Tengo una abuela marchosa que, a pesar de su edad, (tranquila, abuela, que no pienso decirla) es lo más moderno que ha parido madre.
No contenta con llamar “viejas-chochas” a sus hijas (es decir, a mi madre y a mi tía) se apunta a las juergas de sus nietas en cuanto te despistas. Como te vea con la raya pintada y el bolso-bandolera, te suelta: Dónde vas???? Puedo apuntarme???
Pues claro, abuela, pero agarra el colirio que nos vamos de baretos!!!, le grito yo.
Ella, va directa hacia mi abuelo y le insiste al audífono: Arseniooo, acuérdate que tienes el pijama en el segundo cajón de la mesilla. Ya sabes: “quien vestido se acuesta, arrugao se levanta”!!!
Y sale tan contenta. Dice que rejuvenece con nosotras y mis amigos se emocionan al verla entrar en el Antro’s. Es que es poner un pie y el DJ, que ya la conoce, pincha al momento la banda sonora de “La Superabuela”. Ella, desenfrenada, levanta los brazos al grito de “camarón que se duerme, se lo lleva la corrienteeee”. Es su entrada triunfal habitual.
Y siempre, pero siempre, hay alguno que se queda con la boca desencajá al verla llegar. Ella, que es lista como el hambre, se les acerca vacilona y les dice aquello de “en boca cerrada no entran moscas, chavalotes”. O cualquier otro refrán de ese pelo. Es que mi abuela es muy de tirar de refranero popular. Y, cuando no se acuerda bien, los versiona, que todo vale.
Como vea un tío bueno, te empieza a dar codazos en las costillas insistiendo en que “a gato viejo, ratón tierno”. El tío bueno suele huir despavorido, claro, pero… ¿y las risas que nos echamos juntas al verlo escapar mientras la abuela le insiste a voz en grito“dime con quién andas y si está bueno nos lo mandaasss“!!!???
Eso sí, el alcohol ni probarlo. Como mucho, se pide un bitterkas sin hielo. Aunque ella siempre ha dicho que “más vale borracho conocido que alcohólico anónimo”, desde que le diagnosticaron la diabetes no ha vuelto a probar el anisete. Eso lo lleva a rajatabla.
Y cada vez, al volver a casa, me encuentro con la sonrisilla puesta, pensando qué genial es esto de tener una abuela a mi edad. Imaginando cómo será salir con mis nietas el día de mañana y si se divertirán tanto conmigo como yo con ella. Y preguntándome si el abuelo habrá dado con el pijama o si la abuela se lo va a encontrar, como siempre que salimos, dormido en el sofá, vestido, hecho un ocho y esperándola con la luz encendida para que no se tropiece con la mesita de la entrada.
No contenta con llamar “viejas-chochas” a sus hijas (es decir, a mi madre y a mi tía) se apunta a las juergas de sus nietas en cuanto te despistas. Como te vea con la raya pintada y el bolso-bandolera, te suelta: Dónde vas???? Puedo apuntarme???
Pues claro, abuela, pero agarra el colirio que nos vamos de baretos!!!, le grito yo.
Ella, va directa hacia mi abuelo y le insiste al audífono: Arseniooo, acuérdate que tienes el pijama en el segundo cajón de la mesilla. Ya sabes: “quien vestido se acuesta, arrugao se levanta”!!!
Y sale tan contenta. Dice que rejuvenece con nosotras y mis amigos se emocionan al verla entrar en el Antro’s. Es que es poner un pie y el DJ, que ya la conoce, pincha al momento la banda sonora de “La Superabuela”. Ella, desenfrenada, levanta los brazos al grito de “camarón que se duerme, se lo lleva la corrienteeee”. Es su entrada triunfal habitual.
Y siempre, pero siempre, hay alguno que se queda con la boca desencajá al verla llegar. Ella, que es lista como el hambre, se les acerca vacilona y les dice aquello de “en boca cerrada no entran moscas, chavalotes”. O cualquier otro refrán de ese pelo. Es que mi abuela es muy de tirar de refranero popular. Y, cuando no se acuerda bien, los versiona, que todo vale.
Como vea un tío bueno, te empieza a dar codazos en las costillas insistiendo en que “a gato viejo, ratón tierno”. El tío bueno suele huir despavorido, claro, pero… ¿y las risas que nos echamos juntas al verlo escapar mientras la abuela le insiste a voz en grito“dime con quién andas y si está bueno nos lo mandaasss“!!!???
Eso sí, el alcohol ni probarlo. Como mucho, se pide un bitterkas sin hielo. Aunque ella siempre ha dicho que “más vale borracho conocido que alcohólico anónimo”, desde que le diagnosticaron la diabetes no ha vuelto a probar el anisete. Eso lo lleva a rajatabla.
Y cada vez, al volver a casa, me encuentro con la sonrisilla puesta, pensando qué genial es esto de tener una abuela a mi edad. Imaginando cómo será salir con mis nietas el día de mañana y si se divertirán tanto conmigo como yo con ella. Y preguntándome si el abuelo habrá dado con el pijama o si la abuela se lo va a encontrar, como siempre que salimos, dormido en el sofá, vestido, hecho un ocho y esperándola con la luz encendida para que no se tropiece con la mesita de la entrada.
4 comentarios:
sapristi con la abuela!
"pa mear y no echar gota"...!!!
esta en la plataforma de jubilarse a los 97??
Nonono, ella no se jubilará nunca!!!
Tiene más vitalidad que el concentrado de ginseng!!! Pa verla!!!
Besos!
jajaja que bueno...
Voy a tener q pedir hora con tu abuela pa que me de unas clases de refranes...así no me mandariais tan a menudo a consultar el wikipedia...
Me ha encantado el post. Mi abuela en alguna ocasión salió conmigo y mi novio, pero de tranqui ;)
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