Eso me achacan en mi casa.
Y lo soy.
A mucha honra.
Pero no una romántica “al uso”, de esas que esperan que toda película que se precie (o dejémoslo en “toda película por la que yo haya pagado un precio”) termine con los personajes casados, enamorados y asociados bajo el consabido “vivieron felices para siempre y se hincharon el vientre a perdices”. No.
En mi caso particular, exijo una segunda parte en la que lo verifiquen y corroboren, no se les vaya a desmandar el prota y, por un despiste tonto del guionista, se largue con la primera zorrona de turno que se le cruce antes de la secuela.
Con la de desgracias que nos rodean a diario, ¿no puedo tener yo mi oasis particular durante noventa minutos escasos?
¿Qué mal hago a la gente?
¿Tan panoli suena lo que pido?
Pues no me explico esa tirria generalizada a los finales felices.
Si fuera por mí, estarían garantizados por ley, mira lo que te digo.
Es que creo que redunda incluso en un beneficio social y sanitario que ni siquiera tenemos cuantificado.
Anda que no conozco yo a más de uno que acabó traumatizado con el final de Seven y tuvo que (casi) acudir al psiquiatra por la chorrada… si todavía hoy en día veo a Gwyneth Paltrow y me pongo como loca a buscarle la brecha en el cuello… A ver si eso no es un atentado salvaje contra la comunidad cinevidente… tenernos así, en vilo por la pobre criatura, sin saber si ya nunca más va a poder anudarse los pañuelicos al cuello…
El caso es que mi “santo” es todo lo contrario a lo anteriormente expuesto.
Si una película puede tener un decilitro de sangre más de lo estipulado, mucho mejor para él. Si muestran cómo arrancarse uñas o venas en directo, o si se desmiembran zombies y/o vampiros a cámara lenta, o si los personajes son capaces de darse de leches a la velocidad de la luz mientras se clavan dagas en los ojos, entonces, la película se convierte ipso facto en el súmmum del buen gusto y el buen hacer. Automáticamente, pasará a ser considerada “una peliculaza”, o “un actorazo” quien la protagonice, y no tendrá parangón en la filmografía de los coetáneos al director de turno.
Para que luego digan que lo que a mí me gustan son los topicazos…
Seguro, seguro…
Como…
- sacar un arma en pleno robo a un banco (o en una guerra en algún país de esos que nadie sabe ubicar en el mapa) y matar a cien personas de un único balazo,
- o cargarse tres Ferraris en una persecución tonta por las callejuelas de París,
- o seguir las peripecias por Pandora de un clon Na’vi ultramoderno y animado que apenas sabe hablar (en mi época se llamaban “pitufos”),…
…que no son topicazos en absoluto.
De hecho, son situaciones tan, pero taaaaan originales, que estoy por salir corriendo a registrarlas. Vamos, hombre, no me digas…
Pues a mí, en el cine (y en la vida en general, qué narices), me gustan el amor, el lujo y, sobre todo, la higiene.
Soy así de tonta.
Para ver mocos colgando, uñas negras o pelos sucios, ya tengo a los niños justo antes del baño diario. Y sin pagar por ello.
Menuda originalidad…
Y lo soy.
A mucha honra.
Pero no una romántica “al uso”, de esas que esperan que toda película que se precie (o dejémoslo en “toda película por la que yo haya pagado un precio”) termine con los personajes casados, enamorados y asociados bajo el consabido “vivieron felices para siempre y se hincharon el vientre a perdices”. No.
En mi caso particular, exijo una segunda parte en la que lo verifiquen y corroboren, no se les vaya a desmandar el prota y, por un despiste tonto del guionista, se largue con la primera zorrona de turno que se le cruce antes de la secuela.
Con la de desgracias que nos rodean a diario, ¿no puedo tener yo mi oasis particular durante noventa minutos escasos?
¿Qué mal hago a la gente?
¿Tan panoli suena lo que pido?
Pues no me explico esa tirria generalizada a los finales felices.
Si fuera por mí, estarían garantizados por ley, mira lo que te digo.
Es que creo que redunda incluso en un beneficio social y sanitario que ni siquiera tenemos cuantificado.
Anda que no conozco yo a más de uno que acabó traumatizado con el final de Seven y tuvo que (casi) acudir al psiquiatra por la chorrada… si todavía hoy en día veo a Gwyneth Paltrow y me pongo como loca a buscarle la brecha en el cuello… A ver si eso no es un atentado salvaje contra la comunidad cinevidente… tenernos así, en vilo por la pobre criatura, sin saber si ya nunca más va a poder anudarse los pañuelicos al cuello…
El caso es que mi “santo” es todo lo contrario a lo anteriormente expuesto.
Si una película puede tener un decilitro de sangre más de lo estipulado, mucho mejor para él. Si muestran cómo arrancarse uñas o venas en directo, o si se desmiembran zombies y/o vampiros a cámara lenta, o si los personajes son capaces de darse de leches a la velocidad de la luz mientras se clavan dagas en los ojos, entonces, la película se convierte ipso facto en el súmmum del buen gusto y el buen hacer. Automáticamente, pasará a ser considerada “una peliculaza”, o “un actorazo” quien la protagonice, y no tendrá parangón en la filmografía de los coetáneos al director de turno.
Para que luego digan que lo que a mí me gustan son los topicazos…
Seguro, seguro…
Como…
- sacar un arma en pleno robo a un banco (o en una guerra en algún país de esos que nadie sabe ubicar en el mapa) y matar a cien personas de un único balazo,
- o cargarse tres Ferraris en una persecución tonta por las callejuelas de París,
- o seguir las peripecias por Pandora de un clon Na’vi ultramoderno y animado que apenas sabe hablar (en mi época se llamaban “pitufos”),…
…que no son topicazos en absoluto.
De hecho, son situaciones tan, pero taaaaan originales, que estoy por salir corriendo a registrarlas. Vamos, hombre, no me digas…
Pues a mí, en el cine (y en la vida en general, qué narices), me gustan el amor, el lujo y, sobre todo, la higiene.
Soy así de tonta.
Para ver mocos colgando, uñas negras o pelos sucios, ya tengo a los niños justo antes del baño diario. Y sin pagar por ello.
Menuda originalidad…
7 comentarios:
A mí tampoco me molan mucho las pelis de terror y con sangre, pero reconozco que los "thrillers" y películas de suspense me encantan... Las románticas, depende del día, jejeje!
Un beso!
AÑO NUEVO... BLOG NUEVO !!!... Me gustan los cambios, enhorabuena !!!. Bueno, al tema... Mis gustos van por la línea de Julia... Paso de las cursiladas que a ti te molan y de la casqueria que le fascina a tu "santo". Mi genero favorito es el thriller psicológico (ej: las últimas de Di Caprio) y de aventuras.
Para gustos, los colores ;)
A ver si te pasas por mi casa, eh ??? que me tienes abandonao... snifff !!
Tu casa está muy bonita y yo estoy deacuerdo con tigo en todo, la higiene es básica, por que si no sería verdad eso de la confianza da asco, ja ja ja
Un besazo.
yo soy una adicta a las peliculas. Las miro casi todas... acción, suspenso, comedias, dramas, romanticas.... menos las de terror en las que esten niños involucrados. Esas no me gustan.
Pero si tengo que elegir... las comedias romanticas son mis preferidas.
Saluditos
Jeje, afortunadamente a mi santo no le va eso de tener que limpiar la pantalla de sangre después de una peli... pero lo de las pelis "ñoñas" como él las llama es igualito que el tuyo... a la ultima de Crepusculo tube que ir con mi hermana!
Justo esta semana me dio a mí también por hablar del romanticismo. Debe ser este enero que estrenamos que aquí aparece luminoso. Estoy totalmente de acuerdo contigo y es verdad que las mujeres tenemos el gen romántico más desarrollado (como se ve en el chiste que pones. Sublime)
Si te apetece pasarte por mi blog aquí te pongo el enlace:
http://www.loquepasaentenerife.com/blog/jane/11-01-2011/romanticadas
la peli favorita de mi churri es Kill Bill con eso te lo digo todo...ha arrastrado a mi pobre cuchicuchi a sus garras y sólo ven sangre y visceras y además dicén " es un peliculón" ¡¡¡socorro!!! tu eres como mi suegri, si no sale chica no ve la peli y además sólo le gustan de lujo y amor...¡olé! yo estoy enmedio de las dos...pero no me gustan las violentas
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