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jueves, 30 de junio de 2011

Inglis Pitinglis

Piticlin piticlin

- A ver, hija, ¿me puedes decir qué demonios significa “deleté”?
- Hola mamá… ¿“Deleté”, me dices?
- Sí. De-le-té. Como suena.
- Hmmm… ¿en qué contexto?
- No me tomes el pelo, anda. Dime qué es, que tengo prisa.
- Te lo estoy preguntando en serio. No sé si estás leyendo los ingredientes de una infusión o si andas de nuevo toqueteando los botones de la minipimer.
- Ehhh… pues estoy intentando ver “Amar en tiempos revueltos“, que tu padre dice que me lo ha dejado grabando, pero me parece que me ha vuelto a tomar el pelo.
- Vale, pues entonces, hagas lo que hagas, ¡NO APRIETES EL BOTÓN DE DELETÉ! ¿Estamos?
- Uyyy… ehhh…. estooo….¿Nooo?
- ¡No! Al menos, si quieres ver el capítulo de tu serie, vaya…
- (…)
- ¿Mamá? ¿No le habrás dado ya, ¿verdad?
- Nooooo, qué vaaaaaaa….

Piiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii

¡Pero si me ha colgado! ¿Será posible?
Para qué me llamará, de verdad, si es que se lía sola.
Mira que le tengo dicho que me avise antes de hacer nada irreversible, ¿eh?
Pero ella vive “a su rollo“. Siempre acelerada. Creyéndose autosuficiente…

Como cuando mi hermana bautizó a su hija y mi madre me llamó toda orgullosa porque había conseguido “borrarle los ojos rojos a todos los invitados, que no sé por qué esta máquina nueva que me habéis regalado nos saca a todos como vampiros en ayunas”.

- ¿Y cómo has conseguido eso sin ayuda de un ordenador, ni de Photoshop, ni siquiera del Paint, mami?- recuerdo que le pregunté yo sospechosa.
- Pues con el menú- me contestó la muy resabidilla.
- Ya, con el menú. Y fijo que no te refieres a los dos platos y postre del convite, ¿a que no?- no, si cuando me pongo impertinente, no tengo parangón.
- ¡Te creerás muy graciosa! ¡Pues con el botón de “menú“, que tiene una opción especial para eso, tontita!- a estas alturas estaba ya trastornada por mi culpa, porque lo de “tontita“ se lo reserva para ocasiones desquiciantes especiales.
- ¿Y te importaría mostrarme en un momentito de nada qué opción es esa, mamá?

Empieza a toquetear la máquina, como si estuviera poseída por el espíritu de LaChapelle, y me grita:

- ¡Aquí! ¿No lo ves?
- Si apartas el dedo…
- ¡Es este botón y punto!
- Si yo no digo que no, pero déjame leer a ver qué pone, porque me temo que…
- ¡Que no toques mi cámara, que me la estropeas!
- Mamá… ¿le has dado a un botoncito que reza “ERASE”?
- Sí, ese, ¿qué pasa?- me espeta a la defensiva.
- Pues lo de siempre: que has borrado todas las fotos del Bautizo.
- ¡Imposible! ¡Eso es para borrar los ojos rojos, te digo!
- Sí, los rojos, los azules, los verdes y los marrones, mamá. Te digo que lo borra todo. No hay nada que hacer.
- Pero… pero…. ¿no me dijiste que el botón del pánico era el que decía “DELETÉ”???
- Eso era con la tele, mamá. En la cámara usan otro verbo. Son sinónimos.
- ¡Mecagoenlosinónimosjaponeses!- farfulla hacia el cielo.
- No, mamá. No es japonés.
- ¡Pero si es una Nikon!
- Ya, pero el menú está en inglés.
- ¿Eso es inglés? ¿“DE-LE-TÉ y E-RA-SÉ” son en inglés?
- Mucho me temo que sí. Y, ya que estamos, si alguna vez, por una de esas piruetas tontas del destino, te toparas con un “clear”, un “rub”, un “wipe” o cualquiera de sus variantes y/o declinaciones conjuntadas, por favor te lo pido: ¡NO LO TOQUES!

Que, a este ritmo, sólo nos van a quedar las películas en “superocho” para recordar viejos tiempos…

martes, 28 de junio de 2011

Cosas que me vuelven loca...

- Hacerme las uñas por la noche y acabar con las sábanas marcadas en ellas. ¡Y eso que me quito horas de sueño esperando a que se sequen! Pero nada, oye. Se me queda tatuada hasta la "vainica" de la bajera.

- Ir a la pelu a hacerme "un completo" y que me pille la tormenta del año a medio camino de casa. Ya sabes, en ese punto de no-retorno en el que casi mejor seguir bajo la lluvia, ya que la opción es volver patrás y empezar de nuevo el largo camino de baldosas amarillas. Y como que no...

- Gastarme una pasta en las revistas de los miércoles y que cualquier "lista" se lea el Cuore por encima de mi hombro, ¡permitiéndose incluso opinar sobre el modeli hortera que luce Beyoncé en la sección de "las peor vestidas de la semana"! No, maja, no... vas al kiosko y te gastas los euros, como la menda. Pa gorronear, a casa de tu madre, bonita...

- Que me vendan un billete de avión sin asiento asignado (gracias, Ryanair. ¡Qué gran avance social el vuestro!) y me trague una cola de media hora de pie para que me metan en un autobusillo que consigue parecerse al desembarco de Normandía a pie de escalerilla. Y es que allí hubo pisotones, arañazos y mordiscos de la gente más variopinta para pillar ventanilla. Moraleja: no hagas cola; llévate mejor las Adidas. Está más que comprobado: los asientos de emergencia (ya sabéis, esos con el doble de espacio para tus posaderas y demás complementos corporales) los acaba ocupando Usain Bolt y su familia. No hay como correr cual gamo adelantando a los de los trolleys reventones. Qué arte...

- (Siguiendo con esta temática viajera) Pagar el suplemento de maleta (gracias de nuevo, Ryanair, por ayudarme a ajustar el presupuesto familiar de forma radical) y darme cuenta en mis propias carnes de que he sido la única pringada en pasar por caja, ya que resto del pasaje de cabina ha conseguido meter, cual caracol en época de muda, toda su casa y parte de la del vecino en un cómodo carrito de 30x50x20 que, por cierto, tengo que calentar entre mis muslos durante la hora y media de vuelo, ya que el compartimento superior está ocupado por los chalecos salvavidas de la tripulación, y, mira tú qué suerte, no ha aparecido el dueño cuando la azafata ha preguntado "de quién es este bulto, a ver de quién es, última vez que lo pregunto". Una auténtica pena que la operación bikini esté dando sus frutos y, de toda mi fila, los únicos muslos con perímetro compatible con semejante mamotreto fueran los míos. Si veis la cara de alivio del Demis Roussos que me habían puesto al lado...

Y a vosotros, ¿qué os enajena hasta decir "basta"?

domingo, 26 de junio de 2011

Me espera una buena...

Cuando leáis estas líneas estaré piripi.
O eso espero.

Tengo boda maratoniana el sábado. De esas que sabes cuándo empiezan pero no cuándo terminan.
Y, debido a mi etapa pre-bikini, que me ha tenido semanas respirando profundamente en un intento ridículo por llenarme el estómago (al menos) de aire, pienso desbarrar a gusto. No voy a dejar copa huérfana ni combinado viudo. Todo pa mi cuerpo serrano, que una nunca sabe cuándo va a volver la época de escasez (uy que no… ¡pues el lunes mismo, so tonta!).

Hemos empacado a los niños con los abuelos (es mejor que no sean testigos de la pérdida momentánea de dignidad de su madre) y que sea lo que Dios quiera.
Que querrá…

El caso es que este estado etílico que espero con ansiedad es del todo incompatible con una entrada bloguera sesuda y elaborada. Por tanto, he decidido dejaros con un poco de humor “robado” a la red, confiando en que me comprendáis y empaticéis con la causa.

Hoy por mí…


¿Pero qué broma es esta?
¿Que bajen dos y no suban más de tres? ¿Cuántas personas se han descoyuntado contra el suelo para llegar a semejante estadística? ¿Y siguen dejando a la peña coger el ascensor? De verdad que hay gente con tan poco aprecio por su vida, que asusta...


Angelito...
¡Que viva la dieta de las verduras!
¡Que vivan los champiñones agradecidos!
¡Ole, ole y mil veces ole! Y lo contenta que tiene que estarla señora champiñona, ¡eh?
Mucho mejor que con... con... quién te digo yo... ehhh... ¡pues el mismísimo PiesBrosnan, hala!
Por poner uno al azar...


Pero lo que ya me deja loca-a-lo-Shakira es esto:


Yo no sé vosotros, pero a mí, cuando me "toca" visitar un MacDonald's (por aquello de los niños y el Happy meal adictivo) os juro que no me da tiempo a construirme la gran pirámide de Gizeh con las patatuelas del menú. Pero se ve que hay gente con mucho tiempo (y poca hambre, claro).

Y a mí que me daría como penica desmontarla pa llenarme la barriga...
Sentida que es una.

viernes, 24 de junio de 2011

Cuidado con lo que buscas, no lo vayas a encontrar…



Esto de repasar las búsquedas de mis lectores empieza a ser demencial.

Ya no sé si es que me tiran de la lengua los más “pintas” de la red, o es que yo me estoy volviendo rara y escribo salvajadas sin darme cuenta.
Pero tengo cada visita “épica”…

- Almohadilla protectora para el jess extender: normal, criatura, normal… te pones semejante artilugio en el “tema” y luego me vienes con que te tira mucho de la sisa y como que te está haciendo ampolla… pues mira, hay que ver siempre el lado positivo: crecer, no te crecerá… ¡pero lo mismo te la engorda una barbaridad a base de costras y cicatrices!

- Barbie, si Ken no te llama es porque no le da la gana: me encanta cuando Google se pone en plan “Elena Francis” y te regala el consejo sentimental de la semana. Además, en plan castigador, oye. Que si no te llama es porque se las soplas y pasa de tu cara, y tal y cual… nada de sopitas calientes, que para eso estamos en crisis.

- Tom cruise no mirarlo: y tanto… es que si lo miras fijamente, puedes a) convertirte en estatua de sal-gorda; b) sufrir una crisis religiosa y acabar donando tus órganos a la Cienciología; c) enfermar de enanismo y tener que usar botas con plataforma para estar a la altura de tu señora o d) alimentarte únicamente a base de placenta de virgen caucásica extraída con el primer rocío de la mañana. Vamos, un lío…

- Adicción a los lápices: ¿pero cómo puede ser esto?… ¿Que te los comes, quieres decir? ¡Anda ya! ¿Y cuál sabe mejor, el Staedler de toda la vida o el pijolas-Faber-Castell? Dios mío, tienes que tener el intestino bastante peor que el del jess extender su “tema”…

- Cuando me pongo pantalón de mezclilla no tengo incontinencia: siento darte esta mala noticia, pero no es que la mezclilla te corte la meada, sino que la empapa mejor, me temo… pero vamos, si tú vas más suelto y seguro con ella, por mí que no sea…

- Letra de pimpinela: vete y paja a la vuelta: pues claro que sí, hombre. Si te largas, tranqui, que a la vuelta te espera un premio. ¡Ya verías qué rápido volvían algunos con este sistema! Pena que los Pimpinela eran un tanto pacatos y se limitaban a recomendar un mero “pega la vuelta”. Lo que se perdió la canción… el videoclip habría sido memorable...

- Me pilla robando el segurata y encima me toca el culo: hay que ver qué guasón el de Prosegur, ¿eh? No contento con dejarte en evidencia y quitarte las latas de sardinillas del bolso, encima va y te mete mano ante la concurrencia. ¡Estos tíos cachitas se creen que porque seas un poco cleptómana también tienes que ser ninfómana! Y, aunque rimen, son dos cosas bien distintas, ¿eh?

- No me vengas con un tanga marrón: ¿y por qué esa fobia? ¿Porque es el culmen de la antilujuria? ¿Porque te recuerda al color de la faja de tu abuela? ¿Porque no queda claro si es marrón o si se ha quedado marrón? A todo esto, ¿de qué “marrón” estamos hablando? ¿Del color?

- Significado de regalar una rata muerta: probablemente no signifique nada bueno, pero me has pillado. Si hubieras preguntado por una cabeza de caballo en tu cama o un pescado muerto envuelto en periódico, lo habría “clavado”: Don Vito te está "agasajando" a su modo. Pero una rata muerta… ¿no te la habrá dejado el gato en plan “trofeo”? Yo por probar, namás

- Doraemon porrero: está claro que tengo que empezar a cribar los programas infantiles que ven mis hijos, porque yo veía al gato azul este y me parecía totalmente inofensivo. Pero si me dices que le da a los petas y por eso se pasa volando medio capítulo (y yo achacándolo al “gorrocóptero”, seré imbécil), quizá he de plantearme volver a los teletubbies, aunque se me rebelen las fieras…


Seguiremos informando…

miércoles, 22 de junio de 2011

Trabajos inútiles de la humanidad (II parte)

(Podéis ver aquí la I parte)

Con la que está cayendo y todavía hay quien mantiene el sentido del humor (y el puesto de trabajo).

Me río por no llorar, claro...

- Abrir las bolsas de plástico del Sánchez Romero: es el supermercado más pijo de entre todos los supermercados pijos. Vamos, el no-va-más. Se permiten cobrarte la barra de pan a precio de salmón y una bandejita de boquerones te puede costar tanto como un kilo de solomillo en el Carrefour. Ahora bien, al cliente lo miman. Diría incluso que lo malcrían. Porque a ver si es muy normal que, junto a la cajera que te acepta la Visa con la misma soltura que Jackie Chan reparte mandobles, tengan una persona dedicada en cuerpo y alma a abrirte la bolsa y colocarte las compras de forma ordenada y por colores. ¡Que te sientes como un lisiado, leches! Pocas veces he entrado, pero siempre acabo mal con el “bolsero” de turno. Que si mueve los yogures pallá, que me los revientas con la botella de Coca-cola, que si aparta los huevos acullá, no ves que les has puesto encima las latas de espárragos… un sin Dios, la verdad. Debe de ser frustrante para esta pobre gente que todas las abuelas del barrio les golpeen en los nudillos, en plan “aparta tus manazas de mi comida, que yo me organizo sola”. He oído cada cosa… pues eso, que no es por cargarme puestos y puestos de trabajo, pero ¿no podrían buscarles una ocupación más digna y entretenida, eh? Pues se ve que no…

- “Conductores” de ascensor: no les veo el sentido. Todavía hay hoteles y edificios antiguos con este servicio. Si los bolseros del Sánchez Romero me hacen sentir una inútil, con estos directamente rayo el encefalograma plano. Menuda vida, sube y baja-baja y sube, calladito y sin mover ni las pestañas. Dándole a los botones por toda diversión. Aguantando en ese cubil los perfumes concentrados de las señoras o las batallitas de la mili de los abuelos-cebolletas. Mal pagado, me juego la merienda.

- Y luego ya tenemos a este señor:


Que me parece (pobre) el súmmum de la esterilidad.

A ver, majete, si lo que tú haces es capaz de hacerlo un cartón, con su carita pintada y sus sombras bien dadas, ¿tú qué pintas en este cuadro?

Ah, pero no. Él es un mandado. Su superior le ha encomendado la graciosa tarea de dejarse rodear por una familia de conos naranjas y él lo borda. Su mujer le plancha el traje cada noche y le abrillanta los tirantes fluorescentes. Por la mañana, acude a su esquina hecho un figurín y se considera un privilegiado, porque a su primo le tocó empujar a los gordos del metro para conseguir que entren como un kilo-sardinillas en una latilla-escabeche y eso sí que es sufrir y acabar con los dedos agarrotaos.

Si yo creo que hasta se le está quedando cara de panoli…

- Y, si pensabas que lo habías visto todo, espera a encontrarte con este listo-relisto:


Este juega con lo más íntimo.
Te ataca en la línea de flotación del orgullo herido y los complejos más enraizados.

¿Cómo? ¿Que nunca te han escrito una poesía?
¿Es posible que no te hayan enviado jamás unos versos inspirados en tus ojos de zafiro y tus andares briosos?

Pues no temas, que “el poeta consagrado” acude veloz en tu ayuda.
Por un módico precio, claro...

Me pregunto cuántas rimas consonantes habrá escrito este en los últimos años…




lunes, 20 de junio de 2011

¡Esto es la guerraaa!!!

Tikitiki takataka toc toc tiki tiki tokotón

La vecina ya se ha vuelto a poner los tacones para limpiar el polvo.
¡Qué manía!
Mira que la tengo advertida, que los niños tienen la oreja siempre al quite y se me despiertan con el aleteo de un mosquito, pero ella, erre que erre. Luciendo pierna incluso para pasar el mocho. No se inmuta ni bajo amenaza y eso que le insistí (con la famosa “cara de pitbull“ por la que me respetan en las reuniones de vecinos) en que si me los despertaba antes de las 10 de la mañana se los dejaba en el felpudo. Pero está claro que se la bufa.

Tititiki totokotó

Ahora trota por la zona del baño. Lo noto por el sonido, más rotundo cuando taconea sobre baldosines que cuando lo hace sobre tarima. Se va a enterar...

Y subo, rauda cual gacela al viento, a visitar a la del ático, que me recibe con una especie de negligée y unas zapatillas de andar por casa de esas como de raso con pompón. Parece la reencarnación de Betty Boop.

- Ehhh hola, Bibiana, que vengo a preguntarte si te importaría mucho quitarte los zapatos mientras estás en casa, que hoy es sábado, aún no han dado las 9 de la mañana y no quiero que se despierten los monstruitos, ya sabes…
- Pues no, no sé de qué me hablas. No llevo zapatos- me dice señalando las zapatillitas que conjunta en su punto exacto de azul con su batita de prima donna.
- Ya, ya veo que no son zapatos, y me encanta que tengas ese detallazo con tus vecinos. Veo que las reuniones de propietarios dan sus frutos. Pero perdona que te insista en que sí tienen tacón y, en cualquier caso, suenan como si lo tuvieran. ¿Podrías ponerte otras? Con suela de goma, o de caucho, lo que más rabia te dé, pero eso sí, sin taconear, ¿eh?
- Lo siento, pero sabes de sobra que de “eso” no uso.
- Ya… ¿y si te compro yo unas, te las pondrías?

Me mira de arriba bajo, guiña la mirada, se planta una sonrisilla lateral y la veo mover la cabeza rotundamente de lado a lado.
- No, no creo. Tus gustos y los míos son diametralmente opuestos, me temo.
- Pues a ver cómo lo arreglamos, porque esto no puede seguir así. Vengo a verte cada fin de semana y me da la sensación de que cada vez llevas tacones más altos y afilados.
- Puede ser- no se quita la sonrisa falsa de la boca.
- ¡Anda! Entonces… ¿reconoces que lo haces a propósito?
- Puede ser- sigue sonriendo. Empieza a darme miedo.
- ¿Me estás diciendo a la cara que te pones la alarma a las 8 de la mañana cada sábado y domingo para taconear a placer y fastidiarnos los biorritmos?
- Hmmm… pues puede ser. Sí…

Dios mío… ¡Es Hannibal Lecter disfrazado de Norma Duval!
Yo me largo de aquí, no vaya a sacar el cuchillo jamonero y sea peor el remedio que la enfermedad.

De modo que me guardo en el bolsillo las ganas de abofetearla y tiro pa mi casa con una idea en la cabeza.

- ¡Niñooooos, todos al salóóónnnn!- grito desde la entrada nada más llegar.
- ¿Qué pasa, mamá?- me pregunta la niña con sus ojitos dormilones.
- ¿Os acordáis que siempre os prohíbo jugar al "balón prisionero" en casa?
- Sí, mamá…- me canturrean a coro.
-¿Y que no hay día que no os caiga una bronca por botar la pelota más de dos veces sobre el parquet?
- Claro, mamá…- siguen en modo automático.
- Bien, pues se acabó. Desde este momento, se abre el concurso de “botechos”.
- ¡Bieeennnnnn!- gritan los dos con los bracitos al aire. ¿Y en qué consiste, mami?
- Pues muy fácil: ¡el que consiga más rebotes en el techo de la cocina tiene premio! Aseguraos de pegarle bien fuerte y de forma continuada. Podéis daros relevos, para aguantar más tiempo sin desfallecer y mañana toca ponerse la alarma a las 6 de la mañana, que me ha dicho la vecina que si ella no lo oye desde bien prontito, no hay regalito. ¿Qué os parece?
- Geniaaaaallllllll- chillan a coro.
- ¡Pues manos a la obra!- Y se han puesto a darle al techo con la pelota de baloncesto, pim pam pom porrompón paf pof, cosa fina. ¡Qué arte! ¡Y qué fuerza! Esto va a ser por las lentejas, que empiezan a dar resultados… Me va a quedar aquello lleno de manchas, pero ya lo pintaré cuando se me pase el cabreo. Lo primero es lo primero: dar por saco a la vecina hasta que se le queden las ojeras a juego con la bata. Ya siento que su cabecero pille justo-justo sobre mi vitrocerámica. Casualidades de la vida...

No sabe ésta dónde ha metido la patita…

sábado, 18 de junio de 2011

¡Mete tripa, que se te marca el duodeno!

Desde hace tres días, Paqui es mi amiga más trendy. La más moderna, glamurosa y fascinante de toda la cuadrilla. La que sabe de qué va la vaina. La lince de las tendencias: ella tiene personal trainer.
Y, a las demás, que nos zurzan.

Ha decidido privarse de un par de jamadas a la semana ("total, pa lo que me deja comer el vigoréxico este", contesta si le preguntas qué tal lo lleva), se ha convertido en clienta VIP del Decathlon y te deja patidifusa con sus recomendaciones acrobáticas:

- Tienes que andar con los hombros hacia atrás. Vas muy encorvada y eso es fatal para tus vértebras. Levanta más las rodillas en cada paso y te saldrá solo…
- Sí, claro, claro, y pego un doble salto mortal hacia delante a la vez que me cambio de mano la bolsa-la-compra, ¿no? Si es que eres una cachonda
- Te lo estoy diciendo en serio. Estás haciendo un flaco favor a tu figura con esos andares de pato que te gastas- me insiste convencida.
- Me la sopla. Me ha llevado una vida entera dominar la técnica, como para empezar a innovar a mi edad. Si me pongo en plan tiquismiquis a controlar si piso bien, fijo que acabo con los piños en la acera. Y no tengo la libreta pa tonterías de ese calibre…
- Tú misma. Pero si me cruzo contigo por la calle cuando vaya con mi entrenador personal, a mí ni te me arrimes. Yo no te conozco de nada.
- Pues sí que te está ejercitando los músculos el profe de gimnasia. Te ha dejado hecha una “estirada” de manual.
- Serás envidiosa…

Bien, pues el plato fuerte de este visionario del entrenamiento más elitista son los llamados “abdominales hipopresivos”, según me confiesa Paqui. Me ha enseñado una foto que le ha pasado el teacher para que vaya practicando y todavía estoy intentando interpretarla:


Hmmm, veamos…
Por muchas milongas que me cuente mi amiga, después de observar la foto desde todos sus ángulos y estudiar la viabilidad de la postura de marras (porque eso tiene que ser irreversible, se ponga como se ponga doña Paqui) siempre llego a la mismita conclusión: eso es el “meter tripa” de toda la vida de Dios. Pues no me he hinchado yo a meter barriga y pegarla casi-casi hasta el tuétano de mi columna vertebral cuando pasaba por delante Roberto, el buenorro de la piscina…

Vamos, hombre, si es que me estoy viendo ahí, casi partida en dos (porque el efecto óptico es brutal, la verdad) y me duele el bazo sólo de pensarlo. ¿Y me quieren hacer creer que eso es la panacea? ¿El secreto mejor guardado? ¿La forma única e inapelable de partir nueces con el ombligo? ¡Pero si me he pasado toda la pubertad y parte de mi mediana edad haciéndolo día sí-día también! ¿Por qué cojones a mí no se me pone dura?

La tripa, se entiende, ¿eh?

En fin, que me temo que ya estamos con otra inocentada propia de la operación bikini.
Esto me huele a chamusquina.
Tener el verano en ciernes y ver a la peña hacer cosas raras, es todo uno. Como cuando a Carlota le dio por comer bayas del Goji en las horas impares de la noche o beber litros de zumo de limón porque se llevaba la grasa por delante (“igualito que el Fairy“, decía guiñando los ojos por culpa de la acidez).

Y eso que todo estaba avalado por los estudios más punteros, faltaría plus...

Pero ya ves tú… Carlota sigue con un sobrepeso considerable y las bayas van a ser retiradas del mercado por Sanidad dados sus componentes dudosos y los efectos secundarios que están produciendo a los incautos. Por no hablar del ardor crónico que se le ha quedado a la pobre...

Ahora que lo pienso bien, a ver si lo que le pesa a Paqui es el dinero y no los kilos...



jueves, 16 de junio de 2011

Se ha escrito un crimen

Anoche descubrí que mi hijo llevaba 3 noches sin dormir.

El caso es que yo ya le notaba la mirada apagadilla y los ojos como hundidos, pero pensé que se avecinaba un gripazo de campeonato y que ya le pondríamos remedio cuando el virus diera la cara.
Nada más lejos de la realidad.

Ayer, al acostarle, me pregunta todo serio:

- Mami, ¿en casa tenemos muñecas?
- Ehhh… ¿a qué tipo de muñecas te refieres, cariño?
- A cualquiera. Muñecas. De las de jugar…
- Bueno, tu hermana tiene muchas muñecas, estoy segura de que las conoces de sobra. ¿Te refieres a esas?
- No. Me refiero a las de cara “malvada”.
- Vale. Ahora sí que me estás preocupando. Dime qué es lo que te pasa, anda…
- Es que me ha dicho mi amiga Laura que en su casa hay una muñeca asesina que, por las noches, baja del altillo de los juguetes con una navajita en la mano y mata a gente.
- ¿Una muñeca asesina en casa de Laura? Tú sabes que eso es imposible, ¿verdad, cielo?
- Pero si dice Laura que ya ha matado a sus abuelos y que los siguientes van a ser sus padres…
- A ver, hasta donde yo sé, los abuelos de Laura siguen vivos. Los cuatro. De modo que te ha contado una trola de campeonato, hijo.
- Entonces… ¿es mentira?
- Una mentira como una casa.
- Menos mal… porque debajo de las sábanas toda la noche se pasa un calor…
- ¿Por eso tienes ojeras? ¿Porque te escondes bajo las mantas? No has dormido bien, ¿verdad?
- Es que, mami, ¿ves esa cosa oscura que asoma en la pared del pasillo?
- Ehhhh… ¿te refieres al espejo?
- No sé… desde mi cama parece un cuchillo…
- ¡Es el marco del espejo! Y un marco no te puede atacar, así que haz el favor de dormir tranquilo y olvidarte de las historias de Laurita, que mañana voy a hablar seriamente con su madre para que le lea la cartilla. Amoshombre

Tendríais que ver a la tal Laurita.
Seria, con mirada desconfiada y ojerosa y un pelo renegrido largo hasta los omoplatos.
Tan pálida que, si las comparáramos, la niña de “El exorcista” parecería su prima de Nigeria. No os digo más…

Pero Laurita no estaba en el patio esta mañana.
Debe de andar incubando algo (no sé si una historia maquiavélica o un bacilo infeccioso) y su madre ha preferido dejarla en casa.
Cosa que han celebrado el resto de niñas de la clase, que se han puesto a dar palmas y a gritar “vivas” al viento, mientras correteaban alrededor de mi hijo.
Yo no entendía nada.

- Amparito, ¿qué ocurre? ¿Por qué chilláis así?- le he preguntado a la niña más entusiasta del grupo.
- Porque hoy podremos jugar con tu hijo.
- ¿Cómo dices? ¿Acaso no quiere jugar con vosotras el resto de días, o qué?
- Nooo… es por Laurita, que no nos deja acercarnos a él cuando ella está presente, porque dice que es suyo y de nadie más.

¡Tócate el gladiolo!
¡Mi pobre hijo agobiado por una psicópata infantil!
¿Será acaparadora y posesiva, la niñata esta?
¡Encima de no dejarle dormir, le está aislando socialmente!

En fin… Pensaba arreglarlo con una simple charleta con la criatura, pero se ve que el tema requiere un plan B. Me va a tocar llamar a la madre esta misma tarde.
A ver si por la vía humorística consigo algo, aunque cuando le casque que su hija se ha cargado a los abuelos valiéndose de una muñeca parricida, lo mismo no le hace puñetera gracia.

Os tendré al tanto…

martes, 14 de junio de 2011

Tierra trágame

Mi hija se ha hecho mayor.
Quiere un póster de Hannah Montana y otro de los Jonas Brothers.
Uno, para su cuarto.
El otro, para el baño. No me preguntéis a qué se debe esta manía. Deben de inspirarle para el tránsito intestinal, cosa que no me extraña en absoluto…

El caso es que me ofrezco voluntaria para encontrarle el capricho, ya que ha sacado muy buenas notas y así el regalo me sale "baratito".

Y aquí es cuando meto la moraleja por anticipado: os aviso, nunca compréis los pósters en la sección de papelería de “El Corte Inglés”.
Es un escándalo.

Vas tú, toda discreta, a elegir una foto bonita, cuidada y, se supone, (dado el precio) elegante y… ¿con qué te das de bruces? Pues con tetas operadas, jovencitas en bragas y conejitas playboy a tutiplén.
A ver si es de recibo…

La cosa fue más o menos así…

Plas plas replas plas plas (nos suenan ni nada los carteles estos enmarcados en metal, qué va…)
- A ver… este de Piolín… nada, nada, demasiado infantil. Otro.
Plas
- Este en cambio… de Tarta de fresa. Un empalago… Más.
Plas
- Hmmm… Justin Bieber. Mira, a este todavía no lo conoce. Menos mal… sigo…
Plas
- Ehhh… estoooo…así, tan gigante… ¿qué es? Espera, que lo miro bien. No consigo identificarlo… esta rayita que sube es… es… un pliegue, eso está claro,…de algo que parece que empieza más abajo… pero espera, porque empiezo a notar gente que se para a mi espalda y mira sobre mi hombro y… un momento, un momento, por Dios y por la Virgen… ¿pues no estoy mirando fijamente (y desde hace varios minutos, además) un culo bronceado, todo al aire, sin dueña que lo reclame? Porque… es un culo, ¿no? ¿O será un codo, como en el concurso aquel de la tele, que siempre que parecía un codo era un trasero? ¡Mi madre! ¿Será posible que vendan un culo de 1x2 metros junto a las fotos de las princesas Disney y el Correcaminos? ¿Es esto coherente?

Y ahí me tenéis. Colorada cual nécora recién cocida, intentando pasar sigilosamente al siguiente póster (sin conseguirlo, porque la mala-baba del que parió el invento del marco metálico de los pósters, insisto, es de juzgado de guardia) y metiendo la cabeza entre las fotos para que nadie me reconozca. Lo cual (por cierto), es peor. Porque antes sólo parecías una salida, pero al colocar la cabeza de forma estratégica entre los cachetes de un culo del tamaño de Texas has mostrado al mundo, de forma evidente, que, además, eres también una pervertida. Es lo que tiene la tensión del directo, que deja tu reputación a la altura del betún…

Plasplasplasplas… empiezo a pasar compulsivamente pancartas de:

- diversas partes del cuerpo humano (lo del culo es ya “pecata minuta”),
- tres jovencitas lamiendo una piruleta, mientras suben con dificultad por una escalera con sus minifaldas escocesas (es que chupar y escalar a la vez, tiene que ser complicado de cojones),
- Scooby Doo (ni lo miro, no vaya a estar haciendo algo raro con la niña gafotas y ya sea incapaz de volver a ver los dibujos),
- una guerrera tipo Xena, con su minúsculo taparrabos de piel de foca, una espada sujeta sobre la pelvis y los músculos encerados (sin comentarios),
- y Pitufo gruñón dándole un regalito a Pitufina bajo la atenta mirada de Gargamel, escondido entre las sombras.

Me reafirmo en lo dicho: esto es incoherente. Casi-casi surrealista.
¿La gente normal ya no compra pósters o qué?
¿Han quedado como un reducto para los depravados y viciosos y yo no me había enterado?

Pero lo peor sucede al llegar a casa (con las manos vacías, claro está).

- Mami, que me dice Maruchi que esta mañana te ha visto su madre y que ni la has saludado ni nada.
- Anda, hija, no me digas, qué despiste el mío... ¿Y dónde dices que me ha visto?
- Pues parece ser que en El Corte Inglés.

Nononono…en El Corte Inglés, nooo… (pienso yo en plan plegaria al cielo).

- Y me ha dicho que te diga que no compres ahí los pósters, que no son nada bonitos. Que ya te va a decir ella un sitio mucho mejor y más barato.
- Ah… pues… vale… ella dirá…

Me quiero morir.
La madre de la mejor amiga de mi hija me ha pillado con la boca pegada a un pandero de proporción singular y yo tengo que hacer como si nada en la próxima reunión del cole.
Voy a tener que hacerme la miope para justificar el acercamiento cular (que no ocular), de lo contrario me van a pedir una orden de alejamiento y mi pobre hija no va a poder jugar nunca más con su querida Maruchi.

Mañana mismo elevo una queja al departamento de Atención al Cliente de El Corte Inglés.
¡Que este bochorno me puede costar la familia!

domingo, 12 de junio de 2011

Frases que encandilan

Hay veces que las frases me dejan pensativa.
Otras, simplemente, me enfadan, o me provocan tal furia interior que mi mente se ciega y se colapsa sin remedio.
Pero cuando me provocan carcajadas, me hacen brotar lágrimas de risa o me producen dolor de tripa por las convulsiones hilarantes de mi esternón, entonces, sé que todo está bien. Que el mundo no es tan cabrón como lo pintan y que siempre, siempre, queda un resquicio para el humor y la alegría.


Genial el curilla de esta comunidad.
Debe de tener la parroquia llena de maridos abandonados a su suerte.
Ahora, más que nunca, el refrán está clarinete: “quien mucho habla mucho yerra”.
Ya te digo…


Claro, claro.
Y lo que algunos tienen sobre los dientes no es sarro, sino el escudo protector de San Miguel arcángel.
Lo que yo te cuente, limeño…


Ya. Y en cuanto des por finiquitada la operación bikini te pasarás al cinemascope, ¿no?
Si es que hay mucho listo suelto, que os lo digo yo.


Ahí, ahí. A la mierda los prejuicios y el clasismo más rancio.
Las cosas, por su nombre.
Y lo mejor, la coletilla: “tú mismo”.
Les ha faltado añadir “pedazo de insensato”.


Eso es animar al personal y lo demás es cuento.
Yo me imagino al maromo, con “el tema” entre las manos, evacuando la vejiga a la vez que lee la máxima y supongo que se le debe de poner una sonrisilla en la boca, en plan “no lo sabes tú bien”, que no veas…
Eso es mear a gusto.

Justo lo contrario que esto otro:


Se te tienen que cortar las ganas de golpe al leer semejante amenaza.
Además, el tío te especifica el "detalle": disparo de revólver calibre 38. No vayas a pensar que es un arma de pegolete o que se la ha robado al chiquillo.
Cualquiera se la saca en tales condiciones…

Pero el mejor, sin ningún género de duda, es este cartelito que le “robo” a Fiebre (con su permiso, milady) y que me deja con la lágrima colgandera cada vez que lo leo.
Esto lo tuvo que escribir un sabio. Si no, no se entiende…


Amén, hermanos.

viernes, 10 de junio de 2011

Esas cosillas que trae el verano...

Ya llega.
Lo tenemos a las puertas.
Casi-casi encima del cocoroto.

Yo lo noto en todas partes.
En la radio, porque empiezan las tonadillas machaconas que pugnan por convertirse en el hit del momento. En la tele, de la que se despiden los programas medio-decentes para dar paso a las series enlatadas (otra vez a ver morir a Chanquete, ya hay que ser sádico y perverso) y los concursos estivales (¡puag!). En el súper, donde se hacinan vecinos y parientes a la caza y captura de la barbacoa más barata y molona. Si te digo que lo noto hasta en la oficina, que he visto a Hortensia, la de Control de Calidad, con las tirillas del bikini asomando sobre la camiseta…

Llega el verano, nos desprendemos de capas y capas de ropa protectora y ¿qué conseguimos? Pues lo de siempre: unos pies tan llenos de llagas y rozaduras que parecen en su punto exacto de gangrena. O unas piernas blancas-nucleares que te pueden dañar la córnea si te da por mirarlas a pleno sol. O combinaciones imposibles, como la famosa “chancleta-cazadora sobre vestido floreado”, o la interesante “camiseta de tirantes-botas de cowboy con calceto tirolés de rombos”. Me sudan los pies sólo de imaginármelo...

Y de verdad que no es por ser quisquillosa, pero es que voy por la calle y no puedo evitar fijarme en el de delante. Me harto de ver talones agrietados, ampollas en carne viva, uñas cual mejillones y poros tan abiertos por una depilación “maléfica”, que podrían anidar en ellos familias enteras de palomas. Vamos, que si me dicen que están rodando para el National Geographic, caigo cual pichona.

- Mamá, ¿tenemos tiritas?- me viene la mayor con las bailarinas nuevas en la mano.
- Ya estamos con los pies. ¿Qué ha sido esta vez? ¿Postilla porque te aprietan o rasponazo porque te sobran?
- Las dos cosas. Como tengo un pie más grande que el otro…
- ¡Hala, venga, festival pustuloso! ¿Pa qué va a librarse uno, pudiendo necrosarse los dos? Si cuando yo digo que es mejor amputar…
- ¿Tenemos o no tenemos?
- Pues no he comprado. Pensaba hacerlo esta tarde. Como apenas llevabas 5 minutos sin calcetines, pensé (ignorante que es una) que no te dolería hasta dentro de unas horitas …
- Pues ha sido salir a la calle y tener que volverme. El pie izquierdo ya me sangra y todo… ¡y eso que he subido descalza en el ascensor!

Menudo panorama podal tengo en casa.
La una porque se llaga.
El otro porque tiene el pie tan estrecho que todos los zapatos se le salen y los pierde por las esquinas. Ha llegado a casa a la pata coja un par de veces por este motivo.

Mi santo porque no encuentra pinkis “masculinos” para sus mocasines. Es decir, que no parezcan ni infantiles ni de señora. Ahí es nada. Y mira que le tengo dicho: cielo, que los pinkis no son de favorecer a nadie. Que son una aberración estética se mire por donde se mire. Que no te ofusques, porque no vas a encontrar ninguno atractivo. Intenta, eso sí, que te los den cortitos por delante, no te vaya a pasar como a todas esas señoras que salen de misa de ocho, que les llegan casi hasta el tobillo y no veas el efecto que hace...

Pero él, burro en sus trece, que “tiene que haber de esto para hombres, en unos tonos más masculinos y con un corte infinitamente más varonil” y bla, bla, bla…

Pues tiene que haberlo, pero no lo hay. Así que tira con lo que tienes, porque no pienso comprar más Betadine en lo que queda de año.

Vamos, que estoy feliz de que llegue el maldito verano y de que los puñeteros calcetines pasen a mejor vida hasta septiembre.

¿Es que no se me nota, o qué?

miércoles, 8 de junio de 2011

Entre tallas anda el juego

De: Esthertxu
Para: Compras hiperbaratas y superfashion “CHOLLAZOS A GO’GO”
Asunto: Devolución
______________________________________________________

Muy buenos días:
Curso aviso de devolución de una prenda servida por ustedes, con fecha 15 de Abril de 2011, de su colección de primavera-verano, sección “Glamour a tutiplén”, por error en el tallaje.
Se trata de un vestido de fiesta, supuestamente talla 42.
Solicito el cambio por una talla superior o la devolución del importe.
Espero noticias suyas.
Atentamente,

Esthertxu.-

De: Departamento Atención al Cliente de “CHOLLAZOS A GO’GO”
Para: Esthertxu
Asunto: RE: FWD: Devolución
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Muy buenos días:
Antes de proceder al cambio, le solicitamos nos explique brevemente la razón de su descontento.
Atentamente,

Departamento Atención al Cliente

De: Esthertxu
Para: Departamento Atención al Cliente de “CHOLLAZOS A GO’GO”
Asunto: ¿Y tiene que ser “brevemente”?
______________________________________________________

Verá, sería imposible explicar "brevemente" el motivo de mi descontento.
Baste decir que le faltan unos 20 centímetros de tela en la zona abdominal, más de 15 en el entreteto y que la cremallera ya ha debido de ser forzada por clientas previas, ya que me pareció oírle suplicar “otra vez no, otra vez no” a la altura de mis caderas y justo antes de quedarme con el deslizador en la mano.
Por lo demás, el vestido vuelve en perfectas condiciones a su almacén.
Eso sí, cámbienle la talla, porque dudo que supere las medidas mínimas requeridas para la 34.
Les saluda de nuevo,

Esthertxu (talla 42 y a mucha honra).-


De: Sastrería de “CHOLLAZOS A GO’GO”
Para: Esthertxu (talla 42)
Asunto: RE: FWD: ¿Y tiene que ser “brevemente”?
______________________________________________________

Muy buenas tardes:
Hemos recibido de nuestro Departamento de Atención al Cliente una solicitud de confección “a medida” de un vestido de fiesta, perteneciente a nuestra colección primavera-verano “Glamour a tutiplén”, en una talla desconocida hasta ahora por nuestros sastres.
¿Podría por favor facilitarnos sus medidas, para que el envío se adapte a sus altas expectativas?
Esperamos noticias suyas para elaboración del presupuesto y fijación de plazos de entrega.
Un saludo,

Sastrería de “Chollazos a GO’GO”

De: Esthertxu (sin-medida)
Para: Sastrería de “CHOLLAZOS A GO’GO”
Asunto: No me mido y no me mido.
______________________________________________________

Muy buenas:
Creo que no les han pasado bien el recado.
Yo no quiero un vestido hecho a medida y cobrado, también, a medida.
Yo lo que quiero es una talla 42 real, o la devolución del importe de la prenda.
Lo que no es de recibo es que una talla 42 no le entre ni a mi Nancy, no sé si se me entiende.
Por favor, ¿podrían decirme qué medidas se supone que tiene una talla 42?
Porque les aseguro que el contorno del trapo que me ha llegado es de risa.
En centímetros, a poder ser.
Espero extasiada su respuesta.
Muchas gracias,

Esthertxu (cinta métrica en mano).-


De: Sastrería de “CHOLLAZOS A GO’GO”
Para: Esthertxu (cinta métrica en mano)
Asunto: RE: No me mido y no me mido.
______________________________________________________

Estimada señora talla 42:
Estas son las medidas (en centímetros, para que no tenga que hacer ningún tipo de conversión) aconsejadas para la talla que nos indica:

Busto: entre 96 y 100 cms.
Cintura: entre 78 y 81 cms.
Cadera: entre 102 y 105 cms.

Recuerde que es preferible tomarse las medidas de pie y justo antes de comer.
Usted dirá.
Atentamente,

Sastrería de “Chollazos a GO’GO”

De: Esthertxu (lo que yo decía)
Para: Sastrería de “CHOLLAZOS A GO’GO”
Asunto: ¿Se está quedando conmigo?
______________________________________________________

Estimado señor “Sastrería”:

Esos centímetros que ustedes manejan son los mismos que yo manejo, pero indudablemente nada tienen que ver con los que maneja la becaria que debió de cortar el patrón del vestido que llegó a mi casa, cuyas medidas me adelanté a tomar antes de entregárselo al repartidor y son las que figuran a continuación (también en centímetros, detallista que es una):

Busto: escasos 80 cms.
Cintura: con cremallera, 62 centímetros. Sin ella, todo lo que dé el ruedo.
Cadera: 85 cms. Ni la Bundchen, vaya… aunque no sé si la Bundchen se mide tumbada y con un bocata de chopped-pork en la mano. ¿Podría ser éste el motivo?

Usted dirá.
Atentamente,

Esthertxu (sigo perpleja).-

De: Departamento de Administración de “CHOLLAZOS A GO’GO”
Para: Esthertxu
Asunto: Devolución Importe
______________________________________________________

Buenos días:

Le informamos de que el viernes, 22 de abril, se recibió su envío en nuestras dependencias.
Sin embargo, debido a un trágico incidente ocurrido en nuestro departamento de Sastrería y a la imposibilidad de confeccionar las modificaciones pertinentes por carecer de becaria desde el viernes pasado, procedemos a devolverle en su cuenta el importe íntegro de su compra, no sin antes disculparnos por los inconvenientes ocasionados y solicitarle su confianza en nuestros productos para futuras compras.
Añadimos a nuestras disculpas un bono-descuento de 2 euros para nuestra tienda online, que caducará en dos semanas desde la recepción de este mensaje.
Gracias por su comprensión y un afectuoso saludo,

Contabilidad y Administración de “Chollazos a GO’GO”

De: Esthertxu (espérenme sentados)
Para: Admón. de “CHOLLAZOS A GO’GO”
Asunto: Desde ahora, millonaria gracias a su atento bono-descuento
______________________________________________________

Buenas tardes:

Gracias por sus calurosas palabras.
Y muy generoso el gesto de los 2 euros que se autodestruyen en 15 días.
No había visto cosa igual hasta la fecha.
Seguro que vuelvo a comprar en su tienda.
Seguro…

Atentamente,
Esthertxu (tic tac-tic tac-me quedan 14 días-tic tac-tic tac).-

lunes, 6 de junio de 2011

No estaba "al loro"

Nunca me había pasado.
Lo juro.
Yo, que siempre soy la más entusiasta con las actividades lúdico-infantiles en mi casa, iba como loca al cine a ver la dichosa película de los pajarracos ("Río", para los no versados en ocio infantil). Compré todo lo necesario: palomitas, coca-colas, regalices rojos, gominolillas y el clásico toblerone que nos ameniza las tardes cinematográficas.
Tenía cubierto, incluso, el espinoso asunto de la “autonomía infantil”. No en vano habíamos hecho tres visitas al baño antes de que se apagaran las luces y teníamos la vejiga más vacía que el cerebro de la Esteban.
Nada quedaba al azar.
Nada podía fallar.

Hasta que mamá se durmió a los cinco minutos (si llega) de metraje.
En buena hora…

El niño ni se dio cuenta. De hecho, se pasó lo que quedó del día haciéndome preguntas sobre los personajes y poniéndome en auténticos bretes:

- Mami, ¿a que Blue (así se debía de llamar el guacamayo protagonista) es un pájaro en peligro de extinción?- me decía convencido de que su madrepedia se lo sabía todo.
- Seguro, hijo, seguro.
- ¿Y cuando aprende a volar, que casi se matan, eh, eh?
- ¡Qué momentazo!, ¿verdad?- preguntaba yo sin saber qué más añadir y notando por el rabillo del ojo que la mayor no me estaba creyendo nada de nada.
- ¿Y por qué le llevan a Brasil, si él no quería viajar, mami?

Éste lo que quiere es pillarme. Se lo noto.

- Ehh… ehhh… ¿porque es muy bueno que los pájaros viajen y aprendan nuevos idiomas?
- No, mamá. Lo hicieron para que se reprodujera en su hábitat natural- suelta la voz de la experiencia. La mayor, que hasta ahora se había mantenido al margen, ha tenido que hacer notar su inteligencia supina, para bochorno de su madre. Y deja de inventar- añade susurrando- que sé de sobra que te has dormido en las letras del principio.
- Pero hija, ¿cómo puedes pensar eso? Lo que pasa es que estaba concentrada en la peli y por eso no hablaba.
- Ya, claro. Y por eso también roncabas, tenías la cabeza en un ángulo extraño y la movías como si estuvieras buscando en sueños tu almohada, ¿no?

Con razón tengo la nuca dolorida. Ahora lo entiendo todo.

- Anda, déjate de payasadas, que le vas a dar un disgusto a tu pobre hermano.
- Pues dime cómo acaba la historia, a ver si te lo sabes, so lista- me reta la otra con mirada de suficiencia.
- ¿Cómo va a acabar? Pues bien, como todas las películas de Disney, hija, ¡qué cosas tienes!
- Ya, pero es que esta película no es de Disney, sino de los estudios Blue Sky (y no veas cómo lo pronuncia, la muy desgraciada; como si hubiera nacido en el mismo centro de Missouri, yo es que me descompongo). Ya estás buscando en tu memoria, porque hasta que no me digas cómo acaba, no pienso parar.

Se va a enterar, la arpía esta.

- Mira, bonita y resabiada hija de mis entretelas, o te callas y me guardas el secreto, o este finde te quedas sin viajecito a la Warner y demás parafernalia. ¿Estamos?
- Estamos. Pero luego no te sorprendas si no te decimos la verdad- dice la muy repelente.

Así que me he tenido que tragar la maldita película por internet (espero que la Sinde no me lea, porque se me puede caer el pelo), por si al pequeño no se le pasa la obsesión y mañana vuelve al ataque con sus pesquisas argumentales.

Antes muerta que pillada por un par de mocosos sabihondos.
Dita sea mi estampa…


sábado, 4 de junio de 2011

Tomadura de pelo

Me suena el teléfono un sábado cualquiera, a eso de las 8 de la tarde, y escucho al otro lado de la línea aspavientos angustiosos y unos gritos alarmantes de Paqui, que no sabe ni cómo explicarse.

- ¿Puedes venir a mi casa ahora mismo?- me parece entenderle.
- ¿Ahora mismo? ¿No puede ser en un ratito, que estaba a punto de empezar a prepararme para la cena de chicas? Porque te recuerdo que hemos quedado a las nueve y media, ¿eh?
- No. Tiene que ser ahora. Es urgente. No me hagas explicarte nada, porque tienes que verlo tú misma. Tráete las planchas y tus potingues, que nos arreglamos juntas y salimos desde mi casa hacia el restaurante. ¡Ya!

Y me cuelga.
Como la conozco de sobra y no me va a dejar vivir si llego 5 minutos más tarde de lo calculado por su mente taquicárdica, meto todas mis cosas en una bolsa del Carrefour, me despido de mi santo y los niños y me lanzo a la calle como alma que lleva el diablo.

Lo que me encuentro en el umbral de su puerta no lo he visto en mi vida.
Y mira que tengo mundo, ¿eh? Que he visto incluso a una tribu del Amazonas haciendo virguerías con sus taparrabos raquíticos y sus genitales desbocados (no preguntéis, que es peor), pero esto lo supera con creces.

Así, a bote pronto, yo diría que Paqui se ha convertido en un unicornio.
Por decir algo…
Tiene un extraño cuerno suspendido sobre la frente y orientado hacia el techo.
Como un mástil, pero sin bandera.
Acojonante

Me acerco un poco (con miedo, no os voy a mentir) y me fijo bien, hasta que me percato de que es un cepillo redondo anudado a su flequillo. Pero no “anudado” de forma simple, como quien no quiere la cosa, no… podría jurar que una familia de gnomos histéricos se ha dedicado a trenzar con sus manitas los pelos de mi amiga alrededor del cerdamen, en un nudo imposible de soltar. Vamos, que le das con Loctite y no lo fijas tanto.

- No me sale- suelta mi amiga sin torcer el gesto.
- Ya, ya… ¿Y qué es exactamente lo que te proponías, Paqui? Por concretar, namás…- le exijo yo, aturdida por semejante maraña capilar.
- Pues nada, alisarme el flequillo. Pero es que este cepillo debe de ser malísimo; me ha dejado todas las hebras enganchadas y ni palante ni patrás- dice convencida de que voy a sacar la varita mágica de las peluqueras.
- Paqui, sabes que yo con las manos no soy nada buena, ¿verdad?
- ¡Pues me da igual, lo haces con los pies, con los dientes, o con lo que te salga del nardo, pero suéltame de este cepillo, porque llevo una hora dándole vueltas y me estoy empezando a agobiar!-me grita acongojada.
- A ver, no entres en barrena, que así no llegamos a nada. Dime dónde guardas el suavizante, que eso suele ser mano de santo. A mi prima Maruja le sacamos el anillo de la Comunión veinte años (y cuarenta kilos) después, gracias al Vernel.

Pues tampoco.
La frente de Paqui (ya colorada, a estas alturas del cuento) se ha convertido en un engrudo de mascarilla “especial pelos castigados”, aceite de oliva virgen “de primera presión en frío” y Mimosín “concentrado para 72 cacitos, al aroma de Marsella”.

Pero nada, oye.
Que no hay tu tía.
Aquello no sale ni tirando, ni desmembrando, ni soplando, ni nada que se nos ocurra.
Van a dar las 9 y nosotras hechas un cisco.

- Paqui, siento decir esto, pero sólo nos queda una opción…
- No la digas.
- Es que no podemos quedarnos aquí eternamente. Hay que tomar decisiones. Y hay que tomarlas ya.
- Que te digo que ni lo pronuncies. Actúa y punto.
- ¿Sabes de qué estoy hablando, verdad? Es que no quiero que luego me abofetees por no haber concretado los detalles…
- ¡Que sí, leches, que lo hagas y te calles!- chilla la pobre, mientras sus deditos temblorosos me alcanzan las tijeritas de las uñas.
- Vale, vale, pues cierra los ojos…

Menudo tajo.
Le ha quedado un flequillito del mismo largo que el del cepillo de dientes.
Y yo no sé cómo consolarla…

- ¿Quieres que te pase las planchas? Si lo estiramos bien, quizá parezca más largo- me ofrezco, dispuesta a "recibir" hasta en el paladar.
- ¿Las planchas? ¡Sólo me faltaba eso! ¡Que se me queme la poca pelusilla que me ha quedado ahí arriba! Deja, deja…
- No te preocupes, que si te miran desde… desde… (voy girando a su alrededor como un trompo, buscando el ángulo perfecto)… ¡desde aquí!
- ¿Qué insinúas? ¿Que si me miran desde el techo no lo van a notar?- me pregunta con sorna.
- ¡Exacto!- le grito yo desde lo alto del escritorio. ¡Con la inclinación adecuada, parece un flequillo normal! El truco está en quedarnos en las zonas más bajas del bar o, en el peor de los casos, agachar mucho la cabeza.
- Ya. Comodísimo esto que propones… En fin, creo que me voy a poner una cinta que tape todo el frontal y me olvido del tema.
- Eso, o una peluca, que ahora se llevan mucho. Mira Naomi, que está medio calva y se tapa el claraboyo con pelo de muñeca…
- ¿La Campbell?
- Sí, la misma. Le nace el pelo a media cabeza. ¿No te habías dado cuenta?
- Pues no, la verdad. Pensaba que esa melena que se gasta era suya.
- Y lo es. Dudo que le haya costado menos de mil pavos, así que suya es…
- No tengo ni peluca ni mil leuros para tirar, así que "cinta" se ha dicho.
- Sea cinta, entonces.

Y la cinta se hizo.
Y vio Paqui que no se acababa el mundo.
Y, al final, llegamos a tiempo a la cena, que no fue ni la mitad de divertida que los prolegómenos, por cierto.
Y nadie dijo nada (nos ha jodido, con el careto de asesina-en-serie que les puse nada más llegar al local, cualquiera se aventura).
Y Paqui no volvió a llevar flequillo, porque no se fía “de los cepillos homicidas ni de las amigas manospiés”. Palabritas textuales.

No, si lo que no me pase a mí con el pelo...

Vamos, que nada nuevo bajo el sol…

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