Y su madre no da crédito.
Se ha comprado la pamela y la mantilla (“ya escogeré entre las dos llegado el momento”) en las liquidaciones de Julio, para meterle presión a su hija y que el “futuro yerno” vea que las relaciones, en esa casa, se las toman muy en serio.
El tema es que Carlota siempre ha estado muy controlada por su familia.
Su madre no le dejaba volver más tarde de las diez y media (había que acompañarla, por si algún listo le tocaba el culo de camino a casa) y era de la opinión de que “las que se van con el novio de vacaciones son unas frescas”.
Ahora, en cambio, llegada esa edad en la que doña Juana considera que el reloj biológico de su hija va atrasado, todo son prisas.
Les compra los billetes a un destino romántico con los ahorros generados por el plan de pensiones de su marido y afirma sin contemplaciones “¡¡¡es que me he vuelto una modernaaa!!!”.
Seguro, modernísima…
- Por eso obliga a su hija a organizar una comida en casa con la nueva “adquisición”, porque tiene que pasar el visto bueno familiar y, si no, puerta.
- Por eso le insinúa a Carlota que “lo normal en estos casos es que el novio llegue con una planta o unos bombones bajo el brazo”, no vaya a ser que quede como un cochero a las primeras de cambio y sea incapaz de remontar la imagen generada.
- Por eso ha dispuesto la mesa, como si fuera un convite en el Palacio Real, según dicta el protocolo más rancio, con el yerno a su derecha y la hija a la derecha de su padre, separados por unos prudentes cuatro metros que evitarán cualquier salida de tono del maromo.
- Por eso ha escrito en el cartelito colocado junto al plato del susodicho “Don Francisco Simancas” y no “Pacorro” (como todos le llamamos), ya que Don Francisco sí tiene empaque y lo de Pacorro le suena a nombre de mascota de la EXPO.
- Por eso ha sacado la mantelería de hilo y la cubertería de plata que le regalaron en su boda (allá por el Cretácico) y ha hecho bordar las iniciales de ambos apellidos (el de Carlota y el de Pacorro) en una docena de servilletas, “para que se vaya haciendo una idea de lo que esperamos de él”.
- Por eso ha contratado una señora (con su cofia y todo), que les sirva el consomé y el pavo relleno con toda la pompa y el boato que la ocasión requiere, como si fuera “lo más normal en esta casa, que siempre hemos sido de familia-bien”.
Vamos, una moderna de manual…
Se ha comprado la pamela y la mantilla (“ya escogeré entre las dos llegado el momento”) en las liquidaciones de Julio, para meterle presión a su hija y que el “futuro yerno” vea que las relaciones, en esa casa, se las toman muy en serio.
El tema es que Carlota siempre ha estado muy controlada por su familia.
Su madre no le dejaba volver más tarde de las diez y media (había que acompañarla, por si algún listo le tocaba el culo de camino a casa) y era de la opinión de que “las que se van con el novio de vacaciones son unas frescas”.
Ahora, en cambio, llegada esa edad en la que doña Juana considera que el reloj biológico de su hija va atrasado, todo son prisas.
Les compra los billetes a un destino romántico con los ahorros generados por el plan de pensiones de su marido y afirma sin contemplaciones “¡¡¡es que me he vuelto una modernaaa!!!”.
Seguro, modernísima…
- Por eso obliga a su hija a organizar una comida en casa con la nueva “adquisición”, porque tiene que pasar el visto bueno familiar y, si no, puerta.
- Por eso le insinúa a Carlota que “lo normal en estos casos es que el novio llegue con una planta o unos bombones bajo el brazo”, no vaya a ser que quede como un cochero a las primeras de cambio y sea incapaz de remontar la imagen generada.
- Por eso ha dispuesto la mesa, como si fuera un convite en el Palacio Real, según dicta el protocolo más rancio, con el yerno a su derecha y la hija a la derecha de su padre, separados por unos prudentes cuatro metros que evitarán cualquier salida de tono del maromo.
- Por eso ha escrito en el cartelito colocado junto al plato del susodicho “Don Francisco Simancas” y no “Pacorro” (como todos le llamamos), ya que Don Francisco sí tiene empaque y lo de Pacorro le suena a nombre de mascota de la EXPO.
- Por eso ha sacado la mantelería de hilo y la cubertería de plata que le regalaron en su boda (allá por el Cretácico) y ha hecho bordar las iniciales de ambos apellidos (el de Carlota y el de Pacorro) en una docena de servilletas, “para que se vaya haciendo una idea de lo que esperamos de él”.
- Por eso ha contratado una señora (con su cofia y todo), que les sirva el consomé y el pavo relleno con toda la pompa y el boato que la ocasión requiere, como si fuera “lo más normal en esta casa, que siempre hemos sido de familia-bien”.
Vamos, una moderna de manual…
8 comentarios:
Jajaja!
Se parece a mi abuel, que siempre nos decía que "el buen paño en el arca se vende"... pero al llegar a los veinte le entraron las prisas...
Jajajajaja... Si es que de modernos anticuados está el mundo lleno. Les rascas un poco el barniz y te sacan el carca que llevan dentro.
Conozco a uno que, cuando le nació EL HIJO (lo remarco porque antes tuvo una niña y no fue igual), dijo que le daría una educación liberal y progresista y que el chaval, llegado el momento, haría lo que le viniera en gana. No hace mucho, el chaval cumplió 18 y le dijo al padre que se iba a vivir con su novia al hogar paterno... "¿ESTÁS DE COÑA?" fue la respuesta liberal y progresista del padre XDXDXDXD
Pobre muchacho...
Leia Organa: sí, más que madre, es una abuela, pero de las carcas-muy-carcas...
Zentolo: súper moderna, que lo dice ella y no se hable más! Con la Iglesia hemos topao (literalmente, casi...)
Negrevernis: Amén. No sabe dónde se mete...
Saludos a todos!
Pues madres y abuelas como esas abundan todavía. Lo mejor es empaquetarlas a Benidorm a ver si les gusta el ambientazo y se quedan!!
me hacen acordar a mi mamá cuando venía un candidato lo trataba como un principe, aunque despues no me dejaba noviar, muy simpatico, un beso.
Que tonta es la hija de esta señora,que la mande al cuerno y la deje vivir en paz!!!
besos
Sí,sí, modernísima del tó!!!!!! Lo que se dice, una mujer del siglo XXI...
Pobre, poooooooooobre Carlota.... (Y pobre Pacorro, perdón, Don Francisco Simancas, que tiene más empaque, jaajajajajajaj!).
Muy bueno! Besos!
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