¿Quién soy?

Adivina adivinanza:

- Me paso el día jugueteando con el último gadget del momento: sea un iPhone con mil aplicaciones inútiles, una PSP con luces de colores o una Xbox que sintonice el Mundial.
- No tengo ni idea de quién coño es María Patiño, pero te recito de memoria la alineación de “la quinta del Buitre”.
- Mi definición de frikismo tiene poco que ver con coleccionar shopping bags de todos los colores y mucho que ver con almacenar comics, vinilos, figuritas o cochecitos a escala de todos los modelos y períodos históricos.
- Soy incapaz de freírme un huevo, pero te monto en cinco minutos la reproducción a escala 1:1 de la Gran Pirámide de Gizeh que le trajeron los Reyes al chaval.
- Me tengo por fontanero, albañil, electricista y encofrador, pero llegado el momento crucial, te clavo la broca helicoidal en plena bajante y te la lío parda.
- Tengo el tronco y la cabeza formando un único bloque que sólo me permite mirar hacia la tele cuando tú hablas, pero en pleno bar, este fenómeno se invierte y me permite girar el cuello 360 grados si es preciso, en especial cuando pasa la camarera cimbreante o la bandeja de cervezas hacia la mesa equivocada.
- Me sirvo del baño y sanitarios adyacentes para mis prácticas de “tiro sin puntería”.
- Al terminar, y siempre debido a mi obsesión por la higiene, no toco ningún componente de dichos sanitarios, porque eso lo hace “la que limpia” y si algo sé hacer es “delegar”.
- Tiendo a llamar “prolegómenos” a los minutos previos a cualquier partido de Copa y me dejo de afeitar la barba porque estoy convencido de que te hace “cosquillicas”.
- Nunca entenderé que los calcetines puestos, aunque den calorcito, no son de recibo en según qué momentazos.
- Considero que “hablar” es de panolis y que lo mejor es dar las cosas por sentado.
- Me siento incómodo ante las demostraciones públicas de cariño excesivo, salvo que España marque un gol en la final de la Eurocopa o que Nadal gane a Federer in extremis sobre la hierba de Wimbledon, momentos estos que justifican cualquier gesto amistoso, amoroso, erótico-festivo, o lo que se tercie.
- Gusto de desarrollar teorías ridículas, como que mi “especie” triunfa gracias a nuestros esfuerzos vitales y la tuya, en cambio, lo hace “porque os acostáis con el jefe”.
- Distingo con precisión quirúrgica a “los solteros codiciados y envidiados” de “las solteras amargadas y con el arroz pasado”.
- Considero un derecho fundamental tener un mal día, una segunda oportunidad y un tercer coche. Si esto se extrapola a tu género, estaríamos hablando de “estar en esos días”, “ser una fresca” y “conducir como el culo”.
- Mi espectro de colores me impide diferenciar el jade-tirando-a-hierba del fosforito más rabioso. Son lo mismo: color verde. Como mucho, te distingo el verde-botellín del verde-moco. Y con suerte.
- En toda mi vida, usaré 20 ó 25 pares de zapatos. Más o menos los que tú has acumulado en tu edad adulta sólo “pa las bodas”.
- Mis gustos cinematográficos tienden más hacia mamporros y llaves imposibles de Jackie Chan o Van Damme, muertos vivientes que se tiran a varias rubias a la vez y helicópteros que se estrellan contra rascacielos. Nunca hacia señoras vestidas con polisón y/o vampiros enamoradizos que hablan en versos de pie quebrado.
- Y por supuesto que las croquetas y las tortillas de patata de mi madre son las mejores. ¿Acaso hay otras?

¿Quién soyyyyyyyyy?