- Mami, resulta que en el cole me han dicho que los papás de Marutxi se han separado.
- Vaya, hija, qué pena…
- ¿Y eso qué es, mamá?
- ¿El qué? ¿Separarse?
- Sí. Que de dónde se separan.
- ¡Ah! Pues entre ellos, hija. Se separa el matrimonio.
- Ya, pero ¿qué significa?
- Pues… básicamente, que cada uno se irá a vivir a una casita distinta, pero seguirán queriendo a sus hijos exactamente igual, ¿lo entiendes?
- Pues no.
- ¿Qué parte no entiendes? ¿La de las casas separadas o la de seguir cuidando a los hijos igual que antes?
- Las dos. Porque entonces… ¿Marutxi se irá a vivir con su madre y su hermano Pedro con su padre?
- No, hija, no. La cosa no se distribuye por sexos, como si unos fueran al baño de chicas y otros al de chicos. ¡Qué va! Supongo que los dos hermanos se quedarán en casa con su mamá y será el papá el que se vaya a otra casita. Es lo habitual, al menos. Aunque también puede hacerse al revés y que sea…
- … un momento, un momento… ¿y por qué se tiene que ir el papá a otra casa? ¿Le van a dejar solito?
- Hija, es que hay veces que los papás se llevan mejor separados que juntos…
- No lo entiendo.
- Pues eso. Que hay veces que los enfados no se pueden arreglar…
- ¡Que se den un beso y ya está! ¡Como me haces darle a mi hermano cada vez que le grito porque me ha vuelto a desnudar a las Barbies!
- Ya, pero no es lo mismo, hija, de verdad que no…
- ¡Pues ayer nos pusieron en el cole una película y cada hija se iba con un padre a una ciudad distinta y se volvían a encontrar al cumplir once años! A lo mejor, el papá de Marutxi se lleva a Pedrito a la China y no se vuelven a ver hasta que sean mayores… Porque eso… puede pasar, ¿verdad, mamá?
- Pero… ¿qué película os pusieron, criatura?
- Una que se llamaba “tú a Londres y yo a California”. Y lo he buscado en el mapa, mami, y no sabes lo lejos que está la una de la otra…
- Me hago una idea, hija, me hago una idea…
- A mí me parece que esto de separarse no lo han pensado bien. Seguro que si se perdonaran todo para siempre, se arreglaría el lío.
- Seguro, hija. Eso tenlo por seguro…
Y ahí la he dejado, dándole a la pelota, ideando mil formas de conseguir que los padres de Marutxi vuelvan por sus fueros y reconsideren su decisión.
La mente racional de un niño no comprende según qué actitudes.
Si un beso de mamá cura una herida.
Si un abrazo a tu hermano hace que se olviden las rencillas más enquistadas.
Si un guiño de papá hace que te sientas su mayor cómplice… ¿Cómo es posible que los adultos no se den cuenta y lo apliquen? ¿Es que nadie les ha podido hacer ver que todo tiene fácil solución? ¿Están tontos, o qué les pasa?
Claro que, en buena hora se les ocurrió a los padres de Marutxi volver loca a mi hija…
Ahora, cada vez que le contesto algo a mi santo en un tono de voz no del todo calmado, o cada vez que no nos ponemos de acuerdo en qué canal poner, sale la niña toda impertinente:
- Como no arregléis este asunto inmediatamente, mi hermano y yo nos vamos a otra casa y nos separamos de vosotros, ¿estamos? Así que haced el favor de daros un beso y dejarme a mí el mando, que vamos a ver todos el Playhouse Disney.
¡Mecagüen-la-ley-del-divorcio y todos sus complementos!
- Vaya, hija, qué pena…
- ¿Y eso qué es, mamá?
- ¿El qué? ¿Separarse?
- Sí. Que de dónde se separan.
- ¡Ah! Pues entre ellos, hija. Se separa el matrimonio.
- Ya, pero ¿qué significa?
- Pues… básicamente, que cada uno se irá a vivir a una casita distinta, pero seguirán queriendo a sus hijos exactamente igual, ¿lo entiendes?
- Pues no.
- ¿Qué parte no entiendes? ¿La de las casas separadas o la de seguir cuidando a los hijos igual que antes?
- Las dos. Porque entonces… ¿Marutxi se irá a vivir con su madre y su hermano Pedro con su padre?
- No, hija, no. La cosa no se distribuye por sexos, como si unos fueran al baño de chicas y otros al de chicos. ¡Qué va! Supongo que los dos hermanos se quedarán en casa con su mamá y será el papá el que se vaya a otra casita. Es lo habitual, al menos. Aunque también puede hacerse al revés y que sea…
- … un momento, un momento… ¿y por qué se tiene que ir el papá a otra casa? ¿Le van a dejar solito?
- Hija, es que hay veces que los papás se llevan mejor separados que juntos…
- No lo entiendo.
- Pues eso. Que hay veces que los enfados no se pueden arreglar…
- ¡Que se den un beso y ya está! ¡Como me haces darle a mi hermano cada vez que le grito porque me ha vuelto a desnudar a las Barbies!
- Ya, pero no es lo mismo, hija, de verdad que no…
- ¡Pues ayer nos pusieron en el cole una película y cada hija se iba con un padre a una ciudad distinta y se volvían a encontrar al cumplir once años! A lo mejor, el papá de Marutxi se lleva a Pedrito a la China y no se vuelven a ver hasta que sean mayores… Porque eso… puede pasar, ¿verdad, mamá?
- Pero… ¿qué película os pusieron, criatura?
- Una que se llamaba “tú a Londres y yo a California”. Y lo he buscado en el mapa, mami, y no sabes lo lejos que está la una de la otra…
- Me hago una idea, hija, me hago una idea…
- A mí me parece que esto de separarse no lo han pensado bien. Seguro que si se perdonaran todo para siempre, se arreglaría el lío.
- Seguro, hija. Eso tenlo por seguro…
Y ahí la he dejado, dándole a la pelota, ideando mil formas de conseguir que los padres de Marutxi vuelvan por sus fueros y reconsideren su decisión.
La mente racional de un niño no comprende según qué actitudes.
Si un beso de mamá cura una herida.
Si un abrazo a tu hermano hace que se olviden las rencillas más enquistadas.
Si un guiño de papá hace que te sientas su mayor cómplice… ¿Cómo es posible que los adultos no se den cuenta y lo apliquen? ¿Es que nadie les ha podido hacer ver que todo tiene fácil solución? ¿Están tontos, o qué les pasa?
Claro que, en buena hora se les ocurrió a los padres de Marutxi volver loca a mi hija…
Ahora, cada vez que le contesto algo a mi santo en un tono de voz no del todo calmado, o cada vez que no nos ponemos de acuerdo en qué canal poner, sale la niña toda impertinente:
- Como no arregléis este asunto inmediatamente, mi hermano y yo nos vamos a otra casa y nos separamos de vosotros, ¿estamos? Así que haced el favor de daros un beso y dejarme a mí el mando, que vamos a ver todos el Playhouse Disney.
¡Mecagüen-la-ley-del-divorcio y todos sus complementos!
12 comentarios:
Qué maravilloso se ve todo desde la lógica aplastante de un niño, ójala las cosas fueran tan fáciles...
Hay veces en las que, si pensáramos cómo lo hacen los niños, todo iría mucho mejor; lástima perder esa inocencia cuando crecemos...
Un saludo
pues mira,la nena no puede llevar mas razón ! con lo facil que es darse un besin y aparcar diferencias... que es mas facil ser feliz!!!!
Qué bien nos haría a todos, ver el mundo como lo ven los niños .... Aaaaaaaah !!! (suspiro profundo y prolongado)
Bonito post Esthertxu.
Yo siempre lo digo... si existieran más mentes "de niños" se acabarían gran parte de los problemas de la humanidad.
Es una pena que los adultos no lo simplifiquemos todo tanto como los niños, pero... los adultos ya hemos perdido la inocencia, qué se le va a hacer...
Besos.
No todo se puede solucionar con un beso, por desgracia...
Lo que me llama la atención es el interés que tiene esta niña por los padres de otra.¡Hay que ser curiosa, madre mía! jajaja
Un abrazo.
Preciso post, muy tierno... Qué lástima que no se puedan arreglar determinadas cosas con un beso, una abrazo, una sonrisa. Qué complicado es le mundo de los adultos! Sería maravilloso seguir viendo el mundo desde la óptica tierna e inocente de un niño. Posiblemente, las cosas serían bien distintas. Pero nos hacemos mayores... y perdemos esa inocencia.
Un besazo!
Nena, los mios al contrario que la tuya, me animan a divorciarme, dicen que así, tendrán muchísimos más regalos y les dejaremos en paz de una vez. Venditos animalitos.
Un besazo.
Ojajá todo se pudiera arreglar con un beso y un abrazo.
un beso guapa!
Muchas cosas pueden arreglarse con un beso y un abrazo. Pero es requisito previo actuar bien, sin egoísmos de por medio, y hablar para resolver los problemas.
Cuando nos dejamos aconsejar por el orgullo, o por el ego, no hay beso ni abrazo que funcionen...
Que inocencia destilan los niños. Eso si la frase que te dedica tu niña es apra ponerle un monumento a la ocurrencia.
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