo acabé regalando a mi sobrina para que lo llevara al cole y le hiciera pasar bochorno a mi hermana): le ha servido para convencerse y pasar página.

Así que ya sabéis: no hay mejor inversión que una cámara con buen zoom y una amiga fiel que sepa manejarla. Comprobado.

domingo, 11 de julio de 2010

Esperma a granel


No seáis guarros, que hoy vengo a hablar de un dato científico que me ha dejado patidifusa.

Resulta que una ballena macho expulsa en cada eyaculación unos 1.600 litros de semen, de los cuales, “sólo” un 10% entra en la ballena hembra. Yo me río sola, porque no me digas que no se podrían haber ahorrado lo de “sólo”, ya que estamos hablando de la friolera de 160 litros de esperma entrando “a chorro” en el pobre animal.

Una lástima esto de nacer ballena… debe ser por eso que no existe el sexo oral en el mundo marino. Imagínate si la pobre tuviera que esperarse a que el balleno “la avise”… la de hembras (ballenas, digo) ahogadas que encontraríamos diseminadas por nuestros litorales… un no-parar…

Tened en cuenta que la ballena recibe unos 10 coitos al año que, multiplicados por semejante caudal, suponen toneladas de semen al año. Vamos, lo que se conoce como “esperma a granel”. No me extrañaría nada que a muchas les duela la cabeza cada dos por tres. Es que menudo trajín. Eso no hay cuerpo que lo resista.

Pero… si “sólo” reciben 160 litros (qué pocos, eh? yo sigo a lo mío…) ¿qué pasa con el resto?

Ay, amigos, el resto (unos 1.440 litros del ala) queda abandonado en el mar. Flotando a la deriva por cualquier océano, en busca de alguna incauta que se despiste. Con razón no hay verano que no me entere de algún embarazo “tonto” acaecido en nuestras costas… ¿ves cómo es contraproducente ir a playas nudistas? Te puede salir un engendro con branquias digno de protagonizar la mejor secuela de “Avatar”…

Y yo me pregunto… ¿qué tamaño tendrán estos espermatozoides que quedan abandonados a su suerte, huérfanos de padre y madre a las primeras de cambio? ¿El de un balón de reglamento? ¿El de una sandía? Pues qué dolor, ¿no?

Y otra cuestión: las que se quedan embarazadas en la piscina (se han dado casos)… ¿qué excusa manejan? ¿Qué tipo de cloro deja vivo a cualquier espermatozoide avispado a la caza de un óvulo desparejado?

Ya veis. Pensando en estas cosillas, voy matando el tiempo…

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