Hoy hemos echado el día con la decoración navideña del hogar.
Como los niños no podían esperar más, hemos sacado todos los bártulos del altillo y, venga, leña al mono, que había que dejar la casa bien acicalada antes de la cena.
Todo iba bastante bien, sobre todo comparado con años previos, ya que mi santo ha conseguido montar la base del árbol en menos de tres horas (tenía el récord en cuatro horas y media y hoy lo ha batido; está hecho un plusmarquista de cuidado) y los niños no han intentado encaramarse a la copa para colocar la estrella sin ayuda, sino que me han pedido educadamente si podía subirme yo a la escalera y dejarla bien puesta. Así que me las prometía felices y confiaba en acabar con el montaje para la merienda.
Pero todo se ha torcido con el puñetero (con perdón) portal de Belén.
La niña lo quería realista, es decir, lo más parecido a una cueva rodeada de peñascos, sobre un suelo árido y polvoriento y con alguna que otra palmera como única concesión a la flora autóctona, que lo ha debido de ver en el libro de Religión o en el cuadernillo de Catequesis, vaya usted a saber. El otro, en cambio, quería montarlo sobre una capa generosa y mullida de musgo, con su nieve artificial, sus pinos frondosos y muchas ovejitas y vacas pastando alrededor. Vamos, como si estuviésemos esperando el nacimiento de un niño suizo…
Y no se han puesto de acuerdo, claro.
El debate les ha durado 45 minutos. Hasta que me he plantado y les he dicho que, o aprendían a negociar, o no había Belén.
Entonces, el dúo Pimpinela este que tengo en casa, se ha encerrado en una habitación y, tras cuatro minutos escasos de dialéctica y razonamiento puro, han salido con la solución irrebatible: medio Belén estaría ambientado en el Sáhara y el otro medio en Gstaad.
Punto. Asunto arreglado.
Pues no ha quedado tan mal.
Lo único malo es que el niño Jesús ha sido relegado al lado “caluroso” del portal.
Para mi gusto, demasiado apartado de sus progenitores dada su corta edad, porque han considerado que llevando (como lleva) un pañalito por toda indumentaria, no podía estar en la “zona centroeuropea”, así que ha quedado un poco aislado, al ladito del caganer y el cabrero, pero en el mismo-mismo centro del desierto. La pobre Virgen María va a acabar agotada cada vez que le toque darle la teta…
Porque ella y San José, dadas sus largas faldamentas, han sido colocados junto al buey y la mula (“que llevan abrigo de piel, mamá, estos no pasan frío ni en el Polo Norte”) sobre la hierba fresca, al lado del pozo y las ovejas.
Como es una verdad mundialmente conocida que los Reyes vienen desde el desierto, pues allí los han puesto. Y mucho mejor, porque así darán con el niño a las primeras de cambio y no tendrán que desplazarse hasta donde Herodes hacía de las suyas, con el consiguiente riesgo que esto acarreaba. Ahora, su destino les pilla a medio camino (respecto a su antigua ruta) y la única duda que nos asalta es si llegarán antes de Nochevieja en lugar de los primeros días de Enero, porque se han ahorrado una kilometrada de escándalo…
En fin, que a eso de las 8 de la tarde (noche cerrada ya, a estas alturas del año) hemos dado por finiquitado el montaje del Belén y os aseguro que ha quedado de lo más digno y, sobre todo, coherente. Al menos, todo lo coherente que las circunstancias y planteamientos de mis hijos permitían.
Luego ya, que sea históricamente compatible o cronológica y/o geográficamente defendible, es otro cantar…
Pero en ese berenjenal, mira tú por dónde, ya no pienso entrar.
Que una está ya muy mayor para meterse en camisas de once varas…
Como los niños no podían esperar más, hemos sacado todos los bártulos del altillo y, venga, leña al mono, que había que dejar la casa bien acicalada antes de la cena.
Todo iba bastante bien, sobre todo comparado con años previos, ya que mi santo ha conseguido montar la base del árbol en menos de tres horas (tenía el récord en cuatro horas y media y hoy lo ha batido; está hecho un plusmarquista de cuidado) y los niños no han intentado encaramarse a la copa para colocar la estrella sin ayuda, sino que me han pedido educadamente si podía subirme yo a la escalera y dejarla bien puesta. Así que me las prometía felices y confiaba en acabar con el montaje para la merienda.
Pero todo se ha torcido con el puñetero (con perdón) portal de Belén.
La niña lo quería realista, es decir, lo más parecido a una cueva rodeada de peñascos, sobre un suelo árido y polvoriento y con alguna que otra palmera como única concesión a la flora autóctona, que lo ha debido de ver en el libro de Religión o en el cuadernillo de Catequesis, vaya usted a saber. El otro, en cambio, quería montarlo sobre una capa generosa y mullida de musgo, con su nieve artificial, sus pinos frondosos y muchas ovejitas y vacas pastando alrededor. Vamos, como si estuviésemos esperando el nacimiento de un niño suizo…
Y no se han puesto de acuerdo, claro.
El debate les ha durado 45 minutos. Hasta que me he plantado y les he dicho que, o aprendían a negociar, o no había Belén.
Entonces, el dúo Pimpinela este que tengo en casa, se ha encerrado en una habitación y, tras cuatro minutos escasos de dialéctica y razonamiento puro, han salido con la solución irrebatible: medio Belén estaría ambientado en el Sáhara y el otro medio en Gstaad.
Punto. Asunto arreglado.
Pues no ha quedado tan mal.
Lo único malo es que el niño Jesús ha sido relegado al lado “caluroso” del portal.
Para mi gusto, demasiado apartado de sus progenitores dada su corta edad, porque han considerado que llevando (como lleva) un pañalito por toda indumentaria, no podía estar en la “zona centroeuropea”, así que ha quedado un poco aislado, al ladito del caganer y el cabrero, pero en el mismo-mismo centro del desierto. La pobre Virgen María va a acabar agotada cada vez que le toque darle la teta…
Porque ella y San José, dadas sus largas faldamentas, han sido colocados junto al buey y la mula (“que llevan abrigo de piel, mamá, estos no pasan frío ni en el Polo Norte”) sobre la hierba fresca, al lado del pozo y las ovejas.
Como es una verdad mundialmente conocida que los Reyes vienen desde el desierto, pues allí los han puesto. Y mucho mejor, porque así darán con el niño a las primeras de cambio y no tendrán que desplazarse hasta donde Herodes hacía de las suyas, con el consiguiente riesgo que esto acarreaba. Ahora, su destino les pilla a medio camino (respecto a su antigua ruta) y la única duda que nos asalta es si llegarán antes de Nochevieja en lugar de los primeros días de Enero, porque se han ahorrado una kilometrada de escándalo…
En fin, que a eso de las 8 de la tarde (noche cerrada ya, a estas alturas del año) hemos dado por finiquitado el montaje del Belén y os aseguro que ha quedado de lo más digno y, sobre todo, coherente. Al menos, todo lo coherente que las circunstancias y planteamientos de mis hijos permitían.
Luego ya, que sea históricamente compatible o cronológica y/o geográficamente defendible, es otro cantar…
Pero en ese berenjenal, mira tú por dónde, ya no pienso entrar.
Que una está ya muy mayor para meterse en camisas de once varas…
13 comentarios:
Una tarde muy entretenida, buena manera de distraer a los peques en domingo.
Besos
Pues yo recuerdo que le ponía clima desértico y luego encima le echaba nieve, porque me molaba con nieve. Y mi padre me decía: "pero si Belén está en el desierto, ahí no nieva" pero a mí me daba igual, yo le metía nieve encima de la arena. Luego tenía otro problema: como las figuritas estaban compradas en distintas tiendas y diferentes años, no cuadraban. Tenía un gallo que era más grande que el castillo de Herodes.
INVITACION
Hola!! No tuve la oportunidad de presentarme, Soy Gianina, llevo leyendo tu blog desde hace algún tiempo y considero tu blog muy bueno, por ello me presento para invitarte a ser Colaborador del blog “1 Pregunta con muchas respuestas” donde requiero de escritores jóvenes que deseen compartir sus ideas con respecto a la vida. Encontraras mas información en el blog, Espero que te animes!!
http://1preguntamuchasrespuestas.blogspot.com/
Gianina Rojas
jolin con los peques...abunda el sentido común eh! jejeje,si lo miras desde sus años los chavales tienen toda la razón...a santo de que van a poner a jesus en tierra fria si solo va en pañales??? .. y q suerte q se hayan puesto de acuerdo.. la historia debería seguir su ejemplo...
si yo pusiera belen haría lo mismo...
ajjajaja Qué bueno, me ha encantado el post. y sobre todo eso de que se han puesto a negociar entre ellos... ¿negociar? los hermanos negocian a patada limpia no? será que no tengo hermanos..jajaja
besos
Estos niños son unos genios!! Sería genial que nos lo dejaras ver con una fotito!!
Si es que, qué sería la navidad sin los niños soplando la nieve de poliuretano (si, esa que se barre tan fácilmente), tirando el árbol al suelo para coger la estrella, decapitando a los reyes magos... Ayy no sigo que me emociono...
JAJAJJJJAJA
Buenas!
Yo cuando era pequeña ponía el niño Jesús encima de los gorrinos y lo dejaba por ahí esparcido... la verdad es que estas chiquilladas acaban teniendo su gracia... xD
Bss! ^^
Aisss... esos locos bajitos. Yo nunca he decorado la casa para Navidad, y este año lo estoy barajando...
Hola gupa acabo de ver tu comentario en el blog Belleza en vena para el sorteo y yo también me alegro mucho de que seas la seguidora número 1000. Pero como no quiero que te quedes sin participar te digo que en la entrada del sorteo pone que hay que decir con qué producto te quedarías y por qué. Te lo digo para que lo hagas correctamente y tengas posibilidades de probarlo, el contorno es la pera.
Besos
Ya toca decorar?? no es un poco pronto??? Jooo, que palo.
Besos.
Jajajajaaaaaaaaaaaaa, me pasa eso a mi y todavía sigue el Belén sin montar del ataque de risa!
Odio la navidad y toda la parafernalia que ello conlleva, eso si cuando era pequeño en mi casa el Belen se montaba según las directrices de la matriarca o no se montaba.
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