Un éxito esto del simulacro.
Y más aún si tenemos en cuenta que a mi prima Magda no la seleccionaron por no ir adecuada en su indumentaria… ¡Tócate los albérchigos!
Si vierais cómo se reía de mí, la muy malvada…
Agarradita a su bolso mega-pijo, haciéndole ojitos al socorrista y soltando frasecitas a pleno pulmón desde detrás de la línea de seguridad marcada por los bomberos, en plan… “¡¡¡halaaa, qué guapa tan dejao la cara llena pegotones naranjaaaassss!!!” o consejos del tipo “no te muevas, primaaa, que ahora mismito te salvan estos chicos tan guapos... ¡¡¡Uy, nonono, a mí noooo, a aquellaaaaa, la de la cara morada y el culo en pompaaaa!!!”
Cuando terminamos de recoger cadáveres, heridos y demás siniestrados, mi prima propuso a la concurrencia que cerráramos la jornada en el Antro’s, calentando motores a pie de barra, rodeadas de voluntarios sudorosos que la reconfortaran, ya que (según decía) se había quedado “heladita, allí parada, como un pasmarote, viendo pasar tiarrones que ni me miraban, con lo que me ha costado conjuntar los zapatos con la pashmina”.
Yo me negué al planazo, por supuesto.
Bastante había hecho ya por ella.
Además, soñaba con mi bañera calentita y mis sales perfumadas…
De modo que, nada más llegar a casa y antes de que los niños se percataran de mis pintas (no fueran a pensar que era carnaval de nuevo y empezaran a sacar los disfraces del altillo sin permiso), dispuse en mi baño de todo lo necesario para recomponer mi magullado aspecto y procedí a realizarme “un completo”.
De ahí, a la bañera.
A disfrutar de mi momento.
En total abandono y, por una vez, sin reparar ni medir la cantidad de espuma y sales que se consumían en el agua calentita… qué delicia… qué gloria… qué paz… qué...
- Mamáááá, ¿me ayudas con los debereeeeeesssss?????
- Hija, dame un ratito y te prometo que luego me pongo contigo, anda…
- Mamáááá, es que no me salen las sumas de cinco números…
- Que ya, hija, que te digo que me dejes unos minutitos y ahora salgo…
- Mamáááá, es que quiero que veas el dibujo que he hecho para Conocimiento del Medio...
- Sí, hija, sí, en seguida lo veo. Dame un momenti…
- Mamáááá, porfaaa, ayúdammmm………
- ¡¡¡¡Mierdaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!! ¡Mamá no está!!! ¡Se ha muerto!, me oyes? ¡Se le ha caído encima una marquesina de autobús y se ha ido al cielo, así que no la llames más!
- (…)
Hmmm… juraría que la oigo como llorar a lo lejos, pero no estoy segura…
Pero, al minuto escaso…
Toc. toc. toc.
- ¿Mami?- es el niño, el que faltaba…
- Sí, soy mami, ¿qué pasa?
- Pues, si estás en el cielo, ¿puedes hacerme un favorcito?
- ¿Cómo dices, cariño?
- Que si le puedes decir al niño Jesús que les diga a los Reyes Magos cuando vayan a verle que se me olvidó poner en la carta que también quería unos “Gormitis Eclipse Supremo con Armadura Dorada”. Que no se les pase traérmelos, ¿vale, mami?
Si lo sé, me quedo a vivir bajo aquella marquesina escacharrada, en plena calle, rodeada de bomberos sofocados y tumbada a la bartola.
Eso sí que era el cielo…