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lunes, 31 de mayo de 2010

El octavo pasajero

Tengo una costumbre (llámese manía) cada vez que cojo un avión y es santiguarme antes de que el aparato levante el vuelo.

Ni lo pienso. Es algo que me sale automática y espontáneamente y, a veces, ni me acuerdo de haberlo hecho. Puedo estar perfectamente leyendo un libro y, sin dar tres cuartos al pregonero ni perder el hilo de mi lectura, me santiguo al notar que aquello se eleva. Debe ser uno de tantos gestos aprendidos desde mi más tierna infancia, porque me consta que mis padres también lo hacen.

Pero mira tú por dónde que hay gente que se fija en todo y te lo hace notar sin vergüenza alguna.

Puente aéreo, jueves, 18:30 de la tarde. Vuelo sola por un tema laboral y tengo de compañero de asiento a un señor de unos 60 tacos mal llevaos.

- ¿Qué hace?- me pregunta el hombre con mirada confusa.
- ¿Perdone, cómo dice?- le digo yo levantando la vista de mi sudoku a falta de tres números para haberlo completado en tiempo récord. Mierda, ya me ha jodido la media…
- ¡¿Que qué hace?!- insiste a voz en grito.
- ¿Yo? Pues… un sudoku…
- ¡¡¡No, no, noooo, que qué acaba de hacer, con las manos!!!
- ¿Con las manos? Pues no sé, supongo que habré escrito el número 7, que se me estaba rebelando y…
- ¡Que no!! ¡¿Que qué hacía con sus manos en su cara?!- me está gritando y ha conseguido que la azafata se asome desde su asiento lateral para ver qué ocurre. Perfecto. Ya es oficial: me ha tocado a mí el loco del avión. El Euromillón ni de coña, pero el perturbado siempre pa mí. Es un clásico.
- ¿Con mis manos en mi ….??? ¡Ahhhhh, me habré santiguado, supongo!. ¿Es eso?- me siento como si tuviera el rosco de Pasapalabra alrededor del gaznate.
- Eso me había parecido… y ¿cómo se le ocurre hacer semejante cosa? ¿No sabe usted, señoritinga, que está utilizando el signo más cruel, salvaje y atroz que puede existir sobre la faz de la Tierra? ¿Qué tipo de religión es esa que usted parece profesar, que se dedica a convertir en Santo el símbolo más desalmado que se haya podido usar contra una persona?
- Usted perdone, es simplemente una costumbre familiar que…
- ¡Déjese de chorradas! Hacer la señal de la cruz sobre su frente, cuando a ese hombre lo clavaron sobre dos palos… ¿usted sabe el sufrimiento, la agonía insoportable, el dolor tan inhumano que eso debió de suponerle? ¿Y lo utiliza como si tal cosa, como si fuera algo sagrado o digno de alabar????
- Hombre, no se ponga así que…
- ¡Me pongo como me sale de los cojones! ¿Y usted se llama cristiana? ¡Pues vaya mierda de religión que ensalza lo peor del ser humano!
- Oiga, que no es nada personal ni lo he hecho para ofenderle. Que es sólo una costumbre…- ¡¡¡Santo Dios, ayúdame, porque me da que me ha tocado un integrista profesional en el asiento de al lado!!! Como le vea sacar el móvil, una botellita de líquido sospechoso o tocarse los zapatos, te juro que salgo corriendo al grito de ¡¡¡“terrorista a bordo”!!!
- ¿Una costumbre? ¿Y si, supongamos ahora, a su Dios le hubieran empalado??? ¿Qué haría usted “por costumbre”? ¿Meterse un palo por el culo cada vez que el avión despegara??? ¿Eh? ¿Eh? ¿Haría eso??? ¡Qué bonito…!
- Hmmm…. perdone, ¿me deja pasar, por favor, que tengo que ir al baño a empalarm… digooo… a retocarme el maquillaje???- he saltado sobre sus piernas porque me estaba cerrando el paso claramente con su cuerpo serrano.

Me he dirigido a la azafata, que me ha soltado lo de “está la señal de cinturones encendida, no puede levantarse” y le he dicho con mi mejor sonrisa cínica: “o me das otro asiento, guapa, o le digo a mi compañero que te he visto santiguarte al colgar el telefonito de megafonía”.

Ella, sin cambiar el gesto, me ha acompañado a primera, me ha dado un zumo de naranja y me ha deseado feliz vuelo sin chistar.

Bien visto, chata. Que hoy ha ido a por mí, pero mañana podrías ser tú…


domingo, 30 de mayo de 2010

¡Mira el listo!


¡Toma, toma y toma!
¡Qué bueno!
Que pinta casas a domicilio, dice... tú dirás cómo pensabas hacerlo si no, ¡so listo!

¿Cómo tenías previsto transportar mi casa hasta tu taller???
¿Por el maravilloso método de la palanca?
Anda, anda... tira pallá, que pintarás de muerte, pero lo de pensar antes de escribir se te da como el culo... me habría gustado ver cómo me la devuelves, toda pintadita, reluciente y empaquetadita en una... ¡¡¡caja??? Menudo lumbreras...


La otra me viene con que tiene un poquito de sinusitis.
Que se nota la nariz como taponada y que ya no sabe qué hacer...




Y a mí que me da que esa no es la solución...
La que ha liado la china en el LIDL. Porque a esa, os lo digo yo, se le ha quedado cara de china ya pa siempre. Confirmado.
Hija, sé que estabas desesperada, pero... ¿tanto como para sorberte el cerebro con una ventosa?



Nativo... ¿de dónde? ¿De Latinolandia? ¿O es que se trata del mismísimo Ovidio ofreciéndose de teacher?
Mira que hay gente astuta por el mundo, ¿eh?
Me encantaría saber cuántos padres desesperados le han llamado solicitando sus servicios... y qué nota habrá sacado el chaval, ya que estamos.

Puaggg. Y que no me haya fijado yo nunca, con la de yogures que gastamos en casa y lo quisquillosa que me pongo con estas cosas...
También podrían haber rotulado el "sabor a plátano" con menos mala-baba...

¡Estamos rodeados de espabilaos, ¿eh?!

sábado, 29 de mayo de 2010

Lelismo al cubo

En anteriores capítulos de Si me lo cuentan no me lo creo

HAY GENTE QUE ME PONE MALA

Bien, pues vamos con la secuela de “Las ocurrentes aventuras de la descerebrada de Heidi Klum”.

La mentecata de piernas largas, no contenta con llamar gordas a las modelos que se presentaron al concurso “Germany’s Next Top Model”, va y nos muestra en una revista de tirada internacional (VOGUE) cómo debe posar una novata en esto del modelaje:


Vamos a ver…. Heidi, maja…. ¿te estás burlando de Gabby en toda su jeta o lo tuyo es una oligofrenia sin diagnosticar?

¿Eres, simplemente, mala persona o es que ese día no habías desayunado y tenías los niveles de azúcar haciéndote de las suyas?

¿Te falta diversión en tu vida? ¿No tenías a Seal en casa para que te animara, que has tenido que llevarte a la Sidibe a una sesión de fotos para mofarte de ella ante todo el globo terráqueo?

No entiendo nada. A ver, a ver… cálmate, Esthertxu, que te va a dar un síncope y no es plan… ¿Pues no me parece ver que le está explicando a la pobre mujer cómo devolver una llamada y cómo pavonearse ante la concurrencia? ¿Es eso?

¡Tú eres tonta, Heidi Klum!. Es que ya ni disimulo los apelativos, no vaya a ser que no los pilles. Tienes a toda la comunidad fashionista riéndose de la pobre Gabby por tu culpa y a ti te la sopla. Porque tú vas de guay, haciendo ver que enseñas tus artes y conocimientos a todo chichibirichi, cuando la realidad es bien distinta. Te estás riendo de ella, la haces posar como una foca mareada y lo rematas publicándolo a toda portada en una revista de moda para que vean que tu altruismo y tus causas humanitarias llegan a todos los rincones del planeta. ¡Mala, más que mala! ¡Eres una pécora sin entrañas! ¡A tu lado, Cruella De Vil era una Ursulina!

Os juro que yo intento no leer ni una miajita de todo lo que se publica al cabo del año sobre esta mujer, pero la foto que os adjunto aparecía en todo su esplendor en una revista y mis ojos han sido más rápidos que mi cerebro. No me ha dado tiempo a pasar página y me he quedado pillada, obnubilada, ofuscada y confusa ante tamaña bufonada.

Me huele a desprecio. A canallada. A choteo, vaya. Hay que ser ruin y mezquina para meter a esta chavala en semejante embolao.

Parafraseando a la insigne Chábeli: “¡Heidi, eres gentuza!”

viernes, 28 de mayo de 2010

Junio, 1997...

… a eso de las 9 de la noche, en una zona de bares muy animada de Madrid, cerca de mi colegio Mayor…

Iba yo acompañada por mi amiga Isis (sí, qué pasa, mi amiga tiene unos padres egiptólogos que llevaron su hobby hasta las últimas consecuencias) tan contenta y sin preocupaciones en mi horizonte más inmediato…

Ella me contaba sus problemillas sentimentales y yo, en plan Elena Francis, le insistía en aquello de “Isis, algún día nos reiremos de esto, ya lo verás, no te preocupes y tal y cual”… cuando, de pronto, como salido de la nada, aparece un tío aparentemente serio, tranquilo y de lo más “normal”, que nos aborda en mitad del recorrido y nos suelta:

EL NORMAL: ¿Tenéis papel?
ISIS: (tirando de mi brazo e intentando huir a toda pastilla) No.
YO: Espera que…
ISIS: (clavándome sus garritas en el codo y tirando como si estuviera jugando a la soga) He dicho que no tenemos.
YO: Pero Isis, que esperes un poco, que te digo que creo que…
ISIS: A ver, que te estoy diciendo que NO TENEMOS. ¿Lo pillas? (Girándose hacia el tío, que nos miraba como una lechuza) No tenemos. Hasta luego.
YO: A ver, Isis, que no se puede ser tan borde con la gente. Espera un poco, chaval. Déjame mirar en este saco (lo mío no es bolso, es un saco de patatas en toda regla) que algo tiene que haber…
ISIS: (…)
YO: … porque es que tengo de todo, ¿sabes? Tengo chicles, las gafas de sol, el bonometro, sujétame la cartera, Isis… a ver, que en algún sitio tendría que haber un papel, espera a ver… hmmm… no, justo hoy, no llevo papeles… estoooo…. ¿te vale con un kleenex??? (le digo sacando uno al aire y sujetándolo de una esquinita, por si el tío me ha salido escrupuloso)
EL NORMAL: (…)
YO: Que si te vale con un kleenex, digo, para apuntar lo que necesites, ¿eh?. Es que hoy no llevo la agendita encima para arrancarte una hoja. ¿Lo quieres?
EL NORMAL: No, no, es igual, déjalo… (y se larga espantado, como si le hubiera llamado “joputa” en tol morro o similar…)
YO: Hay que ver, la gente… cómo es, ¿verdad?. Me tiro 2 horas (no soy andaluza, simplemente exagero a diario) buscando en el bolso y el tío ni me lo agradece. Si me pasa a mí, te prometo que cojo el kleenex, aunque sea muy incómodo para escribir y bla…bla…bla…
ISIS: (que acaba de empezar a descojonarse, supongo que por la bajada de endorfinas) ¡¡¡Serás ilusa!!! Que nos ha pedido papel. P-A-P-E-L. ¿Entiendes?
YO: Ya. Papel. ¿O es que me estás insinuando que “papel” no significa “papel”, Isis? ¿O es que tampoco te llamas “Isis”???
ISIS: No, cielo, te estaba pidiendo papel, pero PARA FUMAR. ¿No has visto que el tío llevaba la maría en la mano y quería liarse un canuto?
YO: ¡Joder! ¡Joder! ¡Joder! ¡Ya he vuelto a quedar como una paleta! Pero tú…. ¿cómo no me avisas? No sé, con algún gesto, una indicación, ¡algo que me haga ver que estoy metiendo la pata por enésima vez! ¡Podrías haberme explicado estos códigos internos de los universitarios, coñe, que a mí si me dicen "papel", es "papel", no "papel de fumar pa hacerme un porrete", hombre ya!
ISIS: ...Es que no podía… de verdad…. de la impresión…. no me salía nada…. (ni la entiendo de las risotadas que se está pegando a mi costa). Es que… te veía… tan concentrada buscando… tan emocionada… que no quería… (juajuajua) molestarte… ni chafarte la buena obra del día…. (está por los suelos, sujetándose las tripas y con la mandíbula desencajada).

Si un día os pasáis por la ciudad universitaria de Madrid, podéis preguntar por “la papeles”, que os indicarán fácilmente dónde encontrarme. Todavía hoy es el día que me señalan con el dedo cuando pasan los porreros a mi lado.

Lo sé, lo sé. No digáis nada, que ya me han llamado de todo… ¡y dejad de reíros de mí, leches, que os oigo desde aquí! Si ya me lo decía mi madre: “hija, ¿dónde vas a vivir mejor que en el pueblo?”. Pues en ningún sitio, mamá, en ningún sitio….

jueves, 27 de mayo de 2010

¡Qué bien disimulas!


LA MENDA: Uyyy, Elviraaaa… lo que acaba de entrar por la puertaaaa….
ELVIRA SUPER-STAR: ¿Por la puerta??? ¿Qué puerta??? ¿Qué puertaaaa???
LA MENDA: ¡¡¡No, no, no!!! ¡No te gires, que nos pilla! Yo te indico…
ELVIRA SUPER-STAR: ¿Qué puerta?? ¿Qué puerta??? ¡Dimeee!
LA MENDA: Que no te gires, coño ya, que te indico yo. A las tres.
ELVIRA SUPER-STAR: ¿A las tres? ¿Qué tres? ¿Las tuyas o las mías?
LA MENDA: Joderrrr, las suyas si te parece…
ELVIRA SUPER-STAR: ¿Las suyas? Pero, ¿pa dónde mira?
LA MENDA: A ver, céntrate. A mis tres. Puerta Sur. Justo ahí, paradito. Pero no te gires, que está mirando pacá
ELVIRA SUPER-STAR: ¿Puerta Sur? Pero… ¿qué mierda-contraseña es esa??? ¿Ahora usas brújula en la oficina, o qué?
LA MENDA: Mecagüentuorientación, Elvira. La puerta de entrada y salida. La única puerta. LA puerta. ¡Por donde has entrado hace cinco minutos, pesada!
ELVIRA SUPER-STAR: Si es que te gusta complicarlo todo… entonces, en la puerta de entrada y salida. Que está, por lo visto, a tus tres y da la casualidad que la orientaron hacia el sur. ¿Es eso?
LA MENDA: Ssomismo, ssomismo… ayyy, es que no sabes cómo essss….
ELVIRA SUPER-STAR: Me estoy atacando por momentos. ¡Claro que no lo sé, como que no me dejas mirar, japuta, que lo quieres tó pa ti! ¿No me puedo girar?
LA MENDA: No, no, ni se te ocurra, que te va a pillar.
ELVIRA SUPER-STAR: ¡Pero si tú le estás mirando fijamente!
LA MENDA: Ya, pero yo disimulo a la vez que hablo. Tú no sabes hacer eso.
ELVIRA SUPER-STAR: ¿Que no sé? Ya lo verás.
LA MENDA: ¡Que no, que no, que yo te lo describo!
ELVIRA SUPER-STAR: Vale, esto es genial. Es como si me das la receta del pollo a la Pantoja pero no me dejas catarlo. Perfecto. A ver, empieza…
LA MENDA: Moreno. Alto. Bronceado. Ojos que parecen como verdes. Dientes perfectos, estilo “piano de cola”. Bien vestido. Delgado pero cachitas. Se le ve como perdido. No sé a quién busca…
ELVIRA SUPER-STAR: ¡A mí, a mí, que sea a mí!
LA MENDA: A ver, Elvira, que tú has pasado a verme. Que no trabajas aquí, te recuerdo…
ELVIRA SUPER-STAR: Siempre me tienes que fastidiar el momento. ¿Me acerco disimuladamente y le pregunto qué quiere?
LA MENDA: ¿Disimuladamente? ¿Tú, disimular?? Pero que no sabes, Elvira, ¡que no te enteras! Espera a ver, que parece que echa a andar…
ELVIRA SUPER-STAR: Que venga pacá, que venga pacá… qué suerte que acabo de salir de la pelu...
LA MENDA: Cállate, Elvira, dime algo, saca un tema, que se acerca…
ELVIRA SUPER-STAR: Estooo…. Y TU MARIDO, entonces, ¿¿¿me va a presentar a algún AMIGO SOLTEROOO???? (No puede chillar más la mala-pécora)
LA MENDA: Cabrona….
ELVIRA SUPER-STAR: Porque, tú, COMO YA TIENES NIÑOS CRECIDITOSSSS, NO LO NECESITAS…
LA MENDA: Pues no sé…. (girándome hacia el desconocido) Hola, ¿le puedo ayudar en algo?
EL GUAPÉRRIMO: Hola, estaba buscando el departamento jurídico. Vengo a dejar un currículum…
LA MENDA: Sí, es aquí. Siéntese, por favor. Elvira, si no te importa, luego te llamo. ¡Chao!
ELVIRA SUPER-STAR: Pe..pe..pe.. sí, claro, ya… luego me llamas, (vaya patada me ha metido la tía-zopenca en toda la espinilla) que te tengo que decir una cosa, ¿vale???

Y, así, siempre…


miércoles, 26 de mayo de 2010

Mear levitando

¡Qué difícil es ser madre, os lo juro!
Estoy en plena fase de aprendizaje de la niña. En concreto, en el capítulo ese que nos enseñaron a todas nuestras madres: cómo mear levitando.

Y no es nada fácil. Mi hija sigue sin comprender el término “recubrimiento”. Ella es de las que piensan que todo el mundo es bueno, limpio y aseado. Está en esa edad ignorante-de-la-vida en la que el reciclaje es el mandamiento más importante después del “no matarás” o del “amarás al prójimo como a ti mismo”. Y lo de forrar el inodoro público de papel higiénico, como si fuese un regalito de Navidad, no se le mete en el cocoroto. Dice que eso no es ecológico y que le parece derrochar papel a lo tonto, con la de árboles que va a haber que talar para echar un meo. ¡Dichosa Educación para la ciudadanía, que está convirtiendo a nuestros niños en seres cívicos ajenos a la realidad más disoluta!.

Yo intento hacerle ver que no es tan sencillo como parece. Que hay que estar ágil y tener reflejos, porque conozco a más de una que ha acabado con el zapato dentro de la taza del inodoro. Pero ella se ofusca con los detalles y se me cierra en banda. Verás la de hongos y papilomas que me va a traer ésta a casa… como si lo viera. Llega al baño, se apoltrona sobre la tapa, como si acabaran de limpiarla con Ajax Pino, y no levanta las posaderas hasta que da el jolgorio por concluido. Lo que os digo: va a acabar con el culo en carne viva. Si la ve mi madre, me cae una bronca de tres pares. Porque tiene muy a gala haber entregado a sus hijas el testigo de la levitación urinaria, igual que se lo pasó a ella su madre y así sucesivamente. Es casi una cuestión de estado. Lo primero que toda buena madre enseña a su hija. Y la mía, con orejeras por culpa de la LOGSE. Cagüentó

- Pero, mami, si has cubierto toda la tapa con papel, ¿por qué hay que dejar el culo en el aire?- me pregunta ella de forma hiriente.
- Hija, porque nunca se sabe si ha quedado una esquinita sin cubrir- es que es muy ingenua, que os lo digo yo…
- Pues no lo entiendo- está cerrada. Se lo noto. Igualita que cuando se empecinaba en que eso de poner un unito sobre las decenas porque “me llevo una” era una chorrada sin sentido.
- Cariño, tú lo cubres con los kleenex que has de llevar siempre en el bolso y no se hable más. Pero acuérdate de guardar el último para la gotita, ¿eh?- le explico por enésima vez. Y, cuando bajes de las alturas, ojito con chapotear en el charco que encontrarás junto a la taza, ¿oído? No se sabe lo que es, ni nos interesa saberlo.
- Mamá, no me creo que esto lo haga la abuela sin caerse- desconfía de todo. Clavadita a su padre. Creo que no vamos a llegar a nada por este caminito….
- ¿La abuela?? Uyyy, no sabes lo que dices…. La abuela fue la que inventó la levitación urinaria, hija, ni te lo imaginas…
- ¡Pero mami, si tiene un hierro en la cadera y no puede hacer esfuerzos!- ya está hablando la sabihonda que hay en ella ...
- Hija, la abuela lo hace sin esfuerzo alguno. Créeme. Dile un día que la acompañas al baño y lo entenderás todo...
- Ah, pues bueno, se lo diré a ver

Espero que mi madre consiga lo imposible, porque yo he tirado la toalla.

martes, 25 de mayo de 2010

El muerto al hoyo y el vivo al Antro's

Ayer me tocó acompañar a una amiga al tanatorio a velar a su abuelo, que había muerto a los 95 años.

Lo que prometía ser una tarde luctuosa, llorosa y gris, acabó convirtiéndose en un despiporre sin control del que todavía me estoy recuperando.

Resulta que el finado no soportaba los velatorios ni el color negro, así que la máxima de todos los familiares y amigos allí congregados era:

- vestir de colores brillantes y cantosos
- beber cualquier líquido con una concentración alcohólica mínima del 12%
- cantarse todo el repertorio favorito del abuelo, por turnos, bien a dúo o en coral de voces blancas, daba igual
- no llevar flores al muerto: en todo caso, algo de picar y punto.

Nunca me había tocado nada parecido. Yo no iba preparada y tuve que desprenderme de mi americana negra y envolverme cual momia en un chal que me dejó la viuda, de color rojo-pasión, por aquello de no dar el cante y parecer la triste de la reunión. Mi corona fue ninguneada con total desprecio y quedó tirada en una esquina.

Empecé con los chupitos de tequila nada más entrar en aquella sala. Tenían al abuelo de cuerpo presente y, tras cuatro tragos, te juro que me daba la sensación de que el hombre movía un pie al ritmo de las rancheras que interpretaba la concurrencia. Con deciros que entraban los asistentes a los velatorios de las salas contiguas, sorprendidos y con los ojos desorbitados, para acabar quedándose a la festolina… aquello estaba de un animado que no veas.

Al abuelo le habían plantado una copa de su vino favorito pegadita a la caja, acompañada de una tabla de quesos, por aquello de no beber sin tener algo en el estómago. De locos. Mi amiga y yo, a base de tequilas y almendritas, aguantamos el tipo como pudimos. Pero cuando llegó el cura que iba a oficiar el funeral, se armó la marimorena.

El hombre no sabía con quién tratar los temas importantes y recurrió a mi amiga, porque debió de parecerle la más sobria. Cuando le comentó que, al final de la ceremonia, se tocaría una melodía en el órgano de la Iglesia, la cosa se torció, porque un primo de mi amiga confundió la “marcha fúnebre” con “irnos de marcha fúnebre”, y empezó a gritar “¡esoooo, a mover el esqueletoooo!”. El cura, todo agobiado, gritaba: “nonono, al finado lo dejamos en la caja, nada de moverlo”. Pero la gente ya iba a su rollo, comentando cuánto le gustaba bailar al abuelo y lo bien que se le daba el pasodoble “a lo agarrao”. Tuvimos que decomisar todas las botellas, porque los estábamos perdiendo y la integridad del abuelo peligraba seriamente.

Cuando el encargado del tanatorio vino a avisarnos de que cerraban las puertas, todos comenzaron abuchearle, cantando a voz en grito “del lado de don Braulio, no nos moverán, del lado de don Braulio, no nos moverán, la la la laaaa”… muy fuerte. El cura y el encargado tuvieron que tomar cartas en el asunto y llamaron a la Policía, que dispersó a la viuda y a sus familiares enarbolando sus porras al aire.

Salimos como pudimos de aquel lugar. Los más animados, tiraron hacia el Antro’s a seguir brindando por el abuelo, pero yo no podía ni con mi alma y tiré pa casa haciendo eses. Menos mal que los niños ya estaban dormidos cuando entré por la puerta, porque me llega a pillar mi hija viniendo de un velatorio, envuelta en un chal rojo lleno de lamparones de tequila, incapaz de dar dos pasos rectos seguidos y con una corona de flores alrededor del cuello a lo hawaiano y se lo casca a su profesora de Catequesis sin vacilar.

Y a ver con qué cara me presento yo luego en la reunión de padres a ofrecerme a leer las peticiones en la Misa del domingo…

lunes, 24 de mayo de 2010

¿Éramos tontos?

A los niños de hoy en día ya no se les engaña fácilmente.
No son como nosotros, que tragábamos con todo.
Mis hijos, por ejemplo, se las saben todas. Como les saques de los Jonas Brothers, los Gormitis o Bob Esponja, te empiezan a hacer preguntas y te dejan con el culo al aire.

El problema es que a mí me toca un pie que se pasen el fin de semana hilando capítulo tras capítulo de Sin-Chan, porque es un personaje un tanto exhibicionista, con un padre machista y una madre abnegada con pinta de maltratada, que no creo que pueda servir de ejemplo a ningún chaval. Pero, como a ellos les hace tanta gracia, no hay forma de cambiar de canal. Se quedan como hipnotizados.

Pero a mí, a burra, no me gana nadie, así que he conseguido un par de DVDs de los programas de mi niñez y, tras esconder sus pelis en el armarito del baño (que es el más alto de la casa), les dije que se prepararan para ver series de calidad, de las de mamá, de las de toda la vida, vaya, que esas sí que son instructivas y divertidas.

- Mami- me salta la cría a las primeras de cambio- esa cosa rosa, con pinchos y ojos saltones, que encima habla… no será un erizo, ¿verdad?
- Hmmm… sí, cariño, se llama Espinete y es muy simpático.
- Entonces…. ¿es o no es un erizo?- mi hija es así: las cosas tienen que quedarle claras.
- Sí, hija, dices bien. Es un erizo.
- Un erizo que habla, ¿no?- me insiste de reojo y haciendo gestitos con la boca torcida.
- Sí. Habla, canta, se ríe y ya verás la de amiguitos que tiene.
- Amiguitos…. ¿Te refieres al panadero con pinta de borrachito y al Don Pimpón ese que ni sé qué animal representa?- me dice sospechosa.
- Sí, sí, pero el panadero es muy salado, ¿no crees?- y a mí que me encantaba Chema… pero el caso es que, ahora, bien visto, sí que tiene pinta de porrero, sí…
- ¿Salado? A mí me parece un triste…-sabrá ésta lo que es un triste, si los personajes de sus series tienen siempre la sonrisa puesta…
- ¿Y Don Pimpón? ¡No me digas que no es buenísimo!- yo, intentando motivarla.
- No sé muy bien qué animal es, con ese sombrero no me queda claro…
- Yo creo que es un buhíto, ¿no crees?- toda la vida he asumido que era un búho, no sabría decir por qué…
- Pues a mí me parece un hurón. Gordo, pero un hurón.
- ¿Un hurón? Hija, qué cosas tienes, ¡si es un búho de peluche, vamos, yo lo veo clarísimo!
- Pues yo no. Mami, ponme otra cosa que esto es para enanos y a mí no me hace ninguna gracia.

Bien, pues pongo la otra, que fijo que le encanta.
A los 5 minutos de visionado, ella empieza de nuevo a la carga:

- Hmmm mami, este niño que me has puesto… ¿viaja solo por el mundo?
- No, cariño, le acompaña su amigo, el mono Amedio.
- ¿Un mono? Eso es un bonobo, mamá. Es como un chimpancé enano- en buena hora le compré la Encarta.
- Pues eso, un mono.
- ¿Y le deja su papá ir con un bonobo? ¿Y de qué viven, mamá, de dónde sacan el dinerito para comer y sacarse el billete del barco?
- Hija, en los dibujos no siempre lo explican todo- ahí, ahí… lo has clavao, que empiece a darse cuenta que, en la vida, no todo tiene explicación racional.
- A lo mejor, como son dibujos, no tienen que comer, ¿eh, mami?
- Pssseee… puede ser….- ¿qué le digo yo a esta???
- Pues qué suerte.
- ¿Suerte? ¿Tú sabes que a Marco le abandonó su mamá y se tuvo que ir a la otra punta del mundo a buscarla, cielo?- estoy flipando yo sola, me lo noto…
- Por eso. Podía ver los dibujos que quisiera y jugar con su mono hasta las tantas- ¡toma indirecta que me acaba de soltar la cría!.
- Mira, cariño, mejor te pongo Hannah Montana y nos dejamos de tonterías, ¿te parece?- yo, claudicando, en mi línea… con razón en Francia prohibieron emitir Marco, porque podía ocasionar trastornos psicológicos a los chavales. Así estoy yo, enajenada perdida…
- Vale, mamá, pero luego no me digas que no he visto lo que tú querías, ¿eh? Y no me vuelvas a esconder los DVDs en el armarito del baño, que casi me caigo de la silla para bajarlos.

Cualquiera sigue con el repertorio.
La siguiente que tocaba era Heidi. Mejor me la guardo, junto con la Abeja Maya, Mazinger Z y el osito Misha, porque creo que van a fracasar estrepitosamente. No sé en qué momento crecieron lo suficiente para hacerme pasar por una blandita y una milindris, pero juraría que yo tragué con estos dibujos hasta, mínimo, los trece o catorce años…


¿Tan tontos éramos entonces y tan listos son ahora?

domingo, 23 de mayo de 2010

Si ellas lo dicen...


Me acabo de enterar de que tres artistas mundialmente conocidas han sacado un libro que, dicen, va a convertirse en la Biblia Masculina para el ligoteo. Estas tres illuminati, a saber, Madonna, Cameron Díaz y Demi Moore, abren sus carnes y sus corazones a todo color en un libro, en el que explican todo aquello que los hombres no saben sobre nosotras y las relaciones.

Entre las perlas de estas tres doctoradas en las artes amatorias, podemos encontrar frases como estas:

- Demi: “Si lo que quieres es quitarte la ropa, céntrate en lo que estás ofreciendo, no en lo que quieras que te den. Puede que metas gol una vez, pero podemos oler vuestro egoísmo a leguas y, la verdad, no nos interesa nada.” En una palabra: hay que bajarse al pilón más a menudo, chavales, de lo contrario, os exponéis a que la contraria os mande a practicar el Wipp Express, no sé si se me entiende… Pero vamos, que tampoco es que me parezca un consejo tan especial. El que esté aprendiendo algo gracias a estas palabras de sabia, es que era un zopenco sin salvación. Demi, hija, no sé con qué tipo de egoístas te has cruzado en tu vida, pero de tus palabras se deduce lo peor…
- Madonna: "Las mujeres existen para exterminar el ego de los hombres... es así de sencillo. Aceptadlo y la vida os irá mucho mejor. Además, a las mujeres les gusta que los hombres les digan que están. Si queréis más, tendréis que pagar por ello". Y dale molino. O yo estoy muy espesa, o ésta se refiere a lo mismito que Demi, sólo que lo camufla entre Visas y billetes de cien pavos, ¿no?. Se ve que está más acostumbrada a que le paguen por según qué servicios…
- Cameron: la más romántica, a todas luces, aconseja “perderse en el milagro del amor, la belleza y la sexualidad”. Menuda cursi. Es, claramente, la panoli del grupo. No sé ni cómo la ajuntan las otras dos…

Por si todo esto fuera poco, aparece en el libro una cuarta en discordia. Se trata de una actriz poco conocida por su nombre real, Soleil Moon Frye, pero si os digo que, en su más tierna infancia, era la prota de una serie llamada “Punky Brewster”, quizás os suene más. En cualquier caso, esta es su jeta:


Y esta es su frase para la posteridad: “Nos gusta sucio, al igual que a vosotros”. Habla por ti, majeta, que a mí ni me has preguntado. Sucio, lo que se dice sucio, pues tampoco. Donde esté un tío duchadito, con su desodorante echado y sus efluvios bajo control, que se quiten los guarreras que se notan a kilómetros. Ni que fuésemos perras en celo que tenemos que olerlos a cien leguas para identificarlos como “disponibles”… ¿O se referirá a “sucio” en plan: “dime cositas guarras, que me encanta”? Pues tampoco. Mejor limpios y calladitos, que esto no es una peli porno y luego pasas tal vergüenza rememorando el momento que te puedes hasta cargar la relación. Deja, deja. Tus consejos me los paso por la piedra, Punky Brewster, que te veo con tus coletitas y tu mirada dicharachera y todavía no comprendo cómo te dejaste meter en este lío.

Ya he oído varios comentarios sobre esta Enciclopedia ilustrada y muchas me han dejado de una pieza. Todo depende de quién opine. Ellos, realistas como son, me cuentan que “lo mejor para ligar es tener pasta, si eres un tío, y unas buenas tetas, si eres tía”. Eso es ir al grano y no lo de la Beata Cameron Díaz. Ellas, más incrédulas, alegan que “ésto sólo puede servir para pillar un calzoneitor y que es puro Marketing para desesperados”.

¿Cómo lo veis? ¿Os comprarías el libro o lo utilizaríais para calzar la mesa del salón si os lo regalaran?

sábado, 22 de mayo de 2010

Hablar por hablar

Últimamente, sólo me topo con frases manidas.
Palabras que te sueltan en el súper, en el trabajo, o lo que es peor, en la prensa, como si fuesen de vital importancia, cuando la verdad es que no significan nada.

Porque, a ver, cuando te plantan bajo la foto de Borja Thyssen la coletilla esa de “un joven de su tiempo”, ¿a qué demonios se refieren? ¿Qué joven no es de su tiempo, salvo el bueno de Michael J. Fox, viajando al pasado con su De Lorean? La palabra "joven" ¿no implica, justamente, que vive en el tiempo actual, en el presente, vaya, en “su” tiempo, que para eso ha nacido en “los tiempos que corren” y no hace un siglo? Que esa es otra: los tiempos que corren. Gran cerebro el que inventó esa sentencia. Como si hubiera otros tiempos más perezosos, más quietos, más… ¿parados?


Puedo entender que haya jóvenes que susciten dudas y parezcan dar sentido a la expresión, como la tal Paloma Segrelles, que nunca fue joven, o la incombustible Lady Gaga, a todas luces futurista. Pero son excepciones raras de encontrar. Los jóvenes “de hoy”, “de su tiempo”, o de “los tiempos que corren” son simplemente eso: jóvenes. No le demos más vueltas ni les pongamos sobrenombres, que nos estamos liando a lo tonto, me temo, por rellenar hueco en los papeles…

Cuando leo aquello de “un hombre hecho a sí mismo”, me pasa algo parecido. ¿Qué quieres decir, majete, que agarró unos huesos de las sobras del pollo de su madre, unas tiras de piel del cordero de los domingos, le robó el peluquín a su abuelo, lo puso todo junto con gracia y salero y se dijo para sí mismo: ¡toma ya, soy un crack, me acabo de fabricar a mí mismo, con dos cojones!? Vale, me dirás que la frase no hay que tomarla por lo literal. Bien. Entonces, si nos ponemos metafóricos, ¿“hacerse a uno mismo” vendría a ser algo así como crecer, estudiar, formarse y trabajar, hasta llegar a ser “alguien” en la vida? ¿Es eso? Pues entonces, todos nos hemos hecho a nosotros mismos, ¿no? ¿O soy la única imbécil que se ha jamado todo el trabajo para “hacerse a sí misma”, cuando resulta que los demás han encontrado un pringao que “los haga” sin mancharse ellos las manos? No, ¿verdad que no? Pues me borras la frase ahora mismo, por redundante y pedante.

Esto me ha venido a la cabeza a cuenta de un anuncio que he leído en una revista de productos infantiles. Mi compañera de trabajo anda buscando una sillita para su nuevo bebé y, entre las múltiples descripciones que aparecían en esa revistilla, una llamó mi atención. Decía algo parecido a esto:

Sillita XS Mini Bebé
Modelo Ultra Slim
Descripción del producto: sillita funcional.

Sillita funcional, dice. ¡Tócate los membrillos!
No, si te parece la quiero disfuncional, para colocarla sobre el aparador, como si fuera un Tápies. ¡No te digo!

Pues claro que quiero que funcione. ¡Como te la vendan rota, ya me dirás pa qué te sirve, más que de adorno! Funcional, supongo yo en toda mi ignorancia, es algo adecuado a sus fines. Algo útil, que cumple su “función”, como su propio nombre indica. Como sea todo lo que me puedes “vender” de tu producto, vas dado.

Y que eso lo pongan negro sobre blanco…


viernes, 21 de mayo de 2010

Todos los caminos conducen a Roma

Soy una cotilla. Lo sé. A todo le saco punta, todo lo investigo, lo miro, lo remiro, lo pongo en duda, lo comento, me lo explican, no lo entiendo, sigo investigando…. En fin, que soy una pesada.

Esta actitud me ha llevado al último descubrimiento: saber qué tipo de palabras escribe la gente en Google, o cualquier otro buscador, para acabar dando con sus huesos en mi blog. Y me he topado con cada cosa…

Os pongo unos ejemplos de lo que teclean mis lectores en la casilla del buscador de turno:

- “Caso bollería Martínez”: también conocido como “el caso de la magdalena asesina”, supongo yo… no entiendo cómo el buscador les manda a mi página, cuando lo que debería hacer es darles una lista de maestros horneros para que maten el hambre.
- “Señales que da el automóvil cuando le falta algo”: jomío, y que esto lo tengas que buscar en Google… estate tranquilo, que cuando eso suceda, el bicho te lo hará saber, ya lo verás. Que el coche no hablará, pero se le entiende todo-todito…
- “Si me paso el límite de descubierto me colocan en el veraz según las normas 2010”: ¿Mande??? ¿Qué coño es el “veraz”? ¿Alguien que me ilustre, por favor? A saber a qué normas 2010 se refiere esta persona. Pero, por adelantarte trabajo, te comento que, si te pasas el límite de descubierto, donde te colocan es en la lista de morosos y, probablemente, también en la de embargo-directo de tus bienes. No es por ser agorera, es sólo para que vayas haciendo números…
- “Fijándome en el patio de mi vecina”: Vaya, ya he dado con el salidillo de turno. No falla. Siempre hay un ocioso pervertido buscando carne fresca en el vecindario con los prismáticos en la mano. Y que tenga que acabar en mi blog…
- “Cómo pillar una peineta a un velo de novia”: Bufff… me juego algo a que ésta ha caído de plano sobre mi post “cutre-regalos de boda”… como se enganche el velo con la peineta modelo rata-atropellada, va a ir guapa-guapa…. Pobre… si lo llego a saber, no lo publico, porque va a ser el hazmerreír de la boda ¡y todo por mi culpa!
- “La señora que se cuela el dedo”: ¡Dios mío! ¡Esto puede ser tanto una guarrada como una tragedia! Aunque me inclino más por lo primero…
- “Si saboteo a alguien con una Webcam puedo ir preso”: Ya te digo. Puedes acabar preso, amoratao a leches, insultado, escupido y todo lo se te pase por la mente, so quinqui, ¡que eres un delincuente en potencia!
- “Tattoo proporción del hombre”: ¿Dónde dices que te quieres tatuar? ¿En plena “proporción”??? Pues ya sabes el chiste aquel del tatuaje con la leyenda “Recuerdo de Constantinopla”…
- “No puedo quitarme de la cabeza a la dependienta que me ofendió”: chica, habrá cosas peores, ¿no crees?. Yo no me quito de la cabeza el pago de la hipoteca, la letra del coche que me va a llegar la semana que viene, o las notas de mis hijos, pero que una dependienta te quite el sueño, no me parece de recibo. Son ganas de agobiarse. O que no tienes otras preocupaciones más reales y chungas, que todo puede ser…
- “Incesto madre hijo”: No me digas, no me digas… pero ¿qué tipo de salidos me leen?. ¿A ver si me van a meter en problemas los pervertidos estos? Oye, que mi blog es bien sanote, como mucho suelto un par de tacos, pero poco más, ¿eh? ¡A mí, que me registren!
- “Pelisporno.es”: si ya te sabes la dirección y todo, ¿para qué buscas? Escribe en la casillita de arriba todas las letras y le das al enter, mamarracho. Que hay que ser vago (a la par que pajillero) para andar buscando un link directo por no escribir delante 3 uves dobles…
- “Casadas con cornudos”: ¡Anda!, pues me has dado una idea para un relato… por ahora no tengo nada de eso, pero si te pasas en unos días, lo mismo te aclaro las dudillas…
- “Anuncios de enemas”: pues mira, de eso tampoco nos queda. ¿Y si escribes “farmacia” y pruebas allí?
- “Si me purgo el recto se me limpia”: ¡ay ay jajajaja ayayayayyy que me va a dar algo! Sijosí, si te purgas el recto, se te queda como la patena. Garantizado. Tengo que revisar bien lo que he escrito, porque no sé cómo el buscador me puede estar mandando a mí toda la porquería de la red…
- “Saltimbanki de Imaginarium se puede guardar bien?”: ¡y yo qué sé! Todo dependerá de que se deje meter en el armario, ¿no?. De todos modos, cómo son los de Imaginarium, ¿verdad? Yo entiendo que hay que buscar regalos didácticos para los peques, pero regalarles un señor vestido de payaso-fumao, me parece excesivo, por muy gracioso y entretenido que sea…. Con lo que debe comer ese hombre tras tanto bote…

Hay muchas más, pero no quiero aburriros. Me las guardo para otro momento.
¿Alguno se ha sentido identificado con las búsquedas, pillines?

jueves, 20 de mayo de 2010

Los hombres deben estar locos

¿Qué les pasa a los hombres con el “Just for Men”?
¿Se vuelven locos y se echan cantidades industriales? ¿No les coge bien el color porque confían en el tono de la foto sin percatarse de que, con tanta cana, no va a quedar igual? ¿Es un problema de vista, que les impide diferenciar el castaño-violín del rubio-apagado?

Algo tiene que haber. De lo contrario, a ver cómo te explicas que el bueno de Nicolas Cage haya dado por válido semejante estropicio capilar:

¡Uyyyy, Nick, qué natural te han dejadoooo! ¡No se te nota ná de ná! Vamos, como si hubieras nacido con una tremenda peluca rubia-panocha que te nace a media cabeza. ¡No se va a dar cuenta ni tu madre, guapo, más que guapo!

Creo que la edad genera inseguridades en los hombres. Eso, unido al síndrome de Peter Pan que les acompaña hasta la tumba, es un caldo de cultivo estupendo para este tipo de atrocidades. Llegada cierta edad, se pagan los implantes capilares “pelo de muñeca”, los dientes de mármol de Carrara y se dejan la barbita de cuatro días, porque George Michael dijo en su día que aquello era sexy y no se hable más. Salen a la calle y, en vez de piropos, les tiran fotos para colgarlas en Internet y convertirles en objeto de escarnio público sin ninguna compasión. Son carne de cañón.

No es el único caso. Tenemos, sin ir más lejos, a Michael Douglas y su cara-chicle, que mengua o se alarga a voluntad, según la edad de su pareja de turno. ¿Que ahora estoy con una 25 años menor? Pues nada, dale a la manivela parriba, que tengo que quitarme tres meses como sea. ¿Que ahora vuelvo con mi ex, que me saca 2 años? Pues me dejo crecer las arrugas a lo loco y así vamos a juego. De traca. Ya ni se esmera en ocultar las tiritas que cubren las cicatrices de su enésima cirugía.


Otros casos, sin embargo, me provocan lástima. Veo al pobre Mickey Rourke, con sus labios modelo “Carmen de Mairena” y me entran ganitas de llorar. Me duele la cara por simpatía, porque le tienen que tirar los puntos cosa mala.


Y esa naricita, tan pequeña, tan escondida entre esos dos mofletes recauchutados… Esos ojillos de petirrojo, tan estrechos y diminutos que sólo le permiten ver en Cinemascope. Ese pelo graso, que oscila entre dos tonos de caoba y tres de rubio-ceniza. Un esperpento. Un desatino. Una sombra de lo que fue.

¿No tienen estilista? ¿No tienen gusto? ¿No tienen espejos en casa? Qué coño, ¿no tienen madre que les impida salir a la calle de esa guisa? Y, encima, como siguen dándoles papeles protagonistas, de galanzotes talluditos que enamoran a veinteañeras sin escrúpulos, pues se llegan a creer tan bien el papel que lo trasladan a la vida real como si tal cosa. Pues no. No cuela. Puede que los efectos especiales consigan lo imposible, como hacernos creer que Harrison Ford es capaz de trepar una muralla de diez metros valiéndose únicamente de un cinturón a modo de cuerda o pilotar un zepelín sin las más mínimas nociones de la aeronáutica más básica, pero hacerle pasar por un cuarentón de buen ver a los (casi) 70 años que calza, es un despropósito. Un disparate de magnitud apocalíptica.

Casi tan grave como lo de Arturo Fernández y su séquito de admiradoras a sus (casi) 82 años. Insisto: no cuela. Por mucho rayo uva que te metas o tinte que te cubra. ¡Date tu sitio, quédate en el asilo, pellizcando el culo a las enfermeras tetonas y no nos hagas sonrojar de la vergüenza ajena, por Dios!

miércoles, 19 de mayo de 2010

No me seas ingenua, que ya no tienes edad...

Me estoy haciendo mayor. Lo noto en mi cuerpo, en mi ropa, en mi cara… pero donde más lo noto es en las conversaciones con mis amigas.

Todavía ayer (pero ayer, ¿eh?) hablábamos sin parar de tíos, trapos y cogorzas varias. Hoy, en cambio, nos pasa como al padre de Mafalda, que siempre que se mira al espejo se deprime, ya que el hombre se siente como un chaval cuando el puñetero cristal lo que le devuelve es el retrato de un auténtico viejales. Pues eso. Calcaditas.

Anoche, hablando con una de mis mejores amigas, me soltó sin anestesia que su hermana era “una profesional liberada con muy mala suerte, porque no encontraba su target en la vida”. Vamos a ver, Elvira, que a tu hermana, a sus 43 años, la llaman “la solterona” sus propios padres, nada de “profesional liberada”, que eso suena muy bien en los anuncios de Indasec, pero en la vida normal, no cuela. ¿Y qué es eso del target, pienso yo para mis adentros?? ¿El famoso “donde pongo el ojo, pongo la bala”, de toda la vida de Dios?

- ¡Qué target ni qué target! – le suelto yo sin contemplaciones.- Tu hermana siempre ha sido una colgada, ¿con quién va a ligar, con otro colgado?
- Sí, la verdad es que siempre ha sido… diferente…
- ¿Diferente? ¡Venga ya!. Esto qué es, ¿un festival de eufemismos? Tu hermana es fea y rara y no se hable más. No liga ni aunque la embadurnes de Loctite.
- Hay que ver, con lo fashion que ella se ve… se pasa el día yendo al estilista y ni por esas… a ver si eso no es mala suerte…
- Es que, a lo mejor, donde debería ir es a un curandero…- yo, en mi línea. Que a mí no me las dan con queso. Pues no le he visto yo hacer cosas raras a su hermana…
- Que no, que no, que ha contratado un personal trainer y dice que la va a dejar como a la Bundchen- me contesta semi-indignada.
- Vamos, que va a salir a correr con un profesor de gimnasia en paro y se le va a arreglar la vida, ¿es eso?- dime tú quién se hace llamar “personal trainer”, más que alguien desesperado que ya no sabe de dónde sacar pasta y recurre a los incautos que se dejan cegar por una titulación en inglés que ni saben traducir.
- Que no, que no. Que éste era un ejecutivo de cuentas que decidió que lo suyo era el fitness y ha abierto su propio negocio de entrenamiento personal. Mi hermana es su primer cliente.
- Ya, ya…. Mira, Elvira, te lo voy a traducir, que tu inglés nunca ha sido muy bueno: el ejecutivo de cuentas lo que tenía era una tienda de chuches y, debido a la crisis y a la obsesión de los padres por la futura obesidad de sus niños, ha tenido que cerrar el chiringuito, porque ya no les daba salida ni a los chicles sin azúcar. Y como el hombre lo único que sabía hacer era correr, pues ha decidido camelarse a un par de incautos (como tu hermana), se los lleva a brincar por el parque y les saca 100 euros por kilómetro recorrido. ¿Lo pillas? Vamos, que a tu hermana la han vuelto a tangar
- No creo… se la lleva mañana de trekking por la sierra, así que parece que lo tiene muy bien montado. Además, dice mi hermana que hay química entre ellos. A ver si esta vez…
- ¡Acabáramos! ¡Tu hermana lo que quiere es ligarse al gimnasta, aunque sea pagándole un carajal!- empiezo a ver las cosas más claras…- ¿Y dices que hay química? Pues espero que la calentura sea mutua, porque si no, me veo a tu hermana hinchándose de nuevo a helados, como cuando la dejó el consultor aquel que la iba a convertir en una diva y lo que hizo fue comprar compulsivamente con su tarjeta de crédito y ponerse el piso de catálogo a su costa. ¿Te acuerdas?
- Nonono, no era consultor. Era un asesor de postín, pero la mala suerte quiso que el hombre se confundiera de tarjeta y cargara los muebles a la cuenta de mi hermana por error. Pero ya le pidió perdón, no te creas…
- Ahhh, que le pidió perdón… entonces ya me quedo más tranquila...- Empiezo a sospechar que la hermana no es la única rara de esa familia…- Y también le devolvería los muebles, ¿no?
- Uff, para qué, si a mi hermana no le cabían en el apartamento ni puestos de canto.
- Ya… lo que me temía…

martes, 18 de mayo de 2010

Morir de asco

No lo soporto. Es que no puedo con ello.

Cualquier día acabo en el calabozo por haber agredido a algún viejales, estoy segura, porque es algo superior a mí.

Iba yo tan campante por la calle, tralarí-tralará, estrenando mis nuevas botas de ante color arena-del-desierto, contenta como pocas veces y sonriendo como una chiquilla, cuando, de pronto, escucho a mi lado:

-Agggghhhhhrrrrbbbkzzkfffffffff…. Ploffffffffff

No puede ser. No es cierto.

Dime, por favor, que el abuelillo que tengo a mi vera no acaba de escupir un lapo verde de tres metros cuadrados a 2 centímetros escasos de mis botas.

Pues sí. Parece un pequeño lago de aguas estancadas, pero qué va, es un gargajo del tamaño de Pensilvania el que ha bordeado la puntera de mi bota izquierda. Se ha salvado por los pelos. Casi vomito. Todavía tengo el estómago revuelto, imagínate.

El señor, sin inmutarse, ha continuado su camino, con los restos del esputo colgando de su barbilla, mientras yo, incrédula perdida, gritaba algo parecido a “¡será cerdo el viejo!”. Te juro que si me llega a rozar mínimamente el zapato, me lo limpio en sus pantalones y le arreo dos mandobles con su propia cachava que, de la misma, me enchironan.

Y no es la primera vez que me pasa. ¡Ya me gustaría! No sé qué les inspirará mi cara, pero es verme a su lado y girarse hacia mí, sorbiéndose la garganta de forma ruidosa y echándome la flema a los pies, todo en uno e invariablemente. ¿Tendré pinta de escupidera?

Y ya ni te cuento cuando llega el veranillo y los ves como locos mirando a las jovencitas en tirantes, mientras se hurgan la nariz o se rascan el culo (igual me da) y vuelven a soltar el escupitajo sobre mis pies, porque llevan la cabeza girada hacia la tía buena y no se han dado ni cuenta de que la otra, es decir, yo, estaba a tiro de “pollo”.

Pobres peones, que tienen que aguantarlos alrededor de las obras, dando su opinión y echando “gallos” por la boca. No quiero ni imaginarme cómo se les quedará el mono después de un duro día de trabajo, cubierto de costras verdosas que sólo se quitan rascando con cuchilla, porque son tan consistentes que fraguan mejor que el hormigón.

¡Qué asco, de verdad! Y luego dicen de los jóvenes, que mean por las esquinas… ¡prefiero que la calle huela a orines que tener todo el calzado cubierto de mocos y salivazos con solera!


lunes, 17 de mayo de 2010

Las plantas y yo

No sé qué me pasa con las plantas, que se me mueren todas.

Yo las cuido con esmero. Las riego, las podo, les echo fertilizante, anti-pulgón… pero nada, oye, ellas a lo suyo. Se van quedando como mustias, arrugadillas y descoloridas para, finalmente, expirar y convertirse en otra pieza inanimada más de la decoración de mi casa.

He intentado de todo: cambiarlas de sitio, ponerles luz directa, luz indirecta, transplantarlas, cantarles, hacerles el boca-a-hoja… pero estoy convencida que aquí influyen otros temas, como mi mal karma o su mala fotosíntesis, no sabría decir… El tema es que el mes de Agosto es mortal para la vegetación de mi hogar. No se salva ni una. Ni siquiera las resistentes. Esas que han superado el duro invierno, sin una gota de luz y con apenas agua, que son tan duras que parece que lucirían en todo su esplendor incluso en pleno desierto de Arizona... pues ni esas. Todas se me quedan patidifusas.

He llegado a poner flores de plástico, para dar el pego cuando llegan las visitas, pero cantan demasiado, porque todo aquél que me conozca sabe de sobra que ese brillo en la mirada, esa savia alborotada, o esas hojas tan tiesas sólo pueden ser fruto del PVC más comercial. Y, claro, se ríen a mis espaldas. Así que he optado por obviarlas y dedicarme a otras cosas, como, por ejemplo, que no se me mustien los niños…

Pero, mira tú por dónde, que el domingo, al volver a casa, me encuentro en una esquinita perdida de la cocina lo siguiente:


¡Coño! ¡Una orquídea en mi cocina! ¡Y viva!
¿De dónde has salido tú, listilla? ¡Si yo no te tenía censada como parte integrante de esta familia!

Fui corriendo a buscar a mi “santo” a agradecerle el detalle y a decirle que no se gastara los cuartos en florecillas, cuando sabe de sobra que van a durar tres telediarios.
Él, sorprendido por semejante hallazgo, se empezó a reír, diciéndome que a ver qué me había fumado, que él no había sido, que eso sería tirar el dinero y que a ver si es que estaba perdiendo facultades. Yo no entendía nada.

- ¿No has sido tú?- le pregunté pasmada.
- ¿Yo? ¡Qué va! Si hace años que no te regalo plantas, porque acaban en el cubo de la basura.
- ¿Entonces? ¿Quién la ha traído?. ¡A ver si han sido los niños para reírse otra vez de mí y contar en el cole que esta vez la planta sólo ha durado 2 días!- suelto indignada.
- No creo. No les he visto sacar ni un euro de la hucha desde que la escondieron en el armario bajo llave, porque decían que la usábamos para dar las propinas al del pedido.
- ¡Alucino! ¡Que nos ha brotado una orquídea de la esquina, como si fuera lo más normal, cariño! ¡Que te juro que yo esa esquina la he limpiado a conciencia, no puede haber tanta mugre como para generar plantas de forma espontánea!
- A ver, que te estás perdiendo… eso va a ser la orquídea que nos regalaron tus padres cuando nació el niño- me dice convencido.
- ¡Pero que el chiquillo tiene ya cinco años!- le recuerdo yo asustada por este fenómeno paranormal.
- Ya, ya… pero la maceta la dejaste ahí, abandonada, y lo mismo ha resucitado…
- ¿Pero cómo va a ser eso? ¿Sin agua? ¿Sin cuidados? ¿Sin cariño alguno?
- A ver si es que las atosigas demasiado y por eso se te quedan espatarradas- me suelta a bocajarro.

De todo esto, he sacado una moraleja: las plantas, lo que tienen es muy mala savia. Cuanto menos las mires y menos esmero pongas en su cuidado, más se crecen. Ni se os ocurra perder el tiempo con ellas. Dejadlas a su aire y, si tienen interés, ya se buscarán la forma de sobrevivir.

¡Al enemigo, ni agua! He dicho…

domingo, 16 de mayo de 2010

A vueltas con la prima Maruja


¿Os acordáis del post en el que os hablaba de mi prima Maruja, aquella con un gran don de gentes a la que sólo le faltaba hablar?

Bien, pues ha venido de visita (sin avisar, claro). Ha dejado el pueblo unos días (Cornalejos del Monte, por si no lo recordáis), asqueada de las vecinas chafarderas y el párroco metomentodo que, dice, no le dejan vivir en paz y armonía y se ha aposentado en mi casa, con cuatro maletas y la jaula del periquito. No sé qué demonios habrá metido en las maletas. Supongo que el alpiste del pájaro y poco más, porque mi prima no es que se preocupe mucho por la ropa, por decirlo suavemente. Lo de las cuatro maletas me tiene un tanto “mosca”, si os soy sincera. Me huele a temporada larga de vacaciones y en casa no es que nos sobre el espacio exactamente…

Se ha puesto a sacar de las dos primeras maletas ristras y ristras de chorizos y morcillas, como si viniera a pasar la guerra… pero la de los cien años o así, ¿eh?. Entre tanto colesterol, me ha parecido ver un par de lomos embuchados y dos o tres latas de sardinillas. Un tupper de callos con todos sus sacramentos y otro de algo parecido a garbanzos con costilla, pero no he querido preguntar, porque se ha puesto a guardarlo todo cual posesa en los cajones de la mesilla, como si no la hubiésemos visto. Espero que se lo coma rapidito, porque si no, va a oler la habitación a lo que yo te diga… ¿Habrá pasado hambre en casa alguna vez, me pregunto yo? ¿Y dónde lo mete? Porque tampoco es que le sobren tantos kilos… qué cosas…

Después de vaciar el contenido de todas sus bolsas, nos la hemos llevado de paseo por el centro. He tenido que explicarles a los niños que mi prima es muy expresiva. Que se entusiasma fácilmente y te lo hace saber. Así que, si la ven dando gritos o soltando palabrotas, ni la escuchen. Pero ha sido imposible. Porque, nada más llegar al centro, se ha puesto como loca a saludar a todos los viandantes, como una borrachita cualquiera, levantando la mano a lo “princesa Letizia” y gritando a todo pulmón: “taluegooo, majeteeeeesss”. Los niños la miraban y la imitaban, saludando efusivamente a quisqui. Les he tenido que contar que, en los pueblos, todo el mundo se saluda y que por eso, la prima Maruja tiene esa costumbre, pero que ellos no tenían por qué abrazar al de la ONCE o dar dos besos al quiosquero. Se han llevado un disgusto que no veas…

Del centro hemos ido al cine. En buena hora. A mi “santo” no se le ha ocurrido mejor cosa que invitarnos a todos a ver una película en 3D porque, dice, en los pueblos no tienen de eso y Maruja iba a disfrutar un montón. Ya te digo. Casi nos echan por culpa de los gritos y las risotadas de mi prima. Se ha pasado la película alzando los brazos, intentando coger cosas que pasaban a su lado y levantándose cuando creía que algo le iba a dar en todo el ojo. Y los niños, otra vez, haciéndose los graciosos, copiando todos los movimientos de la prima. Porque es mucho más divertido que estarse sentaditos y calladitos, como les dice mamá. Volaban las palomitas, las gominolas han acabado en el cardado de alguna señora y el vaso de coca-cola se ha vaciado enterito sobre mi bolso. Tengo la cartera cubierta de churretes de líquido marrón que no hay forma de sacar con nada. Menuda odisea.

La cena en casa no ha estado mal. La prima Maruja ha decidido que “compartir es vivir” y ha sacado los garbanzos de la cómoda, con lo que me ha ahorrado preparar cena para cinco. Los niños han protestado, porque eso de cenar garbanzos con costilla no mola a su edad, pero han claudicado al escuchar las amenazas de Maruja si no se los comían. Qué efectividad. Estoy por contratarla de niñera-Rottermeier, porque no tiene precio asustando a la chavalería. Han dejado el plato reluciente, al grito de “si no saco al periquito de la jaula y veréis cómo os deja el culo a picotazos”. Ni han chistado…

Por la noche, con los niños ya acostados y más tranquilos, nos hemos sentado a charlar con ella y nos ha confesado la verdadera razón de su huída del pueblo. Resulta que el párroco ha empezado a “tirarle los trastos” y Maruja ya no sabe cómo darle largas. Dice que la llama todos los días y la invita a tomar café en la sacristía. Y que la gota que ha colmado el vaso ha sido una invitación a pasar con él un fin de semana en una casa que tiene la parroquia en lo alto del monte para, según él, practicar unos ejercicios espirituales que le van a dejar el alma como nueva.

Maruja se teme que lo que el párroco quiere dejarle como nuevo es más bien el agujero de ozono. Así que, por no faltarle al respeto, ha preferido coger el portante y escapar del pueblo unos días a ver si al cura se le pasa el sofocón y se busca otro objetivo.

“Que se tire a la maestra, que lo está deseando”, nos dice Maruja ofendida mientras le suena el móvil insistentemente. “Míralo, es él”, nos comenta mostrando la pantalla iluminada del teléfono. “Ya estará nerviosito perdío porque se le ha escapado la gallina del gallinero. Pues no pienso contestar, ea, que se la menee la del estanco, que de algo le tiene que servir el Parkinson”.

Ya os digo que mi prima no es muy sutil…

sábado, 15 de mayo de 2010

Entrar por la Puerta Grande y otras cosillas sin importancia...



¡Ele mi niño!
Eso sí que es una entrada apoteósica.
El chatarrero, eufórico perdido porque, vaya usted a saber, lo mismo había cobrado la pedrea de Navidad o el reintegro del Euromillón, irrumpió en el club de alterne pistola en mano. Ordenó que cerraran el local, con las empleadas y los clientes presentes en ese momento en el interior, exigiendo a la camarera que empezara a ponerle copas a todo el mundo, bajo el lema de "Soy el jefe y esta noche manda mi polla".

Por espacio de dos horas, nadie pudo entrar ni salir del local. Acto seguido, destrozó la caja registradora y se apoderó de unos 100 euros. Su aventura concluyó cuando una de las víctimas pudo avisar desde dentro a la Guardia Civil, que acudió al rescate.

Eso sí que es entrar a lo grande y no lo de la Reina de Inglaterra arrastrando su capa de armiño por los pasillos del Parlamento.

Ahora, el detenido, (un chatarrero vecino de Benalúa de Guadix) ha sido condenado por la Audiencia provincial de Granada a cuatro años de cárcel por la comisión de un delito de detención ilegal y otro de robo con intimidación. Además, deberá pagar una multa por un tercer delito de daños, según la sentencia. Hay que tener mala-baba, señor juez. Con lo salada que le quedó la entrada y la de artículos que ha originado.



No sé cómo alguien puede redactar semejante noticia y no ahogarse de la risa en el intento. Que la vaca iba provocando al burro, me cuentas... que iba con todo al aire, con las ubres apuntando al animal y pidiendo guerrita...ya, ya... entonces la vaca se tenía merecido el acoso sexual, ¿verdad?. Increíble... ¡si la culpa es de su vaca-madre, que la vestía como una pilingui! De locos...


¡Es que me muero!!! Vamos a ver, hija mía: te tiras 17 años beneficiándote a tu marido ¿y no te enteras de que lo que te está metiendo entre las piernas es un pene de escayola??? ¿Y pretendes explicarlo diciendo que tú lo que creías es que aquello era un micropene o que estaba un poco deformado? ¡Lo que tenía que estar es frío de cojones! Literalmente.

De verdad te lo digo: algunas viven engañadas porque quieren vivir engañadas. Otra cosa es impensable.

viernes, 14 de mayo de 2010

No me toques la gaita, que me conozco...


Tenemos un gaitero dando por saco todos los días frente al portal. Le ha debido quitar el puesto al del acordeón, que llevaba en ese mismo sitio los últimos 18 meses. A lo mejor es su primo y le ha cedido el puesto mientras el otro está de vacaciones, para que nadie se lo quite, yo qué sé…

El caso es que el hombrecillo se ha apostado bajo nuestra ventana y echa el día soplando incansablemente, desde las 9 de la mañana hasta, mínimo, las 9 de la noche, que es cuando recoge sus bártulos, se echa las monedas al bolsillo y vuelve a su casa a dar la murga a su parienta, supongo…

Mira, ahora mismo son las diez menos cuarto de la noche y todavía me parece oírle. Como hoy no ha llovido, ha decidido hacer horas extras, que está la calle muy animada… Es infatigable. Es que encima no da tregua ni un minuto. ¡No va ni a hacer pis, ni a beber agua, ni a comer, ni a nada! Ni siquiera deja pasar unos segundos entre canción y canción, lo interpreta todo seguidito y es imposible diferenciar una de otra. ¡Qué letanía! Es un sonido cargante, hiriente, monótono y lacerante, que te araña el tímpano como el maullido de un gato en celo.

Como es de suponer, al hombre le ha llovido ya de todo: huevos, agua, tomates… pero él ni palidece. Como si la cosa no fuera con él. Sigue inflando y desinflando sus carrillos al ritmo frenético que imponen sus dedos sobre la gaita. Me entran ganas de agarrar todas las guías de Escocia que tengo por casa y tirárselas a la cabeza, a ver si lo pilla y se va de viaje a ver a sus ancestros. Como no soy violenta, no lo hago. Pero ojalá la del tercero, que tiene muy mala leche, escuche mis plegarias y se le ocurra hacer lo mismo para evitarme el papelón.

Y mira que a mí me encanta la música, ¿eh?. Pero en su justa medida. Si, al menos, el gaitero parara a hacer sus necesidades, variara de repertorio o versionara alguna cancioncilla conocida, pues ni tan mal… pero qué va, lo que toca no suena ni a música, es sólo ruido callejero perpetrado sin ninguna destreza. Pa mí que está aprendiendo, porque las notas suben y bajan descoordinadas y sin ninguna armonía. Es que acuesto a los niños y me llaman a gritos desde su cuarto para decirme “mami, dile a ese señor que pare, que no me puedo dormir y me van a entrar pesadillas”. Cuando hasta los niños se dan cuenta, es que algo estás haciendo mal, ¿no?

Estoy por bajar a la calle y, disimuladamente, pincharle el fuelle con una agujita, para que tenga que llevar su instrumento a reparar y podamos ver la tele a volumen normal un par de días. ¡Qué fijación le ha entrado con mi barrio! ¿Es que no hay más calles en esta ciudad, que siempre me tiene que tocar a mí aguantar el folklore popular, con la de gente que estará deseando que le den la serenata bajo su ventana?

Sé que es peor que te toque delante una obra del Ayuntamiento. Pero es que las obras, aunque parezcan eternas, siempre tienen fecha de caducidad. ¡Este tío no!. Voy a llamar a la SGAE para que tome cartas en el asunto. A ver la cara que se le queda al gaitero cuando le digan que “son 50.00 euros, chaval, y como sigas, te lo duplicamos”.

Os mantendré informados.

jueves, 13 de mayo de 2010

¡No se libra ni el tato!

¡Alucino con los famosos y sus matrimonios modélicos que resultan ser una farsa de tomo y lomo!

El último en apuntarse al carro de las infidelidades conyugales es el ultracatólico (ja!), apostólico y romano Mel Gibson, al que lo de liarse durante sus tres últimos años de matrimonio con una rusa y hacerle el correspondiente bombo no le ha parecido suficiente y ha optado por "recornear" a la rusa con una actriz porno, mientras aquélla estaba embarazada de la 8ª criatura (se dice pronto) del actor. Esto es un no parar. Debe de tener un come-come y un pica-pica en salva sea la parte, que no se lo quita ni con Hemoal.

Tras el escándalo de Sandra Bullock y su marido el cachas-tatuado-arregla-coches, quien le puso una cornamenta a la altura de la de los renos de Papá Noël a la vez que gritaba al viento frases ridículas como la de "cuando miro a mi mujer, a veces, pierdo el sentido" (y los calzoncillos, añado yo), pensaba que estaba todo visto. Todavía tenía en mi retina las imágenes de Tiger Woods saliendo de una clínica de desintoxicación sexual y contando ante cientos de micrófonos lo malísimo que había sido con su familia. Que esa es otra: se tiran a toda la población femenina de Las Vegas y alrededores y resulta que no hay que ser mal pensados, sino que hay que tenerles mucha lastimita porque son enfermos.

Mira, majo, enferma es como se ha quedado tu señora, arrastrando a dos críos de menos de tres años por el mundo, de Suecia a Los Ángeles y vuelta pa Suecia, que la pobre ya no coge peso ni aunque la hinchen a botillos y bocatas de morcilla de Burgos rebozada. Enferma es la pinta que tenía tu santa madre cada vez que los reporteros la acechaban en las puertas de su casa, preguntándole si toda tu vida habías sido un pilingui de manual. Enfermo es como deberías haberte quedado tú tras el enésimo polvo, por culpa de una gonorrea mal curada.

Pero, como venga alguien más a intentar convencerme de que éstos son unos enfermos o simples adictos, como tantos otros, voy y le parto la cara. Adicto es el porrero, el que le da a la coca a la desesperada, el heroinómano carcelario, quién te digo yo... Amy Winehouse, por ejemplo. Pero que hagas encaje de bolillos con tu agenda de Ministro para encontrar un huequillo cada día pa tirarte con nocturnidad y alevosía a las múltiples guarrillas que se te han cruzado en el ascensor, en el parking o entre los hoyos del campo de golf, eso no es de adictos: eso es de cerdos, cabrones y desalmados sin corazón.

Y ya, por rematar, el último grito en cornamentas lo luce la callada (a la par que simple) Patricia-noherotounplatoenmivida-Rato. Los cuernos, en su casa, los acumulan por partida doble: los que trae papá de la plaza de toros y los que le ponen a mamá cuando se va a la pelu a hacerse las mechas en tres tonos de rubio. ¡Toma castaña! Espartaco-el-Santo lleva beneficiándose a una fea (porque, las cosas como son: es fea con ensañamiento) desde hace meses (años, según algunas lenguas viperinas del periodismo patrio) y el tío no pierde la sonrisa. Al contrario que la sufrida esposa, que parece un ánima vagabunda que no come caliente desde hace semanas. Si le soplas, se la lleva la brisa, porque se ha quedado como el espíritu de Nicole Kidman.

Hay veces que comprendo tanto a Lorena Bobbit...


miércoles, 12 de mayo de 2010

Con estas manitas...

¡En qué lío me he metido!
Me dice la niña que les han mandado en el cole unas manualidades para hacer en casa y que necesitan la ayuda de los papás para que salgan bien. Yo, armada de toda mi paciencia, he agarrado la lista y me he propuesto hacer el mejor sistema solar que haya pisado ese colegio, que para eso sacaba sobresaliente en Ciencias Naturales y me sé los planetas al dedillo, gracias a las canciones de Enrique y Ana.

Todo parecía fácil y asequible, así que le dije a mi “santo” que no nos hacían falta sus manitas para nada. Que las chicas nos bastábamos solas. Error.

Acudo a la tienda de manualidades que hay en el centro y ya empieza mi mosqueo. Resulta que las pelotitas de porexpán, imprescindibles para hacer los planetas, están agotadas. ¡Malditos padres cabrones, que se me han adelantado para que mi hija pase vergüenza con pelotillas hechas a base de papel higiénico cubierto con esparadrapo! Ni hablar. Me voy a un sitio de venta al por mayor que conozco y fijo que tienen.

Efectivamente. Tenían. El diámetro de cada bolita es diez veces superior al que pedían en el cole, pero eso da igual. Mi hija va a tener un sistema solar a escala 1:1 y no se hable más. Lo malo es que los planetas han de “colgar” de un aro de un metro de diámetro y, si seguimos con las proporciones, el nuestro tendrá que tener 10 metros. Pues nada. ¡Lo que haga falta!. A ver dónde encuentro cartón-pluma suficiente para semejante ruedo. Tengo claro que no me va a caber en el coche, pero ya me las apañaré para transportarlo al colegio. ¿No consiguió la mamá de Anita meter en su 4x4 un chalet de cartón de tres alturas, que parecía el de Ronaldo, cuando nos habían insistido en que no midiera más de 30 centímetros? Pues mi hija no va a ser menos.

Como estáis empezando a comprender, las competiciones entre padres están a la orden del día en el colegio de mis hijos. Con las manualidades se ve lo peor de cada progenitor. Recuerdo el día que el padre de Laurita (instigador de esta guerra sin sentido) se presentó, el muy sinvergüenza, con una pecera de cristal de 2x2x4 metros, de agua climatizada a 20 grados perennes y pececitos de diseño, traídos expresamente del Amazonas (o parecido, porque yo no los había visto en mi vida y mira que estoy viajada). Los demás nos quedamos de una pieza, porque llevábamos botes de mermelada con la tapa agujereada o cajas de metacrilato (que ya me costó encontrar una, no os vayáis a creer que es tan fácil) llenas de animalitos y algas de plástico. Ahí, empezó una batalla sin cuartel que todavía perdura. Y que sólo puede ir a peor.

Como cuando Luisito acampó durante tres días (con sus noches) en las puertas del colegio, porque tenía que ser el primero en presentar su robot autómata y autónomo, que comía y hacía sus necesidades sin que nadie le tuviera que acompañar al baño. Claro, como su padre es Ingeniero de Telecomunicaciones, se las sabe todas en lo que a cableados y chips se refiere. Y yo, que soy de Letras, con una Nancy forrada de albal y mi hija, haciendo el ventrílocuo a lo José Luis Moreno, con frases ensayadas tipo: “Hola, mí llamarme Robot XP3, venir de lejano planeta interestelar, querer ser tu amigo”. Manda cojones… Qué bochorno pasó la pobre cría y qué risotadas se echaba el padre de Luisito, que será todo lo Ingeniero que tú quieras, pero también un cabrón con pintas.

En fin, que me he puesto a colorear los planetas con las témperas y no tenía litros suficientes para el diámetro de tanta bola. Sal a comprar más pintura, coge también unos aros para Saturno, una bombilla que haga de Sol y unas circunferencias oscuras. ¿Para qué?, os preguntaréis.

Pues para los agujeros negros, que mi hija esta vez se lleva el sobresaliente como está mandado. Ya verás qué bonito cuando salga al rellano… bueno, mejor al portal, que en el ascensor tampoco me entra, a montar todos los planetas, con sus satélites, sus anillos y sus agujeros negros… va a ser la envidia de todo el colegio. A ver dónde lo ponen. Fijo que lo montan en el salón de actos, porque lo que es en el aula, lo veo difícil.

A ver si el padre de Luisito me vuelve a soltar lo de “chapucera”, que le pego un mandoble que se le va a olvidar toda la carrera de Teleco del golpe.

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