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miércoles, 28 de abril de 2010

Y fueron felices... ¡y una mierda!

Siempre había oído que los cuentos que hemos escuchado desde críos estaban tuneados. Que los finales no eran tan felices como nos los pintaban y que algunos, incluso, rayaban el género “gore” más chusco. Pensaba que exageraban.

No me podía imaginar que los finales fueran tan salvajes como he descubierto que eran. No sé quién demonios se inventó lo de que “… fueron felices y comieron perdices”, porque, francamente, es imposible comerte una perdiz cuando te faltan las dos manos (o la cara entera) porque un ogro o un lobo te las han arrancado a mordiscos. Algunos ejemplos ilustrativos:

- Cenicienta: Ahora resulta que las hermanastras se creían más listas que lo que Disney nos vendía. Las tías, al ver que no había forma de calzarse el zapatito de cristal, ¡se amputaron los dedos de los pies para engañar al príncipe! Jamía, ¿cómo va a colar eso? ¿Crees que el príncipe es tan memo que no va a ver la sangre escurriéndose a litros sobre los muñones que te has dejado por pies? Pero si el zapatito es transparente, catetorra, te van a pillar a la primera… El castigo viene en forma de dos pájaros que avisan al príncipe del engaño (como si hiciera falta, a ver si es que era memo de verdad) y escarmientan a las hermanastras picándoles los ojos hasta dejarlas ciegas. Moraleja: no te cortes los dedos de los pies a lo tonto y sin motivo, porque esto tiende a dejar secuelas en forma de ceguera y cojera permanentes.


-La Bella durmiente: se queda dormida al pincharse con una astilla y, aprovechando la modorra, un Rey casado (detalle importante éste, el de que estuviera casado, porque es el que da el grado de maldad del protagonista) la viola y le hace un bombo. La comatosa da a luz mellizos y uno de ellos, supongo que buscando la teta de su madre, succiona la astilla por error y la despierta de su sueño eterno. A todo esto, la cornuda descubre la infidelidad del Rey y manda un sicario a matar a la adormilada. Al final, el cabrón-con-pintas del Rey-violador manda su propio sicario a matar a la cornuda y se casa con la del bombo. Moraleja: Si vas de cornuda por la vida, acabarás también apaleada. Y si vas de violada, acabarás dichosamente casada con un necrofílico cualquiera. Un final feliz-feliz como pocos que conozca.


- Ricitos de Oro: ya que la protagonista real de esta historia era una vieja fea y malhumorada, deberían haberla titulado “peluca de oro”, pero no. Al descubrirla los osos, campando a sus anchas por su casita, la arrojan al fuego. Pero como “mala hierba, nunca muere”, tienen que buscar un plan B. Vale, pues la ahogamos. Lo malo es que la abuela se había hecho un cursito de inmersión a pulmón y no consiguen su propósito. Finalmente, dan con la solución definitiva: la empalamos en la aguja de la torre del campanario y se acabó la parrapla. Conmovedor. ¿Qué fue de aquello de “te tomas mi sopita y te echas la siesta en mi camita”, eh? Moraleja: No allanes casas ajenas, o acabarás haciendo de veleta en lo alto de la Iglesia más cercana.
- Caperucita Roja: lo de “roja” viene por un tema un tanto truculento. El lobo, tras pasarse por la piedra a la abuelita, guarda su sangre y se la hace beber a la nietita. Una vez saciada su sed, hace entrar a Caperucita en la cama con él. Desconozco si le hace quitarse la caperuza para esta tarea, porque la niña (ésta sí que era lista-lista) le comenta al lobo que primero tiene que pasar por el excusado a hacer sus necesidades. El lobo, que tampoco es tonto, deja a la niña cumplir con sus obligaciones fisiológicas, pero le ata el pie a la cama con un grillete, no se vaya a alejar mucho. Caperucita, no me preguntéis cómo, se arranca el pie de un tirón y consigue escapar (supongo que a la pata-coja y chorreando sangre) para encontrarse con el cazador, que mata al lobo y saca a la abuelita a pedazos de sus tripas. Esto lo pilla Tarantino y te monta un “Pulp Fiction, el retorno del lobo” que lo flipas. Moraleja: llévate una navajita siempre contigo o acabarás violada por un lobo sin escrúpulos en casa de tu abuela.



Prefiero que mis hijos se traguen una maratón de “Con mucha marcha”, aunque tengan que aguantar a la plasta de Leticia Sabater berreando “¡al mediodía, alegría!”, que tenerles que contar cualquiera de estas historias. Con lo receloso que es mi hijo, no se dormiría en años, por si viene una hermanastra a cortarle los deditos con la navajita de Caperucita.

Cómo ha cambiado el cuento, madre, cómo ha cambiado…




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* Fotografías de Dina Goldstein- The fallen princesses

12 comentarios:

odalis dijo...

jajajajajaa
tu debes tener un mundo interior flipante maja....cómo es que se te ocurren estas cosas???
jajaj q descojone...tendriamos q darle tu idea a Tarantino... aunq no se yo si Travolta se apuntaria ...pero podemos cambiarle por Nicolas Cage ...q pal caso es mas o menos lo mismo...

Martha dijo...

Jo...creo que este post ha estado a punto de provocarme un trauma.

Emmm...si es que no lo ha hecho...

:P

1 besazo!

Agatha dijo...

Pero ¿de donde has sacado todo esto? mmmmmm

I need a miracle dijo...

jajajaja, jo y ahora que sabemos todo esto qué?? que va a ser de nosotros, de nuestra infancia...y no quiero ni pensar en la verdadera historia de pulgarcito ufff

Hera dijo...

¡Uf! Yo conozco otras versiones de estos y otros cuentos que tampoco son aptas para todos los públicos.

Si es que toda la vida intentándonos vender la burra y al final pasa lo que pasa, que te pegas una leche que te caes del cuento en un segundo.

Un saludín!

Alber dijo...

Hola Esthertxu (yo tambien tengo una Estertxu, sin h). Acabo de terminar de leerme tu blog de cabo a rabo. Huerfano me hallaba despues de la despedida de Srta. Puri (menuda ocurrencia ha tenido esta tambien...)y necesitaba un blog divertido. He tenido la inmensa suerte de toparme con el tuyo, me he reido horrores, eres genial genial. Gracias por esos post taaaaaaan largos, son desternillantes. Enhorabuena por esa gramática parda, desde hoy mismo tienes un seguido incondicional mas que, precisamente hoy, ha inaugurado su blog, casi vacio todavia. Lo mio promete, ya vereis, ya..Saludos desde Pamplona

Yuria dijo...

El final lo edulcoraban siempre, je je. Pero, si pensamos, en el terrreno vital (qué filosófica, eh?) un final feliz sabe a poco, se trata de una vida feliz con final feliz, así que el cuento vital habrá que formatearlo más.

Un besito.

Bárbara dijo...

Joooo, que tengo una niña de 2 años que todas las noches me pide que le cuente cuentos... nunca podre volver a contarle caperucita roja (cuento que nunca me gustó), o la cenicienta, ains y ahora que hago???
Oye el cuento de la Bella Durmiente me ha dejao trastorná... que fuerrrrrtttteeeee!!!

Anónimo dijo...

Como nos engañaron con los cuentos!! Yo se la tengo jurada a más de uno.. jjeje ;P

Besos.

Silvia dijo...

jajajja, que divertido, que creativo, que surrealista !! pero como mola. Enhorabuena de nuevo por tu creatividad ! un beso

Esthertxu dijo...

Gracias a todos!
Aunque me da que os he hecho un flaco favor al revelaros el verdadero final de los cuentos de nuestra niñez...
Alber, ahora mismo acudo ruda y veloz a visitar tu nuevo blog. Me va a faltar tiempo para abrir una nueva pestañita, así que allí te veo!
A los demás, ya viejos amigos a estas alturas del cuento (nunca mejor dicho) os digo lo de siempre: mil gracias por pasaros, por leerme, por contestar, que sé que no siempre se dispone de tiempo para comentar todo lo que se desearía, que hay mucho blog por la blogosfera y pocos minutos en el día!!!
Un abrazo para todos!

Anónimo dijo...

Solo con leer lo de: "y fueron felices y una mierda" ya me descojonao vivo jajaj

Un beso estherxu

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