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martes, 30 de noviembre de 2010

La traca final


Por si fuera poco doloroso arrancarte dos docenas de tiritas y tres metros de esparadrapo de tu anatomía más velluda (pegadas a toda traición, a contra-pelo), mi sábado se vio rematado con friegas de aguarrás para borrar los lamparones de betadine de mi cara y kilos de crema hidratante que paliaran las grietas abisales que emergieron de mis labios tras pasarme tres horas y media (que se dice pronto, pero ahí te quiero ver, rufián) a la intemperie, haciéndome la muerta bajo una marquesina de autobús de cartón-piedra.

Un éxito esto del simulacro.

Y más aún si tenemos en cuenta que a mi prima Magda no la seleccionaron por no ir adecuada en su indumentaria… ¡Tócate los albérchigos!

Si vierais cómo se reía de mí, la muy malvada…
Agarradita a su bolso mega-pijo, haciéndole ojitos al socorrista y soltando frasecitas a pleno pulmón desde detrás de la línea de seguridad marcada por los bomberos, en plan… “¡¡¡halaaa, qué guapa tan dejao la cara llena pegotones naranjaaaassss!!!” o consejos del tipo “no te muevas, primaaa, que ahora mismito te salvan estos chicos tan guapos... ¡¡¡Uy, nonono, a mí noooo, a aquellaaaaa, la de la cara morada y el culo en pompaaaa!!!

Cuando terminamos de recoger cadáveres, heridos y demás siniestrados, mi prima propuso a la concurrencia que cerráramos la jornada en el Antro’s, calentando motores a pie de barra, rodeadas de voluntarios sudorosos que la reconfortaran, ya que (según decía) se había quedado “heladita, allí parada, como un pasmarote, viendo pasar tiarrones que ni me miraban, con lo que me ha costado conjuntar los zapatos con la pashmina”.

Yo me negué al planazo, por supuesto.
Bastante había hecho ya por ella.
Además, soñaba con mi bañera calentita y mis sales perfumadas…

De modo que, nada más llegar a casa y antes de que los niños se percataran de mis pintas (no fueran a pensar que era carnaval de nuevo y empezaran a sacar los disfraces del altillo sin permiso), dispuse en mi baño de todo lo necesario para recomponer mi magullado aspecto y procedí a realizarme “un completo”.

De ahí, a la bañera.
A disfrutar de mi momento.
En total abandono y, por una vez, sin reparar ni medir la cantidad de espuma y sales que se consumían en el agua calentita… qué delicia… qué gloria… qué paz… qué...

- Mamáááá, ¿me ayudas con los debereeeeeesssss?????
- Hija, dame un ratito y te prometo que luego me pongo contigo, anda…
- Mamáááá, es que no me salen las sumas de cinco números…
- Que ya, hija, que te digo que me dejes unos minutitos y ahora salgo…
- Mamáááá, es que quiero que veas el dibujo que he hecho para Conocimiento del Medio...
- Sí, hija, sí, en seguida lo veo. Dame un momenti…
- Mamáááá, porfaaa, ayúdammmm………
- ¡¡¡¡Mierdaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!! ¡Mamá no está!!! ¡Se ha muerto!, me oyes? ¡Se le ha caído encima una marquesina de autobús y se ha ido al cielo, así que no la llames más!
- (…)

Hmmm… juraría que la oigo como llorar a lo lejos, pero no estoy segura…
Pero, al minuto escaso…

Toc. toc. toc.

- ¿Quién es?
- ¿Mami?- es el niño, el que faltaba…
- Sí, soy mami, ¿qué pasa?
- Que dice mi hermana que estás en el cielo... ¿es eso cierto?
- Eh.... algo así, sí...
- Pues, si estás en el cielo, ¿puedes hacerme un favorcito?
- ¿Cómo dices, cariño?
- Que si le puedes decir al niño Jesús que les diga a los Reyes Magos cuando vayan a verle que se me olvidó poner en la carta que también quería unos “Gormitis Eclipse Supremo con Armadura Dorada”. Que no se les pase traérmelos, ¿vale, mami?
- (...)


Si lo sé, me quedo a vivir bajo aquella marquesina escacharrada, en plena calle, rodeada de bomberos sofocados y tumbada a la bartola.
Eso sí que era el cielo…

domingo, 28 de noviembre de 2010

Una juerga de simulacro


Ringgg ringgggg

- ¡Hola cielooo!, adivina dónde te voy a llevar mañana…- la inconfundible voz de mi prima Magdalena atraviesa la línea telefónica como un presagio inquietante...
- ¡Hola, Magda! Miedo me das… ¿Dónde vamos mañana? ¿De compras, aprovechando que es festivo?
- Déjate de compras, que no hay dinero pa eso. Nos vamos de simulacro.
- ¿Cómo dices? Es que te he entendido “simulacro”, fíjate qué tontería… tengo que ir al otorrino, porque cada día oigo peor y ya me ha pasado tantas veces que…
- ¡Calla, so loro! Has oído de cine. He dicho “simulacro”. Con todas las letras. Hemos de ir al parque San Francisco y embadurnarnos de mercromina. Nos dejamos colocar bajo grandes losas de piedra, como si hubiésemos quedado sepultadas por culpa de un terremoto grado 8 en la escala Richter y nos hacemos las muertas. ¿A que suena genial?
- Magda, ¿te has fumado las hortensias de casa?
- Que no. Que es sólo un favor…
-¿Un favor? ¿Un favor que le haces a quién? Porque lo que es a mí, no, desde luego…
- A mi vecino, el cachitas que te comenté que era voluntario de Cruz Roja y trabajaba como socorrista en verano, ¿lo recuerdas?
- Hmmm… vagamente…
- Da igual. Le hacían falta voluntarios y me he apuntado en su lista.
- Ya, ya… y me has apuntado a mí porque….
- … ¡pues porque sabía que te iba a hacer ilusión! ¿Te acuerdas que hace unos meses salió en la conversación que de dónde sacarían a esa gente que siempre se hace la herida en estas situaciones y si cobrarían por ello?
- Sí. De hecho, recuerdo con nitidez que la pregunta que nos surgía era “qué tipo de pringado participaba en estas cosas y a cambio de qué”.
- Bueno, da igual. El caso es que me acordé de ti al momento y te apunté conmigo. Así, ya sabes de qué tipo de espécimen estamos hablando.
-Sí. De la prima pringueta, ¿no?
- Pues no. De la buena gente que se preocupa por los demás y colabora desinteresadamente con las causas que lo merecen.
- Mira, no me pongas voz de Teresa de Calcuta, que tú te has apuntado a este montaje para ver qué sacas en limpio con el socorrista…
- Eso también. Pero, ¿y lo que nos vamos a reír cuando nos veamos rodeadas de bomberos deseosos de salvarnos la papeleta? ¿Eh, eh?
- Sí, seguro… haciéndonos las desvanecidas, con el pelo enredado por los suelos, las medias rotas y la cara cubierta de costras y sangre. Nos van a pillar en nuestro mejor momento. Fijo que les marcamos de por vida, Magda. Es que me hago cruces con tus ocurrencias…
- Anda, deja de ponerle “peros” a todo y céntrate en lo que estamos: La ropa. ¿Qué nos ponemos?
- Pues algo cómodo, ¿no? Si hay que rodar por la acera y me arriesgo a que el traje se me deshilache con los pedruscos que me van a caer por la espalda, lo suyo sería llevar lo más viejo que tengamos en el armario, ¿no crees?
- ¡Ni de broma! Yo pienso ir como siempre. Con mis taconazos y mi shopping bag.
- Pues allá tú, pero les vas a hacer perder más tiempo del debido a los bomberos para socorrerte y les vas a fastidiar la media. Y esas cosas puntúan negativo en los simulacros, no sé si lo sabes…
- ¡Me la repanfinfla! ¡Si se tiene que tirar tres horas conmigo para liberarme de una riada de peñascos que se me han metido en el bolso, que lo haga, que para eso le hago el favor!

Ya os contaré cómo acaba la historia.
Pero me da que va a traer cola


viernes, 26 de noviembre de 2010

Pa ti el marrón...


Del mismo modo que, para mi madre, una hija nunca es ni demasiado delgada ni demasiado rubia, para mi abuela, en cambio, una nieta nunca es ni demasiado gorda ni demasiado virgen.

Hay que ver cómo cambia el cuento dependiendo de la generación con la que te topes…

Recuerdo con ternura las palabras que escuchaba de pequeña, cuando me dejaban al cuidado de la yaya: “Niña, tú, las piernas, siempre bien cruzaditas, ¿eh?, no se te vaya a colar un aire y tengamos un disgusto…”

Y yo creyendo que la abuela intentaba protegerme de un resfriado genital… (porque yo pensaba que, si existe la angina de pecho, por la misma regla de tres, tenía que existir el catarro vaginal, ¿no?)

Algo que siempre me llamó la atención era esa insistencia de la buena mujer en saber si zutanita o menganita habían parido “en la fecha reglamentaria o si, por el contrario, habían tenido otro sietemesino” (es que, por lo visto, el pueblo estaba lleno de niños prematuros en aquellas épocas, por lo que me han contado…).

Por eso, cuando mi abuelo se enteraba de que alguna nieta se había echado novio, su primer consejo a los enamorados era: “¡qué ganas tengo de tener biznietos!, pero por la vía legal, ¿eh?, siempre por la vía legal”.

- Jo, abuelo, lo dices como si hubiera muchas “vías” para traer hijos al mundo- le solía responder yo toda impertinente.
- ¡No me quieras llevar por donde no quiero ir, nieta!- me gritaba el hombre un tanto exasperado.
- No, no, válgame Dios de desairarte… sólo digo que la “vía” es lo de menos, abuelo, lo importante es que sea un niño querido y feliz…
- ¡Pamplinas! ¡Tú te casas y, a los nueve meses, me traes un niño y ya verás qué contentos todos, déjate de chorradas modernas!

¿Mi abuelo diciendo la palabra “chorradas”?
Pues sí que le enerva el tema, sí…

El caso es que, para procrear, había que casarse. Y punto.
Además, no podía ser una boda de cualquier tipo, qué va.
Debía ser por la Iglesia. Siempre por la Iglesia.
No podía ser ni por lo civil, ni por lo militar, ni por lo criminal.

De hecho, cada vez que ve en el HOLA a un famosote casándose por el rito zulú o el balinés, le dan los siete males y se pone a jurar en arameo:

- ¡Si yo fuera el registrador, no les inscribía el matrimonio, por mis muertos!- suele gritar.
- Pero abuelo, si esta gente hace el paripé por la pasta que les da la revista. Si no, de qué van a salir con todo al aire haciendo el zángano… Si ninguno lo eleva a público, estate tranquilo- le suelo decir yo para calmarle.
- ¡Me da igual! ¡Deberían fusilarlos a todos!

Sí, hombre, pues claro que sí… todos fusilaos por bailar en tanga alrededor de una hoguera mientras un negrito con cinturón de calabazas les bendice con una lanza… lo que yo te diga…

Por eso, cuando esta mañana, mi niña (toda preguntona ella) me ha salido al paso con lo de: “mamá, ¿pero tú no me dijiste que para tener niños había que casarse?”, lo primero que se me ha venido a la cabeza ha sido la cara de mi abuelo.

Y le he contestado: “cielo, creo que me entendiste mal, pero tranquila, porque este puente vas a ir al pueblo, a casa de los bisabuelos, y ellos te lo explicarán encantados… ¿te parece?”.

Toma ya.
Brownie pa ti, abuelo.
Que sé que te encanta…

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Premio "Perplejo del Año" (II parte y subiendo)


Bueno, pues en vista de que la primera parte se os hizo corta (premio perplejo del año I parte, para los que no han hecho los deberes), preparaos porque “mírala cara a cara que es la segunda“…

En el apartado “candidato coral” y en dura liza con la marea roja, presentamos como candidato al “perplejo del año” a… tachán tachán…..

- La Iglesia: sí, sí, con la idem hemos topado. Resulta que Mr. Razinger nos ha dejado desmayados al soltar por su boquita que el preservativo es válido en según qué circunstancias. Hombre, por favor, haberlo dicho antes, que está la gente haciendo virguerías pa no ponerse el plastiquito y pasar así el escáner vaticano, para que vengas tú ahora a descuajeringarles el chiringuito… pues qué desilusión… Benedicto, por Dios, si habías aguantado siglos y siglos manteniendo la chorrada esa del “no al látex”, haberte quedado ahí, en pleno Cretácico, que, por lo menos, te hacía original y no un líder del montón, como eres ahora. Y, por cierto: que no se entere la Pajín, no vaya a llamarte para que la ayudes a repartir condones por los colegios… tendría su guasa, ¿que no?

- Fernando Alonso: lo sé, lo sé, esta era demasiado fácil y obvia. Pero no me puedo resistir. Si otras veces la excusa (siempre hay una) estaba en el motor, la lluvia, la envidia del enemigo, las ruedas de agua o el safety car, esta vez el odio ha recaído sobre…. ehhh… ¿¿¿un tío que no se dejó adelantar??? Claro, claro, es que hay que ser mala persona, no me digas tú… Viajas hasta Abu Dhabi (andandará eso), te embutes en un traje tres tallas menor que la tuya, con el calor que eso debe dar en la sisa, introduces toda tu anatomía en un coche de tres centímetros cuadrados y te pones a 300 por hora y, en cuando veas llegar al enano cabezón, te apartas educadamente, cuadrándote al pasar como si fuera un convite real y estuvieras haciéndole la venia a la mismísima Reina de Inglaterra… Lo más normal, vaya. Como me digas que te has quedao pillao con el resultado y que ni en tus peores quinielas te podías tú imaginar que ibas a cagarla de tamaña manera, es que voy y te casco. Premio pa ti, por lila.

- Los irlandeses: porque todavía estaban riéndose de los griegos a cuenta del rescate in extremis que tuvo en solfa a todo el continente hace unos meses, cuando de pronto, se encuentran con la pinta atragantada en el gaznate temiéndose lo peor para sus propias carnes. Y lo que te rondaré, morena, porque esto tiene peor pinta que un muerto en pepitoria… Decir que algo huele a podrido en toda Europa es quedarse corto. Muy corto. Y lo malo es que el efecto dominó nos puede dejar perplejos a medio globo. Veremos…

- La japonesita que se trajinó a Sánchez Dragó: que encima de haber tragado con semejante espécimen humano por unos yenes de chichinabo, ahora tenga que oír al desgraciado diciendo que en realidad no pasó nada, que tiene 10 años más de los que aparenta y que donde dije “digo”, ahora digo “Diego“… eso es valentía y lo demás es cuento… Se le han debido de poner los ojillos redondos-redondos a la pobre…

- Los toreros… muertos: y no me refiero al grupo de música, sino a la profesión, que está tal cual: muerta. Después de la prohibición de celebrar la fiesta de los toros en Cataluña, pueden venir muchas más, así que están empezando a darle al bolo para ver dónde se recolocan. Porque no hay muchas profesiones que requieran un buen movimiento pélvico, la capacidad de terminar una corrida de forma digna y armoniosa o clavar el estoque de modo certero y contundente… bueno, bien pensado, sí que se me ocurre una profesión que reúna estos requisitos, pero la de actor porno no es una carrera muy reconocida en nuestro país… todavía…

Como os señalé en el post anterior, iré recopilando los nombres que se me van ocurriendo ( y todos los que me propongáis en vuestros comentarios, por supuesto) y crearé una encuesta en el blog en breve, para que todos podáis participar en la votación.

¡Estad al loro!


lunes, 22 de noviembre de 2010

Belén, campanas de Belén...


Hoy hemos echado el día con la decoración navideña del hogar.

Como los niños no podían esperar más, hemos sacado todos los bártulos del altillo y, venga, leña al mono, que había que dejar la casa bien acicalada antes de la cena.

Todo iba bastante bien, sobre todo comparado con años previos, ya que mi santo ha conseguido montar la base del árbol en menos de tres horas (tenía el récord en cuatro horas y media y hoy lo ha batido; está hecho un plusmarquista de cuidado) y los niños no han intentado encaramarse a la copa para colocar la estrella sin ayuda, sino que me han pedido educadamente si podía subirme yo a la escalera y dejarla bien puesta. Así que me las prometía felices y confiaba en acabar con el montaje para la merienda.

Pero todo se ha torcido con el puñetero (con perdón) portal de Belén.

La niña lo quería realista, es decir, lo más parecido a una cueva rodeada de peñascos, sobre un suelo árido y polvoriento y con alguna que otra palmera como única concesión a la flora autóctona, que lo ha debido de ver en el libro de Religión o en el cuadernillo de Catequesis, vaya usted a saber. El otro, en cambio, quería montarlo sobre una capa generosa y mullida de musgo, con su nieve artificial, sus pinos frondosos y muchas ovejitas y vacas pastando alrededor. Vamos, como si estuviésemos esperando el nacimiento de un niño suizo…

Y no se han puesto de acuerdo, claro.

El debate les ha durado 45 minutos. Hasta que me he plantado y les he dicho que, o aprendían a negociar, o no había Belén.

Entonces, el dúo Pimpinela este que tengo en casa, se ha encerrado en una habitación y, tras cuatro minutos escasos de dialéctica y razonamiento puro, han salido con la solución irrebatible: medio Belén estaría ambientado en el Sáhara y el otro medio en Gstaad.
Punto. Asunto arreglado.

Pues no ha quedado tan mal.

Lo único malo es que el niño Jesús ha sido relegado al lado “caluroso” del portal.
Para mi gusto, demasiado apartado de sus progenitores dada su corta edad, porque han considerado que llevando (como lleva) un pañalito por toda indumentaria, no podía estar en la “zona centroeuropea”, así que ha quedado un poco aislado, al ladito del caganer y el cabrero, pero en el mismo-mismo centro del desierto. La pobre Virgen María va a acabar agotada cada vez que le toque darle la teta…

Porque ella y San José, dadas sus largas faldamentas, han sido colocados junto al buey y la mula (“que llevan abrigo de piel, mamá, estos no pasan frío ni en el Polo Norte”) sobre la hierba fresca, al lado del pozo y las ovejas.

Como es una verdad mundialmente conocida que los Reyes vienen desde el desierto, pues allí los han puesto. Y mucho mejor, porque así darán con el niño a las primeras de cambio y no tendrán que desplazarse hasta donde Herodes hacía de las suyas, con el consiguiente riesgo que esto acarreaba. Ahora, su destino les pilla a medio camino (respecto a su antigua ruta) y la única duda que nos asalta es si llegarán antes de Nochevieja en lugar de los primeros días de Enero, porque se han ahorrado una kilometrada de escándalo…

En fin, que a eso de las 8 de la tarde (noche cerrada ya, a estas alturas del año) hemos dado por finiquitado el montaje del Belén y os aseguro que ha quedado de lo más digno y, sobre todo, coherente. Al menos, todo lo coherente que las circunstancias y planteamientos de mis hijos permitían.

Luego ya, que sea históricamente compatible o cronológica y/o geográficamente defendible, es otro cantar…
Pero en ese berenjenal, mira tú por dónde, ya no pienso entrar.

Que una está ya muy mayor para meterse en camisas de once varas…

sábado, 20 de noviembre de 2010

Nochevieja etílica


Ya empezamos a organizar las Navidades familiares y me “huelo” los malos rollos desde aquí.

Como cada año, nos hemos ofrecido (mi santo y la menda) a llevar lo que nos corresponda para la cena de Nochevieja.
Y nos ha tocado llevar la bebida.

Ya podría haberme correspondido la sopa (que no es por nada, pero me sale bastante mejor que la que trae la cuñada de mi primo, que pa mí que es descongelada, por otro lado, porque ese sabor tan intensísimo que tienen las gambas no es ni medio-normal), o los entrantes (que estoy hasta el gorro de los embutidos resecotes que pone mi tía desde tiempos inmemoriales) incluso, la merluza en salsa (que me queda de cine, que me lo dicen todos…), o el salmón, mismamente (para ahorrarnos esas láminas marinadas incomibles que traen mis primas desde la mismísima Escandinavia –dicen- y que cada año provocan dos o tres diarreas al azar entre los miembros de esta, mi familia). Con que me hubieran tocado las uvas, me habría dado con un canto en los dientes. Mucho mejor que intentar pasar esas bolas verdes y amargas que trae mi madre del pueblo y que, asegura, son de “cultivo ecológico”, sin conservantes ni colorantes (si los pesticidas consiguen ablandarlas, ¡por mí que los echen por litros!).

Pues no. Tienen que ser las bebidas.

Con lo mal que se me da a mí calcular las cantidades que se ingieren en estas circunstancias y los grados etílicos que aguanta cada uno…

El año pasado, por aquello de la crisis, decidí que lo mejor era pasar del champán, que es una costumbre un tanto carca y snob, y centrarnos en la sidra El Gaitero, que nunca te falla y da un toque de vidilla y alegría a toda reunión que se precie. Además, con eso de que es “famosa en el mundo entero”, pensaba yo, menudo puntazo me estoy cascando… Por no parecer una “husmias”, arrimé al grupo un par de cajas de txakolí, tan apañado para el cocktail de bienvenida y muy de nuestra tierra.

Bien.
Pues fue entrar por la puerta con mis botellas y empezar a aguantar la cantinela de todos los convocados: que si “menuda cutrada”, que “a ver si por empezar el año bebiendo ese pis carbontado nos van a lanzar las siete plagas y nuestra suerte va a caer en picado”, que “hay que ver, lo que se gasta en esta santa casa en turrón y polvorones y, en cambio, en alcohol, andamos a la pela”, etc, etc…

El caso es que no quedó ni una gota. Se lo bebieron todo.
Y, por los cánticos de madrugada, me atrevería a jurar, incluso, que de buena gana.

Así que este año, repetimos.
Con lo bien que habría quedado presentándome con mi mero con gulas en salsa verde o mi pularda rellena de setas en su jugo… pero no: este año, por mis muertos que vamos a brindar con anís “El Mono”. Porque total, por muy soeces que se pongan, se lo van a beber igual...

Salvo que me toque la lotería, claro.
En ese caso, me liaría la manta a la cabeza y desabastecería de Moët al Carrefour.

Pero tranquilos, que este año tampoco me va a tocar el premio del calvo (¿sigue el calvo repartiendo boletos o se ha pasado a las papelinas?). Así que seguiré buscando los chollos del LIDL, a ver si veo un anís apañao o un clarete que no dé mucho ardor y cubro el expediente.

¿No quieren alcohol?
Pues toma alcohol. Sin destilar te lo pongo.
Para que el año que viene me vuelvas a encargar las bebidas.
¡Avispao!

jueves, 18 de noviembre de 2010

Revival


Cada vez que recuerdo la sensación, se me encoge el alma.

Desprenderte del abrigo, sentarte con cuidado en la silla frente a cuatro pares de ojos que te contemplan en busca de la más mínima “pelusa” que enturbie tu imagen. Y, de pronto, como salida de la nada, ahí la tienes: la tercera teta.

Y todo por culpa de esa hombrera desubicada que, haciendo alarde del libre albedrío y como guiada por un impulso con vida propia, se coloca en el lugar menos indicado con tal rapidez que ríete tú del acelerador de partículas.

Ya sé, ya sé: te has percatado ipso facto. Pero, créeme, es demasiado tarde…

Porque toda la concurrencia ha sido testigo mudo de esa prótesis con velcro que asoma sobre el sujetador y sonríe bravucona. Tus manos la arrancan del borde de la blusa y la llevan al bolso (y pensar que crees haberlo hecho disimuladamente… pobre…) y los ojos del personal corren a mirar el hombro derecho, por si su prima-hermana se arranca por peteneras y decide suicidarse lanzándose también al vacío, por solidaridad con el complemento izquierdo.

De modo que te encuentras sentada, inclinada hacia el lado huérfano de guata, intentando mantener una compostura despareja que no hay Dios que disimule ni justifique. Casi-casi peor que cuando se le cayó a mi amigo Satur el par de calcetines-hechos-bola por la pernera del pantalón hasta el suelo (calceto blanco, para más inri) en pleno discurso de agradecimiento por su fiesta-sorpresa de cumpleaños. Y cómo rodaban por la pista los jodíos… Quién le mandaría…

Bueno, pues eso, que parece que vuelven las hombreras y yo no duermo por las noches por este revival tan chusco.

Mira que no me importaría tanto que resucitaran las medias de amebas o los bombachos-piratas, ¡incluso los panties-cristal!, pero las hombreras… hombre, por favor, ¡qué mala idea! Con la adicción que me gasto yo con estas almohadillas… ¡si he llegado a ponerme tres pares sobre cada hombro por culpa de mis clavículas-caídas!

¡Me opongo una y mil veces!
Quede constancia.

Confieso: en el año 88, me cosí un par a la camiseta del pijama porque decidí que Hello Kitty tenía una carita como tristona y, con esta ayuda, mejoraba más que con un lifting de urgencia. Y las cosí tras varias noches encontrándome las hombreras bajo la cama o en el cajón de la mesilla (¡!). Si es que tienen vida propia, que os lo digo yo… ¡cualquier día se organizan y controlan el mundo! No podemos dejar que vuelvan y se reproduzcan al tuntún. Sería el fin del buen gusto... yo no hago otra cosa que repasar mis fotos de los ochenta y pienso: ¿quiero esto de nuevo para mí y, lo que es peor, para mi pobre hija?

¡Que no, hombre, que ni hablar!
¡Que es verme con el cardao en semi-tupé, las medias de rejilla, las chapas de acid house y mis súper-hombreras a lo Buzz Lightyear y echarme a llorar de la desesperación que me corroe!

¿Cómo me dejaban mis padres salir así a la calle y no me daban dos tortas para que entrara en razón? ¿Quizá porque mi madre llevaba también su par de hombreras bajo la camisa, sujetas con las tiras del sujetador?

Pues menuda herencia espantosa que legar a una hija…


martes, 16 de noviembre de 2010

El mal del acordeón


Me han confirmado lo que me temía: sufro el mal del acordeón.

Y, para los que os hayáis quedado ojipláticos, os comento: no, no es que tenga alma de músico frustrado, ni dedos regordetes que muestren mi falta de armonía y agilidad para tocar “los pajaritos” mejor que la mismísima Mª Jesús (la del acordeón, se entiende). Ni siquiera se refieren a que haya perdido fuelle con los años, aunque por ahí va la cosa, ni a que haya contraído ninguna fiebre tropical contagiada por un mosquito trompetero que se equivocó de instrumento…

En buena hora se nos ocurrió quedar con mi amiga Laura y su jefe a comer.
Porque Laura trabaja en una clínica de estética (también conocida como “de kilómetro cero”) y su jefe tiene la deformación profesional de llevarse el ojo clínico y la mala-baba a cualquier reunión de felices-de-la-vida. Y te hunde en la miseria, claro.

Si ya me lo decía mi madre: “no preguntes lo que no quieras saber”.
Ya, mamá, ya...
Pero es que una (es decir, yo) es muy burra y se cree que las cosas no van con ella (o sea, conmigo, no os perdáis) y deja volar su incontinencia verbal hasta que alguien (me refiero al médico simpático, ¿estáis ubicados?), allí arriba, como en la estratosfera, le corta las alas sin anestesia, con su correspondiente guarrazo contra el asfalto.

No falla. Es la historia de mi vida…

Ahí estaba yo, viendo volar las dagas de comensal en comensal, escuchando frases como: “no, a ti lo que te pasa es que tienes marcas de acné que te han dejado la cara cual cráter” o, mismamente, “eso te lo arreglo yo con un poquito de hialurónico y quedas como nueva, no con esa sonrisa de abuela avinagrada que te gastas”, cuando de pronto, sin pensar y sin haber sido atacada previamente (que es lo grave del asunto, que parezco imbécil…) mi boca se ha lanzado al estrellato y ha soltado un “¿y yo? ¿y yooo?” que me ha sonado estúpido y temerario desde el mismo instante en que lo pronunciaba.

Pero ya era tarde. Muy tarde.

Esta persona (cuyo nombre no daré para que las incautas que se ponen en sus manos diariamente sufran, por solidaridad, lo que yo he sufrido) ha girado sus ojos en ángulo agudo, se ha cernido sobre mi persona y, sin un ápice de vergüenza, me ha espetado ante la concurrencia: “tú lo que tienes es el mal del acordeón”.

Toma ya. Ahí queda eso.
Tus cinco segundos de gloria espanzurrados en tu jeta.
Silencio absoluto en la sala.
Niña, súbete las bragas, que se te han caído del susto…

Os podéis imaginar el momentazo estelar: todo Dios buscando las teclas y botones en mi cara y abriendo la boca con sorpresa. Algunas de mis amigas, sin embargo, afirmaban con la cabeza en silencio. ¿Sabrán las muy zorras lo que es el mal del acordeón y nunca me lo han confesado?, me preguntaba yo para mis adentros. Ten amigas pa esto… Tanta confianza para decirte “no te pongas leggins, mejor usa pantalones anchitos, que se te marca la piel de naranja y la braga-toldo”, pero cuando se trata de la cara, no hay huevos, ¿eh?

Con más miedo que vergüenza, y sin quitar ojo al gurú del bótox que tenía frente a mí, he soltado al viento la pregunta que todos estaban esperando: “¿te importaría mucho explicarme con palabras simples qué cojones es el mal del acordeón?”

El hombrecillo, sin soltar la copa de vino blanco, me ha mirado fijamente y ha respondido con la superioridad que da saber que dispones en tu casa de todos los tratamientos estéticos pioneros y más vanguardistas del mundo y encima gratis: “Pues verás, tienes la frente como el fuelle de un acordeón. Como el soplador de una gaita. Como la bolsa de un bandoneón o los pliegues de una concertina. ¿Lo pillas o necesitas más ejemplos?"

¿Que si lo pillo, so mamonazo? ¡Ya lo creo que lo pillo!
¡Arsa tu grasia y tu mare, resalao!, que he tenido que poner la famosa poker-face de la Gaga y seguir comiendo como si aquello no fuera conmigo…
Pero es que, si le dejo seguir, ¡me saca a colación la orquesta entera!
Del susto, fíjate, juraría que se me ha alisado la zona del ceño ya pa siempre…

Es la última vez en mi vida que voy a comer con un médico de estética.
Son todos muy malas personas…

Nota mental: cambiar en la carta a los Reyes Magos la vaporera eléctrica de Magefesa por un tratamiento de choque anti-acordeón en el frontispicio, con resultados inmediatos y definitivos. De esta, me quedo con la frente estilo tambor de tripa-tensa por mis muertos. No creo que mi imagen pudiera soportar otro harakiri social de esta magnitud…

domingo, 14 de noviembre de 2010

Más maja que las pesetas


- Hija, dime a ver qué pone ahí, que no me he traído las gafas…
- Hmmm… 18 euros, mamá- qué fuerte, debe de ponerlo en negrita Arial tamaño 78, pero ella no lo ve. Me pregunto si sabrá con cuál de sus dos hijas está….
- Vaya, 3.000 pesetas, ¡qué barbaridad!
- ¿Qué son las pesetas, abuela?
- Calla, criatura… pues una moneda, ¿qué va a ser?
- ¿La moneda de quién?- insiste la niña.
-¡La nuestra, cariño, la nuestra!- grita mi madre mientras sigue haciendo ver que lee los cartelitos…
- No, cielo, verás, lo que la abuela quiere decir es que esa era nuestra anterior moneda. La que usábamos antes de que tú nacieras. Ahora usamos el Euro, que ya lo sabes tú bien, ¿verdad?
- Sí. En el cole nos han enseñado a calcular las vueltas de la compra usando Euros y céntimos…
-Claro, pero es que la abuela sigue anclada en el pasado. Si la oyes hablar de perras gordas, haz como que no la escuchas, ¿estamos? Yo llevo haciéndolo toda la vida y, créeme, me ha ido de fábula.
- Vale, mamá.
- ¿Leo 72 Euros ahí?- oímos a mi madre tras el stand de perfumería- ¿O son centavos de esos?
- Mamá, se llaman céntimos. Y sí, lo que pone ahí son 72 Euros.
- ¡Virgen Santísima!, ¿12.000 pesetas por un secador de pelo?
- Y dale molino... 72 Euros, ¡pesada! A ver cuándo dejas de hacer la conversión, que ya van a ser 10 años usando la moneda y tú sigues estancada en la tabla del 6...
- Pero si es que no me hago a la idea, hija mía. ¿No ves que si no hago el cálculo rápido, soy capaz de pagar esa barbaridad sin darme cuenta? Veo un 72 y me parece tan “tirado” de precio que lo mismo voy y compro media docena de secadores a lo loco, pensando que he encontrado una ganga…
- Pero mamá, es que si lo conviertes, lo comparas con los precios que manejábamos hace 10 años y entonces sí que te puede dar el siroco… ¿a quién se le ocurre gritarle al de la cafetería que 200 pesetas por un café es un robo a mano armada? ¡Pero si el pobre era de Ucrania… no ha oído hablar de las pesetas en su puñetera vida!
- ¡Pero si un café costaba 90 pesetas hasta antes de ayer! ¿Nadie se da cuenta, más que yo?- grita al aire, como si estuviera hablando con el espíritu de las Navidades pasadas...
- Ya mamá, pero eso era en tu otra vida. En esta, apoquinas el Euro con veinte céntimos y te callas la boca. ¡Hombre ya!
- No puedo acostumbrarme. De hecho, no quiero hacerlo…
- Pues allá tú, pero que sepas que te miran con horror los camareros cada vez que te ven entrar por la puerta del bar. Y, venga, vamos a comer, que nos van a dar las uvas…
- ¿El menú del día?- pregunta con voz meliflua.
- Sí, es lo que habíamos quedado, ¿no?
- Ya... pero... es que me acabo de dar cuenta de que habíamos elegido el de 15 Euros...
- Efectivamente. Y te ha parecido un precio razonable, según me has comentado antes.
- Eso era antes, hija. En tu otra vida, como tú la llamas. En esta, me he dado cuenta de que son 2.500 pelas por barba y me parece un abuso. Vámonos a casa, que me quedan dos tuppers con lentejas de ayer.
- Genial. A la niña le va a hacer una ilusión que no veas…
- No te preocupes, que eso lo arreglo yo con una propinilla para su hucha. Le doy cinco duros y arreglado.
- ¿Te das cuenta de que pretendes sobornar a tu nieta con 15 céntimos?
- Es verdad. Mejor le doy 20, que es una monedita como más lucida…
- ¿33 pesetas? ¿Le vas a dar 33 pesetas a mi hija?
- Mira quién es la que convierte ahora… pareces estancada en los noventa, bonita. Anda, tira pa casa, que sólo abres la boca para hacerme feos…

Pues sí.
Mucho más guapa calladita.
¡Que viva la perra chica y la madre que la parió!

viernes, 12 de noviembre de 2010

"Las 10.000 incautas"


Conversación escuchada al tío de la mesa de al lado a plena luz del día:

- Pues yo calculo que me he acostado con unas 10.000 mujeres en mi vida...

Amos a ver, hiperactivo del amor: ¿diez mil? ¿D-i-e-z-m-i-l???

¿Oigo bien?

¿No te habrás columpiado y te has puesto a añadir ceros como si los regalaran?

Y, de no ser así, ¿no querrías decir "polvos" en lugar de "mujeres"?
¿Qué tendrá este hombre? ¿Cincuenta y cinco? ¿Sesenta tacos, a todo tirar?

Eso supone unos... cuarenta o cuarenta y cinco años de ejercicio pélvico...

Vale, dejémoslo en 42, ni pa ti ni pa mí... Bien, pues digamos que de esos más de 15.000 días pasados en su etapa hormonal-festiva, 10.000 lo han sido con mujeres de todo calibre y condición, nada de repetir, variaditas ellas... ¿os cuadra?

A mí, tampoco.

Porque como a alguna le dé por pedirte un bis, ya no tienes días, chaval.
Se le ha debido acumular en la puerta más de una en fila india, a nada que el gachó se haya pillado una gripe que le haya supuesto pasar en cama unos diítas (tapadito y sudando el virus, no en bolas y dándole a la black&decker) o si el jefe le ha tenido abrasado a horas extras en las épocas chungas... claro que siempre se puede uno organizar la agenda e irlas citando por horas impares para recuperar el curro atrasado, en plan: Marisita a las 5, Tomasa a las 7, Pilarica a las 9 y así... ¡Qué estrés!

¡Eso no hay quien lo disfrute, hombre ya!

Y todavía dirá que se acuerda de la mayoría... seguro...
Espera, espera, que el "esperminator" se arranca a hablar de nuevo:

- He estado casado tres veces, y he tenido amantes durante mis tres matrimonios, pero muchas amantes a la vez... como quince o veinte, simultáneamente. Aunque con mi pareja actual llevo ya cuatro años y no le he sido infiel. Debo estar perdiendo facultades...

Buenoooo, facultades no sé, pero el tiempo... ¡lo estás perdiendo a marchas forzadas!

¡Espabila, que te vas a cargar la media, hombre! Que cuatro años sin sumar pueden ocasionarte hasta problemas médicos. ¿No ves que tanta contención en la zona inguinal no puede ser buena?

Y míralo, qué contento lo dice. ¡Si se le pone voz de chulito y todo!

Veinte simultáneamente, dice. No se lo cree ni él...

Mira lo que te digo: Al mismísimo Brad Pitt le costaría juntar a los pies de su cama a 10.000 tías (distintas, claro) ardiendo por sus huesos, sin DIU y a lo loco, haciendo cola y dándose la vez como quien espera en la carnicería su ración de chopped-pork.

¿Y a ti se supone que se te rifan?

Con esas entradas... esas arrugas... esa barriguita incipiente que se cuela entre los botones... ese moreno-zanahorio que recuerda al Puma tras una sesión doble de rayos uva...

Lee mis labios, truhán: ¡ja, ja y ja!

Que debe ser la misma risa-floja que se les escapó a tus 10.000 conquistas al salir de la cama.

¡Mira!, bien pensado, ya tienes título para tu novela de ciencia-ficción: "las 10.000 incautas".

Vigila que no te lo robe Sánchez Dragó...


miércoles, 10 de noviembre de 2010

Cicloboinas explosiva



Pues aquí estoy.

Atada a la puerta de entrada con dos cadenas y tres candados.

Tengo a los niños cerca, a unos 3 metros de mí: uno, anclado al mueble del recibidor y la otra, esposada a la mesita de café. Tienen carita de agobio, pero todo sea por la seguridad familiar.

Estamos esperando que el tifón, vendaval, huracán o la mismísima “tormenta perfecta de George Clooney” (o lo que sea que nos depare el clima) nos despeine con sus envites. Y no quiero problemas. Que la cara de la presentadora del telediario era un poema cuando relataba la que se nos venía encima.

- Llega una “ciclogénesis explosiva” para mañana- me decía mi santo con ojos dislocados.
- ¿Otra?- preguntaba yo recelosa…
- No. Esta vez es LA ciclogénesis explosiva.
- Pero si el año pasado tuvimos cuatro de esas, ¿no? ¿O no es lo mismo que ocurrió aquella vez que a mis padres se les fue el perro volando por la tapia y lo trajeron una semana después los okupas de la estación? ¿Y aquella otra vez que mi madre tenía la ropa colgada del tendal y tuvieron que bajarle las bragas los bomberos del alternador de Endesa?
- Que no. Que no has visto una como esta, leñes.
- Fijo, fijo… por eso me sé el palabro ese de la ciclogénesis mejor que el nombre de mis propios hijos. Porque como no lo he escuchado nuncaaaa…

Le he oído decir a mi santo entre murmullos que se esperan vientos de más de 120 kms/hora. Bien. Pues por nosotros que no sea, que nos hemos tragado el Mago de Oz tres veces desde anoche para saber cómo actuar en los momentos de máxima tensión. Según mis hijos, las dos cosas principales a tener en cuenta son: poner el perro a cubierto y no abrir la puerta ni la ventana a ninguna bruja de cara verdosa y barbilla picuda.

A falta de sótano o cobertizo bunkerizado, nosotros optamos por las cadenas de toda la vida. Fuertes y robustas. Hacen un poco de llaga, pero no te fallan nunca.

He tapado las ventanas y la terracita de la cocina con unos maderos recios y firmes que mi santo se ha traído del pueblo. Como no tenía los clavos adecuados, he forrado la madera de cinta americana, que he visto en las pelis que lo soporta todo. Y así, no me llevo el dedo con el martillo. Asunto ventilado.

He ido al súper y me he provisto de vituallas suficientes como para alimentar a un batallón bulímico a base de sopas de sobre y carne en lata durante todo un mes.

He mandado notitas a los profesores de los niños para que no les tengan en cuenta las ausencias durante la cicloboinas del copón, haciéndoles ver que la salud es lo primero y que prefiero tener niños tontos que mártires escolarizados. Espero que lo entiendan…

Por lo demás, ya he realizado las llamadas oportunas a toda la familia, despidiéndome de ellos y dedicándoles mis últimas palabras…

Porque como hay Dios que éstos no lo cuentan.
Mi madre ni se ha coscado del Apocalipsis que se avecina. Mi hermana se ha reído de mí en mi cara y mi hermano me ha asegurado que he debido de tragarme un telediario caducado desde hace meses, porque en el suyo esa noticia no ha salido.

Allá ellos.
Cuando los vea pasar volando por delante de mi ventana, veremos quién se ríe de quién…

(Me acabo de dar cuenta de que tengo que llamar a mi hermana para avisarle de que mañana se ponga las bragas bonitas, que se las va a ver toda España… Si cuando digo que soy un ángel…)

lunes, 8 de noviembre de 2010

¡No entiendo ni jota!


Hace unas semanas, aprovechando una invitación de fin de semana de mi amiga Elvira-superstar, dejé a mi santo al cuidado de los niños y me fui pa Zaragoza a celebrar las fiestas del Pilar con su cuadrilla.

Mi único problema era la dieta, que me tiene hinchada a verduras y pescado-plancha y no me permite ni un exceso alcohólico. Os podéis imaginar lo que puede ser una cena de maños aguantada “a pelo”. Un martirio como pocos que conozca…

Porque ellos se arrancan con las jotas a las primeras de cambio:

"Chúpame la minga, Dominga, que vengo de Franciaaaaa,
chúpame la minga, Dominga, que lleva sustanciaaaaa....”


Sublime.
Y yo aún ni me había sentado a la mesa.
Apenas llevaban encima un par de cañas y el nivel alcanzaba ya cotas estratosféricas.
Y, claro, hay que mantenerlo:

“Qué a gusto estás en la camaaaaaaaa, con las teticas calienteeees,
y yo bajo tu ventanaaaa, con la chorraaaaaa hasta los dienteeees”


La gente, a estas alturas, con la risa-floja y las mejillas arreboladas, hacía los coros a tres voces, con las manos en las caderas al estilo Maruja-jarrón:

“El puente tiene seis ojooooos, yo tengo tres solamenteeeee,
dos ojos son pa mirarteee, y el otro paaaa hacer de vientreee”


Didáctico a la par que entrañable.
Sobre todo cuando los abuelos de la mesa de al lado empezaron con sus rimas (adaptadas a su edad, claro está), que no por sonar a cascajo perdían un ápice de “encanto”:

“Si te falla la Viagraaaa, te daré un consejo amigoooo,
ponte un piercing en la puntaaaaa y un imán eeeen el ombligoooo"


Santo Dios, qué imagen mental churrigueresca…
Pillo a mi abuelo en una de estas y me chivo a la abuela sin piedad ni contemplaciones. Que ya no son años, hombre…
Y yo, venga a darle a los chupitos de agua… mierdadevidaDiosssss

Pues las abuelas, a renglón seguido y “picadas” por los versos de sus contrarios, empezaron con los suyos:

“No me jodas en el sueloooo, como si fuera una perraaaaa,
que con esos cojonazooos me llenas eeeel coño tierraaaaaa”


Míralas qué majas ellas… si se ponen coloradas y todo de la vergüenza… ¿o será del vino?
Y yo pensando que había visto (casi) todo… ¡Qué equivocada estaba!

Resulta que había una mesa (otra) llena de curillas dándole al moscatel.
¿Y pensabais que éstos se iban a quedar calladitos?
¡Anda ya!

“El cura vendió la burraaaaa y el sacristán vendió el potrooo
y ahora tienen que montaaar el uno enciiiima del otroooo”


Fue una noche para el recuerdo.
Volvimos al hotel a las 4 de la madrugada.
Yo, recta, callada y sobria.
Elvira, haciendo eses, afónica y canturreando por los pasillos:

“Y en la puerta la iglesia le eché un polveteeeee
y si no es por el cura le echo hasta sieteeeee”


La he grabado con el móvil.
Como se vuelva a meter con mi falta de glamour, le doy al play delante de toda la cuadrilla.
Avisada queda.

sábado, 6 de noviembre de 2010

De mal en peor



Problema de Matemáticas resuelto con soltura por mi hija:

“Si Maruchi tiene un cesto con cuatro manzanas y viene su amiga Laurita y se come cinco, ¿cuántas manzanas le quedan a Maruchi?”

Respuesta acreditada y rápida de la criatura:

“Lo primero: Maruchi es tonta por dejarse comer la merienda. Lo segundo: a ver qué se ha comido Laurita si sólo había cuatro manzanas y afirma que se ha llevado cinco cosas a la boca … ¿no sería el cesto de Maruchi? Lo tercero: con amigas así, quién quiere enemigas.”

Bien.
Pues le han puesto un cero.

Tal y como nos informa en rotulador rojo la señorita Rottenmeier desde el lateral de la hoja de examen (con un estilo, por otro lado, claramente plagiado a mi niña-lumbreras):

“Lo primero: por no dar el resultado correcto. Lo segundo: por ir de listilla. Lo tercero: por copiar mal el enunciado del problema de la pizarra, donde se leía claramente que Maruchi tenía un cesto con seis manzanas.”

Pues chica, me ha parecido mucho más salada mi hija que la profesora y la he felicitado por su cero-patatero. Además, si ella vio “cuatro”, a ver qué pruebas aporta la otra para demostrar que ponía “seis”. Que eso está ya borrado y es la palabra de una contra la de la otra…

No me queda claro que a mi hija la estén preparando para la vida moderna.

Que he echado un vistazo a su libro de Matemáticas y está tan atrasado como lo estaba el mío. Siguen con las teorías de conjuntos, los productos cartesianos y las raíces cuadradas, cuando está de sobra demostrado que ese tipo de conocimientos no sirven para nada. ¡Pero si la he visto dibujar un ábaco y todo! Valientes pamplinas…

Lo que tendrían que enseñarles a nuestros niños es cómo recrear una buena simulación hipotecaria, darles unas nociones básicas de técnicas de refinanciación crediticia y, en la parte física, estiramientos elásticos de Euro al estilo “chicle de goma”.

Eso sí que les iba a ser útil, no me digas… ¿Alguien podría decirme si ha tenido que hacer una raíz cuadrada, por ejemplo, para comprar verdura en el mercado? ¿O para calcular por la cuenta-la-vieja si vas a llegar a fin de mes? ¿O lo habéis usado, quizá, para calibrar si el pescado que te han vendido es o no es un pezqueñín?

¿Alguien de este planeta ha usado alguna vez la raíz cuadrada para algo que no sea resolver un problema estúpido, mal redactado por un friki asocial con gafotas, de profesión físico nuclear cum laude? ¿Eh? ¿Hay alguien?
¡Que levante la mano si hay huevos!

Si ya lo sabía yo…


jueves, 4 de noviembre de 2010

Premio "Perplejo del Año" (Primeros nominados)


Como veo que el 2010 se evapora por momentos, he decidido crear un premio al personaje “Perplejo del Año 2010” y, para ello, necesito vuestra ayuda inestimable.

Voy a crear, en mensajes sucesivos, un listado de posibles “perplejos” e intentaré explicar por qué los considero merecedores del galardón.

Vosotros, desde vuestros brillantes teclados, podréis votarlos a través de la encuesta que publicaré en el lateral del blog y que concluirá el 31 de diciembre.

El resultado lo conoceremos al principio del nuevo año. Así, nos reiremos a gusto en plena cuesta de Enero… (Probablemente será de lo poco que nos podamos reír a esas alturas del cuento, así que nos podemos dar con un canto en los piños…)

Allá van mis candidatos.
Y, por supuesto, podéis darme vuestras alternativas en los comentarios. Faltaría plus.
Ya sabéis: soy toda orejas.

- Zapatero: pero no porque sus hijas se hayan vuelto pijas al estilo Grana Padano, ni porque la cifra de parados se salga del recuadro y no sepa si está mirando el gráfico en sentido correcto o a la inversa, ni tan siquiera porque Berlusconi le invite cada año a sus orgiásticos cumpleaños rodeados de Barriguitas, qué va… Nominado al Premio Perplejo del Año por el acontecimiento interplanetario que aunó en la Presidencia bicéfala USA-Europa al incólume Mr. Obama con el mismísimo José Luis-el-de-Valladolid. Todavía hay días que escucho a la Pajín en sueños y tengo que salir corriendo al baño, pa no hacerme pis encima-la-risa, claro…

- La marea roja: porque todavía hay quien acude puntualmente cada tarde a ponerle flores a Santa Carbonero frente a las oficinas de Telecinco. Porque nunca se vendieron más televisores planos en una misma semana como los que se despacharon en aquellos primeros días de Julio (eso es levantar la Economía y lo demás es cuento). Porque hoy es el día que Iniesta sigue sin entender nada cuando la gente le grita despepitada por la calle cuando baja a comprar el pan. Porque sé de gente que guarda la camiseta sudada por la emoción de aquel día de puro sentimentalismo. Porque la Leti acabó “nerviosísima aquí, en el palco, sin saber qué hacer” y optó por estrujar a la suegra como si de una pelotita anti-estrés se tratara. Abreviando: porque nos dejaron boquiabiertos pa los restos.

- La mujer del minero chileno: porque se quedó la pobre más planchada que una camisa de domingo. Porque, tras esperarle 70 días (con sus noches) y mandarle las lentejas (cocinadas con amor y todos sus sacramentos) a través de la sonda instalada en el “campamento Esperanza”, va y se entera de que su “santo” tenía una pilingui esperándole a pie de cápsula y que ya la conocían hasta Oprah y la CNN. Perpleja por la jeta de su contrario diciendo a ambas, como si de un tronista de “Mujeres y Hombres y Viceversa” se tratara, que le esperaran en la superficie, porque él “tenía pa todas”. Perpleja cuando vio a la peliteñida con sobrepeso dando besitos de pitiminí al minero desubicado, ante la mirada atónita de medio globo terráqueo. Todavía debe andar la pobre buscando los ojos que se le saltaron de sus cuencas por la sorpresa…

- La hija de la Cospedal: que lleva toda la vida pidiendo becas pal comedor del colegio y ayudas para comprar los libros de texto y se entera ahora, a lo tonto y sin preguntar, que su madre se empaca un cuarto de millón de euros al año en su libreta con depósito ciego. Y pensar que todas sus compañeritas tenían la Nintendo DS y ella fingía jugar a los marcianitos con una hecha de cartón sólo por mantener las apariencias… en buena hora soltó en el cole aquello de “nosotros somos de clase obrera” que tanto había escuchado en casa… desde entonces no le aprueban “educación para la ciudadanía” por mucho que se la empolle.

- Paris Hilton: perpleja cuando la policía le aseguró que llevar medio kilo de coca y dos docenas de porros en el bolso no podía considerarse “autoconsumo” y encima “esporádico”. O cuando soltó el bolso rápidamente, como si destiñera o fuese de imitación, alegando que no era de ella, encontrándose con los ojillos risueños del agente que sacaba con sorna de dentro al asustadizo chihuahua vestido de rosa, las extensiones Barbie-platino y el tanga fucsia de repuesto.

En fin, que se me van ocurriendo muchos sobre la marcha, así que os los iré añadiendo en próximas entregas.

Pero estoy segura que lo mejor vendrá cuando vosotros me deis vuestros nombres… ya estoy preparando los kleenex pa cuando se me salten los mocos de la impresión…

¡¡¡Hablad, hablad, malditos!!!

martes, 2 de noviembre de 2010

Cayendo en lo de siempre

“¿A quién va a usted a creer? ¿A mí, o a sus propios ojos?”
-Chico Marx-



Pues efectivamente.
Creedme a mí: soy mucho más de fiar que los ojos de según qué personas…

Personas como, por ejemplo, mi amiga Carlota, que se presenta en mi oficina andando como John Wayne tras bajarse del caballo después de 3 días a pleno sol y sin crema anti-rozaduras, con sus pantobillos (forma rápida y discreta de denominar a la masa cárnica informe que une de forma inmisericorde la pantorrilla a los tobillos) convertidos en un tubo enorme de goma que, por lo que cuenta, es la envidia de su urbanización y parte de la de al lado.

Lo que mi amiga lleva (arrastra, más bien) entre el metatarso plantar y el fémur se llama “bota Hunter”, pero ella lo pronuncia con acento de Wisconsin y suena parecido a “jánterbú”.

No doy crédito a este dislate visual.


Porque Carlota no es bajita. Mide su buen metro setenta y cinco.
Pero os juro que, vista desde mi mesa, pareciera adoptada por David el Gnomo y su familia.
¡Qué efecto óptico más desgraciado y abyecto! Juraría que el reborde de la bota le roza la ingle… además, tienen que olerle los pies (y los tobillos, rodillas y demás zonas medianeras) a requesón casero… Si lleva eso puesto desde primera hora de la mañana, con los 22 grados Celsius que tenemos en la oficina, ¡tú me contarás!

Pero si esto ya nos lo enseñaban nuestras madres desde la cuna: “zapato de goma, sudor que te asoma”. ¿Quién dijo que la moda fuera práctica? ¡Nadie en su sano juicio, hombreporfavorrrr! Te venden la moto de que lo lleva la familia real inglesa, Sienna Miller o Kate Moss y todas caemos cual pichonas…

Pero hay que saber leer entre líneas… a nada que te fijes un poco en las fotos de las revistas, ¿dónde llevan este tipo de calzado?
¡Pues en el campo, mujer-de-Dios!
¡En pleno barrizal!
O en festivales de pantaca-cagao de esos, tipo Woodstock, pero en moderno… Vamos, lo que viene siendo “pal campo” (que no el “country”, que eso es otra cosa, no confundirse…)

Tú pregúntale a cualquier aldeano qué lleva para ordeñar las vacas cuando llueve a mares… ¡botacas de gomaca!

Eso sí, la goma de estas botas (qué tendrá, me pregunto) debe rondar los 50 € el metro zurcido, o así…

Ayyyyy si esto no es ser fashion-victim, que baje Dios y lo vea…

A lo que iba, que Carlota viene a verme para invitar a la pandilla a su casa de la sierra, para pasar un finde “de chicas” y olvidarnos de las preocupaciones mundanas.
Genial.
Pues pongamos fecha…

- En noviembre y diciembre, imposible, que se han pedido la casa mis cuñados y no está disponible- me empieza diciendo con su agendita en la mano.
- Bien, pues miremos a ver si en enero…
- ¡Tampoco!- me dice rapidito. Empieza la temporada de esquí y va toda la familia. No nos dejarían tranquilas…
- ¿Y cuándo dices que acaba la temporada de esquí?- pregunto toda ignorante.
- Allá por Abril, con suerte…
- Ya, pero este año la semana santa cae muy tarde, así que en Abril va a estar complicado…
- Pues veamos Mayo… hmmmm… ahhh, que es la Comunión de mi prima y la celebran allí, no puede ser…
- ¿Junio, quizás?
- Hmmm… vete mejor a Julio, que hay bodas y aniversarios pendientes y suelen celebrarlos en Junio.
- ¿Julio? Si la mitad de la cuadrilla está de vacaciones en Julio y la otra mitad en Agosto…- le recuerdo a la ociosa de Carlota, que vive en la inopia en lo que a calendario laboral se refiere…
- Pues sólo nos queda Septiembre, porque mis cuñados se la han pedido de nuevo en noviembre y diciembre del año que viene…- me dice toda impertinente.
- Pues lo veo fatal, con el comienzo del curso escolar, la vuelta al curro y demás historias…
- ¡Vale! ¡Haber empezado diciendo que no quieres ir y así acabábamos antes!


¡Qué cachonda!…se pone a invitar, luego no tiene días… ¿y la culpa es mía?
Es como si yo os invito a mi casa en las Bahamas y …
Ahhh, no, esperad, ¡que no tengo casa en las Bahamas!
¡Uy, qué tontaaaaa!

Pa mí que está cabreada por el recocimiento podal...
En fin, un caso…


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Postdata aclaratoria: no es que se me haya pasado publicar nada durante el día de ayer, por mucho que juréis que “ésta viene a publicar día sí-día no”; ni es cierto que me lo hubiera tomado festivo después de tanta calabaza revenida… es que una es muy original y ha decidido publicar todos los días pares del año. Siendo ayer día 1, y recordando un poco las Matemáticas de primaria, notaréis rapidito que no aplicaba… Sin más.


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