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martes, 27 de septiembre de 2011

Humor amarillo

Siguiendo esa ley física que corrobora que Confucio inventó la confusión tanto como que Platón fue el artífice del plato hondo o Rousseau el primero en hornear un pastel ruso, ahora vengo yo a demostrar que los chinos son los amos en esto del “fusilado”:

Apple Stoer en la ciudad de Kunming”.

Léase “ápestol”, para darle el gracejo chino que la ocasión merece.

En una palabra: que lo de los chinos ya no tiene nombre.
¿Pues no se han “cascao” una tienda Apple-pirata, con todos sus accesorios y repuestos no-originales, en plena ciudad de Kunming, sin asomo de arrobo ni pudor? Bueno, en realidad 5 tiendas, para ser más exactos. Con su logo falso, su uniforme brillantoso, sus iphones de pegolete… ¡todo!

¡Por tener tienen incluso trabajadores convencidos de estar currando para la multinacional verdadera! Pero alma de cántaro, ¿a ti quién te paga la nómina? ¿Un tal “Estifyobs”, por casualidad? ¡Que viva la propiedad intelectual en China, di que sí!

Y mira que ya me parecía obra de un virtuoso que la L y la V de los bolsos de Vuitton no se “pringotearan” al imprimirlas sobre plástico. O que las supuestas gafas Gucci que me vendían en la playa no acumularan decenas de demandas por envejecimiento prematuro de córnea o quemaduras de tercer grado en el lagrimal. Pero lo de falsificar un Ipad, con sus microchips, su minicámara y sus delicados cableados a juego, ya me parece la repanocha. El no-va-más de la piratería moderna. Es casi más difícil que hacerlo bien, es decir, en la propia fábrica, con tus nano-herramientas y tus planos orientativos o lo que demonios utilicen los ingenieros de Apple… ¡Eso no tiene mérito alguno! Lo de los chinos, en cambio, es harina de otro costal...

Bueno, pues ahora me entero de que, aupados por el subidón que dan las ventas y la vorágine consumista que asiste a sus conciudadanos, se han venido arriba y han dado un pasito más: calcar las tiendas Ikea. Con un par.

No penséis que les ha dado por plagiar la mesa Söppåppo, el sillón Grumös o el tornillo Sprüngen. (Quién les pondrá estos nombres, por Tutatis. Fijo que no es un chino…). No. ¡La marca entera! De nuevo, con el mismo logo, sus mismos colores, idéntico sistema de venta o secciones de muebles… ¡si tienes hasta las albondiguillas pseudo-suecas en el restaurante! Eso sí: en versión oriental. Con su pan de gambas y sus tallarines para acompañar. Olvídate de las especialidades de Oslo.

La tienda de la discordia ocupa una nada despreciable superficie de 10.000 metros cuadrados en pleno centro de Kunming (otra vez, esta ciudad es una mina) y se llama “Shi Yi Jia Ju”, que bien pronunciado (en chino, claro) suena casi igual que “Ikea” en ese idioma (“Yi Jia Jia Ju”). Tronchante.

Mi amiga Carlota dice que esto es el futuro.
Que la falta de nuevas ideas nos lleva inexorablemente a situaciones de este calibre:

- Hola, chato, ¿me invitas a una copa?
- Ehhh bueno, vale, yo me llamo Carlos.
- Buenas Carlos, yo soy “Charlís”.
- ¿Charlís? ¿Eso qué es, mote o nombre artístico?
- Es mi nombre real, gilipollas. Charlís-Zerón.
- ¿”Charlís-Zerón”? ¿Como la actriz?
- No. Como la actriz no. Que la que me ha plagiado es ella, que es 4 años menor. ¿Sale ese cubata o no sale?
- Sale, sale, tranquila. Pero, una cosita… tú eres consciente de que es i-m-p-o-s-i-b-l-e que te llames como una famosa que vive en Hollywood, se codea con lo más granado del star system y cobra una millonada por película protagonizada, eso lo entiendes, ¿verdad?
- Ya. Y tú entiendes que es imposible ir de falso pijo por la vida sin pagar las consecuencias, ¿verdad que también lo pillas?
- Pues no. No entiendo ni papa.
- ¿Ah no? ¿Y de dónde dices que es esta camisa tan mona que llevas?
- Es de Dior.
- Claro, claro, de Dior. Pues la próxima vez dile al chino que pase el auto corrector, porque te han plantado en la espalda un “Pior” como la copa de un pino, salao. ¿Qué, salen también unas aceitunillas?
- Ssssí sí, ya salen, ya…

A Carlota se le iba a escapar un incauto de estos…
¡Ni en broma!


jueves, 22 de septiembre de 2011

Sin fondo

- Me duele al estirar el brazo- me dice mi hermana con la carita desencajada.
- ¿Fuiste ayer al gimnasio?
- Claro. Como todos los miércoles.
- Pues eso son agujetas.
- No. Es dolor muscular, simplemente.
- Agujetas.
- Que no. Que es dolor muscular. Por el esfuerzo.
- Yo a eso le llamo agujetas.
- No. Las agujetas son pinchazos y yo no tengo más que dolor.
- A ver, si te has esforzado haciendo deporte y al día siguiente te tira o duele esa zona, ¿me quieres tú decir que no tienes agujetas?- la respuesta me parece obvia, pero vete tú a saber por dónde me sale esta ahora…
- Exactamente. No las tengo. Es sólo dolor muscular, insisto. Las agujetas ocurren cuando has sobrepasado tus límites y el cuerpo te lo hace pagar con pinchazos brutales. Está claro que tú nunca las has tenido, porque sabrías la diferencia.

¡Qué cabrona!
Creo que me estaba llamando vaga a la cara, pero como lo dice como sonriente, pues el insulto pasa desapercibido, pero yo, que la conozco como si la hubiera parido (son muchos años juntas ya), sé que se está riendo por dentro.

- Bueno, es que yo no puedo esforzarme tanto. Ya sabes que tengo las pulsaciones disparadas…- ¡Toma castaña! A ver cómo me rebate eso la muy bruja. Con mis coronarias hemos topado…
- Eso es otra falacia.
- ¿Falacia? ¿Quieres decir que miento?- mis ojos no pueden abrirse más sin exponerse a acabar rebotando en el parquet.
- Más o menos. Tú tienes las pulsaciones normales, sólo que no tienes fondo porque no haces deporte. Es la pescadilla que se muerde la cola: cuanto menos deporte haces, peor forma física tienes y así sucesivamente. Pero tus pulsaciones son del todo normales. ¿Cuántas pulsaciones sueles tener en reposo?
- Ehhhh… unas ochenta- suelto al tuntún, colocando sobre la muñeca los dedos índice y corazón como si me las estuviera tomando sobre la marcha…
- Estás dentro de los parámetros normales. Lo tuyo es cuento-chino.

Pues me ha descuajeringado en treinta segundos el discurso que llevo soltando toda una vida. Menuda aguafiestas…

Como no me creo nada, acudo rauda y veloz a San Google y le consulto sobre “lo mío”.
Escribo en el buscador: “con cuántas pulsaciones te vas al otro barrio” y descubro, en un foro de cardiopatía isquémica, que mi hermana no mentía. Que las pulsaciones, si oscilan en reposo entre 60 y 80, son del todo normales. Hasta que no sobrepasas esa cifra, no entras en la zona aeróbica, que alcanza hasta las 150 pulsaciones por minuto.

150.
¡Qué salvajada!
¡Mi pobre corazón tendría que latir de dos en dos para que le diera tiempo a meter tantas en un minuto! No quiero seguir leyendo, porque estoy rompiendo a sudar sólo de imaginarme en esa tesitura. Pero es inevitable, se me van los ojillos y descubro que hay otra zona (que yo calificaría de “la zona oscura”), llamada anaeróbica, que se inicia cuando tu pulso llega a las 150 pulsaciones y termina en el denominado “colapso”.

¿El colapso?
¿Y eso qué es?
¿Que te entre una hambruna que no te abandone hasta Navidad?
¿Que la sudada te provoque un ahogamiento momentáneo?
¿O será algo parecido a mi reacción a los anuncios de KH-7? Porque no sé a vosotros, pero a mí me ponen cardíaca…

En fin, que no me ha quedado claro si puedo seguir diciendo a quien quiera escucharme que mi afección cardíaca me impide ir a clases de Pilates o si tengo que cambiar de hermana para que no me deje en evidencia. Porque anda que no he repetido yo veces lo de que mi único “fondo” era el de armario… ¡Y tan contenta que me quedaba cuando el personal asentía comprensivo ante mi apabullante razonamiento!

¡Pues ya me ha jodido el invento la loro de mi hermana!
Ten familia pa esto…


martes, 20 de septiembre de 2011

Tan mala suerte que se lanzó al vacío y resulta que estaba lleno…

- Fijo que me cae a mí.

La mirada de Paqui es descorazonadora.
Pasa las hojas del periódico como sin energía y tiene el rictus ese que se le queda cada vez que se le rompe una uña o descubre que los pantalones del año pasado ya no le atan por mucho que se tumbe en la cama para vestirse “al vacío”.

- ¿Qué te va a caer? ¿El Euromillón? ¿La quiniela? ¿El "Gordo", quizá?- le pregunto toda animosa, en un intento vacuo de levantarle la moral.
- Ojalá- dice con la tristeza asomando desde sus ojeras. No, me refiero al satélite descontrolado ese que va a impactar contra la Tierra y no se sabe dónde.
- ¡No jodas! ¿Que va a caer un satélite suicida y no saben dónde?
- Ssoes. No tienen ni idea. Es un satélite meteorológico que hace tiempo decidió montárselo por su cuenta. Se ve que les ha salido rebelde. Esto empieza a parecerse a la peli aquella en la que los ordenadores empezaban a apoderarse del mundo, ¿te acuerdas?
-Mmm... Vagamente, pero me suena que estas cosas siempre acaban cayendo en algún Océano, ¿no?
-Puede. Teniendo en cuenta que un 72% de la Tierra es agua, debería ser lo habitual. Pero he leído que la probabilidad de que impacte contra un ser humano es de 1 entre 3.200. Vamos, que me da a mí fijo.
- Mira que eres agorera, Paqui.
- Nonono, de agorera nada. Esto es como lo de que, a partir de los 35, es más probable que te estalle una bomba casera entre las manos que encontrarte un tío decente y soltero. A mí todo me sale mal y cumplo la “estadística negra” al pie de la lista.
- Que yo sepa nunca te ha estallado una bomba casera entre las manos, Paqui.
- No, pero el otro día se me quemaron las planchas del pelo y menudo susto me llevé.

Normal. Si te dejas las planchas enchufadas toda la noche a 200 grados, a ver qué esperas encontrarte por la mañana… y suerte que no le ardió la casa entera. Estoy sufriendo por si, llegada la Navidad, le da por comprarse los 4 kilómetros de luces blancas que insistía en colgar del arbolito el año pasado. Con su espumillón, sus bolas inflamables, sus calcetines de lana pegaditos al cable… ¡puede ser la hecatombe!

- Esto no hace más que confirmar mi mala suerte. Llevo un año, que casi mejor ni haberlo empezado.
- Paqui, no exageres, que lo único malo que te ha pasado es que has cogido 4 kilos en Agosto. Ya los perderás, mujer.
- Ya. ¿Y la maleta que me extraviaron en el vuelo a Ibiza?
- ¡Pero si te llegó al día siguiente!
- ¡Uy, qué fácil se dice eso! Ahí te quiero yo ver, durmiendo en bragas una noche entera y sin mi crema para la dermatitis seborreica... ¿Y qué me dices del bolso que me robaron en el McDonalds?
- ¡Pero si apareció en la calle, tirado junto a la puerta!
- Ya, ¡pero sin un duro!- grita indignada.
- Paqui, no me vengas ahora con la carita de mártir, que me reconociste que sólo llevabas un billete de 5 euros… Venga, dime la verdad: ¿qué te ocurre?

La veo dudar. Abre la boca y la vuelve a cerrar. Tiene un dilema interior. Está clarísimo. No hay más que verla, con las manos estrujadas y el labio mordido.

- Pues que he salido elegida.
- ¿Perdona? ¿He oído “elegida”, tipo concurso de Miss o así?
- ¡Que me ha tocado plaza en el gimnasio, leches, que te lo tengo que explicar todo!
- Acabáramos…
- Pues sí. Me garantizaron que iban a estar completos y que me anotaban en la lista de espera “sólo por apuntarme”, ya que era “materialmente imposible que se den de baja las 28 personas que tienes por delante” y ¿qué crees que ha pasado? ¡Pues que ayer me llamaron para decirme que me fuera comprando las mallas que empezaba mañana! ¿Cómo lo ves? ¿Es o no es una putada?- berrea de forma desbocada.
- Lo es. Lo es.- ¿Pero qué le voy a decir a la pobre, si para mí no hay peor calvario? Me llegan a llamar sin avisar diciendo que ha quedado una plaza libre en el grupo de GAP (Glúteos, Piernas y Abdominales, para los de nivel “usuario”) que abandoné en junio tras la primera sesión agónica y me hacen un hijo de madera.
- Lo que yo digo. ¡Que lo mío es de juzgado de guardia! Así que, ¿un satélite desmandado, dices? ¿Y que puede aplastar a alguien porque pesa más de 5.000 kilos, aunque la posibilidad de que alcance a una persona es muy remota? ¡Pues vete ahorrando pa la corona de flores, porque de esta no me escapo viva!


Aviso a navegantes:
Ojito al parche, que se espera que caiga el viernes.
Ni se os ocurra salir de casa.
Salvo que sea para ir al gimnasio, claro, en cuyo caso vuestro cupo de mala suerte ya estará más que cubierto.

Dios os pille en mallas…


viernes, 16 de septiembre de 2011

Injusticias de la vida

Ya no puedo más.
Esto es un clamor.
Revista que cojo, chorrada que leo. Es un no parar de despropósitos el tiempo este que me ha tocado vivir. Porque a ver si os parece muy normal que la noticia sea esta:

“Victoria Beckham recupera su figura a 2 meses de dar a luz”.

Y yo me pregunto (al estilo Mourinho): ¿por qué?

- ¿Por qué lo que para mí es un arma de destrucción masiva (y hablo del embarazo, no del matrimonio, por si mi pregunta despertara suspicacias) para otras es un paseo por el campo?
- ¿Por qué la tonta de Heidi Klum o la mismísima Spice-pija, ambas de mi “quinta” (lustro arriba-abajo), se ponen a parir el 4º hijo llegada la cuarentena (de años, no de kilos… espera, espera, mejor pensado, de ambos) y yo ni me planteo llegar al tercero, no se me vayan a resbalar las carnes hasta los tobillos y tenga que camuflarlas bajo calentadores de colores como si fuera una Eva Nasarre trasnochada?
- ¿Por qué gente como esta no sufre por cosas tan triviales como acabar sus días haciéndose pis cada vez que pestañeen por culpa de un descolgamiento masivo de suelo pélvico y zonas colindantes?

[Nota mental que me brota… ¿cabrá una indasec en la mini-braga que use esta gente? Consultarlo con la gine. Fin de la nota mental.]

¿Es esto justo? ¿Normal, siquiera?
¿Alguien tiene una explicación plausible, razonada y, a poder ser, no hiriente, gracias?

Bien, pues parece que la hay.
Se trata de un nuevo concepto, recién acuñado para estos casos, que son (todo hay que decirlo) cada vez más frecuentes: la mamirexia, síndrome que afecta a las embarazadas o recién paridas famosas y que consiste en quedar extremadamente delgada en tiempo récord. Y, a poder ser, en más breve tiempo que el que le ha costado a la de al lado, claro.

A ellas no les importa que su obsesión afecte al niño que está a punto de nacer. O a ellas mismas, ya que nos ponemos exquisitos. No.

Lo que realmente motiva a esta panda de descerebradas es calzarse una talla 0 (que dicen que existe; yo estoy por descubrirla) en el mismo plazo que se dan para que se les caigan los puntos. A ver si no es enfermizo…

Pero como yo a todo le saco utilidad, he decidido inventarme “palabros” de estos, que justifiquen mis vicios y manías de forma científica y fácilmente demostrable. No voy a ser yo menos que Angelina o la mismísima Nicole-bichopalo-Kidman.

Así, en mi todavía corta vida (soy optimista), he sufrido de hidratorexia, colesterolexia y grasorexia. Pero, ojo, no sucesivamente, sino de todas a la vez.
Con un par…

Tú te pones un bocata (hidratorexia) de chorizo frito (grasorexia) y su panceta (colesterolexia) y ya lo tienes junto. Sin pestañear.
¿Que te ponen pegas o te afean la conducta?
Pues nada, te sacas el manual y les explicas: “verás, es que sufro de hidratorexia congénita. O me empaco un bocata a la hora, o no soy nadie. Además, mi primo me ha contagiado de grasorexia compulsiva y necesito el chorizo en vena para que mis niveles de azúcar no disminuyan drásticamente. ¡Ah! y por si esto fuera poco, en una visita que hice al hospital a visitar a mi abuelo, me entró una bacteria-asesina que provoca una grasorexia fulminante que te puede dejar en el sitio si no le das tocino en plan inmuno depresor. ¿No te lo había comentado? Pues he pasado un verano fatal a cuenta de esto… chiringuito al que iba, bocata que me cepillaba. No veas qué estrés si pasaba más de una hora sin mi cerveza para ayudar a pasar este bolo alimenticio sin igual… No se lo deseo ni a mi mejor amigo…”

Y, siguiendo esta corriente-alterna, tengo amigas que sufren de Zarexia (arramplan con la nueva temporada de Zara en plenas rebajas, lo nunca visto), de chupitorexia (no saben pedirse un mosto o una caña, se pasan la noche chupito va-chupito viene; entras por la puerta y ya las estás oyendo de lejos: “engaaaa, ¿un chupito? De golpeee”) e incluso de cuernorexia (tienen la obsesión de que sus parejas les ponen los tubos cada semana con una distinta).

Si cuando digo que mis amigas son innovadoras, no lo digo por decir…


¿Y a que más de uno tiene síntomas de muchas de estas enfermedades?
Me juego las natillas a que conocéis más de un caso.
Contadme, contadme, que mis labios están sellados.

Al menos, hasta mi siguiente etapa seboréxica


PS: ¿Se ha notado mucho que estoy a dieta rigurosa?
No, ¿verdad que no?
Pues eso...



miércoles, 14 de septiembre de 2011

Gymkana escolar


De: Profesora 1º Primaria de su hijo
Para: Esthertxu
Asunto: Inicio de curso
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Muy buenos días:
Le mando este e-mail para presentarme y comentarle algunos aspectos esenciales (y recalco este punto) para el inicio del curso académico de su hijo:

- El niño ha de traer chándal los lunes y miércoles, días marcados en el horario que le facilitamos adjunto a este mensaje. El chándal ha de ser de tono oscuro, holgado y cómodo. Con un juego de calcetines extra para las actividades de psicomotricidad.
- Cada niño ha de traer un estuche con pinturas, lápices, gomas, sacapuntas, regla, compás, tijeras, punzón, pegamento en barra “Pritt”, cello de doble cara, grapadora infantil (con triple recambio de grapas) y rotuladores lavables. El resto de materiales necesarios se los facilitaremos en el propio aula.
- Los lápices han de ser marca Staedler número 2. El del capuchón rojo, insisto. No el verde. Ni el azul. Sólo puede ser el rojo. La goma ha de ser de “Milán” y los rotuladores “Carioca”. Nada de marcas del chino, que se acaban en dos días. Asegúrense de que el compás está bien calibrado y de que la regla no mida más de 12 centímetros. Esta última ha de ser flexible, para que entre bien en el estuche, que debe ser de tela. No queremos sacapuntas con depósito, pero sí con doble cuchilla. Del mismo modo, las tijeras han de cortar bien y tener la punta semi-redondeada. La grapadora no puede medir más de 10 centímetros de largo, de ahí lo de “infantil”.
- Pongan el nombre de su hijo en todo el material escolar señalado en el punto anterior. Con rotulador negro permanente, no con pegatinas, que se acaban rompiendo.
- Tráiganos 6 fotografías de carnet de su hijo. De frente, como si fueran para el pasaporte. También 5 fotos de la familia en verano. Han de ser de este verano recién terminado (es decir, recientes) y en localizaciones identificables. En papel de fotografía (calidad brillante) y no en folios de oficina.
- Cada niño debe traer una agenda tipo Moleskine, de 13x21 cms, donde apuntarán los deberes de cada día. Con los días del mes en modo “semana a la vista” y encuadernada en piel, que es mucho más resistente.
- Insistimos en que forren los libros de sus hijos con forro adhesivo, que si bien supone una tarea más ardua, luce el doble. Por cierto: los 14 libros (incluyendo los cuadernillos de ejercicios) y no sólo los principales.
- La entrada de los niños a primera hora será por el patio habitual, pero la salida la harán por el patio trasero, el que está en obras. Rogamos a los padres con coche que lo aparquen en el cómodo parking (de pago) que encontrarán a 2 kilómetros en línea recta desde ese punto, ya que los obreros han levantado toda la acera y no hay espacio para estacionamientos “de sólo un minutito”.
- Aquellos niños que acudan al comedor deberán traer una bata de cuadros azul-topacio, de 15x15 milímetros, sin bolsillos y marcada con cinta adhesiva de plancha o bordada con su nombre sobre el pecho izquierdo. No se admitirán batas de otros colores o formatos.

Creo que esto es todo por ahora. En caso de haber más especificaciones, se las haremos saber a la mayor brevedad.
Atentamente,

Rufina (Profesora de 1º Primaria “A”)


De: Esthertxu
Para: Rufina (profesora de 1º Primaria “A”)
Asunto: RE: Inicio de curso
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Bueno, bueno, bueno. Por dónde empezar…
Lo primero de todo: muchas gracias por su completo e-mail. Ha sido enriquecedor a la par que instructivo, de verdad. A medida que lo iba leyendo, me iba dando cuenta del duro trabajo que ustedes realizan. Pero me han quedado algunas “dudillas” que me gustaría que me aclarara, si es tan amable. Por ejemplo:

- El tono oscuro del chándal es fácil de conseguir (de hecho, mi hijo siempre lo acaba trayendo oscuro sin mayor esfuerzo), pero es que ya le he comprado doble equipación de gimnasia, con su pantalón oscuro (no es por chulearme; es que es azul marino) y su polo con sudadera a juego en tonos claros (blancos, en concreto, para poder meterlos en lejía sin miramientos). ¿Algún problema al respecto?
- Tengo un problema: no encuentro grapadoras de 10 centímetros por ningún sitio. Del mismo modo, me dicen que las reglas flexibles de 12 centímetros están descatalogadas y que las tijeras han de ser “puntiagudas” o “redondeadas”. Que no les aparece nada por “semi-redondeadas” ni por “semi-puntiagudas” (ya que estaba, lo he preguntado también). ¿Se le ocurre alguna solución compatible con sus requisitos?
- He puesto el nombre del niño con rotulador en casi todos los utensilios encontrados, pero me está costando un poquito marcar todas las grapas, el pegamento Pritt y el “cello” de doble cara. Paciencia, porque sé que lo lograré.
- Las fotos del verano acabo de recogerlas de la tienda de fotos (aprovecho la coyuntura para agradecerles este descubrimiento; no sabía que todavía hubiera tiendas que te imprimían las fotos, ya ve usted qué cosas) y me he percatado de que son todas en la playa. ¿Por “lugar identificable” se refiere a que le diga el nombre de la playa o es que el niño debe aportar también un mapa explicativo? ¿Y a qué escala, ya que me pongo?
- Me dicen en mi papelería habitual que las Moleskines de piel de las características solicitadas no bajan de los 50 euros. Como estoy segura de que se han debido de equivocar, mejor me espero a que nos comuniquen la verdadera marca de agenda infantil que el niño necesita.
- Ni me pronuncio sobre el forro adhesivo ni la bata del comedor (total, para qué), pero sí me gustaría saber si el colegio subvenciona de alguna forma las horas de parking y los cambios de tapas de mis zapatos tras 4 kilómetros diarios (he sumado la ida y vuelta, no crea que exagero) de caminata para recoger al churumbel. Por no hablar de cómo se pone un niño de 6 años al que le haces caminar 2 kilómetros hasta el coche, claro. Que eso se lo hago gratis…
- Y, vale, yo le meto al niño todo el material que ahí me describe en un estuche de tela (llamémosle “saco” desde este momento) sin problema, pero me gustaría saber a qué se refiere cuando dice que “el resto de materiales necesarios se los facilitaremos en el propio aula”. ¿Está insinuando que hay incluso más utensilios de oficina en el mercado aparte de los señalados? ¿Es eso posible? ¿Qué más cosas puede manejar un niño de 6 años? ¿Un bisturí? ¿La picadora Moulinex? ¿Una pistola de calor, tal vez? ¿O se estará refiriendo, quizá, a que los condones los pone el colegio?

Muy agradecida por su atención,
Esthertxu (siempre perpleja).-


De: Rufina (profesora de 1º Primaria “A”)
Para: Esthertxu
Asunto: ¿Se está quedando conmigo?
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Estimada señora:
Supongo que me está tomando el pelo, lo cual es de agradecer a estas horas de la mañana de un lunes de comienzo de curso. Créame, gente con su gracia y salero es lo que hace falta, tal y como está el panorama. Además, creo que dispongo de un sano sentido del humor que me permite reírme cuando la ocasión lo requiere. Que no es el caso…

A continuación, paso a exponerle mis comentarios brevemente:
- Si digo “oscuro”, es “oscuro”.
- Igualmente, si digo “Moleskine”, es “Moleskine” y no agendilla de medio pelo o cuadernito de chichinabo.
- Asegúrese de marcar bien el “saco” de su hijo si no quiere que lo regalemos en la próxima tómbola colegial.
- Suelo ser muy directa y exacta: me gusta lo literal, así que tómese mis palabras por esta misma vía. Si digo semi-redondeado, créame que no lo quiero semi-puntiagudo ni medio-pensionista. Esmérese y su hijo se lo agradecerá.
- Por último, sí, un mapa explicativo con sus zonas de veraneo marcadas en verde sería de agradecer. A escala 1:1, ya que pregunta. Muy agradecida.

Atentamente (y todavía me estoy riendo, gracias por alegrarme la semana),
Rufi.-



Estoy tan acojonada que no me he atrevido a contestarle.

Menos mal que me acaban de llamar de la papelería diciéndome que en breve me llegan las gomas de Italia. Es que por lo visto en Milán estaban de huelga por culpa de Berlusconi y no han podido servirlas hasta hoy.
Ya sólo me faltan los rotuladores brasileños para tener el pack completo…

No quiero ni imaginarme la próxima reunión con la dóberman esta.
Menudo comienzo de curso de mierda…

lunes, 12 de septiembre de 2011

Bilbao y sus Maitanes

- Cada lugar tiene su idiosincrasia- le decía yo a mi vecina para explicarle lo que me había encontrado en el aeropuerto en mi viaje a Roma.
- ¿Quieres decir que en Italia son todos idiotas?- me preguntaba Maripaz mientras se limaba los juanetes con la piedra pómez. Está empeñada en que son callos y se va a hacer un estropicio…
- No, mujer. “Idiosincrasia” no es un insulto (si cuando las monjas nos insistían en que la REM no podía ser lo mismo que el BUP, era por algo…). Me refiero a que, vayas donde vayas, te encuentras cosas distintivas de cada sitio. Vas a Londres y te topas con sus bobbies. Vas a París y descubres que lleva boina hasta la guardia urbana. Y, si vas al aeropuerto de Bilbao, te das de bruces con sus “Maitanes”. No falla.
- Explícate, porque no sé de qué me estás hablando- insiste ella, enarbolando la crema ultra hidratante para manos y pies.
- Pues, hija, las Maitanes son esas señoras “de Bilbao de toda la vida” (BTV desde este momento) que se compran 3 cámaras digitales “para hacer muchas fotos en Roma y no preocuparme de si me van a caber todas en una”. Esas pobres mujeres no deben de tener hijos y/o nietos que les adviertan que habría bastado con una única cámara y múltiples tarjetas de memoria. Que, ahora que lo pienso, menudo cabrón el dependiente del Media Markt (yo no soy tonto, pero usted sí, comprobado) que le “colocó” las Nikon sin avisar de la inutilidad de su compra, pero en fin…
- Ahhh, ya sé, ya sé… te refieres a ese tipo de señoras que siempre va en grupo por si las violan o algo, ¿no?- me pregunta Maripaz viendo la luz.
- Exactamente. Y siempre se sacan fotos posando en los lugares más insospechados. Como, por ejemplo, delante de los aseos de la puerta de embarque (apasionantes), mostrando a cámara sus dentaduras recién lustradas en la última puesta a punto pre-veraniega (“no se me vaya a saltar el puente de platino sobre la pizza o me dé un dolor de muelas al primer mordisco de semifreddo”).
- ¿Delante del baño, dices?
- Justo delante del de señoras, sí. Retratar el de caballeros les parecía obsceno, o eso me pareció entenderles…
- ¿Y te tocó a ti sacarles la foto?
- Las fotos, querrás decir. Sí, 18, en concreto. Hasta que no dieron con la luz y la pose adecuadas no se quedaron tranquilas. Es que el sol de la mañana creaba falsos reflejos sobre el cartel señalizador, según me confesaron después ruborizadas.
- Yo me habría negado, que me conozco...
- Ya, claro. Imagínate a las señoras, con su carita afligida, sus pantalones piratas y su corte de pelo-a-lo-tazón, soltándote un “por favor, si es tan amable, joven, que luego nunca tenemos una foto de las diez juntas” que te parte el alma. Cualquiera se opone…
- No, si cuando yo digo que tienes el cielo ganado…
- Y el almuerzo, porque, a renglón seguido y ante mi absoluta desolación, se sacaron con garbo y maestría una bolsa de rosquillas anisadas (“caseras, ¿eh? nada de bollería industrial de esa que te venden en el Eroski, que estas las ha hecho Maialen con los huevos del caserío”) del bolso tamaño-container que llevaban todas en plan bandolera (tenían de “bandoleras” lo que yo de monja, como te puedes imaginar…) y se pusieron a repartirlas entre todos los pasajeros que esperábamos ansiosos el aviso por megafonía. Un cuadro…
- Tía, qué auténtico.
- Ya te digo. Como si estuviera viendo el National Geographic, sólo que en vivo y con la tarjeta de embarque en la mano en lugar del mando a distancia.
- Bueno y, a todo esto, ¿Roma qué tal?
- Ah, pues Roma muy bien. En su sitio. Con sus piedritas, sus cuarenta grados a la sombra, sus colas eternas… vamos, lo habitual. Lo mejor es que no me topé con las Maitanes ningún día, que yo iba con un miedo…
- Es que habría sido la leche que te hubiera tocado retratarlas a todas en plena Fontana de Trevi, ¿no? Me las imagino sacando las magdalenas de agradecimiento y se me saltan los empastes de la risa…
- Peor hubiera sido encontrármelas en el Vaticano, que este tipo de señoras suelen ser muy “pías” y cualquiera las aguanta en pleno síndrome de Stendhal frente a San Pedro o lanzando grititos fervorosos al balcón del Papa en plan “soy fan-fatal”. Quita, quita…
- Qué depresión, tía… ¿Nos convertiremos en algo parecido al llegar a su edad?
- Imposible. Tú naciste en Albacete, así que, en tu caso, ni se contempla la posibilidad.
- Oye, pero un momentito… ahora que recuerdo… tú… ¿no habías nacido en el mismo-mismo Bilbao?- me pregunta la pérfida de mi vecina.
- Ya. Pero yo ni sé hacer rosquillas ni me compro pantalones piratas. No me favorecen lo más mínimo.
- Ah, bueno. Pues vale. Entonces ya me quedo más tranquila…



Traducción libre: “Aquellos labios que prueben alcohol, no probarán los nuestros”.
Nos ha jodido. Si fuera el marido de cualquiera de estas, mi vida sería una cogorza perpetua… ¡qué miedo!

viernes, 9 de septiembre de 2011

¡Preparados! ¡Listos!

¡Ya estoy con vosotros!

Perdonad que os haya tenido abandonados tanto tiempo, pero es que se me pegaban las lentejas y tenía que atenderlas. Comprenderéis mi desasosiego…

Bueno, lo importante es que ya he vuelto.

Han sido unas vacaciones muy tranquilitas. Con sus paseos, su playita, su chubasquero y sus hidratos de carbono, que para eso he bordeado el coma hipoglucémico inducido por falta de carbohidratos durante los meses previos… Ahora me toca pagar las consecuencias de aquí a Navidad, para volver a comer con desconsuelo hasta Reyes y vuelta a empezar. ¿No hablan del ciclo de la vida en los libros de Ciencias? Pues en el libro de mi vida lo mismito: la dieta sin fin. Ahora te pones, ahora no, ahora te coses la boca, ahora tampoco, ahora te ensanchan las puertas o vuelves por tus fueros, ahora te vuelves a soltar la dentadura y tan ancha (literalmente)…

Y, así, mil veces… y otra, y una más. En fin, un no parar…

Aprovechando que el lunes comienzo mi plan diabólico (cómo no, siempre cae en lunes, qué cosas), he pensado empezar también el blog ese día. Así, a mi mala leche natural se sumará la demencia propia de la sobredosis de pollo y escarola que llevaré encima. Ese será el caldo de cultivo ideal para todas las fechorías que se me ocurran y que siempre traslado a este pobre blog que, sin tener culpa de nada, se “jama” lo peor de mi existencia.

De modo que bienvenidos (de nuevo) a esta humilde casa.
Pasad, sentaos, poneos cómodos y apagad las luces. No esperéis melaza ni peloteo. Mi retorcida mente está ansiosa por soltar los mil delirios que la carcomen desde Agosto, así que preparaos para lo peor…

¡¡¡Que empiece la fiesta!!!
 

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