La vecina ya se ha vuelto a poner los tacones para limpiar el polvo.
¡Qué manía!
Mira que la tengo advertida, que los niños tienen la oreja siempre al quite y se me despiertan con el aleteo de un mosquito, pero ella, erre que erre. Luciendo pierna incluso para pasar el mocho. No se inmuta ni bajo amenaza y eso que le insistí (con la famosa “cara de pitbull“ por la que me respetan en las reuniones de vecinos) en que si me los despertaba antes de las 10 de la mañana se los dejaba en el felpudo. Pero está claro que se la bufa.
Tititiki totokotó
Ahora trota por la zona del baño. Lo noto por el sonido, más rotundo cuando taconea sobre baldosines que cuando lo hace sobre tarima. Se va a enterar...
Y subo, rauda cual gacela al viento, a visitar a la del ático, que me recibe con una especie de negligée y unas zapatillas de andar por casa de esas como de raso con pompón. Parece la reencarnación de Betty Boop.
- Ehhh hola, Bibiana, que vengo a preguntarte si te importaría mucho quitarte los zapatos mientras estás en casa, que hoy es sábado, aún no han dado las 9 de la mañana y no quiero que se despierten los monstruitos, ya sabes…
- Pues no, no sé de qué me hablas. No llevo zapatos- me dice señalando las zapatillitas que conjunta en su punto exacto de azul con su batita de prima donna.
- Ya, ya veo que no son zapatos, y me encanta que tengas ese detallazo con tus vecinos. Veo que las reuniones de propietarios dan sus frutos. Pero perdona que te insista en que sí tienen tacón y, en cualquier caso, suenan como si lo tuvieran. ¿Podrías ponerte otras? Con suela de goma, o de caucho, lo que más rabia te dé, pero eso sí, sin taconear, ¿eh?
- Lo siento, pero sabes de sobra que de “eso” no uso.
- Ya… ¿y si te compro yo unas, te las pondrías?
Me mira de arriba bajo, guiña la mirada, se planta una sonrisilla lateral y la veo mover la cabeza rotundamente de lado a lado.
- No, no creo. Tus gustos y los míos son diametralmente opuestos, me temo.
- Pues a ver cómo lo arreglamos, porque esto no puede seguir así. Vengo a verte cada fin de semana y me da la sensación de que cada vez llevas tacones más altos y afilados.
- Puede ser- no se quita la sonrisa falsa de la boca.
- ¡Anda! Entonces… ¿reconoces que lo haces a propósito?
- Puede ser- sigue sonriendo. Empieza a darme miedo.
- ¿Me estás diciendo a la cara que te pones la alarma a las 8 de la mañana cada sábado y domingo para taconear a placer y fastidiarnos los biorritmos?
- Hmmm… pues puede ser. Sí…
Dios mío… ¡Es Hannibal Lecter disfrazado de Norma Duval!
Yo me largo de aquí, no vaya a sacar el cuchillo jamonero y sea peor el remedio que la enfermedad.
De modo que me guardo en el bolsillo las ganas de abofetearla y tiro pa mi casa con una idea en la cabeza.
- ¡Niñooooos, todos al salóóónnnn!- grito desde la entrada nada más llegar.
- ¿Qué pasa, mamá?- me pregunta la niña con sus ojitos dormilones.
- ¿Os acordáis que siempre os prohíbo jugar al "balón prisionero" en casa?
- Sí, mamá…- me canturrean a coro.
-¿Y que no hay día que no os caiga una bronca por botar la pelota más de dos veces sobre el parquet?
- Claro, mamá…- siguen en modo automático.
- Bien, pues se acabó. Desde este momento, se abre el concurso de “botechos”.
- ¡Bieeennnnnn!- gritan los dos con los bracitos al aire. ¿Y en qué consiste, mami?
- Pues muy fácil: ¡el que consiga más rebotes en el techo de la cocina tiene premio! Aseguraos de pegarle bien fuerte y de forma continuada. Podéis daros relevos, para aguantar más tiempo sin desfallecer y mañana toca ponerse la alarma a las 6 de la mañana, que me ha dicho la vecina que si ella no lo oye desde bien prontito, no hay regalito. ¿Qué os parece?
- Geniaaaaallllllll- chillan a coro.
- ¡Pues manos a la obra!- Y se han puesto a darle al techo con la pelota de baloncesto, pim pam pom porrompón paf pof, cosa fina. ¡Qué arte! ¡Y qué fuerza! Esto va a ser por las lentejas, que empiezan a dar resultados… Me va a quedar aquello lleno de manchas, pero ya lo pintaré cuando se me pase el cabreo. Lo primero es lo primero: dar por saco a la vecina hasta que se le queden las ojeras a juego con la bata. Ya siento que su cabecero pille justo-justo sobre mi vitrocerámica. Casualidades de la vida...
13 comentarios:
ja ja ja!!
Buenisima tu solucion, hay que pillarle la hora del sueño! duerme siesta? pues ahi mismo hay que darle!!!
Que bruja la tia, tomandote el pelo!
Suerte! y a entrenar a esos santitos, como si fuera para las olimpiadas! ja ja ja
Besos.
pfff yo tuve un problema con una vecina pero fue el caso contrario, ella me acusaba a mí de usar tacones (cuando no es cierto, siempre ando en casa con zapatillas), y me dio por culo varios días, gritándome, insultándome y hasta me amenazó (vamos, q hasta se lo conté a mi hermano q es abogado...). Y todo pq según ella estaba estudiando.. ah y esto a las 4 de la tarde, no te creas q eran las 5 de la mañana.. en fin
que risa!!!!!!!! que joputi la tia!!!!!!!! tu idea me parece genial, la fastidias y encima eres lo más para tus hijos!!!!! Suerte y a por esa cursi tocapelotas!
Vaya telita con la vecina, yo tengo uno que le encanta mover los muebles a las 5 de la mañana. Creo que esta opositando para peon de mudanzas.
Nuestros vecinos tienen la sana costumbre de hablar a voz en grito en su terraza a partir de la 12:00 de la noche hasta altas horas de la madrugada en verano... esos días mamy suele madrugar y bajamos al patio a jugar a pide el juguete ladrando Babu, ¡¡¡ladrando más Babu, ladrándo mucho más Babu!!!
xDDD Para que vuelva.
Sobre todo que lo haga a la hora de la siesta y ya de paso cuando salgáis un día de casa hacéis como cuando eramos pequeños picarle al telefonillo tres o cuatro veces y salir corriendo, aunque sea por joder
Vendetaaaaaaaaaaaaa!!!
Uff, yo me pondría negra. Yo tengo una batería (de las de tocar música) preparada para cuando los vecinos se ponen pesaditos. Donde las dan, las toman! Muajajajajah.
Suerte y ya nos cuentas (gñiiii, que rabia la Bibiana esa, jajaja)
Jajaja... si es que los vecinosssss.
Un día, en la habitación principal, en una estantería que casi toca el techo, dejé el despertador encendido desde las doce de la noche y me fui a la calle, deseándoles felices sueños.
Ahora, a pedir presupuesto para repintar el techo de la cocina...
jajaajajaj ¡No hay nada peor que un vecin@ hijoput@!
El niño de arriba siempre ensaya su canción de flauta a las 12 de la noche, y la señora que vive al lado pone el domingo la misa a todo volumen. Imagino que piensa que soy una gran pecadora... yo le contesto echando un polvo mañanero ¡una vez despuierta hay que aprovechar el tiempo! Besos.
Hay cada vecino por ahí, yo cuando estudiaba la mujer de arriba se ponía a taconear a las cinco de la mañana, Una vez subimos mis compañeras y yo a decirle que por favor se pusiera los tacones sólo al salir. Y no veas la señora como se puso.
desde que vivo en una casa no sufro de esos problemas jajaja cuando vivia en España, mi vecina de abajo se inventaa historias pa mandarme a la policia!!! mientras q los de arriba cambian los muebles de sitio durante toda la noche
Jajajajajaja que buenoooo
¡A grandes males... grandes remedios!
Jajajajajajaja
Uys, perdón que haya irrumpido así en tu casa, pero es que de verdad, me ha gustado mucho el post, vengo del blog de Mujer a los y tantos, y si no te molesta, me quedaré por aquí un rato, a cotillear...
Un abrazo de martes desde los Pirineos!
Marta.
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