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miércoles, 19 de octubre de 2011

Pasarse de original

- Bueno. No me has preguntado, pero al final solucioné lo del regalo de mi prima. Y de forma brillante, además, aunque esté mal que yo lo diga…- me susurra Paqui en plena boda de la susodicha.
- Schhh… aunque estés convencida de que hablas bajito, me apuesto lo que quieras a que te ha escuchado hasta el cura.- Y eso que no ha callado en los últimos 15 minutos. Menudo “sermón” se está cascando el colega. Sólo se oye a sí mismo. Si os digo que el monaguillo se ha debido de quedar dormido sobre la campanilla… es que tiene el cuello en un ángulo extraño. Casi inhumano. En una de esas posturas imposibles de conseguir si no estás dormido, vaya…
- ¡Calla, tonta! Pues lo que te comentaba: que le he comprado un mini cactus.
- ¿Perdona? Es que me ha parecido oír que le has regalado un mini cactus, fíjate tú qué chorrada
- Has oído bien. Un mini cactus. Un mini cactus enano, en realidad, por redundante que parezca. Valen un carajal y me lo ha conseguido un amigo de mi vecino en el mercado negro. ¿A que es original?
- Ya te digo… jamás me hubiera atrevido a asegurar que existe un mercado negro de vecinos...
- Nooo, lo que hay es un mercado negro de frutas y plantas exóticas. Y los mini cactus entran dentro de esta categoría.
- Ya, ya… y tú estás segura de que a tu prima le va a encantar el regalo porque…- Se me queda mirando como si fuese cosa mía lo de terminar la frase. Ésta es tonta.
- …Que a ver por qué crees tú que a una novia le entusiasmaría recibir un mini cactus por su compromiso, Paqui, que no acabo de verle el sentido a todo esto- le insisto, elevando el tono más de lo previsto y ganándome una colleja de su tía Enriqueta, que se ha sentado a mi lado y me tiene mareada por los dos litros de Shalimar que lleva encima. Mecagüen las señoras mayores que se creen que por echarse botella y media de perfume pueden ahorrarse la ducha del mes. Desprende un aroma tan concentrado que parece que tiene un aura alrededor. Como si fuese una aparición mariana…
- Pues es algo exclusivo y especial. No creo que conozca a nadie que tenga uno, así que ahí lo tienes- me dice muy ufana.
- ¿Qué es lo que tengo ahí?
- La razón de mi regalo. Una planta especial para alguien especial. Punto. No hay que darle más vueltas.
- Pues tú no se las darás, pero a mí me regalan un cactus y te digo que no saco esa conclusión ni borracha.
- ¿Ah, no? ¿Y qué significado le darías tú a un cactus enano?
- ¿Yo? Pues, para empezar, pensaría que se están cachondeando de toda mi estampa. Para continuar, leería entre líneas (o entre pinchos, igual me da) que me están llamando “cardo” a la cara. Y , por rematar, me parecería que mi adorada prima me está insinuando que no sé cuidar ni a un cactus, por lo que me lo regala enano para que nadie sospeche. No sé, Paqui, pero no pensaría nada bueno. Ya me gustaría poder decirte otra cosa…
- Eso es porque tú eres una amargada insensible. Mi prima no es así. Estoy segura de que le hizo mucha ilusión cuando se lo llevaron a casa. Que la conozco… además, me han contado que regalar un cactus significa que le estás deseando fortaleza ante las dificultades a su nuevo propietario. ¿Qué más se le puede pedir a un bichito tan pequeño?
- Lo que tú digas, chata. Tú la conoces mejor, que para eso eres su prima carnal. Yo he ido a lo sencillo y le he comprado la Nespresso de la lista de bodas. Llámame clásica…
- Y que lo digas…

Pues no.
No debo de ser tan clásica, ya que he tenido la grandísima suerte de “aterrizar por casualidad” en la mesa más divertida del convite, que llevaba el nombre de “treintañeros” y agrupaba a todos los singles desesperados del bodorrio, que me han animado la velada con sus últimas tácticas de placaje y derribo del mercado de invierno y me han dejado ojiplática con las cosas que tienen que hacer para llamar la atención de las “nenas”. Si lo del pavo real y su plumaje vistoso os parecía especial, esperad a que os cuente lo de esta gente. Aunque eso es otra historia, así que la dejo para otro día...

A Paqui, en cambio, la han sentado en la mesa de tía Enriqueta.
Bueno, de tía Enriqueta, tía Encarna y tía Angustias, para ser más exactos.
¿Casualidad?
Puede ser.
Tanto como que su mesa se llamara “las cardos borriqueros” y estuviera decorada con (¡sorpresa!) media docena de cactus enanos.

Por cierto, que se las olía desde la otra punta del salón.
Dudo que la pobre Paqui recupere el sentido del olfato en los próximos 15 días, porque se le ha tenido que quedar la pituitaria atrofiada tras dos horas de comilona.

Y quien dice el sentido del olfato, dice el sentido del ridículo.
Que a estas horas todavía lo tiene por los suelos y no hay quien se lo levante.

Quién le mandaría ser original...
¡Si no sabe!



viernes, 14 de octubre de 2011

Arrebuscando melones te vi las patas y tenías unos pelos como alcayatas...

Como sé que sois un tanto “fisgones” y os gusta saber qué demonios escribe la gente en el buscador para llegar hasta aquí (se cree el ladrón…), os paso otra tanda de pesquisas “jugosonas”, que siempre dan mucho juego…

- Bikinis que meten tripa: no, bonita, la cosa no funciona así. La que metes tripa eres tú. El bikini, como mucho, te la disimula (aunque a duras penas, la verdad…). Esto de humanizar la ropa empieza a pasar de castaño oscuro.

- Cómo borrarme un tatuaje con leche materna: Dios mío… me habían hablado de las bondades de la lactancia, pero jamás me dijeron que funcionara como un rayo láser en caso de necesidad.

- De la expresión, cierra la ptu, se puede deducir que pedro es un muchacho a quien no le gusta que le dé órdenes: claro, claro… y de la frase “tú lo que tienes es un siroco que no te entiende ni tu madre” se puede deducir que en tu siguiente cumpleaños por fin te cae la camisa de fuerza de regalo.

- Basta de chicas con tangas lo de hoy es la braga faja jajajajajajajaja: y se escaralla sola, la pobre… anda que no es triste tener que meter risas “enlatadas” en un buscador porque nadie más te ríe las gracias… o lo mismo es una imitadora de Rihanna con su “umbrella-ella-ella-ella”. Aunque podría haber escogido un término menos chusco, porque lo de “se lleva la braga faja-ja-ja-ja-aja-fafafaja” es de traca…

- ¿Follar o jugar a darse mamporros en los hinchables?: pues menudo dilema me planteas, chico. Aunque no me queda claro a qué “hinchables” te refieres. Lo mismo es que tu novia lleva unos implantes tan gigantes que ni nota los mamporros, pero supongo que preferirá lo primero. Por decir algo, claro…

- ¿A las brujas les molesta el sonido de los tacones?: uy, a la del Oeste lo mismo no, pero a la que vive justo debajo de mi salón sí. Y no sabes cuánto…

- Arriba te abro abajo te aprieto, me lleva el diablo si no te lo meto. ¿Qué será?: ehhhh… ¿el cimborrio? ¿la alcayata? Ya me entiendes, la oruguilla, vaya… joer con las adivinanzas de la peña.

- Costras en el pene: pero hijo mío, ¿dónde lo has metido? ¿Te lo has pillado entre dos ladrillos o es que eres un guarro de campeonato?

- Espinilla en el pene: ¡arrea! Este va a ser el mismo, que va buscando diagnóstico a su “tema” y prueba con todas las enfermedades venéreas que se le ocurren. Bien, bien, chavalote, pues ya sabes, lo importante es que no te la aprietes, porque… ehhh… te puedes quedar ciego. Era eso, ¿no?

- Cleptómana se lía conmigo y me roba: serás taruguillo… se te acerca una tía y se presenta así, tal cual, en plan “hola encanto, me llaman la-mari-cleptómana ¿vienes mucho por aquí?”, ¿y todavía te extrañas?

- En qué año se hizo se ha escrito un crimen: pues me suena que allá por el 1800, aunque no podría precisar con seguridad… pero que Jessica Fletcher debe de rondar los 200 años, eso te lo digo fijo.

- ¿Follarías con manoletinas?: hmmm, déjame pensarlo… No, creo que no. Es que no me estilizan tanto como los tacones y podría pasar por culibaja. Deja, deja.

- Pisar una mierda trae suerte, que te vomitan encima: está la cosa tan chunga, que a cualquier cosa le llaman “suerte”. Endeluego

- Qué quiere decir la frase “suelta el turrón”: ¡esta me la sé, me la sé! Es lo que le tengo que decir todas las Nochebuenas a mi abuela, (diabética tipo II, para más señas) cuando la veo abalanzarse sobre la torta imperial 1880. No falla: “¡abuela, suelte el turrón, que se le van a garrapiñar las encías!” es mi frase navideña favorita.

- ¿Si vivo en un trastero, telepizza me lleva a casa?: ¿quieres decir que si el pobre telepizzero sería tan amable de meterte en la cajita roja esa que lleva detrás y transportarte hasta tu humilde “celda” por un módico precio? ¿Es eso? Desde luego… la gente tiene unos antojos más raros… Me imagino la cara de sorpresa que habrá puesto el motorista… peor que la de la madre de Pablito cuando, por culpa de un ambientador de pino, se encontró a toda la clase de su hijo plantando un ídem en su baño. Aterrador…

Vamos, que como veis, sigue habiendo gente pa tó


martes, 11 de octubre de 2011

La rebelión de los bajos fondos

- Lo tengo decidido. Ahora sólo me falta convencer a mis padres y en unas semanas… ¡vida nueva!

La que habla es mi amiga Carlota.
Y digo que habla porque escupe por su boca todo lo que le llega al cerebro. Sin cribar. Ahora, que se le entienda es ya otro cantar…

- ¿Y qué es eso que te ha costado tanto decidir, cielo?- “paciencia”, pienso para mis adentros. Y agárrate los machos, que a saber por dónde te sale la rubia…
- Operarme. Esta mañana he tenido cita con el cirujano y me ha dado el presupuesto. Va a ser mi regalo de Reyes.
- Ya... tu regalo dices que va a ser… ehhh… ¿una nariz nueva? ¿Unas prótesis mamarias? ¿O tal vez unos implantes de glúteos? Aclárame esta duda, por favor, porque me va a tocar calmar a tu madre cuando lea tu carta de Reyes y me llame poniendo el grito en el cielo.
- Frío frío. Lo que quiero son unos nuevos labios vaginales.

Si me hubieseis visto por un agujerito, todavía os duraría la risa. Y eso que esto ocurrió hace dos días. Con sus noches. Yo todavía tengo pesadillas…

- Carlota, ¿de qué demonios estás hablando? ¿Te has vuelto a tragar todos los DVDs de “cambio radical” o qué?
- No. Lo que pasa es que tú estás demodé. Ahora, si estás en el mercado, esto es lo último.
- Sí. Lo último que nadie se haría, quieres decir.
- No. Lo último es operaciones de estética, es lo que te intento explicar.

Me parto.
Resulta que, según su cirujano de cabecera le comenta, se ha puesto de moda la cirugía de ahí-donde-te-digo. En los últimos 10 años, la demanda al parecer se ha quintuplicado (ahí es nada) y las mujeres recurren a ella aduciendo tanto cuestiones estéticas como de salud.

- Hombreee… ahí quería yo llegar. Párate un poquito, Carlota, que eso merece un análisis concienzudo. ¿Tú te crees lo que estás diciendo?
- ¿A qué parte te refieres?
- A la de la salud. Que te operes el tabique nasal por un supuesto ruidito nocturno que molesta a tu santo y no le deja dormir debido a tus mocos atorados, pase. Pero que se te vaya la vida (y la herencia) en operarte el clítoris y zonas adyacentes, no me digas que es comparable.
- ¿No crees que una labioplastia puede ser la solución a tus problemas médicos?
- Chica, yo no llamaría “enfermedad” o “problema médico” a enseñar demasiado cuando te atreves con un bikini brasileño o un tanga de leopardo. No sé si me explico… vamos, que si esto se arregla con la braga-faja de toda la vida, no puede ser muy grave, ¿no crees?

Es que, a este paso, todavía voy a tener que oír que debería cubrirlo la Seguridad Social.
De verdad que el mundo se ha vuelto loco.

- ¿Y qué vas a pedirte en la carta a los Reyes?- abundo yo en este absurdo sin igual, en vista de que Carlota no entra al trapo. ¿Una lipoescultura de pubis? ¿Un relleno del Monte de Venus, quizá? ¿O va a ser un estrechamiento vaginal con reconstrucción de himen, en plan 2x1?
- Noto cierto retintín en tus palabras.
- Es que tú dirás, chata…
- No. Yo lo que quiero es que sean simétricos. Y que no asomen. Vamos, como cuando era jovencita…
- Pero Carlota, si sólo tienes 37. No dramatices.
- ¡Pues quiero que me los recorten y me los dejen como nuevos, ¿estamos?! ¡Y déjame en paz con la murga, hombreya…!

Nada, nada. La dejaré en paz.
Que le hagan su carnicería inguinal y ya me contará a la vuelta.

Ahora mi duda es la siguiente: si a Maripaz le regalamos un Wonderbra especial-efecto-amigdalitis cuando se operó de “las lolas” (como ella las llama) y a Paqui le compramos unas Reebok cuando le detectaron pie cavo, ¿qué tendría que elegir para Carlota?
¿Unos leggins sensación-tattoo, de esos que se pegan tanto que acaban metiéndose hasta el bazo y no hay forma de sacarlos sin parecer una actriz porno en pleno rodaje?

Menudo dilema existencial…
¡Se aceptan sugerencias!


viernes, 7 de octubre de 2011

Esas frases que laceran mi retina o me perforan el tímpano…

Me refiero a esos textos o conversaciones con los que te topas sin prepararte y acaban dándote en todo el hígado por lo innecesario, lo ridículo y lo falto de cultura que está el panorama.

Como cuando circulas, por ejemplo, tras un coche que parece ir pisando huevos y lees "extasiada" en un cartelito escrito a mano que el buen hombre se ha “plantado” en el cristal trasero:

“NIÑOS ABORDO”.

Hombre, chaval, y que encima te chulees de esto, que es un delito con todas las de la ley… ¿No querrás decir mejor “niños a (espacio laaaargo) bordo”, eh? ¿Y tan cara era una pegatina, con su auto corrector pasado y sus letras de molde, que te has tenido que poner a hacer manualidades para cagarla de esta forma? Si es que hay cada uno…

Otras veces, en cambio, la gente te intenta convencer de que tenemos “unas leyes dragonianas” (no sé si es que piensan que Sánchez Dragó es la nueva adquisición del poder legislativo o si es que consideran nuestras normas más propias de la época de “dragones y mazmorras”, cualquiera sabe) o de que la vecina les habla “con rintintín”. Anda que no ha viajado ni nada el perro este… ¡de boca en boca, claro!

Pero ya cuando la frase llega al grado de “pifia monumental” es cuando te pagas un folleto promocional, con sus fotos cuidadas y su papel de calidad, y te lo traen de la imprenta con la frase:

“Inauguración del Gran Casino de Torremocha.
Nuestro picadero en Flandes”

¿Y la pica? ¿Dónde tenemos ahora la pica? ¿Entre las piernas de Vanessa?
Porque Torremocha no sonará excesivamente "glamouroso", pero si es el nuevo Flandes, eso ya son palabras mayores… aunque habrá que ver a qué le llaman “jugar a la ruleta” o “echarte un cinquillo”…

“¡Estás trasgiversando mis palabras!” es la acusación más repetida por mi vecina Maripaz.
Y, por mucho que le corrijo sutilmente, ella erre que erre. Yo, en plan, “no, cielo, no TER-GI-VER-SO” nada (recalcando las sílabas, para que se le quede en la mollera). Me he limitado a repetir tus palabritas, una a una”.
Pero ella, insistente como es, no aprende nada: “Sí, sí que las trasgiversas. ¡Y lo haces siempre!”

O cuando me pide que, ya que bajo al súper, le compre un “tubo de dientrífico”.
- ¿Den-tí-fri-co?- le repito yo siguiendo esta máxima didáctica machacona que he emprendido con ella.
- Sí, eso: dien-trí-fi-co, pronuncia la muy bruta en plan “toma ya, so pelma, que esta vez lo he bordado”.
- Ya, ya. Que te compre den-tí-fri-co me pides, ¿verdad?- a mí, a burra, no me gana nadie.
- ¡Que sí, cojones, que me subas un tubo-Colgate ya! ¡Arrea, que es gerundio!
- No, Maripaz. “Arrea”, claramente, NO es gerundio. ¿Tú en qué colegio estudiaste, bonita?
- ¡En el de Santa Perpetua de todas las Plastas! ¡El mismo que tú, por cierto! ¡Y larga pa la calle, que me tienes frita con el Espasa!

Con esta actitud cerril, comprenderéis, es imposible pulirla.
Pero yo no desespero.

Al tiempo…


lunes, 3 de octubre de 2011

¡Otro que se apunta!

- No me salen los números.
- ¿Cómo que no te salen los números?- Los ojos de mi madre se desbocan ante semejante afirmación. ¿Tanto colegio de pago para que ahora no sepas hacer la “o” con un canuto?
- No. No lo pillas. Digo que no me salen las cuentas.
- Pues lo que te digo. Anda, toma la calculadora, que tanto Internet os acaba secando la sesera…
- Que no, mamá. Que digo que se me disparan los invitados para la Comunión.

No os hacéis una idea.
Este curso, mi hija (la mayor) cumple 9 años y le toca celebrar su Primera Comunión.
En vista de que las madres de sus amiguitos ya tienen reservado el restaurante, elegido el atuendo y hecha la prueba del menú (demencial), me he propuesto elaborar una lista inicial (llamémosla “la completa”), sobre la que iré practicando las necesarias modificaciones hasta llegar a la que llamaré “la lista definitiva”, que espero me quepa en un post it.
Ilusa de mí…

- ¿Y si nos limitamos a invitar a los padres y hermanos de cada uno y santas-pascuas?- le propongo a mi madre “doña tú-apunta-a-todos-que-ya-habrá-tiempo-de-tachar”.
- Deja, deja. Tú apunta a todos, que ya habrá tiempo de tachar (¿lo ves? No falla…).
- Mamá, que te conozco. No apunto, porque a renglón seguido te pones a llamar por teléfono y el momento “tachón” nunca llega.
- No puedes dejar de invitar a tus tíos.
- Ya, mamá. Si la intención está muy bien. Y yo los quiero mucho. Pero es que son 10 por nuestro lado y otros 9 por el de mi santo. Además, ¿no quedará feo eso de decir a mis primos “vosotros no vengáis, que lo petáis”?
- Ah, no. Es que si invitas, invitas a todos. Con sus hijos, sus nietos o lo que se tercie. Esto es así, ya lo sabes. Se invita a lo que viene siendo “la familia nuclear” y los amigos que se fastidien.
- Bien, bien, pero a este ritmo creciente de invitados te aviso que le seguirá una disminución inversamente proporcional de calidad gastronómica. Que te quede clarito…
- ¿Eso qué quiere decir, hija? ¿Que nos vas a poner croquetas y pinchitos de chopped pork en el cocktail?
- Uy "cocktail", dice la otra… ¡un caldito, un segundo y tira millas! Y no pongo fruta de postre porque está mal visto y a la niña le puedo dar un disgusto similar al que tuve yo cuando vi llegar el brazo de gitano en mi Comunión. No me hagas recordarlo, que se me saltan las lágrimas…
- No creo que tengas queja de tu Comunión. ¡Si te vino hasta la tuna!

Habrase visto… ¡qué coño le importará a una niña la tuna, digo yo!
Si se lo digo a mi hija fijo que me sale con un “¿qué es eso de la tuna? ¿Un tipo de pescado? ¿Y no podrías traerme mejor a los Jonas?”
Angelito… si sólo sabe pedir y pedir…

Bueno, resumiendo: que me he puesto a anotar nombres, en plan… la tita Francisca, con sus cuatro hijos y sus contrarios, más sus nietos y sus novios…. hmmm…. hacen un total deeee…hmmmm…. esto tiene que estar mal, espera que me he dejado una llevada…ehhh… ¡¿ciento treinta y cuatro personas?!

¿Estamos locos o qué?
¡Me cago en la “familia nuclear” y todos sus complementos! ¡Si casi tengo que tirar de listín telefónico para conseguir las direcciones de todos ellos! En buena me he metido…

Es que ahora, con eso de que los mayores cada vez se conservan mejor y se hacen viejos sin que se les note, añadido a que los jóvenes parecen reproducirse como por esporas, me encuentro con familias que conservan entre sus filas a 4 generaciones (vivas, claro) que no veas cómo tragan… ¡a dos carrillos!

Me va a salir un pico la dichosa Comunión...

- Y que no se te olvide invitar a don Pacorro, ¿eh?- me salta mi madre con el dedito “avisador” estirado hacia mi cara.
- ¿Don Pacorro? ¿Y ese quién es? ¿El novio de alguna prima segunda?
- ¿Tú estás tonta o es que se te han fundido los plomos con el presupuesto? ¡Don Pacorro! ¡El cura que te dio a ti la Comunión!
- Mamá, Don Pacorro tiene que estar criando malvas desde hace tiempo… Si me dio la Comunión hace la friolera de 28 años y ya entonces su cara se confundía con el retablo de la Basílica. ¿No ves que es imposible?
- Bueno, pues yo te digo que sigue vivo, que lo he visto por la parroquia y no veas qué bien anda. ¿No ves que los curas se cuidan mucho y se alimentan mejor? ¡Esos viven hasta los 100 años!
- Sí, pues entonces mejor que no venga a esta Comunión, porque lo mismo la palma al día siguiente por indigestión de Findus.
- Déjate de chorradas y apunta los que te digo…

Bien. Hemos llegado a ciento cincuenta y cinco invitados gracias a mi madre y su “lista de impepinables”, que sumada a la de “familia nuclear” y a la “completa por antonomasia”, han conseguido llenar tres hojas Excel.

Y todavía me dice:
- No cierres la lista, que seguro que de aquí a mañana se me ocurren unos cuantos más.

Dios… ¿No habrá Comuniones exprés, como las bodas en Las Vegas, para que me fugue con mi niña sin dar tres cuartos al pregonero?

Ojo, que no es ninguna chorrada lo que digo, que el billete a Nevada de los 4 me saldría “tirado”, en comparación con esta bacanal. Pena que luego nadie le convalide a la chavala los 3 años de catequesis que lleva a sus espaldas. Y con lo bien que declama el Credo a tres voces, sería una lástima desaprovechar tanto esfuerzo y dedicación…

Menos mal que estoy a dieta, porque lo de apretarme el cinturón me habría supuesto un ataque de hipoglucemia brutal hace unas semanas.

Y en esas estamos…


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