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martes, 4 de marzo de 2014

Selfie o no selfie, he ahí la cuestión...


“Selfie”: término estúpido (porque existiendo el “autorretrato” de toda la vida, tú dirás si no es estúpido ocupar memoria con semejante palabro) que viene a representar al clásico pringao que se pasa el día sacándose fotos en las poses más diversas para subirlas a sus redes sociales y/o páginas de contactos de cabecera y sentirse así el más gracioso del lugar.

(Esta nota aclaratoria es para mi madre, que me estará leyendo y no habrá entendido ni el título de la entrada. ¡Hola, madre!)


Bien, pues ahora resulta que lo que está de moda entre los famosos de postín es sacarse un selfie y “retuitearlo” (término que representa el “ahora vas y lo cascas” de toda la vida, pero en el mundo Twitter y no entre las comadres de tu calle) hasta la extenuación, con vaya usted a saber qué fin truculento. No en vano dicen que la autofoto que a continuación veréis batió todos los records de la red social, convirtiéndose en una auténtica locura viral.


Ahí los tenéis.
Esa que saluda a la derecha es Angelina, por si no le veis bien el careto.
Y el de la izquierda es Jared Leto, para los que no le reconozcan solo con un ojo. Meryl parece una abuelita y Julia... bueno, de la Roberts mejor no opino. A saber qué chiste le estaba contando Channing Tatum a la orejilla, que casi le hace saltar las bolas de Bichat de los mofletes.

Todos son famosos, salvo uno: el hermano de Lupita, que se coló en el selfie más famoso de la historia de Internet (sí, habéis acertado: es el gafapasta de la derecha). Siempre tiene que haber un listo que se cuele en la foto.

Liza (chica lista donde las haya) también lo intentó, pero está claro que no fue su noche...


Ella se estiraba, saltaba, agarraba todo lo que estuviera en su radio (limitado) de acción, pero nada. Imposible. Su rostro acartonado no tuvo sitio en tan insigne selfie.

Y eso que la noche había empezado bien.
Con la clásica alfombra roja, los actores dando lo mejor de sí, las presentadoras de la abc diciendo sandeces como sólo ellas saben hacer, Jennifer Lawrence arrastrando el apellido por los suelos a la mínima oportunidad, etc...


Vamos, lo habitual.

Que, por cierto, estoy pensando... ¿esta chica tiene que montarla siempre allá donde vaya?
Porque todavía la recuerdo arrastrándose cual limaco por las escaleras del Dolby Theatre para recoger el Oscar  a mejor actriz en el 2013 o su vestido desmontable alrededor de sus tobillos al ir a recoger el premio del sindicato de actores de ese mismo año.


Pero fue llegar Liza y el mundo se detuvo.

Por un momento, la gente contuvo el aliento y las presentadoras de la abc se quedaron sin palabras.

Fue un momento incomparable.
Imborrable.

Vamos a ver, querida Liza: te llaman de la mismísima Academia-de-todos-los-santos-de-Hollywood para que acudas a la ceremonia porque conmemoran el 75 aniversario del Mago de Oz (película en la que su madre era la prota absoluta, de ahí la invitación) y te me presentas con un rasete azul arrugado, unos zapatronchos ortopédicos y... sin sujetador!!!???

¿Eso que cuelga de forma despareja rozando el punto de flotación son tus ubres en modo comando?
¿Veo bien?
Porque me empiezan a sangrar los ojos y no lo tengo claro. Se me ha cerrado el estómago en un puño y me cuesta hasta teclear.
¿Te encuentras bien, querida Liza?

Sí, sí, sí... ya veo que te has teñido un mechón a juego con la túnica.
Eso lo veo clarinete.
Pero... unas pezoneras no tenías por casa?
Un suje bonito?
Una camisetita interior?
Algooo???

¡¡¡Por dios, si me está saludando tu areola!!!


Fue una noche terrible para Liza.

La presentadora, Ellen de Generes, comenzó la gala saludando al personal y agradeciendo a todos su presencia, especialmente “a un imitador fabuloso de Liza Minnelli que tenemos en el patio de butacas; gracias caballero, lo ha clavado!

En ese momento, la cámara enfocó al imitador y se encontró con esto:


Mira qué gracia le hizo a la jodía acompañante...
Aunque la cara de mi Liza era un poema.
De hecho, creo que todavía le están explicando la broma.
Y no me extraña nada el jolgorio, porque ciertamente Liza recordaba más a mi tío Alfredo pidiendo su caja de trankimazines que a la mítica Sally Bowles de “Cabaret” que todos guardamos en la memoria.

Lo dicho: uno de esos días en los que es mejor no levantarse de la cama.

Menos mal que a media ceremonia Ellen se apiadó de ella y le consiguió su tan buscado selfie...


Aunque no sé si fue peor el remedio que la enfermedad, porque para entonces me da que Liza se había ventilado ya la petaca de whiscacho y tenía unos ojitos dormilones que ni la mismísima Estela Reynolds una mañana de resaca.

Pero bueno, sigamos con la ceremonia, que dio para mucho.

Este año no me puedo quejar, porque la presentadora estuvo bien (no tan brillante como acostumbra, pero mucho mejor que el pedorro del año pasado) y hubo bastantes números musicales, pero sin abusar.

Quedó un tanto deslucido el momento in memoriam, ya que no dejaron aplaudir a la gente alegando que el momento “aplausómetro” es de pésimo gusto y que si alguno de los difuntos viera a los famosos romperse las manos aplaudiendo al que va después de ellos en el homenaje, volvería a estirar la pata del disgusto.

Desde luego, estos de Hollywood son únicos haciendo el waterparty (“aguafiestas”, mami; que yo también domino la lengua de Shakespeare).

Aunque Bette Midler consiguió levantar el rollazo in memoriam con su (chusca) interpretación del mítico “Wind beneath my wings” y su coreografía “levanto la manita y hago que soy un águila, o mejor, un cisne...beodo”.



Bueno, si es que me termino de convencer de que se trataba de Bette Midler realmente, porque eso ponía el pie de foto, aunque yo no las tengo todas conmigo... Que esta señora ha pasado de melliza de Concha Piquer a esto:


Hubo momentazos memorables, como ver comer pizza a dos carrillos a Brad Pitt, Julia Roberts o a Harrison Ford. Si vierais la cara de Calista-la-anoréxica en plan “apártate-pallá-que-me-rozas-con-la-salsa-tomate-y-me-engordo-3-miligramos”...



Le podrían haber dado un trocito a Elsa, que tenía que estar pasando hambre de arrastrar por el mundo una barriga con vida propia (y nunca mejor dicho: con doble vida propia, que espera gemelos).

Más que un brazalete, le tendrían que haber puesto a la pobre una carretilla de complemento.

Lo extraño es que no se caiga de morros con semejante peso...


Hubo varias embarazadas en la alfombra roja, como Kerri Washington (otra con rasete arrugao) y sus pies negándose a entrar en unos tacones imposibles. O la pavisosa y simplona Olivia Wilde.



Y aunque algunas apostaron por el negro, no fue el color predominante, como ha ocurrido en otras ocasiones.


De hecho, Charlize tuvo que epatar de otra forma: añadiendo a su atuendo un collar valorado en 15 millones de dólares. Ahí es nada.

Triunfaron lo que los entendidos llaman “tonos pastel” (yo ese vocablo lo limito a merendolas y jamadas de nivel). Es decir, los rosas, azules y lavandas.


(Lo sé, lo sé... poner a Lady Gaga al lado de Camila es como mezclar champán con chapapote, pero es que no me he podido resistir...)

Y los colores maquillaje o los grises, que no siempre favorecen (de hecho, a mí me enferman, directamente). Pero como esta gente es de otro planeta...


Al menos, abandonaron (la mayoría) el dichoso “palabra de honor”, que parece que no haya otro corte de vestido en estas ceremonias. ¡Con la de problemas que da!

En la foto, Jennifer Lawrence (sí, ella de nuevo) en un vano intento de subirse el escote hasta las sienes.

Triunfó el escote “entreteto-al-aire”. Que, si no recuerdo mal, ya puso de moda (o lo intentó) Heidi Klum en la edición anterior. Y aunque a veces resulte vulgar e innecesario mostrar tanta chicha, en otros casos (Lupita o la mismísima Pink) resulta elegantón a más no poder.

Standing ovation para Pink por su memorable interpretación del “Over the rainbow” de “El Mago de Oz” en el homenaje por su 75 aniversario .


Entre los momentos para recordar, señalo no sólo la actuación de Pink (piel de gallinita), sino también la propina que dejaron los famosotes al telepizzero (pues lo mismo se sacó 1.000 dólares con la tontería, a pesar de que a algunos Ellen los tildó de “ratas”, por dejar caer sólo 20 dólares en la bolsa) o la foto de los premiados, que quedó de lo más lucida con esos esmóquines caribeños que se plantaron Matthew y Jared.


Que esa es otra: vas de bohemio por la vida, con tus greñas y demás descuidos estratégicos, citas en tu discurso a Ucrania y a Venezuela (¡e incluso les dedicas tu premio!), demostrando que eres un tío comprometido y leído... y lo estropeas todo con unas mechas californianas y un bótox cantoso en cejas y zonas aledañas? No es un tanto incoherente, Jared-EsmoquinBlanco-Leto???

Aunque para incoherente, Kim Novak. Que hablando es más chunga que el mismísimo Rocky Balboa y que era incapaz de hilar una frase completa. Qué cara. Qué boca. Qué ojos como perdidos... Con lo que tú has sido, chiquilla... El pobre Matthew no sabía cómo salir del aprieto.


Aunque a mí quien me emocionó fue el excelente perdedor Leonardo Di Caprio, besando a quien le acababa de robar la gloria...


Y mi momento “qué pintas tú aquí” de la noche no fue culpa (esta vez) de la incombustible Heidi Klum (pa variar), sino de esta chavalilla morena, cuya cara se me hacía familiar pero a la que no conseguía ubicar por mucho que la mirara y remirara. Los fotógrafos se volvían locos retratándola con su modelazo de Saint Laurent, pero yo ni flowers...


Hasta que, por fin, una de las tontas de la abc se apiadó de mí y dejó caer su nombre: Margot Robbie.

Hmmm... Margot... Margot.... pera-a-ver... no, por “Margot” no tengo nada registrado en la sesera. Así que a San Google que me voy.

Y hete tú aquí que me quedo boquiabierta.
Porque la morena con pinta-travelo que tenía yo en pantalla NADA tenía que ver con las fotos que Google me mostraba.

Juzgad vosotros mismos:


¡Es la esposa buenorra de Leo en “El lobo de Wall Street”! ¡Está desconocida (y mucho más fea, todo sea dicho de paso) de morena!

En fin. Anécdotas de ayer y de hoy...

Resumiendo, fue una gala bastante entretenida (si la comparamos con las precedentes) que puso incluso a bailar al personal (ese momento “Happy” que hizo levantarse de su asiento a mover el esqueleto a la mismísima Meryl) y que repartió el triunfo entre “12 años de esclavitud” y “Gravity” de forma salomónica.

Y, por terminar, la risa-floja que me entró con John Travolta, que no aprende y sigue dejándose crecer la peluca. Con esta progresión, el año que viene estoy segura de que le dará incluso para hacerse con ella una trenza-Timoshenko. ¡Fijo!
Además, se equivocó y presentó a la cantante Idina Menzel como “Adele Dazeem”.
La pobre mujer se lo debió de tomar a risa, porque esa misma noche publicó un Twitter que rezaba: “Gracias, Jorn Tromolto!”

Yo sí que me tromolto toda...
















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