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viernes, 8 de abril de 2011

Ratones a mí...

Me veo al niño dándose de leches en las palas con un Gormiti de plástico.

- Hijo, ¿qué andas?
- Nada, a ver si se mueven.
- ¿Los dientes? ¿Pero qué quieres? ¿Arrancarte un diente a golpes?
- Sí. Es que en mi clase ya se les han caído a muchos niños y a mí, ni uno…
- Pero ya se te caerán, hombre, no te preocupes por eso. Si acabas de cumplir seis años…
- Como mi amigo Igor. Y a él ya le faltan tres.
- Bueno, tú tranquilo, que cuando se te caigan, irán todos a la vez, ya lo verás.
- Ya. Pero eso es justo lo que no me interesa.
- ¿Cómo que no te interesa?
- Pues claro. Yo quiero los regalitos de uno en uno. No quiero que el ratoncito Pérez me junte tres regalos en uno, ¿me entiendes?
- Creo que sí. Vamos, que dudas que te traiga un paquetito por cada diente caído si se te caen varios a la vez, ¿es eso?
- Exactamente.
- ¿Y quién te ha dicho que esa práctica es la habitual del ratoncito Pérez?
- Igor. A él se la ha jugado bien jugada el ratón ese.
- ¿Que se la ha jugado el ratoncito Pérez?
- Sí. Puso la pala que le arrancaron de un balonazo a los 5 años y le dejó una notita que decía que la volviera a poner cuando se le cayera su primer diente de leche.
- ¡No me digas…!
- Y al caérsele de verdad el primer diente, el martes por la mañana, tuvo la mala suerte de que se le cayera por la noche el segundo diente, así que colocó los tres bajo la almohada. ¿Y sabes lo que pasó?
- No, pero me lo estoy imaginando…
- Pues eso: que el rata del Pérez (él le llama “el rata” desde entonces) le dejó un sobre Bakugan. ¡Sólo uno! Dentro, venía un cromo y adivina… ¡el cromo le salió repe! Así que se ha agarrado un cabreo que lo flipas
- Lo flipo, sí, ya lo creo que lo flipo
- Y como yo no quiero que me pase lo mismo, pues por eso les doy golpecitos, para que vayan soltándose y caigan poco a poco.
- Mira, vamos a llegar a un acuerdo, porque eso de golpearte las palas para ver si las descuelgas a mamporros no me parece muy sano: te prometo que si se te caen varios dientes a la vez, no los pondremos todos el mismo día, sino de uno en uno. ¿Te parece?
- Ya, claro, eso está muy bien. ¿Y si el ratón me deja una notita pidiéndome que se los ponga todos juntos, como le pasó a Igor? ¿No ves que el ratón lo ve todo? ¡Que se sabe perfectamente cuántos dientes tengo, si me los lavo o no, si se mueven o si siguen agarrados a mi encía! ¡No sé cómo le vamos a engañar, mamá!
- Tú déjamelo a mí, que sé un rato de cómo tratar a una rata de este pelaje…
- ¿Estás segura?
- Segurísima. No sufras más por este asunto, ¿de acuerdo?
- Vaaale, de acuerdo… ¡pero si me deja un cromo, me compras tú algo más, ¿eh?!
- Trato hecho.

En fin, prueba superada.

Esta me ha resultado más fácil que la de su hermana, que se empeñó en montar un complejo de lianas, pasarelas y sogas de su cama al suelo por si el ratoncito no estaba todo lo ágil que se le supone y no dominara el triple salto mortal necesario para escalar ochenta centímetros.

Y me hizo colocarle una mesita auxiliar junto a la almohada, porque ella es de moverse mucho por las noches y le daba miedo que el diente acabara perdido entre las sábanas, bajo la alfombra o vaya usted a saber dónde.

¡Ah y el queso! Hubo que colocar trocitos de queso en la mesita, para que repusiera fuerzas tras el desgaste y no le diera pereza volver la próxima vez.

Menos mal que pude frenar lo de la polea.
Le dije que seguro que el bicho traía un asistente que cargara con el regalo y se lo lanzara por el aire una vez que él hubiera trepado. Que no se angustiara pensando que la artritis del ratón iba a ser la causante de que su juguete fuera “pequeñito y barato, en lugar de grandote y lucido”. Y coló.

Sólo de imaginarme montando una polea tamaño David el Gnomo para un ratón achacoso, me dan los siete males…

Yo, que de niña tiraba a la basura las piezas de lego por si se me rompían las uñas haciendo construcciones… Que tengo tanta agilidad en las manos como Robocop en la cintura… Que nunca he comprado en Ikea por si me venden una percha y tengo que ensamblar las piezas…

¡Vas listo, ratón de mierda   holgazán!

8 comentarios:

:( dijo...

Definitivamente "rata" el Pérez ése...

el Sr. Skywalker dijo...

Cuando se le cae el diente a tu hijo justo a la hora de acostarse y ya estás en pijama ¿a eso cómo se le llama? ¿Ratoncito Pérez o San Opencor Salvador?
Pues yo ya llevo 4 o 5 San Opencor Salvador.

Rosa dijo...

Ja ja ja... que te pierde el subconsciente Esthertxu, mira que llamarle "mierda" al pobre ratón... Qué curioso, por ahí arriba los llamais "palas" a los "paletos" que les llamamos por aqui abajo ?... Al principio, no sabia de que hablabas. Mi hijo pequeño que tiene 7 años todavía no se le ha caido ningún diente... esta deseando como el tuyo ;)

Un besin

pseudosocióloga dijo...

Mi hija empezó a tirarse de ellos con cuatro porque a su pseudoprima se le había caido el primero con cinco, y me dediqué a mostrarle los dientes torcidos de todo aquel que nos cruzábamos diciéndole:-a ese se le cayó antes de tiempo o se lo arrancó.Oye y funcionó.
Yo oooooodio el bricolage y ella se pasa el día pidiéndome hacer manualidades, así que no sabes como te entiendo.

Leia Organa dijo...

Qué obsesión con el ratoncito Peréz! A mi sobrina le pasa igual. Jaja.

Drywater dijo...

Seguro que trabaja para Papá Noel el roedor este.

Rocío dijo...

jajaja Me ha encantando este post!! Que inocencia!! Y vaya con el "rata" del Perez, no sabe na!!! Lo de la niña es mortal jeje cuanta prevision!! besitos

Kobal dijo...

Vaya con los niños de hoy en día … pobre ratón, la de trabajo que le espera.

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