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jueves, 30 de septiembre de 2010

1,2,3 probando, probando… Tierra llamando a Marte…


La ONU nombra a una astrofísica malaya “embajadora para asuntos alienígenas”

Que sí, que sí. Que parece una coña, pero es verídico. El pobre Carlos Jesús ha emigrado a Raticulín, porque se ha visto superado por la pena. Ha denunciado a la malaya por “intrusismo laboral” y no ha querido hacer más declaraciones.

Por lo visto, esta señora será la encargada de recibir a los extraterrestres mejor que Berlanga a Mr. Marshall, ayudada por pancartas donde se lea “Welcome ETs” y miles de voluntarios levantando sus manos y separando los dedos en grupos pares, como Mr. Spock, a pie de nave nodriza. Lo estoy visualizando y se me pone el vello de punta, jatetú

Espero que no tengamos que aprender a tragar culebras y ratones, ni hacer práctica de tiro con láser, ni vestirnos con un mono de látex bicolor… pobres de nosotros…

Pero, ¡ojo! Que al calor de esta nueva ocupación, pueden surgir otras muchas.
Hay que estar atentos, con los tiempos que corren…

Yo ya me he apuntado en el listado de “qué podría hacer usted por los alienígenas”, el cual encontraréis en la página oficial de tan magna institución (www.onu.com/sección-extraterrestres-y-UFOs/ofrézcase-en-especie.html) y he decidido que puedo ser su “personal extra-shopper”, porque eso de ir por la calle luciendo escamas al aire con el biruji que pela en diciembre, les puede ocasionar tantas enfermedades desconocidas para ellos que lo mismo se vuelven a casa desanimados.

Tiene que ser un puntazo recorrerse Serrano con tus nuevos amigos, escogiendo las telas más vistosas y los cortes más vanguardistas (emulando a Pretty Woman, pero con lengua bífida), dejándoles a ellos que paguen con su VISA-Platillo-Volante o su Extraterrestrian-Express.

Lo que voy a chulearme ante las vecinas…

Y nuestros niños aprenderán nuevos idiomas, que les serán de gran utilidad cuando los mandemos de campamento a X3P12. Y los becarios podrán hacer sus prácticas convalidadas en Orión14-esquina-Andrómeda. Y las canguros tendrán un nuevo nicho de mercado y acudirán en hordas a vigilar a los bebés cósmicos, en vez de ir a Londres a pasar frío y dejarse los ahorros.

Y nosotros les mostraremos nuestros grandes avances científicos, por aquello de fardar ante seres de inteligencia supina. Alucinarán con el velcro, los post-its amarillos y el jes-extender.

Todo son ventajas. No le veo la pega por ninguna parte.

Así que estoy deseando que la señora ésta empiece a sintonizar con el universo y consiga hacerse entender con los alienígenas, porque la vida en la Tierra se me empieza a quedar corta y me noto ansiosa por vivir nuevas experiencias extracorpóreas de naturaleza sideral.

No sé si me entiende…

martes, 28 de septiembre de 2010

¡Yo quiero ser Angelina Jolie!


Vale, sé que suena obvio.
Pero no es lo que parece.

No quiero ser Angelina Jolie por su cuerpo serrano, sus labios carnosos ni su compañero de cama (que también), sino porque sus días tienen 58 horas (caso único en el mundo, calculado a ojímetro) y su cutis no se resiente por ello.

Tú dirás si es muy normal que la semana te dé para:

- Negociar y rodar una película tras otra (con sus ensayos previos correspondientes, de modo que sepas tanto montar a caballo al más puro estilo Curro Jiménez, como ganar al campeón olímpico de esgrima sin que se te enreden las extensiones).
- Cuidar de seis churumbeles “dedicándoles tiempo de calidad a cada uno de ellos, de forma individual” (según ella misma confiesa al borde del ataque de melaza).
- Cuidar de tu matrimonio (“nos montamos cenas y viajes románticos porque los niños se nos meten en la cama cada vez que tienen pesadillas o mojan la sábana”).
- Reconstruir Nueva Orleans (eligiendo hasta las cortinas de las nuevas viviendas, para que casen con los cojines del sofá).
- Visitar Afganistán, Pakistán y demás países que rimen entre sí.
- Dar conferencias en la ONU, denunciando lo malos que somos los humanos y cómo nos estamos cargando el planeta.
- Ir al concesionario a elegir un coche híbrido, para que los medios no se te echen encima por incoherente.
- Posar con tu mejor perfil para las portadas de las revistas más prestigiosas.
- Dar entrevistas a todo periodista que se acredite ante tu puerta.
- Firmar (y protagonizar) anuncios de cosméticos, ropa y demás patrocinadores publicitarios (a trillón el segundo emitido).
- Acudir a eventos de todo pelaje (sean inauguraciones, televisiones, festivales de cine o estrenos teatrales).
- Comprar una mansión al mes (habiendo supervisado hasta el material ecológico del que estarán confeccionadas las cortinas de la ducha).
- O acudir a tele maratones en busca de donativos para cualquier zona devastada por cualquier fenómeno meteorológico.

Al margen de depilarte, hacerte las cejas, darte masajes por la cargazón de espalda que acumulas, acudir puntualmente a las sesiones de bótox prescritas por tu dermatólogo de cabecera y llevar la pedicura y manicura (y las canas) en su punto exacto de color.

Esta omnipresencia no puede ser normal.
Ni tan siquiera humana.
A mí que me lo expliquen.

Sólo me falta escuchar que lee mucho, que acude al gimnasio cuatro veces por semana, que lleva personalmente a sus niños al colegio o que el tiempo libre lo dedica a ponerse al día con los grupos de música del momento.

No es que sea perfecta.
¡Es que es agotadora!

domingo, 26 de septiembre de 2010

La teta azulada



Poneos en situación:

- el clásico joven,
- trajeado y engominado (la imagen vende mucho),
- con la ambición justa para montar su propio negocio e invertir en él todos sus ahorros (incluyendo los ingresos originados por la venta por eBay de toda su colección de AirgamBoys de los ochenta),
- haciendo a la vez de telefonista, comercial, gestor y lo que se tercie, porque los comienzos (ya se sabe) son muy duros,
- repartiendo tarjetas por doquier y dando charlas sobre su oferta de servicios a todo aquel que se preste (incluyo en el grupo a los Mormones y Testigos de Jehová, que cuando se ponen a escuchar, no hay quién les gane)

Estáis situados, ¿verdad?
Bien.
Ahora imaginaos al yupi en cuestión en plena conferencia.

Dos clientes potenciales (mujeres ambas) se sientan en una sala de reuniones (alquilada) dispuestas a escuchar lo que tengan que ofrecerles.
Una de ellas lleva una sillita de bebé, porque le ha fallado la canguro.
No hay problema. Mientras el niño no berree durante la exposición, todo va a ir bien.

En plena explicación sobre derivados y warrants, la susodicha saca al bebé de su letargo y, ni corta ni perezosa, se saca el pecho ante la mirada atónita del chaval, que no sabe si mirar a la pantalla del powerpoint o buscar la cámara oculta.

La mujer, sin pestañear siquiera, comienza a amamantar al bebé, sin preguntarse siquiera si aquello violentará a la concurrencia.

El hombre, atónito, le pregunta si no prefiere pasar a la salita de reuniones que hay enfrente y así estar más cómoda.

- No, no, qué va, si al bebé le calma oír tu voz. Sigue, sigue.
- Ehhh… puessss…. Por dónde ibaaaaa….
- Ibas a explicarnos la operativa con derivados.
- Ya… ya… pues eso, que… los…. ¿de verdad no estaría mejor en la salita?
- Que no, que no insistas, que es un momentito de nada…

Se jodió el negocio.
El pobre ya no dio pie con bola y las mujeres salieron de la sala con un careto de “a ti te voy a dejar yo mi dinero, por mis muertos” de preocupar.

- Yo sólo veía aquella teta enorme, como azulada, y ya no me salían ni las palabras- me confesaba apesadumbrado días después.
- Pero chico, ¿es que no has visto una teta en tu vida?- le preguntaba yo hipando de la risa.
- Sí, pero en esa situación… ¡no me lo esperaba! Si por lo menos me hubiera avisado antes… ¡la sacó más rápidamente que un gitano la navaja!
- Anda, anda, que eres un exagerado. ¿Qué iba a hacer la mujer si el niño tenía hambre?
- Que no, que no, que yo creo que lo hizo para desestabilizarme. ¡Si tuvo que despertar al bebé, que estaba plácidamente dormido! Esa lo que quería era ponerme nervioso y dejarme en evidencia.
- Seguro, seguro…

Así que ha decidido poner un servicio de guardería en la oficina, por si se repite el caso.
Le ha pedido a su hermana pequeña que cuide a los chavales de sus clientes mientras él les da la charla.

- Así no me pillan en otro renuncio- cuenta convencido de haber dado con la solución.
- ¿Y también vas a poner un ama de cría para cuando les toque la toma?- le pregunto yo suspicaz.
- ¡Mierda! ¡Con eso no había contado!
- Pues no le va a costar a tu hermana sacarse la leche, así, de repente. Pobrecita mía… le vas a crear un trauma…

Estoy esperando como agua de Mayo el remedio que se va a inventar para este último asunto. Si los comienzos son difíciles, él se los ha complicado todavía más…

viernes, 24 de septiembre de 2010

¡Vete a ayudar a tu madre!


Qué rabia me da que esté yo tan tranquila, aparcando mi coche como Dios (y el profe de la autoescuela) me dio a entender, a mi ritmo y sin agobios, y de pronto aparezca el clásico señor sabelotodo que viene a hacerte la vida más fácil y te empieza a indicar.

- A ver, maja, que así vas mal… ¡gíralo todo o no entras!
- Ehhh… gracias, gracias- suelo empezar yo- pero ya me apaño sola.
- ¡Pues no, no te apañas, porque como sigas así, vas a golpear la rueda con el bordillo antes de tiempo y no te va a dar el giro, bonitaaaa!
- (Bajando la ventanilla para que el hombrecillo no se desgañite) Deje, deje, que si hace falta hago otra maniobra, pero váyase tranquilo, que siempre lo consigo.
- Lo dudo. ¡Dale, dale ahora, gira todo y písale, que no viene nadie!
- ¡A ver, que ya me esmero yo sola, no me ponga nerviosa, por favor!
- ¡Tira, tiraaaa! ¡Pero chiquilla, pal otro laoooo!
- (mierdamierdamierda) Ya vooooyyyyy
- ¡Bieeen, bieeen, más, gira todoooooooo!
- ¿Así??? (Estoy por hacer todo lo contrario de lo que me indica, a ver si me deja por imposible)
- ¡Vale, endereza!
- Ya está. Muchas gracias.
- ¡No, no, ahora recto y lo dejamos elegante!- me insiste agachado y como a punto de sacar el tiralíneas para comprobar su obra maestra.
- No importa, si ya está bien…
- ¿Qué va a estar bien? ¿Te lo aparco yo, chata?

A eso podríamos llegar. Con la suerte que yo tengo, fijo que me lo estampa contra el kiosko y se da a la fuga.

Pero él no se separa del guardabarros, oye. Menos mal que no soy malpensada (en exceso), porque tiene pinta de querer saltar entre las ruedas para simular un atropello y forrarse a costa de mi seguro.

Una vez, por culpa de un borrachito (esto lo supe después, cuando me bajé a contemplar el cuadro-mañanero y me di cuenta de que su aliento me quemaba las pestañas) dejé el coche atravesado, casi perpendicular a la acera, diría yo. Encajadito entre un banco y una papelera por culpa de sus indicaciones etílicas. Al principio, le iba a decir que sí, que me lo aparcara él y que yo volvía en un par de horitas a recogerlo (lo mínimo que le iba a llevar sacar mi coche de donde estaba), pero al notar la ráfaga de vino agrio que salía de su boca, me lo pensé mejor y me pegué el empacho yo solita, por miedo a que me robara hasta el cenicero para costearse el Don Simón. Acabé agotada de tanta maniobra…

¿Y qué me decís de esos otros que se quedan callados, como anclados al bordillo, mirándote fijamente y negando con la cabeza mordiéndose el labio inferior? Que tú te apeas del buga tan orgullosa y te dicen: “¡cuidadito al bajar, fitipaldi, que tienes unos 500 metros hasta la acera, avispá!”… Qué salaos, ¿verdad?

¿Pero por qué me tienen que indicar si yo no he pedido ayuda a nadie?
¡Por Dios, si he llegado a ver gente saliendo del bar de enfrente sólo para ver cómo aparcaba y ayudar en los aspavientos!

¿Tendré carita de desvalida?
¿De tonta?
¿De despistada?
¿De inútil, directamente?

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Adicto a las papelerías



¿Se puede ser adicto a las papelerías?

Sacadme de esta duda que me corroe, por favor, porque tenemos la casa que parece una cueva de “cuadernícolas”.

A mi “santo” sólo le divierte visitar librerías y cada vez que va, vuelve con un par de moleskines, tres o cuatro rotuladores de diversos grosores y media docena de cuadernos de dibujo “por si me da por hacer algo con ellos”.

Yo siempre le digo lo mismo:

- ¿Y no te gustaría más entrar en Gucci y venirte pa casa con una docena de bolsos “por si a mí me da por hacer algo con ellos”?

Porque eso sí que sería útil y vistoso.
A ver cómo fardo yo con un taco de folios bajo el brazo.
Valiente mierda.

El caso es que no sé qué tiene la celulosa, que le vuelve loco.
Yo le llevo a la tienda, en plan “terapia de choque”, e intento que salgamos con las manos vacías. Pero es imposible.

“¿Compramos una goma de Milán, aunque sólo sea eso?”, me suele preguntar.
Y yo, ahí, dura, en mi sitio, sin claudicar: “No, cariño, una goma no. Que ya tengo treinta y cuatro en el cajón del escritorio y no sé cómo darles salida.”

Él me suele mirar desesperado, sin entender nada, porque… ¿cómo va a salir de allí sin comprar ni un triste archivador?

- A ver, mira bien, que seguro que hay algo que necesitemos- me dice al borde del “delirium tremens papelístico”.
- No, no necesitamos nada.
- Pero si los niños acaban de empezar el cole, seguro que queda algo pendiente de la lista que les dieron…
- Nada. Cero. Todo adquirido y entregado a la profesora. No insistas.
- ¡No puede ser!- suelta desesperado.
- Venga, date otro voltio por la zona de post-its y te espero en la puerta. Tú tranquilo, ¿eh?- le digo yo para que no hiperventile frente a las carpetas de Hannah Montana.
- Entonces, ¿por qué me has dejado entrar, eh, por qué?
- Estoy ahí mismo, ¿vale? (yo me hago la sorda), si ves que los pies no te llevan a la puerta, hazme un gesto y vengo a ayudarte. Hala, cielo, que esto tienes que conseguirlo tú solito. Venga, ánimo, que tú puedes…
- Nooooooo- grita mientras agarra una pintura acuarelable color magenta y corre hacia la caja- ¡pago esto y nos vamos!

Bueno.
Al menos sólo ha sido un lápiz y no toda la caja de Alpino (las hay de 48 colores, palabrita, que tengo una en casa).

Suerte que no estábamos en la zona cara, porque llega a arramplar con las plumas edición limitada, y la cosa se habría puesto fea.

No sé si este tipo de metadona está sirviendo de mucho.
Voy a tener que inventarme otro método menos agresivo…

lunes, 20 de septiembre de 2010

Una serie de catastróficas desdichas


Imaginadme: parada al sol, cual estatua de bronce, en pleno semáforo (de esos que tardan una eternidad y media en ponerse en verde-para-peatones), sola y aburrida.

De pronto, un hombre de paso tranquilo se pone a cruzar en rojo (lo cierto es que no venía ningún coche) y viene, viene, se acerca, está encima… y plofff, leche que se mete contra la menda.

Le calculo yo unos… ¿diez metros?, sí, unos diez metros de paso de cebra para atinar con el hueco. Pues no. Él, directo contra la cívica. Y eso que iba mirando, casi como provocando.

Y no: no llevaba bastoncito plegable. Ni siquiera unas gafas de sol oscuras.
Iba con la cabeza bien levantada, con la mirada orgullosa y sin ningún síntoma de embriaguez.

Si llego a ser un poste, me deja los dientes clavados en la pechuga. Suerte que una está acolchada por los desmanes calóricos de estas vacaciones…

Me he quedado tan perpleja que no he abierto la boca.
Me he limitado a frotarme el codo, antebrazo y demás zonas doloridas, antes de comprobar que no me había birlado la cartera, claro (que una es desconfiada por naturaleza). La gente que esperaba en la acera opuesta se ha puesto a chillarle todo lo que les llegaba a la boca: que si menudo desconsiderado, que si a ver si estaba ciego, que si pobre chiquilla que no se ha metido con nadie… pero él ha seguido su camino sin inmutarse, como en su mundo…

¿Un colgado? ¿Un autista? ¿Un simple maleducado? ¿Todo a la vez?

En fin, voy al bar a desayunar y me entretengo con el periódico.

Leo en la prensa:

Un campesino cubano sobrevive a cinco impactos de rayo en nueve años

Ehh… buen hombre, ¿no cree que ha llegado la hora de revisar bien si tiene usted algún clavo, placa o pieza metálica, del tipo que sea, incrustada “sin querer” en alguna parte de su anatomía?

¿No le parece extraño que sea siempre usted el que hace de pararrayos de su pueblo?

¿Cuántas veces más tiene que tocarle la china para hacerse cargo de que quizá (y sólo quizá) debería transitar por el campo cubierto por algún tipo de campana protectora si quiere seguir celebrando cumpleaños?

Creo que estoy imantado”, insinúa el hombrecillo.
Nos ha jodido. Imantado no, tú eres el mismísimo IronMan!!!
A ver si van a ser los empastes de las muelas…

Dice que parece que su cuerpo se va acostumbrando a las descargas y que “las últimas ya no me afectan tanto como las primeras”. Hombre por favor… ¡si todavía le va a coger gustillo a la descarga!

Un momento, un momento… ¿será eso lo que le pasaba al señor que se ha dejado las babas en mi camisa? ¿Le habría partido un rayo en el semáforo anterior y por eso no daba pie con bola?
Tengo que darle un par de vueltas a esta conclusión…

Un bebé cae de un tercer piso y sobrevive gracias al pañal

¡Menudo susto! Da gracias que tus padres son unos guarros y llevaban dos días sin quitarte la mierda del culo, porque si no, no lo cuentas.

Si es que a veces nos pasamos con la higiene, que te lo digo yo…

Espera, espera, que no es eso… que el pañal se quedó enganchado en una verja que le permitió, al romperse parcialmente el dodotis, ir resbalando hasta el suelo a una velocidad suficiente para librarse del impacto.

Y yo pensando que se trataba de algún pañal-paracaídas que habían inventado…

Pide cita con una prostituta y le aparece su hija

Y yo me pregunto… en estos casos, ¿le haces precio o le cobras la mundial?

Tiene que ser tremendo… tanto que al pobre hombre le dio un jamacuco y acabó en el hospital con un ataque al corazón del que se recupera favorablemente, (añado yo) gracias a los “hábiles” cuidados de su hija, que no se separa de su cama… je, je… si no fuera un drama familiar, me hincharía a ponerles adjetivos, pero lo voy a dejar ahí por no ser (más) hiriente…

Muere golpeada por un excremento canino

¿Pero qué había comido el perro? ¿Piedras? ¿Barras de metal? ¿Un bate de béisbol?
Pues resulta que la cosa es más sencilla. Bueno, sencilla, sencillaaa… tampoco te creas...

Al dueño (un sueco cualquiera) no se le ocurrió otra cosa que irse a pasear al San Bernardo por la azotea de su edificio, que todos sabemos el frío que hace en Suecia y cómo resbala la acera.

El bicho (bien adiestrado, por cierto), sacó el muslamen por la barandilla y se puso a hacer sus necesidades, con tan mala fortuna que éstas se congelaron en plena caída y acabaron en la cabeza de una pobre anciana que pasaba por allí, ajena al funesto desenlace vital que la naturaleza le tenía preparado.

Los herederos han denunciado al dueño del can, que está estreñido desde entonces (el perro, no el dueño) del disgusto.

Puestos a elegir, prefiero que me caiga un rayo, jatetú

sábado, 18 de septiembre de 2010

La Barbie-zorrón, el Ken-cabronazo y la Nancy-cornuda




Estoy hasta las amígdalas de escuchar casos y casos como este que os vengo a retratar:

El clásico tío que se liga a una incauta y, cuando ella se entera de que lleva casado dos décadas, le sale con lo de “es que mi matrimonio está roto, ya no tenemos nada en común, no nos queremos, pero seguimos juntos por los niños”.

Analicemos esta excusa sin igual.

- Sigues con tu mujer por los críos: que tienen 19 y 17 años y, claro, claro, no saben lo que es un divorcio. No lo han oído nunca y, como no conocen a nadie en esa situación, no les quieres crear un trauma a los angelitos...

- Tú no la quieres: pero oye, es que te lava y te plancha que no veas y total, pa salir y zumbarte a todo lo que se menee, no tienes pereza. Bien, bien, chaval. Si yo te entiendo, no sabes bien cómo te entiendo...

- El matrimonio está roto: pues tú debe ser que te empeñas en darle al Loctite día y noche, porque, si no recuerdo mal, te has ido con ella de vacaciones todos los Agostos de las últimas dos décadas (incluido el año en curso), en plan “Días de diversión con la Familia Corazón” y tan contento. Por cierto, lo de seguir durmiendo en la misma cama-rota, ¡tiene que dar un dolor de espalda de narices!

- No tenéis nada en común: ya, ya, salvo una cosita sin importancia, llamada “sociedad de gananciales”, que no veas cómo maneja el cotarro en estos casos.

¿Conclusión?

Pues lo dicho: siempre hay un Ken cabronazo, liado con una Barbie zorrón, que tras enterarse del matrimonio vigente del maromo, sigue como si nada en espera de “que arreglen los papeles”, convirtiéndose así en un putón de manual y exponiendo a la parienta legal al bochorno de los cuernos más hirientes y a los hijos a las mofas más injustas.

A ver si ahora viene Mattel y actualiza un poco el kit, incluyendo al menos en la caja la coletilla de “La pobre Nancy se vende por separado”. Que ya les vale…


jueves, 16 de septiembre de 2010

Las reclamaciones, al señor Jack Daniel's, por favor.



Llevo dos días (con sus noches) con un dolor lacerante en el costado izquierdo, provocado por la risa. ¡No sabes tú qué risa!

A la pobre Paqui la llama un antiguo colega de la Uni, con el que se llevaba muy bien por aquel entonces pero del que no sabe nada-nadita desde hace años, quien le sugiere que se pongan a fabricar niños porque…

- …No sé si recordarás que, el 20 de octubre de 1995, nos dijimos el uno al otro que, si a los 35 no habíamos encontrado a la persona correcta, tendríamos un niño juntos y así no nos quedaríamos solos en el mundo, ¿lo recuerdas?
-Hmmm…. nooo, no lo recuerdo (los cojones, si me lo ha confesado a mí más de una vez, pasada de copas)
- Pues firmamos un papelito y todo. Aquí lo tengo y dice textualmente que…espera que lo busco…


Yo, Paqui Montejo, juro podd mis mueddtos que si a los 35 no me he comido un rosco, tenddré un churumbo con Ramón (el compi de práctica jurídica, podd si esto lo leo de vieja y no me acuerdo). Fin del mensaje. Firmen aquí abajo ambos interesados. Hip-hip hurra.”


-Ehhh ehhh…. yo es que ya he cumplido los 36, así que eso ha prescrito…
-¡¡¡Anda, pues entonces hay que darse prisa, o nos vamos a quedar con hijo único y eso no puede ser!!!

Paqui le colgó el teléfono, pero el tío siguió insistiendo y la llama un par de veces por semana preguntándole si ya está en sus días fértiles, que no le gustaría que se le pasara el momento, que ya no son años y bla, bla, bla.

De verdad que estas cosas sólo le pueden pasar a ella.

Que te llame la farmacéutica reclamándote los 50 euros que acumulas en tu cuenta del mes, tiene un pase. Pero que te llame un tío reclamándole el hijo que le prometiste una noche de farra en los noventa, es de juzgado de guardia.

Y ahí la tenéis, muerta de miedo por si el hombre este la demanda, le envía un sicario o vaya usted a saber. Porque si algo tiene claro es que ella firmó en la línea de puntos de la servilleta del bar. Y, como bien nos enseñaron en la carrera de Derecho: el que lo firma, lo paga. No hay más-tu-tía.

- ¿Y qué le ofrezco yo a cambio? ¿Dinero? ¡Si estoy sin un clavel!
- Céntrate, Paqui- le digo yo exasperada por tanta tontería- que ese papelujo no tiene ninguna validez legal.
- ¡Pero si dice que lo tiene guardado desde hace quince años, con sus manchas de aceite y todo! ¿Cómo no va a valer semejante incunable?
- Tú no le cojas el teléfono más y verás cómo se aburre y va a por otra que le firmara la “entrega inmediata de su casa y demás pertenencias si en el plazo de 20 años la luna no era habitable”. Olvídate de él y no le des más vueltas, por Dios.
- ¡Que no sabes cómo es! ¡Que está convencido de que le debo un hijo!
- Pues a mí me debes el regalo de cumpleaños de Carlota de los últimos dos lustros y no te he notado angustiada por ello…

Es lo que tiene el alcohol. Que nos pone en las situaciones más ridículas.
Si esto hubiera quedado en el olvido, para que nos echáramos unas risas tras la menopausia, pues bien. Pero que te pille en pleno fervor ovárico, es mala pata.

Así que Paqui, recurriendo al ingenio más sagaz, en la siguiente llamada, le soltó al pedigüeño:

- Verás, Ramón, es que tengo hecha una ligadura de trompas y no va a poder ser…
- ¡Ah!, pues nada…
- Claro, hombre, nada de nad….
- ¡Nos fertilizamos, que tengo algo ahorrado y me llega!
- Que no, que no puede ser. Que… ehhh… después… pillé una enfermedad cuasi-mortal y me tuvieron que practicar… ehhh… una histerectomía y…
- ¿Una qué???
- Que me vaciaron, Ramón, que no hay posibilidad de que ahí anide nada. Créeme.
- Bueno, yo hubiera preferido niños propios. Pero si hay que adoptar, pues adoptamos. ¿Qué tal una chinita?
- A ver, Ramón, tú, en realidad, ¿qué es lo que estás buscando? ¿Un niño o lo que viene siendo una familia completa, con su perro y todo?

Lo han arreglado con el teléfono de un psiquiatra buenísimo que Paqui conoce y que promete dejarle como nuevo.

Ojito con lo que prometáis, no os vaya a suponer un sofoco de aquí a un tiempo…


martes, 14 de septiembre de 2010

¡Pues yo así no sé hablar!


Me dice una compañera de trabajo nada más llegar a la oficina: “Uyyy, la camisa que llevas no te favorece nada. Mucho mejor si combinas esos jeans con un blazer oscuro y una t-shirt tie dye, que están súper on”.

La madre que la parió.
¿Qué se te ha colado en la boca, jamía?
¿El Vogue ilustrado edición “especial tendencias”?
¿No sabes decir “pantalón vaquero con americana y camiseta”?

Porque… es eso, ¿no?

¿A que me ha insultado la muy arpía y yo ni me he enterado?
Esto me pasa por ir de “lila” por la vida.

Entro en una tienda pidiendo unas bermuditas para la niña y me dicen que no tienen.
Miro de reojo los expositores y veo media docena de ellas en distintos colores.
Le pregunto a la dependienta (estupefacta):

- Y esas de ahí? ¿Las tienes reservadas o qué?
- Es que me has pedido bermudas y eso no son bermudas.
- ¡Anda la osa! ¿Y qué son, entonces? (a todo esto, mi hija miraba de una a otra, como en el Open de Australia, más perdida que yo, si cabe, y mordiéndose el labio inferior, seguro que pensando… “pa qué vendré con mi madre, si no se entera de la Misa-la-media”…)
- Eso son shorts.
- ¿Shorts? Pero eso será en yankilandia, ¿no? Aquí, son bermudas, de toda la vida de Dios.
- No, no. Son shorts, créeme. Los bermudas ya ni se fabrican…

Acabáramos.
Han dejado de fabricar multitud de prendas y yo en la inopia.

Ya no cosen americanas (tendrás que comprarte un blazer), ni pantalones pirata (aunque esto me parece una suerte… pero bueno, no tienes más que recurrir a los capri), ni de safari (ahora son cargo) y mucho menos chaquetas (sólo les quedan cardigans).

Y yo que pensaba que los vaqueros no morirían nunca... ¡Madre mía, qué equivocada estaba! Los jeans han acabado con su reinado, igual que el trench se ha comido a las gabardinas de siempre. No busques nada de mezclilla, dril o tactopiel. Ahora todo es denim, cotton o linen.

Y si entramos en el apartado “zapatos”, la cosa empeora por momentos.

Te ofrecen sin pestañear mules (yo siempre contesto “tu madre”, por si acaso), stilettos, francesitas (pobres bailarinas, andandarán), cuñas (y yo llamándolas “alpargatas”, como una auténtica pazguata), peep toes y demás términos malsonantes. Con deciros que ya ni practico deporte porque me han dicho que lo que tengo que pedir en el Decathlon son “tennis” para los pinreles. ¡Con lo negada que soy yo con la raqueta! ¿Por qué tiraría a la basura mis viejas deportivas, que me valían para cualquier actividad y no sólo para competir contra Federer?

¿Soy yo o la gente se ha vuelto muy fina?
¿Todos se compran de pronto la Cosmopolitan y el Elle, en lugar del Expansión y el Marca?
Pues así está la cosa, señores.
Vayan actualizando sus armarios si no quieren que les llamen viejos carcas.

domingo, 12 de septiembre de 2010

Verás qué sorpresa...


La suegra de mi amiga Chari celebra su cumpleaños por todo lo alto en fechas próximas.

Como Chari es un poco insegura, no se arriesga con el regalo e interroga directamente a la susodicha por si necesitara algo en especial o si tuviera algún caprichín por satisfacer y así ir “a tiro hecho”.

- Sí, quiero un hacha y una motosierra- le suelta sin pestañear la otra.

Chari, automáticamente, le pregunta:

- Pero… ¿tú estás bien, verdad?
- ¿Que si estoy bien? Pues de miedo, ¿no me ves?
- Ya, ya… pero… no oyes voces, ni nada parecido, ¿eh, eh?- insiste Chari.
- ¿Voces? ¿A qué te refieres?
- Pues ya sabes, voces de esas… de las que te dicen susurrando “mátala, mata a esaaa”… Porque sigues yendo al psicólogo los martes y te tomas tu pastillita todas las mañanas, ¿verdad?
- ¿Me estás llamando loca a la cara?- suelta la suegra indignada hasta el tuétano.
- Noooo, loca noooo… sólo digo que no sé si deberías andar con un hacha y una motosierra en el bolso como si tal cosa… no me lo tomes a mal, ¿eh?, pero entenderás que no es un complemento muy cómodo de llevar…
- ¡Que no los quiero para organizar una escabechina en El Corte Inglés, que los necesito para el campo!- grita la señora a todo lo que le dan las cuerdas vocales.
- ¿Para el campo? ¿Qué campo?
- ¡Pues para la casita de campo que nos hemos comprado, que tenemos que arreglar el jardín y no hay Dios que consiga podar el abeto que se nos cuela por la ventana de la cocina!

No veáis la que se ha organizado con el regalito de marras en la familia política de Chari. Ha sido la comidilla de todas las reuniones veraniegas.

Algunos se lo han tomado a la tremenda y han llegado a decir que la loca es mi pobre amiga, por insinuar que su suegra tiene alucinaciones y es más peligrosa que un tiroteo en un ascensor.

Otros, mucho más salados, han preguntado que a ver dónde se compran este tipo de artilugios, llegando a afirmar que tiene que haber alguna franquicia de esas, tipo “La Casa del Asesino”, que suministre semejantes armas de destrucción masiva.

El caso es que Chari no se habla con su marido desde entonces, porque él (se ve) se ha apuntado al primer grupo (el de los indignados con la nuera) y no piensa dirigirle la palabra a su “santa” hasta que le pida perdón a su madre.

Chari ha concluido que mejor así.
No discuten y hace lo que le da la gana.
Está feliz.
Con deciros que le ha comprado unos pendientes a la suegra… verás qué sorpresa cuando abra el paquetito y no vea el hacha por ninguna parte.

Otra bronca que le espera.


viernes, 10 de septiembre de 2010

Díselo en Román Paladino


Me he pasado el verano razonando con los niños.

Con eso de que no hay que pegarles, gritarles ni reñirles, me siento medio boba, porque me pongo en situaciones ridículas que mi madre se habría ventilado "zapatilla en mano" y yo, en cambio, las complico a base de negociaciones infructuosas que me dejan agotada y con una frustración de tres pares de narices.

El ejemplo más claro: cómo sacar a un niño de la piscina, haciéndole ver que pasarse tres horas y media en el agua no puede ser bueno para ningún ser vivo no-branquial y que es la hora de comer.

Ahí os quiero ver, morenos míos.

Una empieza suavecito:

- Mira, cariño, que ya es muy tarde, tienes los labios morados y el pellejo arrugao como el papel pinocho, vete saliendo del agua que está el puré de verduritas en la mesa, ¿vale, cielo?
- ¡Ni hablar!- me suelta el monstruito.
- A ver, corazón, que creo que no me has oído bien. Que digo que salgas ya del agua, que se enfría la comida y te vas a poner malo de tanto bucear…
- ¡Que no salgo, que no tengo hambre y estoy muy a gustito!
- Es la hora de comer y la piscina va a seguir ahí por la tarde, así que descansa ahora un poco y vente que…
- ¡He dicho que no y me voy a lo profundo, píllame si puedes!

Me cago en los manguitos de los güitos… en buena hora se los compramos, con lo bien que nos venía el pánico acuático que tenía el chaval al principio del verano…

Total, que acabas chillando cual verdulera y amenazando con castigarle a todo de por vida, porque no te apetece un rábano volverte a mojar para arrastrarle hasta el bordillo en plena pataleta.

Tendría que haber aprendido de la señora de la playa. Aquella que os conté que se montaba en plena arena el menú de ocho platos con sus entrantes en perfecto maridaje, al estilo Arguiñano:

-¡Niñaaaaaaaaaaaaaaa, que salgas del aguaaaaaaaaa!!!
Maíta, déjame en paaaazzzzz, que me despistas y se me escapa el churro de cauchooo!!!
- ¡Que salgas del agua, que no tas tomao el postreeeeeeee!!!
- ¡Que no quiero postreeeeeeeeee!!!
- ¡Que salgas te digo, que te doy dos collejas!!! ¡Te tengo el yugú preparaooo!
- ¡Si no hay del sabor que me gustaaaaaaaaa!!!
- ¡Imposible!!! Hay…. de fresa, limón, plátano, natural-con-y-sin-asssúcar, coco, muesli, chocolate, ciruela, frutas del bosque y de melocotón!!!
- ¿Ves? ¡No tienes del que yo quiero, así que no salgo!!!
- ¿Y de cuál quieres tú, empaná?
- Hmmm…. ¡de macedoniaaaaaaaaa!!!
- ¡Pues te jodes, que también tengo!!! ¡Sal ahora mismo o te pongo las orejas colorás!!!

Que viva el Román Paladino.
Di que sí.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Me duele el alma solo de mirarte...


Vamos, hombre, no me digas… ¿no hay más sitios donde colocar la garrota?

¿Te la tienes que incrustar (prácticamente) entre el colon y el recto, para que no se te olvide al acabarte el café?

Que sí, que sí, que ya sé que la parienta se pone hecha una fiera cada vez que te dejas algo olvidado en el bar, pero este método… ¿no es más doloroso que aguantar la chaparrada de tu “santa”, por muy acalorada que se ponga?

La moda esta que se gastan los abuelos me parece insalubre, qué queréis que os diga.

No es el único caso que me he encontrado, pero sí el único documentado. Hasta la fecha, no había tenido los arrestos (ni la tecnología adecuada) para agarrar el móvil y sacarles fotos cada vez que me los cruzo con un paraguas colgado de la nuca, la boina bien metida en la bragueta o una cachava incrustada en el ojete.

Ya digo que hasta hoy, que no he podido resistirme.

Le he visto ahí, tan solo, tan callado, tan a gusto sobre su bastón picudo, que me he dicho… dale, dale al botón, que ahora mismo ni te ve. Está en la gloria. Pasando de sillas altas (estaban vacías, a su lado), que no veas lo que cuesta encaramarse a ellas sin dejarse la dentadura postiza en la barra, para tener que descolgarse después sin ayuda de soga ni piolet.

Dios mío, qué dolor. Y encima el hombre se apoyaba hacia atrás, como si la garrota tuviera respaldo. Ha tenido la previsión y el buen ojo de calzarla bien contra el baldosín. Se ve que tiene ya el gesto más que aprendido, porque el palo ese no se le ha movido ni un milímetro. Qué arte. Qué postura. Qué dominio de la física más compleja.

Me hacen a mí poner el trasero en un milímetro cuadrado de madera y monto la de San Quintín. Acabaría en el suelo, despatarrada, dolorida y con el pantalón hecho jirones. Por no hablar de la incontinencia de por vida que esto te puede ocasionar.

Pero él no. Se ha terminado la consumición como si tal cosa. Ha pagado a la dueña (que nunca sabrá, dada su posición tras el mostrador, que estaba hablando con el auténtico pincho-moruno-humano) y ha desincrustado el cayado de salva sea su parte sin soltar un “ay” ni poner un mal gesto. Ha tirado hacia la puerta con un andar de lo más garboso, (nada de recién-bajado-del-caballo, como podría uno imaginarse) y ha salido a la calle tan contento.

Con razón sólo veo anuncios de indasec en la tele…


lunes, 6 de septiembre de 2010

Estoy de vuelta... de todo...

Pues lo dicho.
Que he vuelto.

Me faltan manos, piernas y cerebro para ponerme al día, no sólo con las montañas de papeles acumuladas encima de mi ordenata (se ve que lo de dejar los recados en la mesa ya no se estila, hay que acumularlos en precario equilibrio sobre el teclado, para hacer notar la urgencia del asunto), sino con todos los requisitos colegiales de mis hijos. Que son pequeños y pudiera parecer que no precisan de grandes cosas, pero una agarra la lista del colegio para acudir el primer día con lo imprescindible y no acaba nunca. Me parece que este mes nos va a tocar atiborrarnos de bocatas de chopped-pork, porque me voy a gastar el presupuesto familiar en lápices, gomas, sacapuntas, libros de texto, carpetas "especiales" (no pueden ser las de cartoncillo de toda la vida, mira tú) y demás parafernalia estudiantil.

Así que dadme un poco de tiempo, que ya me pongo a despotricar de todo lo despotricable en cuanto coloque a los churumbeles y me dejen dos minutos libres para darle al teclado.

Que no se vaya nadie, que vuelvo enseguida, ¿eh?


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