Me trinca una amiga de mi abuela a cinco pasos escasos de mi portal.
¡Mierda!
Si no me hubiera saltado el semáforo en rojo, o si hubiera ayudado a un cieguito a cruzar, o si hubiera salvado a un niño en peligro de ser atropellado por un trailer o devorado por una manada de rottweilers desbocados, me habría librado de “Doña pellizcos”, como la llaman mis hermanos.
Qué pena que mi vida sea tan anodina y falta de acontecimientos planetarios…
Porque toda la familia huye (huimos) de esta señora desde que tenemos uso de razón, ya que tiene la santa manía de agarrarte la mejilla en cuanto te despistas y dejártela en carne viva de puro cariño.
- ¡Ayyy, mírala, Marianooo, qué guapota y qué sanota está la niña-la-Encarni! (zaca-zaca, la cara me la ha girado de este a oeste a velocidad de crucero 10 nudos. No hay lifting que lo supere. ¡Y sin anestesia local! Pa que luego digan que soy una blanda…)
- Buenas Doña Brígida. Voy a toda pastilla, que tengo que comer y volver pitando a la ofici…
- Pero chiquilla… (no ha soltado mi carrillo; empiezo a sospechar que planea llevárselo a casa de recuerdo), ¡si no has cambiado nada!- (segundo zaca-zaca, ahora me ha dejado mirando hacia el portal; Dios mío, lo veo tan cerca… y tan lejos a la vez…)
- Aaayyyy, espere… un… minuto… deje… que… saque… las… llaves…. (y no me suelta, la cabrona. Estoy hurgando en el bolso, con los lagrimones a punto de descolgarse de mis pestañas por el dolor insoportable que siento en el surco nasogeniano, pero ella se ha amarrado a mi dermis como a un trapillo de saldo el primer día de rebajas)… ahh… aquí… están… por… fin….
- ¿Y tus niños? ¿Estarán enormes, no?- (ahora tocan pequeñas sacudidas norte-sur. No tiran tanto como las anteriores. Pero son más repetitivas. Alargan el dolor, que se me ha alojado en la encía superior derecha. Me noto al borde del colapso nervioso por la agonía insostenible.)
- Sí, gigantes… que… me… vooooyyyy… yaaaaa…
- ¿Y tus padres? ¿Qué es de su vida?- (…la otra mano... ¡Ha levantado la otra mano hacia mi otra mejilla! Ahora siento cómo mi umbral del dolor rompe a llorar…)
- ¿Mis padres? En… la… gloriaaa…. (se me han dormido las bolas de Bichat por la presión dactilar) llámeles un día… (¡me ha soltado! ¡mejilla izquierda liberada!, esto va a ser que está perdiendo fuelle, ya no son años los de esta mujer…), que les va a hacer una ilusiónnnn…
- ¡Eso haré!- (nooo, sube hacia mi papada…. Nooooo, dime que noooo)- dile a tu madre que a ver si el viernes puede quedar a tomar un cafetito, ¿de acuerdo? (el gesto “tolón-tolón” tirando del pellejo papadil es nuevo. Me ha pillado desprevenida. Este movimiento no estaba registrado en mis recuerdos juveniles. A la porra el efecto tensor de mi nueva crema reestructuradora del óvalo facial. De esta, salgo con treinta años más en mis carnes…)
- Se lo… diré… descuieayyyy… hastalavistaaaaaaayyy… (apunte mental: si tiro para huir, es peor, mucho peor…)
- Díselo, ¿eh majicaaa? (ahora está ordeñando mis lóbulos; como se saque otro gesto nuevo de la manga, voy a estrenar mis botas voladoras en su jeta…)
- Loharéloharé…
Me miro en el espejo del ascensor con más miedo que vergüenza y descubro que los desmanes entrañables de Doña Brígida me van a salir caros. Fíjate si han causado estragos, que lo primero que me suelta mi “santo” al entrar por la puerta de casa es el tan temido: “¡qué mala cara traes!, ¿has estado llorando?”
No lo sabes tú bien.
“Más que llorando, suplicando. Me he humillado y dejado apalear por un ser desalmado que pretendía quedarse con mi cara para ahorrarse unas cremas”- le digo yo con voz desesperada. Pero él no se cree nada. Duda, tuerce el morro, se acerca, observa bien el nuevo “código de barras” que me ha salido junto a la nariz y exclama sin dudar: “No me digas más. Doña Brígida, ¿verdad?”.
Pues sí. La misma.
He estado a punto de clavarle la llavecita del buzón en todo el ojo.
Otro abuso corporal de este calibre y no respondo de mis actos.
Apúntame en la lista de Reyes la pistola Taser que descartamos el año pasado.
No quiero dejarlo todo perdido…
¡Mierda!
Si no me hubiera saltado el semáforo en rojo, o si hubiera ayudado a un cieguito a cruzar, o si hubiera salvado a un niño en peligro de ser atropellado por un trailer o devorado por una manada de rottweilers desbocados, me habría librado de “Doña pellizcos”, como la llaman mis hermanos.
Qué pena que mi vida sea tan anodina y falta de acontecimientos planetarios…
Porque toda la familia huye (huimos) de esta señora desde que tenemos uso de razón, ya que tiene la santa manía de agarrarte la mejilla en cuanto te despistas y dejártela en carne viva de puro cariño.
- ¡Ayyy, mírala, Marianooo, qué guapota y qué sanota está la niña-la-Encarni! (zaca-zaca, la cara me la ha girado de este a oeste a velocidad de crucero 10 nudos. No hay lifting que lo supere. ¡Y sin anestesia local! Pa que luego digan que soy una blanda…)
- Buenas Doña Brígida. Voy a toda pastilla, que tengo que comer y volver pitando a la ofici…
- Pero chiquilla… (no ha soltado mi carrillo; empiezo a sospechar que planea llevárselo a casa de recuerdo), ¡si no has cambiado nada!- (segundo zaca-zaca, ahora me ha dejado mirando hacia el portal; Dios mío, lo veo tan cerca… y tan lejos a la vez…)
- Aaayyyy, espere… un… minuto… deje… que… saque… las… llaves…. (y no me suelta, la cabrona. Estoy hurgando en el bolso, con los lagrimones a punto de descolgarse de mis pestañas por el dolor insoportable que siento en el surco nasogeniano, pero ella se ha amarrado a mi dermis como a un trapillo de saldo el primer día de rebajas)… ahh… aquí… están… por… fin….
- ¿Y tus niños? ¿Estarán enormes, no?- (ahora tocan pequeñas sacudidas norte-sur. No tiran tanto como las anteriores. Pero son más repetitivas. Alargan el dolor, que se me ha alojado en la encía superior derecha. Me noto al borde del colapso nervioso por la agonía insostenible.)
- Sí, gigantes… que… me… vooooyyyy… yaaaaa…
- ¿Y tus padres? ¿Qué es de su vida?- (…la otra mano... ¡Ha levantado la otra mano hacia mi otra mejilla! Ahora siento cómo mi umbral del dolor rompe a llorar…)
- ¿Mis padres? En… la… gloriaaa…. (se me han dormido las bolas de Bichat por la presión dactilar) llámeles un día… (¡me ha soltado! ¡mejilla izquierda liberada!, esto va a ser que está perdiendo fuelle, ya no son años los de esta mujer…), que les va a hacer una ilusiónnnn…
- ¡Eso haré!- (nooo, sube hacia mi papada…. Nooooo, dime que noooo)- dile a tu madre que a ver si el viernes puede quedar a tomar un cafetito, ¿de acuerdo? (el gesto “tolón-tolón” tirando del pellejo papadil es nuevo. Me ha pillado desprevenida. Este movimiento no estaba registrado en mis recuerdos juveniles. A la porra el efecto tensor de mi nueva crema reestructuradora del óvalo facial. De esta, salgo con treinta años más en mis carnes…)
- Se lo… diré… descuieayyyy… hastalavistaaaaaaayyy… (apunte mental: si tiro para huir, es peor, mucho peor…)
- Díselo, ¿eh majicaaa? (ahora está ordeñando mis lóbulos; como se saque otro gesto nuevo de la manga, voy a estrenar mis botas voladoras en su jeta…)
- Loharéloharé…
Me miro en el espejo del ascensor con más miedo que vergüenza y descubro que los desmanes entrañables de Doña Brígida me van a salir caros. Fíjate si han causado estragos, que lo primero que me suelta mi “santo” al entrar por la puerta de casa es el tan temido: “¡qué mala cara traes!, ¿has estado llorando?”
No lo sabes tú bien.
“Más que llorando, suplicando. Me he humillado y dejado apalear por un ser desalmado que pretendía quedarse con mi cara para ahorrarse unas cremas”- le digo yo con voz desesperada. Pero él no se cree nada. Duda, tuerce el morro, se acerca, observa bien el nuevo “código de barras” que me ha salido junto a la nariz y exclama sin dudar: “No me digas más. Doña Brígida, ¿verdad?”.
Pues sí. La misma.
He estado a punto de clavarle la llavecita del buzón en todo el ojo.
Otro abuso corporal de este calibre y no respondo de mis actos.
Apúntame en la lista de Reyes la pistola Taser que descartamos el año pasado.
No quiero dejarlo todo perdido…
7 comentarios:
juas juas juas, pero que bueno, yo prefiero quedar mal a una tortura semejante, anda y que le den a la vieja pelleja
Pobre Doña Brigida !! eso es que te tiene mucho cariño mujer... A proposito, no sé si podrías darme su telefono... Tengo pendiente una vendetta con uno, y podría enviar a esta señora a darle un "repasito"... ja ja ja
¿Estas segura que esa mujer os quiere? Para mi que tus padres le hicieron algo malo (muy malo) y su venganza es mofleteril; que no se puede considerar agresión pero duele un´.. pos eso; yo le preguntaría a tu madre.
jajajajaja me suena, me suena muuuuucho!!! por aquí tengo una vecina igual!! igualica!! serían muy buenas amigas.. sólo que a ésta hay que añadirle un poco gratificante aliento a ajo, unas cuantas ''palmaditas'' en la espalda (o brazos en su defecto) y también 3 o 4 besos (se despide varias veces con tal de seguir hablando..), además te coge de los hombros y tira para abajo, para ponerte a su altura (es muyy muyy chiquitita la mujer) ayy! dios..
Un beso!
Por dios que pesadilla de mujer...he odiado eso siempre. eso y que te hagan preguntas incómodas delante de tu familia como por ejemplo en plena pubertad treceañera y que te digan ¿tienes novio'? en plan tienes 5 añitos y me lo vas a contar o no y te vas a poner colorada delante de tu familia... ufff qué abogio mon dieu
Jolín, nena lo que me he reido, vaya ejemplar.
Un besazo
ja jaj a!!!
Sera cuestion de ir con los radares alerta para desviarte de su camino, que la proxima igual te quiebra la mandibula!!!
Besos!
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