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lunes, 5 de marzo de 2018

¡Pues que viva México!


Espera que me quite la corona de flores estilo Frida, que me aprieta las sienes...


Menuda nochecita mexicana... 
Salma-estoy-hasta-en-la-sopa-Hayek se apunta a todos los "movimientos" del sector (aunque yo la encuentro más estática que nunca, qué cosas), Guillermo del Toro dedica su premio a otros dos directores mexicanos que lo ganaron previamente (como si fueran los Tres Tenores) y Gael García-Bernal perpetra (qué dolor de tímpano) en directo y sin anestesia el tema principal de la película "Coco" (también de temática mexicana). Vamos, que la gala terminó siendo una reunión de Mariachis con subidón de tequila.

A todo esto, yo esperando el color negro en las vestimentas y qué va, qué va... 
Parece que el asuntillo "Time's Up" está semi-superado y han decidido que ya fue bastante con el revival de Bernarda Alba de los Globos de Oro, así que en esta ceremonia hubo orgía y desenfreno de color.
Las actrices se vistieron como las fichas del parchís y fueron la envidia del payasito ese que destiñe. Un claro ejemplo lo tenemos en estos 4 cubiletes:


La broma fácil sería afirmar que ninguna se come 20. No hay más que ver a Nicole, que no va vestida, sino en-ta-bli-lla-da. Ésa no mete en ese cuerpecillo ni el bigote-una-gamba.
Además, con esa pose jotera, este año se lleva el premio honorífico "Maruja Jarrón" como hay Dios...

Pero no caigamos en la obviedad. 
Yo las encuentro fantásticas. Con sus coloricos y sus complementos. Me hace gracia que todavía busquen su bolsito a juego con el modelazo, como yo cuando tengo una boda y me voy con el vestido metidito en una bolsa y aparezco por la sección de fiesta del Corte Inglés empeñada en dar con el tono exacto de magenta-tirando-a-butano del forro que asoma por las sisas. 
Y la clásica dependienta que te suelta lo de: "sabrá usté que en fiesta no admitimos cambios ni devoluciones". No lo voy a saber... ¿por qué te crees, resalá, que arrastro el conjunto por el que he pagado un carajal en esta cutrebolsa que me acompaña como si fuera la cicatriz de mi cesárea? ¿Para cagarla con el tono y encontrarme más tarde en mi casa, bajo la luz blanca de la cocina, llorando a lágrima viva porque el bolso y los zapatos se dan de leches a dos manos? No, maja, no... Se creerá ésta que la policía es tonta...

En fin, volvamos al cotarro.
Como os iba contando, Salma es la nueva Heidi Klum: omnipresente, omnipotente y onmisciente.
Todo lo que estrenan, inventan o proponen, zas, se lo pide. 
Bueno, le pasa hasta con la ropa: todo lo que encuentra, zas, se lo echa encima.
Ayer, sin ir más lejos, consiguió juntar en su menudo cuerpo dos lámparas de araña, un camión y medio de lentejuelas liláceas, dos ristras de diamantes, que ríete tú de las de chorizo-cantimpalo que traía mi madre (cuando las dietas no se habían inventado), y el equivalente a 5 kms de pasamanería de volantitos a juego con las lentejuelas (fijo que lo encontró en el Corte Inglés también, si no, ese tono es imposible de calcar).

Mírala.
Si es que no le queda ni un huequillo para un imprevisto. Va con todo el muestrario...
Al menos, la cara sigue siendo la suya y se la reconoce.

No como a Sandra Bullock, que está transmutando en Brooke Shields...


Con el agravante de compartir cirujano (y pómulos) con Nicole, lo que les obliga a parpadear alternativamente  de forma coordinada, para evitar marcas de expresión innecesarias. Que se lo ha enseñado su dermatólogo.

¿Ves? Una abre, la otra cierra y, al siguiente parpadeo, alternan. 
Y así, sucesivamente...

Fueron muy aplaudidos los looks de Jennifer Lawrence (con su melena leonina al viento y su Dior metalizado) y Margot Robbie (enfundada en un Chanel a medida, así cualquiera). Soberbias.


Aunque la imagen más repetida en las redes sociales fue la de la-Jenni, copita-verdejo en mano, brincando sobre el patio de butacas más feliz que una perdiz. No me digáis que no es la viva estampa de las cabritillas de Heidi... A mí me embelesa esa agilidad llevando semejante coraza talla 0.


Pero no veáis las risas cuando vi pasar esto por la alfombra... casi me atraganto con las pipas.


Hay que ser cantamañanas, que diría mi abuela...
Parece la gallina Caponata al enviudar del conejo Pérez Gil...
Esta tal "St. Vincent" (qué pobre, que te pongan de nombre un apellido) pasa por ser una "artista y cantante" muy... "suya", digamos. 
Con una bolsa de basura, unas mallas recortadas y un penacho en lo alto, se ha hecho un diseño propio, que fue la envidia del respetable. Lo malo es que andaba torpe y casi se esmorra frente a Cristina Teva (quien por cierto, iba preciosa, como viene siendo habitual en sus retransmisiones). Fue el atuendo más morrocotudo de la noche. ¡Hizo que el tapizado de la insigne Frances McDormand pasara desapercibido en la sala y todo! Y mira que hablo de Frances, no de cualquiera. Que suele llevar unos pelajos al estilo Baronesa Thyssen y unos vestidos/trapos/faldomentos imposibles... 
Yo la adoro.


Fue la encargada del momento "piel de gallinica" de la noche, al obligar, durante su discurso de agradecimiento, a todas las féminas nominadas de la sala a ponerse en pie. Fueran de la categoría que fueran, señaló a todas esas directoras, actrices, escritoras, compositoras, fotógrafas o diseñadoras como "personas con ganas de contar cosas y necesidad de financiación", y pidió a todos los que quisieran contratarlas que las citaran en unos días en un despacho para firmar los papeles que fueran necesarios. Que no intentaran contratarlas en las fiestas posteriores a la gala, sino en una oficina y  una vez pasada la cogorza. Fue su única concesión a los diversos movimientos del gremio. A ella no le hace falta nada más. Ni unos tacones, ni un peinado estupendo ni (mucho menos) enseñar cacha.
¡Olé mi Frances!

Y luego tienes a Taraji, que, generosa como pocas, te muestra todo lo que tiene en stock...


O a Viola, que la noto un tanto desatada a medida que cumple años... (ya lo decía mi abuela, que a estas edades se hacen las mayores locuras).


O a Emma Stone, que claramente pasa de todo una vez se ha librado de estar nominada (es lo que yo llamo una "disfrutona de galas"):

Ella se plantó sus pantacas y un fajín para darle el toque de color, y venga, pa la fiesta que me piro.
Yo creo que ese atuendo lo puedo plagiar fácilmente con lo que tengo en mi armario. Tú fíjate. Y esta gente probándose 60 modelos de media por gala... (Ojocuidao, que lo dijeron en la tele, que no me invento el número, ¿eh?)

Zendaya se atrevió con un holgado y vaporoso vestido de Giambattista Valli que era todo un espectáculo. Aunque si tienes 21 años, tienes sólo la mitad del mérito...



Más me impresionó que Meryl se sumara a la moda del entreteto-al-aire que tanto se empeñan en mostrar en este tipo de eventos. ¡Y a ella le sienta como un guante!



También hay que tener en cuenta que existe Jane Fonda en nuestro planeta. 
En peligro de extinción, sí. Pero ahí la tienes. Parpadeando y todo...
¿Cómo puede alguien estar así a los 80 años? Vamos, yo ni a los 15...


Y esta otra de nombre impronunciable (Saoirse-no-sé-qué, es decir, la protagonista de la cinta "Ladybird"), ¿no os recuerda a un paquetito de jamón york? Tan rosita y palidita, tan rubita y con el pelo como lamido por una vaca y con esas lonchas arrastrando por detrás... Dan ganas de meterla entre pan y pan. 


Respecto a la gala, he de decir que este año ha sido un ni-fú-ni-fá importante.

Las bromas de Jimmy Kimmel han sido (prácticamente todas) políticamente correctas, salvo el clásico pique acidillo que se trae con Matt Damon y al que siempre recurre.

Comenzó con un vídeo de presentación al estilo No-Do, en blanco y negro, para conmemorar los 90 años de estos premios. Y anunció que aquél que diera el discurso (cronometrado) más corto, se llevaría como premio una moto acuática. El premio recayó en el ganador al mejor diseño de vestuario, Mark Bridges, que cerró la gala encaramado a su nueva Kawasaki (acompañado por Helen Mirren, que parecía una azafata de "El Precio Justo").


Hubo varias standing ovations durante la noche. Ya sabéis, esos momentos en que el público se pone en pie y da vidilla a la ceremonia. Los primeros, para sendas actrices nonagenarias: Eva Marie Saint, que presentó el premio a mejor vestuario a sus tiernos 93 años, y Rita Moreno, que se encargó de premiar a la mejor película de habla no inglesa. El resto de ovaciones fueron para un par de actuaciones musicales (lo único reseñable en el escenario), para Cristopher Walken y para el dúo formado por Jane Fonda y Helen Mirren (y a instancias de Meryl Streep, que saltó de su butaca como un resorte) quienes entregaron el premio al mejor actor a Gary-Churchill-Oldman. Qué grandes las dos, por cierto, carcajeándose ante el micro de ser "pelín" más jóvenes que el mismísimo Óscar (apenas unos meses, bromearon).

En la imagen, Gary Oldman y su mujer-melliza

El "in memoriam" de este año quizá mejor llamarlo "in olvidum", porque menudo peñazo, con una cancioncilla de Tom Petty de fondo y la sucesión de imágenes (cada año ponen el power point más rápido y ya no distingo si la ha palmado Roger Moore o Emma Chambers). Mira que una es sentida, pero no me puso ni los ojicos embotaos ni la pielecica tontorrona. Un rollo.

El final de la gala tuvo como protas (de nuevo) a Warren Beatty y Faye Dunaway, que la cagaron en la traca final del año pasado (os recuerdo mi post anterior) y fueron llamados a resarcirse del tremendo fallo en la entrega del premio a mejor película de este año. Estoy segura de que el pobre Warren se repetía interna y machaconamente "no decir Lalaland, no decir Lalaland"...
Y no lo dijo. 

La estatuilla fue a parar, sin mayores contratiempos (pobre Faye, que no dijo ni palote), a las manos de Guillermo del Toro, que subió con todo el elenco de "La forma del agua".


***Nota mental: mandar un email a la Academia para que no inviten nunca más a Jorge Javier y Paz Padilla a estos galardones, que bastante tenemos ya con lo nuestro y no veas el susto a esas horas de la noche. Esto no se hace.





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