Había que organizarle una festolina, porque la ocasión lo merecía y, aprovechando que caía en sábado, he podido dedicar la mañana a comprar y preparar todo aquello que no puede faltar en una fiesta infantil, a saber, tortillas de patata, sándwiches de nocilla y chorizo-cantimpalo, chuches, tarta y piñata. Es el pack básico, como toda buena madre que se precie sabe de rechupete.
Bien, pues me he levantado con el tiempo suficiente para llevar todo esto a cabo, cuando mi hija, generosa y dispuesta como pocas, me ha insistido en que “yo te ayudo mamá, que verás qué rápido lo hacemos entre las dos”. Vale. La niña quiere sentirse útil, pues vamos a darle gusto, que en el cole no hacen más que hablarme de eso del “tiempo de calidad, ya que no podemos darle cantidad” y se deben referir a este tipo de situaciones, digo yo… y hemos empezado por las tortillas de patata. Yo pelaba las patatas y ella batía los huevos, que tampoco es plan de empezar un cumpleaños en urgencias, he pensado yo para mis adentros…
En esas estábamos, pelando, cortando, batiendo, cuando mi hija me empieza a contar hasta 500, porque oye, lo tiene dominao, y “si no me crees, mami, verás cómo te lo demuestro”. Yo, “que sí, hija, si seguro que sabes hasta 1000”. “No, mamá, te he dicho 500 y no me líes que me confundo”, insistía ella. La menda seguía pelando pacientemente, cuando ella, contando con los dedos a la vez que batía las yemas, va y… zas, empujón al bol que te arreo. Todos los huevos desparramaos por la madera de la cocina (lo sé, el alma-pensante que me puso madera en el suelo de la cocina es un mal amigo, pero lo bonito que queda, con sus vetas, sus lamparones de aceite, sus pegotes de mermelada…). ¿Y ahora qué? Pues a encargar las tortillas, que no tengo tiempo de salir a comprar y volver a casa a prepararlas, que me van a llegar los niños y a ver qué les llevo yo a la boca.
Limpia todo, viste a la niña (que seguía insistiendo en lo de minimizar esfuerzos si nos uníamos en las tareas combinadas), vístete tú, engaña al cumpleañero con aquello de “me llevo a tu hermana a Misa” (siempre funciona) y sal volando a por lo que te falta. Es decir, todo.
He encargado las tortillas y la tarta, con sus velitas de dinosaurio y todo, en tiempo récord. He entrado al súper, he comprado los embutidos y medias noches a la vez que arrancaba de las garras de mi hija la colonia de Tarta de Fresa y 3 huevos Kinder. No veas cómo nos miraba el segurata. Ya me estaba imaginando a mi niña, tan fina ella, esposada camino del calabozo. Y yo insistiendo: “nenaaa, seguro que no te queda nada en los bolsillos, verdad?? Mira que este señor se puede enfadar mucho si pitas al salir, eh???”. El calvo, que no nos quitaba ojo, daba vueltas alrededor como un buitre con bulimia esperando pegarse el atracón. Bueno, salvada la papeleta, hemos tirado para la juguetería donde siempre, pero siempre ¿eh?, tienen piñatas. Pues hoy no. Se habían terminado, mira por dónde. Ha debido haber una convención de chipirifláuticos cumpleañeros en mi ciudad y se han agotado. Y, como siempre pasa, te sueltan lo de “justo esa señora se acaba de llevar la última”. Qué casualidad. Que siempre me toque a mí la japuta que arrampla con todo. La he mirado con mi peor cara, ella ha puesto los ojos bizcos como si no me viera y yo le he gritado a la niña, bien alto y claro para que todos lo oyeran: “vámonos, cariño, que sé de un sitio donde las tienen mucho más bonitas y mucho más baratas”. A la juguetería ya no vuelvo, claro. Soy persona non grata a todos los efectos. Pero me he quedado muy a gusto.
Hemos ido al otro sitio, donde me han sableado 35 euros por una piñata de papel-pinocho (de llorar) y, de ahí, al kiosko de Maruchi, que tiene chuches de todos los colores y nunca me falla con las piruletas a granel. Cerrado por defunción. ¿Pero quién se le ha podido morir a Maruchi, si no ha cerrado el kiosko jamás-de-los-jamases en los 36 años que hace que la conozco? ¿Esto es un complot? ¿Se han aliado los planetas y las estrellas enanas contra mí? Pues nada, tira pa la pastelería que algo tendrán.
La piñata va a estar rellena de bombones-licor, chuchitos-borrachos y magdalenas al kirsch. Verás la que se monta cuando las madres recojan a los niños y los vean con los ojillos perdidos… yo no quiero saber nada. El niño quiere piñata y va a tener piñata. Por mis muelas.
De ahí, a recoger las tortillas y la tarta y vuelta al hogar, a colocar todo, inflar los globos y esperar a los amiguitos. El resto de la tarde ha transcurrido sin mayores incidencias. Sólo me han roto 3 sillas y la puerta de la secadora. No está tan mal. El año pasado fue mucho peor. Tuvimos que llamar a los bomberos porque Luisito se había quedado atascado en la máquina de hielos y no había quién lo sacara. Cada vez que alguien pedía una limonada, teníamos que apartar al niño como podíamos porque los hielos le caían sobre los ojos y no paraba de llorar. Su madre no le echó cuentas porque Luisito es un niño conflictivo y la terapia consiste en “no hacerle caso durante un rato hasta que se le pase”, palabras textuales. Así que el niño echó la tarde poniéndonos los cubitos en el vaso con la lengua sin mayor dificultad. La fiesta se le debió de hacer larga al pobre, porque este año no ha venido. Una suerte. Se me llega a atascar otra vez, cargadito de bizcochos borrachos, y no quiero ni pensar en las consecuencias…
4 comentarios:
Qué estrés esto de las fiestas de cumpleaños.
jajajaja,me encanta eso de la piñata a rebosar de bombones con licor y la excusa de " me llevo a tu hermana a misa" jajaja que bueno...para el proximo año te sugiero el Juan o el otro ese que esta a la vuelta...oye,te ponen en un santiamen 3 barriles de cerveza tortillapatatas con su chorizito y to ,amos,to lo que pidas eh! ..los niños en el salon de arriba y los papuchis abajo junto a la barra...no veas que bien te lo pasas en el cumple de tu hijo..y encima ,el enano orgullosisisimo...puede presumir en el cole de " bah,a m i cumple vienen hasta los mayores,fijate si sera guay"...
No sería yo de las que espera esta fecha con gran entusiasmo... :S menuda odisea!
(5 años... qué buenos recuerdos tengo yo)
Sí,no voy a mentir: es agotador.
Y debo ser una madre pésima, porque no veas cómo tragan los niños bizcochitos al kirsch... da gloria verlos!!!
En fin, otro año superado... no me queda ná!!!
Besos a todos!
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