Pensaba que nunca escribiría estas palabras. No en vano, este ha sido el Julio más frío, largo y lluvioso que me he echado a la cara desde que tengo memoria. ¡Parecía no terminar nunca! Y mira que en mi infancia me he hinchado a llevar katiuskas y chubasquero sobre el bañador, ¿eh? Pero lo del 2011 no tiene nombre, porque al agua le hemos añadido un frío polar con el que no contábamos y que no nos correspondía (¡malditos esquimales, que nos mandan lo peor!... ¡así se les descongele el iglú!). ¡Pero si he salido a trabajar a 12 grados más de una mañana, qué te voy a contar!
Ahora bien, ver los complementos de la gente a esas horas era de risa: por arriba, cazadora con bufanda de angora y por abajo, sandalias de dedillo-al-aire. Menudo cuadro mañanero… Que luego llega el mediodía y ponte a quitarte capas y capas de ropa (con suerte, claro). Como no seas previsora y te conozcas el percal, puedes cometer la estupidez de sudar la intemerata bajo tu jersey de cuello cisne a 25 grados a la sombra (tampoco más, ¿eh?, no os emocionéis). Desde luego, si los diseñadores tuvieran que guiarse de lo que se va a llevar por lo que vieran en mi ciudad, iban “daos”. Porque siempre (y recalco el “siempre”) se lleva lo mismo: el atuendo “cebolla”. Esto es, forro polar en la capa más exterior y camisetilla de tirantes en la más interna, con media docena de capas intermedias, que alternen con estilo el algodón más rabioso con las fibras más sintéticas, por aquello de no abusar de la transpiración desaforada.
Lista que es una…
A lo que íbamos, tuerta: que me voy de vacaciones.
Y no digo el destino por los paparazzis…
Que no os lo he contado, pero… ¿recordáis que allá por Octubre (semestre arriba-abajo) empecé la “operación bikini”, jurando por mis muertos (los pobres…) que esta vez sí que sí? Pues eso, que no que no… que esta vez tampoco, vaya… Vamos, que no quiero que me pillen los reporteros con la tripa colgandera y los brazos sin tonificar, así que me callo prudentemente mi lugar de veraneo y ya, si eso, os lo “casco” a la vuelta.
Igual que el año pasado, no prometo publicar nada durante el mes de Agosto, porque no siempre encuentro un wifi en condiciones (esto es, gratuito o “mangable-sin-represalias”) a mi disposición. Pero si lo hay (el wifi, no la disposición, que esa siempre la tengo preparada), contad con una entradita. Eso seguro.
En cualquier caso, os digo lo de siempre: que disfrutéis; que viváis a tope estos días, solos o acompañados, igual me da; que comáis y bebáis todo lo que el cuerpo os pida (cuidao que, a veces, pide más que un niño-chico, ¿eh?); que viajéis/leáis/durmáis/etc sin control… en definitiva: que seáis felices, que es el único fin de todo esto, y que ni se os ocurra volver con las dichosas “pilas cargadas” (odio esa frase), que para baterías ya tenemos las de Duracell, y si no que se lo pregunten a la conejita del anuncio…