Sigo aguantando a mi vecina Maripaz como puedo.
Como parece que no consigue que ningún tío le suelte LA FRASE, ahora ha decidido apuntarse con unas amigas a una Speed date, que viene a ser una reunión de desparejados que se dan, entre sí y por turnos, tres minutos de reloj para contarse su vida y ver si de ahí sale algo en condiciones.
Primer round: el orejas.
Dice Maripaz que lo primero que se le ve es un par de apéndices desabrochados y alocados que te saludan antes que su dueño. Ella escribe en el cuadernillo que le han facilitado los organizadores a cada participante en esta “ruleta rusa del amor”: Dumbo. Camisa de franela. Se ha traído el cubata junto con la libretita. No habla mucho, sólo te mira. Descartado por lechuzo.
Segundo asalto: el bocas.
En este caso, nada más sentarse, el chaval le ha preguntado sus años y a ver a cuántas de estas citas había acudido ya “a su edad”. Maripaz anota disimuladamente: menudo merluzo. Dice que no sale con separadas. No sé cuántos años me echa, pero yo a él le calculo el cociente intelectual de una ameba. Tachado por imbécil.
Tercer participante: el gañán.
Éste no se entera la-Misa-la-media. Él se pensaba que los amigos le llevaban “de putas” (lo ha soltado así, sin más) y está encantado porque dice que “a ver si saco algo y encima gratis, sería una noche redonda”. Maripaz, sin contestarle siquiera, escribe: no se ubica. Está más perdido que yo. Me ha debido ver cara de apodarme “la tacones” y se ha emocionado; vamos, como que pretendía que me largara de ahí con él “por un módico precio”. Nominado por maleducado y soplagaitas. Además, fijo que tiene el tractor aparcado en la puerta.
Cuarto candidato: el mazas.
Aparece el susodicho con una camiseta blanca de tirantes que deja entrever lo que parece ser un tatuaje de Amy Winehouse de proporciones estratosféricas. Sólo se le adivina el moño entre tanto bíceps. Maripaz deduce que: tiene pinta de ex presidiario. Se sobetea los músculos todo el rato mientras me pone caritas. Impresentable a mis padres. Lo descarto por tener “hábitos extraños”.
Quinta intentona: el cara-guapa.
Nada más verle acercarse a la mesa, Maripaz se emociona y empieza a escribir compulsivamente: ojos azules, alto, CON pelo, culo pendiente de puntuar.
El tío se sienta y le empieza a hablar de cremas, sérums reparadores y depilaciones láser. Maripaz se impacienta, porque se teme que le han vuelto a colar un gay entre sus candidatos y no quiere volver a pasar por lo mismo (ver: Mi vecina tiene un novio gay), así que, resignada (tú dirás), anota: el culo mejor ni se lo miro, queda sin puntuar. Descartado por metrosexual o gay. Igual me da. Una pena, porque el chaval prometía.
Sexto concursante: el yogurín.
El pipiolo debe tener 18 años recién cumplidos. Dice Maripaz que estaba asustadísimo. Miraba a todas partes, como con miedo. Ni se ha sentado. Todo lo hablaba de pie. Maripaz escribe: me siento como la profesora haciendo un examen oral. Se frota las manos compulsivamente y no mira a los ojos. Nominado por imberbe e infantiloide.
Séptima (y última) oportunidad: el abuelo mentecato.
Es el que más destaca entre todos los allí presentes, porque le brilla la calva cosa mala. Le saca unos 25 años a mi vecina, pero va de "sobrao". Habla con una parsimonia enervante, como si estuviera pontificando y lo mismo te cuenta que las tiene “a puñaos” que te explica lo que espera de su “futura mujer”. Y sabe de lo que habla, porque acumula cuatro divorcios en su historial. Lo lleva escrito en su tarjeta de visita y todo (será para que no te lleves a engaño):
Como parece que no consigue que ningún tío le suelte LA FRASE, ahora ha decidido apuntarse con unas amigas a una Speed date, que viene a ser una reunión de desparejados que se dan, entre sí y por turnos, tres minutos de reloj para contarse su vida y ver si de ahí sale algo en condiciones.
Primer round: el orejas.
Dice Maripaz que lo primero que se le ve es un par de apéndices desabrochados y alocados que te saludan antes que su dueño. Ella escribe en el cuadernillo que le han facilitado los organizadores a cada participante en esta “ruleta rusa del amor”: Dumbo. Camisa de franela. Se ha traído el cubata junto con la libretita. No habla mucho, sólo te mira. Descartado por lechuzo.
Segundo asalto: el bocas.
En este caso, nada más sentarse, el chaval le ha preguntado sus años y a ver a cuántas de estas citas había acudido ya “a su edad”. Maripaz anota disimuladamente: menudo merluzo. Dice que no sale con separadas. No sé cuántos años me echa, pero yo a él le calculo el cociente intelectual de una ameba. Tachado por imbécil.
Tercer participante: el gañán.
Éste no se entera la-Misa-la-media. Él se pensaba que los amigos le llevaban “de putas” (lo ha soltado así, sin más) y está encantado porque dice que “a ver si saco algo y encima gratis, sería una noche redonda”. Maripaz, sin contestarle siquiera, escribe: no se ubica. Está más perdido que yo. Me ha debido ver cara de apodarme “la tacones” y se ha emocionado; vamos, como que pretendía que me largara de ahí con él “por un módico precio”. Nominado por maleducado y soplagaitas. Además, fijo que tiene el tractor aparcado en la puerta.
Cuarto candidato: el mazas.
Aparece el susodicho con una camiseta blanca de tirantes que deja entrever lo que parece ser un tatuaje de Amy Winehouse de proporciones estratosféricas. Sólo se le adivina el moño entre tanto bíceps. Maripaz deduce que: tiene pinta de ex presidiario. Se sobetea los músculos todo el rato mientras me pone caritas. Impresentable a mis padres. Lo descarto por tener “hábitos extraños”.
Quinta intentona: el cara-guapa.
Nada más verle acercarse a la mesa, Maripaz se emociona y empieza a escribir compulsivamente: ojos azules, alto, CON pelo, culo pendiente de puntuar.
El tío se sienta y le empieza a hablar de cremas, sérums reparadores y depilaciones láser. Maripaz se impacienta, porque se teme que le han vuelto a colar un gay entre sus candidatos y no quiere volver a pasar por lo mismo (ver: Mi vecina tiene un novio gay), así que, resignada (tú dirás), anota: el culo mejor ni se lo miro, queda sin puntuar. Descartado por metrosexual o gay. Igual me da. Una pena, porque el chaval prometía.
Sexto concursante: el yogurín.
El pipiolo debe tener 18 años recién cumplidos. Dice Maripaz que estaba asustadísimo. Miraba a todas partes, como con miedo. Ni se ha sentado. Todo lo hablaba de pie. Maripaz escribe: me siento como la profesora haciendo un examen oral. Se frota las manos compulsivamente y no mira a los ojos. Nominado por imberbe e infantiloide.
Séptima (y última) oportunidad: el abuelo mentecato.
Es el que más destaca entre todos los allí presentes, porque le brilla la calva cosa mala. Le saca unos 25 años a mi vecina, pero va de "sobrao". Habla con una parsimonia enervante, como si estuviera pontificando y lo mismo te cuenta que las tiene “a puñaos” que te explica lo que espera de su “futura mujer”. Y sabe de lo que habla, porque acumula cuatro divorcios en su historial. Lo lleva escrito en su tarjeta de visita y todo (será para que no te lleves a engaño):
Don Facundo Jiménez
“cuatridivorciado”
Director de Compras
Maripaz, entre hipidos de risa, anota: El que sabe cómo tenerme contenta. El que me va a dar todo lo que quiera. El que sabe cómo tratarme. Con el que nunca me faltará de nada. El que me va a “quitar de trabajar”. Lo elijo como CANDIDATO OFICIAL, porque lo mismo le quedan dos telediarios y me deja en herencia la casa que tiene en Ibiza y las cuatro libretas de ahorro que ha tenido que abrir porque no le cabía todo en una… ¡¡¡Menudo chollo!!!