Estaba yo tan a gusto, a puntito de zamparme unos tortellinis alla matriciana con mi amigo Segis, charlando de lo divino y lo humano, cuando de pronto le veo hacer un aspaviento, sujetarse la tráquea como si se le fuera a desencajar de su sitio y abrir unos ojos que ríete tú de la niñita de “El exorcista”.
“Joder, ya se han vuelto a pasar con el picante”, pensé yo pa mí al ver la mirada de espanto de mi amigo, que movía sus manitas arriba y abajo, arriba y abajo, como si fuera una muñeca de famosa con pilas no alcalinas.
“Menos mal que una se enrolla charlando (pensé yo) y nunca hace de conejillo de indias”, porque, si por un casual, me abalanzara sobre el plato la primera y un poco de picante rozara mi lengua, se me hincharía y abotargaría de tal modo que ya no daría pie con bola. No habría conversación, no habría comida, no habría ná… No en vano se me conoce en casa como “miembro honorífico de la liga anti-Tabasco”.
Pero no. No era el picante.
Ojalá…
Resulta que Segis se había tragado la muela de porcelana que el dentista le había pegado de forma provisional para que “tirara” durante las vacaciones de semana santa.
Así, enterita. Sin anestesia ni nada.
La muy arpía pasó limpiamente por su gaznate camuflada entre gambas y linguinis.
Que ya hay que ser ladina…
Imaginaos el careto del pobre infeliz, que no sabía si llorar o provocarse el vómito allí mismo:
- ¡Dame en la espalda, méteme la mano en la boca, tírame de la lengua, haz algo!- me gritaba desesperado.
- ¡Sí, hombre, y te pongo también un enema, si te parece correcto!- le proponía yo más nerviosa que él.
- ¿Qué hago? ¡Si yo nunca vomito! ¡No sé cómo se hace!
- Pues chico, pégate unas arcadas. Pínchate el tenedor en la campanilla. No sé. Pero chillando dudo que salga nada… ¿Por qué no llamas al dentista, a ver qué se le ocurre?- Es que ya nos empezaban a mirar raro los de las mesas de alrededor...
- ¡Eso voy a hacer! ¡Ahora mismito!
Pero fue peor.
Mucho peor.
La única solución que le dio fue “esperar”.
- ¿Esperar a qué? ¿A que rebote en el intestino grueso y vuelva a su sitio?
- No, Segis, esperar a que salga por el conducto “natural”…
- ¿El con…duc…to…na…tu… (noté en sus ojos estrábicos el momento exacto en que la cruda realidad se abrió paso en su mente) o sea, por el culo?????
- Eso es, Segis. Has de vigilar tus deposiciones, limpiar la muela cuando aparezca y traérmela a la vuelta de tus vacaciones- le explicó el dentista con su santa paciencia.
- Vale. Eso supongo que es la pura teoría. Lo que les dices a todos los incautos que te llaman con estas milongas. ¡Pero ahora dime el plan B!
- No hay plan B, Segis. Lo que te he contado es lo que hace el 90% de mis pacientes cuando se encuentran en una situación como la tuya.
- Ya, ya. ¿Y el 10% restante qué hace? ¿Se muere al cagar la muela?
- No, Segis. El 10% restante encarga una nueva.
- Pues yo quiero ser de la minoría también. Encárgame una nueva y me la pones a la vuelta. Ya tapo el agujero con un poco de miga de pan, que si me la trago no es tan dramático.
- Bien, bien. Pero recuerda que entonces el presupuesto se te encarecerá en otros 900 euros.
- ¿Cómo? ¿900 euros más?
- Es lo que cuesta una nueva muela a medida, sí.
- Estooo… deja, deja, mejor no me encargues nada y ya nos vemos a la vuelta, ¿eh?
- Eso me imaginaba.
Menudo marrón (literalmente hablando).
Segis se ha pasado las vacaciones sentado en un orinal.
3 días, en concreto.
Y yo que pensaba que eso era bastante más “instantáneo”…
Se compró unos guantes de látex, un cepillito de uñas y, venga, a darle a la muela hasta que quede impoluta. De vez en cuando, le oía llamar al dentista por teléfono, para consultarle sus “dudillas”:
- Oye, el producto que me echaste para pegar la muela a la encía… ¿era de color marroncillo?
- No, Segis, era blanco. No puede quedar nada marrón.
- Vale, vale, nada, pues aquí sigo, ¿eh? ¡Te la voy a llevar niquelada!
- Sí, mucho mejor, Segis, dónde va a parar…
Desde entonces, cada vez que oigo la palabra “orgánico”, me echo a llorar.
Justo al contrario que el resto de la cuadrilla, como no podía ser de otra forma, que se ha pasado la semana tomándole el pelo:
- Segis, que me he quedado sin abono, anda, vente pa casa que tengo el rosal todo mustio- se mofaba Paqui.
- Uy, pues al niño le hemos quitado el pañal este mes, Segis, ¿quieres que te enseñe dónde se hace popó?- le ofrecía Jacinta.
- Dejadle en paz- mediaba yo- ¿no veis que está estreñido desde que apareció el molar?
Y Segis, vergonzoso como es, sin entrar al trapo de todas estas provocaciones, callado en una esquina, me confesaba: “es que ya no me atrevo ni a hablar. No vaya a tener algo de halitosis y estos cabrones me empiecen a hacer cantares”.
Bien pensado, ahorrarte todo esto por 900 euros...
...me parece hasta barato…
10 comentarios:
Me cago en mis muelas...
Nunca me había parado a pensar de donde venía esta expresión.
Ahora ya lo sé (aunque preferiría no saberlo...)
Yo sé de uno que se tragó el puente entero y ni se enteró hasta que le empezó a molestar dónde se quedó atascado....y lo que nos reimos....
Ay pobre Segis!!!
pero jodo con la muela no? 900 jauris?? de que está hecha de oro?
Y la verdad, pensar en algo que ha pasado por todo tu cuerpo y volverlo a poner en la boca..mmm... ¿no le podría volver a pasar? porque digo yo, que si se le ha caído una vez.. se le podrá caer dos veces no? o es que el dentista quería pasarse un buen rato y le puso mal pegamento aposta o no entiendo que sea la misma muela que se haya caido una vez, ahora por arte de magia no se vuelva a caer más...
jajajajaja
Ay, gracias, maja... lo que hacía que no me reía así!
Pobre Segis, mira que lo siento, pero lo que me he podido reir...
Todo lo que tocan los dentistas está marcado por el halo de la desgracia... es así.
Mucho cachondeíto veo por aquí, pero si viérais los lagrimones del pobre Segis cuando se percató de que aquello tenía mal arreglo, no os mofaríais tanto...
Ahora, cada vez que me lo encuentro, no puedo evitar mirarle los dientes.
Es como una manía que me ha entrado y que no puedo obviar. Me imagino la muela y me dan como arcadas. Ya ves tú qué tontería...
Y que no nos pase, oye, ¡¡¡que no nos pase!!!
¡Un besote colectivo!
Vaya con la muela! Y 900 eur? Pero de que las hacen!
Ucsss, a mí me daría repelús... aunque 900 euros no son moco de pavo... menuda pasta!
Tú sabes el guztazo que da sentarse de vez en cuando a leerte y reirse a maldibula suelta, que el jefe no hace más que asomarse para ver si lloro o rio y el pobre cuando ve los lagrimones no se atreve ni a preguntar, gracias a Dios, por que si no me rebaja el sueldo.
Un besazo y mil gracias por estos momentos.
Espero no resultar escatológico, aunque con este tema va a ser difícil, pero tu amigo, no será gay, ¿no? (Lo digo desde el respeto más absoluto por el colectivo gay, que conste y vaya por delante).
No puedo ni quiero imaginarme la situación, en el momento del amor con otro señor, que se encuentre la "pieza" saliendo por la puerta de atrás.
¿Te lo imaginas tú?
La verdad es que yo, por 900 leuros, haría casi de todo. Hasta amar a un hombre mellado.
Pues mucho no debe pegar lo que le puso en la muela de porcelana el dentista si no es el primero al que se le despega. Eso si, por 900 euros mejor esta hacer labores de limpieza que no esta la economía para mucho trote.
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